En la Estación de la Sabana: Estructuras sin fin… entre la utopía y la ucronía
En el centro de Bogotá, hasta el 3 de diciembre, se puede ver la obra del artista Mauricio Carmona Rivera, inspirada en los ferrocarriles y los metros y que es finalista del XII Premio Luis Caballero. Reseña de un experto.
Luis Fernando González Escobar * / Especial para El Espectador
El escritor y político Miguel Samper Agudelo, en una excursión que hizo por las obras inconclusas del Ferrocarril de la Sabana en 1884, que consignó en sus Impresiones de viaje, incluyó una crítica a la manía tan en boga entonces de inaugurar obras que solo eran proyectos, alcanzaban a la primera piedra y si acaso al primer clavo; por lo mismo, anotaba con fina ironía el problema que tendrían los arqueólogos del futuro para encontrar las evidencias “fósiles de los rieles” en el suelo, cuando debería ser en los archivos en donde deberían buscar los rastros para que entonces los historiadores tomaran todo lo escrito –”los datos”– y, en los términos muy decimonónicos de Samper, “tejer las coronas que la inmortalidad habrá de discernir equitativamente”. (Recomendamos texto de Mauricio Carmona sobre la obra Expurgo y la implosión del edificio Mónaco en Medellín).
Pasados casi 140 años las palabras de Samper Agudelo siguen vigentes. Colombia es un país más de proyectos que de concreciones materiales, esto en muchos asuntos, pero mucho más en ferrocarriles y se extendió a tranvías y en términos contemporáneos a los metros de los principales centros urbanos, donde solo Medellín cuenta con este sistema, mientras Bogotá, avanza a trompicones y peleas egopolíticas en un primer tramo, después de 80 años de la primera propuesta.
El arte, entre las muchas posibilidades, tiene la luminosa capacidad de recoger la historia, darle otros sentidos y devolvérnosla múltiple y compleja desde sus lenguajes, para ahondar no solo en el pasado sino en el presente e, incluso, en una idea de futuro. Pero para eso requiere de sensibilidad. Algo que de sobra ha demostrado el artista Mauricio Carmona Rivera con su obra “Estructura sinfín: metro series”, finalista del XII Premio Luis Caballero.
Carmona Rivera, aparte de artista es historiador. Estructura su obra, entonces, entre una videoinstalación de gran formato y un archivo en expansión. Y, en este último sentido, sin proponérselo, retoma la idea de Samper Agudelo, de buscar las huellas de los proyectos de los metros de Bogotá y Medellín, entre informes, artículos de prensa, portadas de libros y planos. Los ires y venires, los trazados y diseños entre ingenuos, técnicos y utópicos, pero también las discusiones, a la vez que deja regadas ahí las evidencias de los problemas y corrupciones, las que siempre han existido desde el siglo XIX en los ferrocarriles y ahora en los metros. Y como he dicho, es un archivo que crece, aunque uno sospecha que podría ser tan infinito como tantos e improbables fueron los proyectos.
El archivo es soporte de la investigación y de la videoinstalación. No se pueden ver los elementos que componen la obra de manera aislada. No necesariamente de manera explícita pues hay también mucha sutileza tanto en lo contenido en las vitrinas del archivo como en las intenciones del video panorámico.
Después de entrar a la estación de La Sabana, se debe hacer un largo recorrido para llegar al sitio de la obra. Pasar por el vestíbulo, lo más recordado y reconocido, seguir por el andén de pasajeros donde se accedía a los trenes, y continuar entre vagones oxidados, rieles en medio del pasto y abandono, algún tanque de agua aislado, muros de chapas y de ladrillo a la vista y ruinas y ruinas, siempre entre la tierra, la herrumbre y la maleza que trata de devorar todo este conjunto que se mantiene solo por su declaratoria de bien patrimonial, ante el acecho de la voracidad inmobiliaria de sus inmediaciones. El recorrido de por sí sorprende ya al habitante que nunca pensaría todo lo que hay allí y sobre todo el oasis que es pese al abandono, una gran zona verde entre edificios patrimoniales, en el contexto de deterioro de manzanas históricas de la localidad de Los Mártires. El espectador sin saberlo ya está preparado para entrar al espacio donde se encuentra la videoinstalación.
