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                                                                                                                                En las cimas de la futilidad*, el joven Cioran

                                                                                                                                “El dolor es lo que más somos nosotros mismos”, decía el cínico Cioran (1987. p. 120) : uno de esos filósofos que, como Schopenhauer, contemplaban la existencia como un inequívoco suplicio.

                                                                                                                                Jaír Villano / @VillanoJair

                                                                                                                                “No lucho contra el mundo, lucho contra una fuerza mucho mayor, contra mi fatiga del mundo” (Cioran, 1983. p. 117).
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Comparado con la desesperación -fenómeno tan extraño y complejo-, el escepticismo se caracteriza por una especie de diletantismo, de superficialidad. Por mucho que yo dude de todo y oponga al mundo una sonrisa de desprecio, seguiré comiendo, durmiendo tranquilamente o amando. En la desesperación, cuya profundidad solo se comprende experimentándola, esos actos son únicamente posibles mediante grandes esfuerzos y sufrimientos. En las cimas de la desesperación nadie tiene ya derecho a dormir. De ahí que un auténtico desesperado no olvide jamás nada de su tragedia: su conciencia preserva la dolorosa actualidad de su miseria subjetiva” (Cioran, 2009. p. 68).

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La vida no tiene ningún sentido, ninguna gracia, ninguna retribución. Lo mejor de la vida sería no ser: la nada. No vivir. No ser es mejor que ser, dice Mainländer, la vida es un infierno, y la muerte la dulce y plácida aniquilación de ese averno (2011. p. 101).

                                                                                                                                La humanidad es abyecta; la lucidez una maldición; la existencia un error. Las lecturas de Schopenhauer y el ya mencionado Mainländer son notables. La de Nietzsche es evidente, aunque en Las cimas de la desesperación la nihilidad del rumano llega a un paroxismo distante, a diferencia de Zaratustra, este no contempla escala de grises.

                                                                                                                                “Ignoro totalmente por qué hay que hacer algo en esta vida, por qué debemos tener amigos y aspiraciones, esperanzas y sueños. ¿No sería mil veces preferible retirarse del mundo, lejos de todo lo que engendra su tumulto y sus complicaciones?” (Cioran, 2009. p. 18).

                                                                                                                                Sus valles son de diáfana oscuridad: “El hecho de que yo existe prueba que el mundo no tiene sentido. ¿Qué sentido, en efecto, podría yo hallar en los suplicios de un hombre infinitamente atormentado y desgraciado para quien todo se reduce en última instancia a la nada y para quien el sufrimiento domina el mundo?” (Cioran, 2009. p. 30).

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Como diría su amigo Fernando Savater: “La condición esencial de la lucidez es el desgarramiento” (1980. p. 33).

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El filo de su pluma traspasa los huesos más sensibles: “Vivir significa: crecer y esperar, mentir y mentirse” (Cioran, 1997. p. 141).

                                                                                                                                La honestidad es descarnada. Cioran dice lo que muchos pensamos pero por pudor a nuestros semejantes más cercanos callamos: “Haber cometido todos los crímenes: salvo el de ser padre” (1998. p. 12). El desprecio, en todo caso, deviene distinto.

                                                                                                                                El fin es el gesto, el fin es la obra: “Me paso la vida aconsejando el suicidio por escrito y desaconsejándolo de palabra. Y es que en el primer caso se trata de una salida filosófica y en el segundo de un ser, una voz, un quejido…” (Cioran, 1983. p. 130).

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Hay que cuidar la vida para seguir odiándola. Cioran es, ante todo, un escritor. Un Autor, y perdón por la mayúscula, cuya apuesta está por debajo de todo, cuyas líneas están meditadas, la sintaxis aquilatada.

                                                                                                                                Le sugerimos leer: Charles Baudelaire: el descenso como acto poético

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Toda buena obra se corrige, se sabe. Para que el poema, el aforismo, o el verso, rugan, hay que desarticular cada una de las partes del rugido y repetir hasta la saciedad las ondas y las vibraciones. La aspiración es que el lector crea. Crea que lo que lee es lo que el autor siente, que en ese estado lo escribe, que la emoción está abierta. No hay sinceridad en esto de escribir. O la puede haber, pero entonces el efecto es mediocre.

