Todo es una fábrica de polvo
Hasta el 13 de enero de 2025, María Elvira Escallón presentará en el Museo de Arte Miguel Urrutia su exhibición antológica “Encuentros en la fábrica de polvo”, que contó con la curaduría de Ana María Lozano.
Andrea Jaramillo Caro
Al subir las escaleras del Museo de Arte Miguel Urrutia hacia la sala de exhibiciones temporales una frase recibe al púbico: “Polvo eres”. Esas son las palabras talladas en una de las paredes. Bajo la pintura blanca, cada letra deja ver la capa de ladrillos que mantiene en pie el muro, y los escombros y el polvo se apilan en el suelo como un refuerzo de la oración que está sobre ellos.
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Al subir las escaleras del Museo de Arte Miguel Urrutia hacia la sala de exhibiciones temporales una frase recibe al púbico: “Polvo eres”. Esas son las palabras talladas en una de las paredes. Bajo la pintura blanca, cada letra deja ver la capa de ladrillos que mantiene en pie el muro, y los escombros y el polvo se apilan en el suelo como un refuerzo de la oración que está sobre ellos.
La obra hace eco de uno de los rituales católicos del Miércoles de Ceniza. “Polvo eres y en polvo te convertirás”, las palabras que pronuncia el padre al dibujar una cruz de ceniza sobre la frente de los feligreses fueron las mismas que conmocionaron a la hija de María Elvira Escallón, la artista detrás de esta obra. “A ella le pareció una especie muy extraña de rito. Estaba pequeña y me dijo que a todas las niñas las habían formado en fila frente a la iglesia y una por una les pusieron una cruz de ceniza en la frente, repitiendo esa frase. Yo no sé qué la conmocionó más, si la fila, la cruz o la oración. Para ella era como si le dijeran que a través de ese signo la estaban convirtiendo en polvo y ella se preguntaba por qué le decían que era polvo si en ese momento no lo era”, contó.
Esa experiencia y la frase del ritual llevaron a la artista a pensar en el desdén por el cuerpo humano y, con el tiempo, tanto la frase como la obra se fueron cargando de más significados, como el polvo de estrellas del que se dice que estamos hechos. “Estamos constituidos por los mismos átomos de las estrellas más brillantes, pero también de la tierra y eso es una invitación a la humildad”. Más allá de esto, el polvo, para la artista, carga también un significado que se asocia a los cuerpos y su materialidad. “Realmente, somos conglomerados de partículas que vibran a velocidades extraordinarias y no somos tan sólidos, y eso nos hace pensar que somos sólidos, pero no lo somos tanto; entonces, ahí se va enriqueciendo el asunto del polvo eres”.
Esa es una de las obras que presentó Escallón en su exposición antológica titulada “Encuentros en la fábrica de polvo”. “Retrospectiva” no es la palabra apropiada para esta muestra. Entre la artista y la curadora, Ana María Lozano, eligieron “antología” para definirla, pues tampoco querían que la cronología fuera el hilo conductor. “Las obras están dispuestas por conexiones y relaciones que son capaces de hacer entre sus elementos”, aseguró Escallón, mientras que Lozano hablaba de los seis capítulos en los que decidieron dividir la exhibición y cada uno de ellos funciona como una nueva capa que, al recorrerlo, permite conocer más de la visión e intención de la artista. Cada una de estas paradas “tiene que ver más con conceptos, con estrategias, con elementos conceptuales, y no con una línea cronológica”, afirmó Lozano.
Esta muestra antológica se compone de obras que datan de 1997 y que, aunque algunas han estado juntas en otros espacios, es la primera vez que todas se reúnen bajo un mismo techo. Sin embargo, los inicios de esta muestra no son recientes. Su origen se remonta a una conversación entre la artista y la curadora hace años. “Todo comenzó con nosotras acostadas en una zona paramuna, al lado del tronco de un árbol, y ahí empezamos a soñar estas cosas. Después de eso empezamos a hacer nuestros gestos, a organizarla, a soñarla, a pensar cuáles serían las obras, cómo haríamos los procesos..., pero todo comenzó con nosotras dos mirando un páramo”, dijo la curadora.
Precipitaciones es una de las piezas que, al igual que Polvo eres, recibe a los visitantes. Esta no es la primera vez que se instala esta obra, pero para esta exhibición sí implicó un desafío, pues la habitación debía sustentar grandes cantidades de arena que caerían del techo en diferentes intervalos y el mobiliario. Esta era una de las pautas “innegociables” de Escallón y Lozano. Mientras pensaban en los detalles de la exposición, la artista no paró de crear y por eso hay obras que fueron creadas durante los últimos años e incluso en 2024, que surgieron de las discusiones que tuvieron durante la planeación.
De acuerdo con ambas, el montaje de esta exhibición está vivo en el sentido que dicen que cada obra pedía su lugar en el espacio que ofrece el museo, pero, adicionalmente, muchas de las piezas están vivas en un sentido literal. Precipitaciones es un ejemplo de eso, pues la arena que cae y cubre las superficies cambia el estado de la habitación en la que se encuentra. Las caminantes, un jardín de malezas que crece dentro de la sala, y Encuentros, un fragmento de bosque andino donde un árbol envía un mensaje, revelan esa intención de la artista, sus intereses sobre la vida y cómo sus obras mutan y se transforman con cada día que pasa, haciendo que la exhibición se comporte para los visitantes como las palabras de Heráclito: “Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos”.
Parte de esa vida incluye también la memoria y, en este caso, la de la artista sobre uno de los eventos que marcaron la historia del siglo XXI en el país: el atentado al Club El Nogal, en 2003. Escallón relató que en ese momento ella era directora cultural del club, con el patrimonio artístico y de antigüedades a su cargo. Cuando estalló la bomba, la artista no estaba en el edificio, pero a los tres días fue llamada a estudiar lo que había quedado del patrimonio del club. En medio del hollín, las cenizas, las sombras y el vacío, Escallón vio patrones que se repetían y decidió fotografiarlos para su serie “Desde adentro”.
Desde el interior, con una visión hacia afuera, la artista también creó una videoinstalación en la que, dentro del edificio que tenía un hoyo en su interior, se escuchaba cómo la vida seguía en el exterior, mientras que dentro se sentía desolación. Un escenario similar fue lo que encontró Escallón cuando se dedicó a investigar el Hospital San Juan de Dios. En estado de coma fue el resultado de esa indagación artística a la que llegó por un comentario dejado en su exhibición en El Nogal que leía: “El enfermo más grave de Bogotá es el San Juan de Dios”. Se sorprendió al encontrarse con trabajadores que cuidaban del interior del hospital, aunque estuviera cubierto de polvo.
Esas partículas que vibran incansablemente y de las cuales estamos hechos actuaron como hilo conductor y pilar sobre el cual se construyeron los capítulos de esta exhibición. El 21 de septiembre se añadieron las últimas páginas a la antología de Escallón con la apertura del Pequeño Museo del Aerolito de Santa Rosa de Viterbo. Mientras que el polvo circula en el aire sin parar, la obra de esta artista nos recuerda que, como lo hacen Las caminantes y el árbol de “Encuentros”, “en cada inhalación nos encontramos”.