Cuando ingresa al espacio del edificio, mientras los ojos se adaptan a la transición de la luz a la oscuridad, uno se pregunta como Kevin Lynch, ¿de qué tiempo es este lugar? Y ahí, pareciera, en primera instancia, como que se volviera a vivir aquella pionera e icónica película de los hermanos Lumiére, Arrival of a Train at La Ciotat. Pero no, va pasando veloz y trepidante. Son fugaces las personas y los trenes. Mientras las voces conductistas establecen el orden en el caos de los seres anónimos, que bajan y suben, siguiendo sus recorridos cotidianos. Son seres intemporales.
Las imágenes no parecen de un sistema de metro en específico, sino de todos los tiempos. El gran video panorámico de 60 metros de largo por cuatro metros de alto nos hace sentir en ese espacio; no solo estamos allí, sino que nos instalamos en el tiempo o, mejor, en los muchos tiempos que contiene el discurrir técnico y material del edificio. Proyectado sobre el largo muro lateral de uno de los edificios tal vez menos representativos del conjunto patrimonial, sin la valorada estética historicista de la propia estación, su carácter desnudo y funcional, con sus desconchados y marcas, huecos y ventanas, le confieren una gramática singular e histórica por encima de cualquier particularidad.
Así, la videoinstalación hace uso de la memoria inscrita en los muros y esta le insufla vida al abandono. Reactiva las memorias fantasmales. Les da sentido aun en la fugacidad del tiempo y del espacio. Nos recuerda nuestra propia brevedad.
La obra Estructura sinfín… teje una relación sólida entre la utopía que nos muestra los archivos de los proyectos que pudieron ser y las ucronías de lo que podría haber sido si de otra manera hubiéramos tratado lo que hoy es ruina y patrimonio, en medio del abandono urbano. Y, también, de alguna manera coincide con el historiador Javier Ortiz Cassiani cuando dice en ese bello libro Un diablo al que le llaman tren, que “el progreso de una época se convirtió con el tiempo en nostalgia”. Una obra poderosa y sensible, sin duda, entre la historia y el arte.
* Medellín, 19 de noviembre de 2023. Director de la Escuela del Hábitat y Coordinador del Doctorado en Estudios Urbanos y Territoriales -DUET-, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín.
* Estación de la Sabana Calle 13 No. 18 – 24. Lunes, martes y miércoles: cerrado. Jueves y viernes: 2:00 p.m. a 6:00 p.m. Sábados y domingos: 10:00 a.m. a 6:00 p.m. Todas las exposiciones y actividades asociadas al Premio Luis Caballero son de entrada libre y gratuita.
Mauricio Carmona Rivera: Artista plástico del Instituto de Bellas Artes (2002) e historiador de la Universidad Nacional de Colombia (2016); intercambio académico Facultad de Filosofía, Universidad de Barcelona. Cofundador e integrante de Taller 7 (2003-2018) y Policéfalo Films (desde 2017). Ha recibido varias becas y distinciones entre las que se reseñan: Nominado Premio Luis Caballero, Instituto Distrital de las Artes – Idartes, Bogotá (2022); Beca Artista de Larga Trayectoria, Alcaldía de Medellín (2014 y 2017); Beca en Arte Público, Alcaldía de Medellín (2015); ha realizado residencias artísticas en Eigth, Critical Institute for Arts and Politics y FaveLab, Atenas, Grecia (2019); Hangar, Barcelona (2015); Capacete, Brasil (2011); Mención de honor premio a Nuevas Prácticas Artísticas en Artes Visuales, como integrante de Taller 7, MinCultura (2011-2014). Como productor del documental Estancia, obtuvo estímulos del FDC de Proimágenes Colombia. Entre sus exposiciones se reseñan: descenso I intervalo, Museo de Antioquia (2010-11); Salón Nacional de Artistas (2006, 2008, 2010, 2022); Salones Regionales de Artistas (2005, 2007, 2009, 2021); Encuentro Internacional de Arte MDE (Museo de Antioquia, 2007, 2011, 2015); Frente à Euforia, Oficina Cultural Oswald de Andrade, Sao Paulo, Brasil (2015); Contraexpediciones, Museo de Antioquia (2014); Salón de Arte Bidimensional, Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Bogotá (2013); Coordenadas, historias de la instalación en Antioquia, MAMM (2013).