                                                                                                                                “Nunca sabremos si ese filósofo, en lo que escribe sobre el Dolor, trata de una cuestión de sintaxis o de la primera, de la reina de las sensaciones” (Cioran, 1983. p.136).

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                No digo con esto que sus sufrimientos y amarguras sean fingidos. Todo lo contrario, con Cioran es posible asistir al espectáculo del padecimiento. Pero el escritor trabaja con palabras. Y las palabras no nacen fatales, no anticipan dolor; antes de nacer, las palabras son silencio. El autor las medita, las controla, las direcciona a su propio abismo.

                                                                                                                                “En mis accesos de optimismo me digo que mi vida ha sido un infierno, mi infierno, un infierno a mi gusto” (Cioran,1983. p. 132).

                                                                                                                                Corolario: la futilidad también destila goce.

                                                                                                                                * Este texto es un fragmento de la tesis “Formas de dolor y pesimismo de la fuerza. El dolor en la literatura, la filosofía y el cine”, Maestría en Estudios Literarios, Universidad Javeriana de Bogotá.

                                                                                                                                Podría interesarle leer: En defensa del café

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                                                                                                                                Citas

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                                                                                                                                Cioran, E. (1987). Ese maldito yo. Editorial Tusquets: Barcelona.

                                                                                                                                Cioran, E. (1997). Breviario de podredumbre. Taurus: Madrid.

                                                                                                                                Cioran, E. (1998). Del inconveniente de haber nacido. Taurus: Madrid.

                                                                                                                                Cioran, E. (2009). En las cimas de la desesperación. Tusquets: Barcelona.

                                                                                                                                Mainländer, P. (2011). Filosofía de la redención. Fondo de Cultura Económica: Santiago de Chile.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Savater, F. (1980). Ensayo sobre Cioran. Taurus: Madrid.

                                                                                                                                “No lucho contra el mundo, lucho contra una fuerza mucho mayor, contra mi fatiga del mundo” (Cioran, 1983. p. 117).
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Comparado con la desesperación -fenómeno tan extraño y complejo-, el escepticismo se caracteriza por una especie de diletantismo, de superficialidad. Por mucho que yo dude de todo y oponga al mundo una sonrisa de desprecio, seguiré comiendo, durmiendo tranquilamente o amando. En la desesperación, cuya profundidad solo se comprende experimentándola, esos actos son únicamente posibles mediante grandes esfuerzos y sufrimientos. En las cimas de la desesperación nadie tiene ya derecho a dormir. De ahí que un auténtico desesperado no olvide jamás nada de su tragedia: su conciencia preserva la dolorosa actualidad de su miseria subjetiva” (Cioran, 2009. p. 68).

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La vida no tiene ningún sentido, ninguna gracia, ninguna retribución. Lo mejor de la vida sería no ser: la nada. No vivir. No ser es mejor que ser, dice Mainländer, la vida es un infierno, y la muerte la dulce y plácida aniquilación de ese averno (2011. p. 101).

                                                                                                                                La humanidad es abyecta; la lucidez una maldición; la existencia un error. Las lecturas de Schopenhauer y el ya mencionado Mainländer son notables. La de Nietzsche es evidente, aunque en Las cimas de la desesperación la nihilidad del rumano llega a un paroxismo distante, a diferencia de Zaratustra, este no contempla escala de grises.

                                                                                                                                “Ignoro totalmente por qué hay que hacer algo en esta vida, por qué debemos tener amigos y aspiraciones, esperanzas y sueños. ¿No sería mil veces preferible retirarse del mundo, lejos de todo lo que engendra su tumulto y sus complicaciones?” (Cioran, 2009. p. 18).

                                                                                                                                Sus valles son de diáfana oscuridad: “El hecho de que yo existe prueba que el mundo no tiene sentido. ¿Qué sentido, en efecto, podría yo hallar en los suplicios de un hombre infinitamente atormentado y desgraciado para quien todo se reduce en última instancia a la nada y para quien el sufrimiento domina el mundo?” (Cioran, 2009. p. 30).

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Como diría su amigo Fernando Savater: “La condición esencial de la lucidez es el desgarramiento” (1980. p. 33).

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El filo de su pluma traspasa los huesos más sensibles: “Vivir significa: crecer y esperar, mentir y mentirse” (Cioran, 1997. p. 141).

                                                                                                                                La honestidad es descarnada. Cioran dice lo que muchos pensamos pero por pudor a nuestros semejantes más cercanos callamos: “Haber cometido todos los crímenes: salvo el de ser padre” (1998. p. 12). El desprecio, en todo caso, deviene distinto.

                                                                                                                                El fin es el gesto, el fin es la obra: “Me paso la vida aconsejando el suicidio por escrito y desaconsejándolo de palabra. Y es que en el primer caso se trata de una salida filosófica y en el segundo de un ser, una voz, un quejido…” (Cioran, 1983. p. 130).

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Hay que cuidar la vida para seguir odiándola. Cioran es, ante todo, un escritor. Un Autor, y perdón por la mayúscula, cuya apuesta está por debajo de todo, cuyas líneas están meditadas, la sintaxis aquilatada.

                                                                                                                                Le sugerimos leer: Charles Baudelaire: el descenso como acto poético

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Toda buena obra se corrige, se sabe. Para que el poema, el aforismo, o el verso, rugan, hay que desarticular cada una de las partes del rugido y repetir hasta la saciedad las ondas y las vibraciones. La aspiración es que el lector crea. Crea que lo que lee es lo que el autor siente, que en ese estado lo escribe, que la emoción está abierta. No hay sinceridad en esto de escribir. O la puede haber, pero entonces el efecto es mediocre.

                                                                                                                                “Nunca sabremos si ese filósofo, en lo que escribe sobre el Dolor, trata de una cuestión de sintaxis o de la primera, de la reina de las sensaciones” (Cioran, 1983. p.136).

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                No digo con esto que sus sufrimientos y amarguras sean fingidos. Todo lo contrario, con Cioran es posible asistir al espectáculo del padecimiento. Pero el escritor trabaja con palabras. Y las palabras no nacen fatales, no anticipan dolor; antes de nacer, las palabras son silencio. El autor las medita, las controla, las direcciona a su propio abismo.

                                                                                                                                “En mis accesos de optimismo me digo que mi vida ha sido un infierno, mi infierno, un infierno a mi gusto” (Cioran,1983. p. 132).

                                                                                                                                Corolario: la futilidad también destila goce.

                                                                                                                                * Este texto es un fragmento de la tesis “Formas de dolor y pesimismo de la fuerza. El dolor en la literatura, la filosofía y el cine”, Maestría en Estudios Literarios, Universidad Javeriana de Bogotá.

                                                                                                                                Podría interesarle leer: En defensa del café

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                                                                                                                                Citas

                                                                                                                                Cioran, E. (1983). Desgarradura. Montesinos Editor, S.A.: Barcelona.

                                                                                                                                Cioran, E. (1987). Ese maldito yo. Editorial Tusquets: Barcelona.

                                                                                                                                Cioran, E. (1997). Breviario de podredumbre. Taurus: Madrid.

                                                                                                                                Cioran, E. (1998). Del inconveniente de haber nacido. Taurus: Madrid.

                                                                                                                                Cioran, E. (2009). En las cimas de la desesperación. Tusquets: Barcelona.

                                                                                                                                Mainländer, P. (2011). Filosofía de la redención. Fondo de Cultura Económica: Santiago de Chile.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Savater, F. (1980). Ensayo sobre Cioran. Taurus: Madrid.

                                                                                                                                Por Jaír Villano / @VillanoJair

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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