El escritor y político Miguel Samper Agudelo, en una excursión que hizo por las obras inconclusas del Ferrocarril de la Sabana en 1884, que consignó en sus Impresiones de viaje, incluyó una crítica a la manía tan en boga entonces de inaugurar obras que solo eran proyectos, alcanzaban a la primera piedra y si acaso al primer clavo; por lo mismo, anotaba con fina ironía el problema que tendrían los arqueólogos del futuro para encontrar las evidencias “fósiles de los rieles” en el suelo, cuando debería ser en los archivos en donde deberían buscar los rastros para que entonces los historiadores tomaran todo lo escrito –”los datos”– y, en los términos muy decimonónicos de Samper, “tejer las coronas que la inmortalidad habrá de discernir equitativamente”. (Recomendamos texto de Mauricio Carmona sobre la obra Expurgo y la implosión del edificio Mónaco en Medellín).
Pasados casi 140 años las palabras de Samper Agudelo siguen vigentes. Colombia es un país más de proyectos que de concreciones materiales, esto en muchos asuntos, pero mucho más en ferrocarriles y se extendió a tranvías y en términos contemporáneos a los metros de los principales centros urbanos, donde solo Medellín cuenta con este sistema, mientras Bogotá, avanza a trompicones y peleas egopolíticas en un primer tramo, después de 80 años de la primera propuesta.
El arte, entre las muchas posibilidades, tiene la luminosa capacidad de recoger la historia, darle otros sentidos y devolvérnosla múltiple y compleja desde sus lenguajes, para ahondar no solo en el pasado sino en el presente e, incluso, en una idea de futuro. Pero para eso requiere de sensibilidad. Algo que de sobra ha demostrado el artista Mauricio Carmona Rivera con su obra “Estructura sinfín: metro series”, finalista del XII Premio Luis Caballero.
Carmona Rivera, aparte de artista es historiador. Estructura su obra, entonces, entre una videoinstalación de gran formato y un archivo en expansión. Y, en este último sentido, sin proponérselo, retoma la idea de Samper Agudelo, de buscar las huellas de los proyectos de los metros de Bogotá y Medellín, entre informes, artículos de prensa, portadas de libros y planos. Los ires y venires, los trazados y diseños entre ingenuos, técnicos y utópicos, pero también las discusiones, a la vez que deja regadas ahí las evidencias de los problemas y corrupciones, las que siempre han existido desde el siglo XIX en los ferrocarriles y ahora en los metros. Y como he dicho, es un archivo que crece, aunque uno sospecha que podría ser tan infinito como tantos e improbables fueron los proyectos.
El archivo es soporte de la investigación y de la videoinstalación. No se pueden ver los elementos que componen la obra de manera aislada. No necesariamente de manera explícita pues hay también mucha sutileza tanto en lo contenido en las vitrinas del archivo como en las intenciones del video panorámico.
Después de entrar a la estación de La Sabana, se debe hacer un largo recorrido para llegar al sitio de la obra. Pasar por el vestíbulo, lo más recordado y reconocido, seguir por el andén de pasajeros donde se accedía a los trenes, y continuar entre vagones oxidados, rieles en medio del pasto y abandono, algún tanque de agua aislado, muros de chapas y de ladrillo a la vista y ruinas y ruinas, siempre entre la tierra, la herrumbre y la maleza que trata de devorar todo este conjunto que se mantiene solo por su declaratoria de bien patrimonial, ante el acecho de la voracidad inmobiliaria de sus inmediaciones. El recorrido de por sí sorprende ya al habitante que nunca pensaría todo lo que hay allí y sobre todo el oasis que es pese al abandono, una gran zona verde entre edificios patrimoniales, en el contexto de deterioro de manzanas históricas de la localidad de Los Mártires. El espectador sin saberlo ya está preparado para entrar al espacio donde se encuentra la videoinstalación.
Cuando ingresa al espacio del edificio, mientras los ojos se adaptan a la transición de la luz a la oscuridad, uno se pregunta como Kevin Lynch, ¿de qué tiempo es este lugar? Y ahí, pareciera, en primera instancia, como que se volviera a vivir aquella pionera e icónica película de los hermanos Lumiére, Arrival of a Train at La Ciotat. Pero no, va pasando veloz y trepidante. Son fugaces las personas y los trenes. Mientras las voces conductistas establecen el orden en el caos de los seres anónimos, que bajan y suben, siguiendo sus recorridos cotidianos. Son seres intemporales.
Las imágenes no parecen de un sistema de metro en específico, sino de todos los tiempos. El gran video panorámico de 60 metros de largo por cuatro metros de alto nos hace sentir en ese espacio; no solo estamos allí, sino que nos instalamos en el tiempo o, mejor, en los muchos tiempos que contiene el discurrir técnico y material del edificio. Proyectado sobre el largo muro lateral de uno de los edificios tal vez menos representativos del conjunto patrimonial, sin la valorada estética historicista de la propia estación, su carácter desnudo y funcional, con sus desconchados y marcas, huecos y ventanas, le confieren una gramática singular e histórica por encima de cualquier particularidad.
Así, la videoinstalación hace uso de la memoria inscrita en los muros y esta le insufla vida al abandono. Reactiva las memorias fantasmales. Les da sentido aun en la fugacidad del tiempo y del espacio. Nos recuerda nuestra propia brevedad.
La obra Estructura sinfín… teje una relación sólida entre la utopía que nos muestra los archivos de los proyectos que pudieron ser y las ucronías de lo que podría haber sido si de otra manera hubiéramos tratado lo que hoy es ruina y patrimonio, en medio del abandono urbano. Y, también, de alguna manera coincide con el historiador Javier Ortiz Cassiani cuando dice en ese bello libro Un diablo al que le llaman tren, que “el progreso de una época se convirtió con el tiempo en nostalgia”. Una obra poderosa y sensible, sin duda, entre la historia y el arte.
* Medellín, 19 de noviembre de 2023. Director de la Escuela del Hábitat y Coordinador del Doctorado en Estudios Urbanos y Territoriales -DUET-, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín.
* Estación de la Sabana Calle 13 No. 18 – 24. Lunes, martes y miércoles: cerrado. Jueves y viernes: 2:00 p.m. a 6:00 p.m. Sábados y domingos: 10:00 a.m. a 6:00 p.m. Todas las exposiciones y actividades asociadas al Premio Luis Caballero son de entrada libre y gratuita.
Mauricio Carmona Rivera: Artista plástico del Instituto de Bellas Artes (2002) e historiador de la Universidad Nacional de Colombia (2016); intercambio académico Facultad de Filosofía, Universidad de Barcelona. Cofundador e integrante de Taller 7 (2003-2018) y Policéfalo Films (desde 2017). Ha recibido varias becas y distinciones entre las que se reseñan: Nominado Premio Luis Caballero, Instituto Distrital de las Artes – Idartes, Bogotá (2022); Beca Artista de Larga Trayectoria, Alcaldía de Medellín (2014 y 2017); Beca en Arte Público, Alcaldía de Medellín (2015); ha realizado residencias artísticas en Eigth, Critical Institute for Arts and Politics y FaveLab, Atenas, Grecia (2019); Hangar, Barcelona (2015); Capacete, Brasil (2011); Mención de honor premio a Nuevas Prácticas Artísticas en Artes Visuales, como integrante de Taller 7, MinCultura (2011-2014). Como productor del documental Estancia, obtuvo estímulos del FDC de Proimágenes Colombia. Entre sus exposiciones se reseñan: descenso I intervalo, Museo de Antioquia (2010-11); Salón Nacional de Artistas (2006, 2008, 2010, 2022); Salones Regionales de Artistas (2005, 2007, 2009, 2021); Encuentro Internacional de Arte MDE (Museo de Antioquia, 2007, 2011, 2015); Frente à Euforia, Oficina Cultural Oswald de Andrade, Sao Paulo, Brasil (2015); Contraexpediciones, Museo de Antioquia (2014); Salón de Arte Bidimensional, Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Bogotá (2013); Coordenadas, historias de la instalación en Antioquia, MAMM (2013).