Entre el cielo y la torre de control: la experiencia de un piloto
El piloto Juan José Cuartas habló sobre sus inicios en la aviación, dio detalles sobre su profesión y hacia dónde cree que va el futuro de esta carrera.
Andrea Jaramillo Caro
¿Por qué eligió la aviación como carrera?
La aviación para mí vino desde que era niño, desde la primera vez que monté en avión. Lo que en un momento fue un sueño, con los años se convirtió en una elección. No contemplaba otras profesiones. Mientras pasaban los años me acercaba a finalizar el bachillerato y me preguntaba: “¿Qué voy a hacer si no soy piloto?”. No es que no pudiera hacer otra cosa, sino que la aviación era lo que realmente quería, porque no disfrutaría otra carrera de la misma forma.
¿Cómo fue su primera vez viajando en avión?
Recuerdo que tenía cinco años. Fuimos al aeropuerto porque mi mamá viajaba con mi tía y una prima, porque mi hermana y mi primo competían en Cali en natación. Nosotros íbamos a apoyarlos y mi prima estaba nerviosa en el avión, pero yo estaba feliz. Cuando ese avión comenzó a despegar y ganar velocidad y energía, recuerdo que iba pegado a la ventana y me impresionaba la rapidez y que no podía enfocar nada. Ahí fue cuando me enamoró la cosa. Porque era la adrenalina, el sonido fuerte del avión en tierra y la velocidad las que me encantaron. Cuando uno ya está arriba se siente una calma y desde el aire uno puede ver un panorama más amplio. Después de ese primer despegue decidí que quería ser piloto y que esa calma en el aire era lo que más disfrutaba. De ahí en adelante, en cada paseo, me emocionaba más montar en avión que el mismo viaje.
Contó que en el pasado le emocionaba más montar en avión, y ahora que trabaja en esto, ¿qué es lo que más lo emociona?
Lo que más me gusta en este momento es tener el control de algo para lo que el ser humano no fue diseñado. Para el hombre volar siempre fue un sueño, porque es algo que no está en nuestra naturaleza, y saber que hay una máquina que me permite hacer eso y poder decir que sé llevarla de un punto a otro y dominarla me llena de emoción. Tanto, que ya llevo en esto 35 años.
¿Cómo ha cambiado la profesión en el tiempo que la ha ejercido?
Ha cambiado profundamente. Sin embargo, la esencia se mantiene. Cuando empecé, y más atrás, se hablaba del buen piloto con base en las habilidades técnicas. Hoy en día sigue siendo algo importante, pero lo relevante son otras cosas. Con la automatización, muchas cosas que antes hacía el piloto hoy la máquina las hace mejor, por lo que este tiene que seguir supervisando. Claro, hay cosas que la máquina o la automatización no toma decisiones y no tiene conciencia, pero tampoco evita un accidente. La automatización está más dada a bajarte cargas de trabajo y permitir que el cerebro se pueda diversificar, tener un panorama más amplio y observar más cosas, porque cuando tú estás enfocado en una tarea como controlar el avión en todos sus ejes, al cerebro le queda más complejo pensar en otras cosas. Hoy en día con la automatización que tienes para la navegación, para el control del avión, el piloto le encarga eso a la máquina y es más un administrador.
¿Cuál es su momento favorito en un vuelo y el que menos le gusta?
Lo que más disfruto es el despegue y el aterrizaje. El primero porque en ese momento uno realmente está transformando energía del combustible para ganar velocidad, como lo que hace un piloto de Fórmula 1. Se sienten mucho la adrenalina y el cortisol. Y el aterrizaje me gusta porque es como poner en una balanza varias cosas. Hay que lograr controlar una velocidad, un régimen de descenso e ir en una suerte de equilibrio, no perfecto, porque finalmente uno está a toda hora, pero sí tratar de no salirse de un rango. Es como si estuviéramos jugando con una bolita para que no se salga de un carril. La parte que menos me gusta es el crucero. Aunque en esa etapa es cuando más bajan las cargas de trabajo y uno está más relajado, se vuelve algo monótona especialmente en vuelos largos, porque en vuelos cortos utilizamos ese tiempo para preparar el aterrizaje y crear planes alternos en caso de una eventualidad.
¿Hay mitos sobre la aviación y ser piloto?
Hay varios. El primero es que para ser piloto se debe tener mucha habilidad matemática o para la física. Otro es que piensan que el piloto debe tener un espíritu temerario, que no le tiene miedo a nada. Claro, uno sí debe tener un poco de arrojo, pero se cree que no nos deben dar miedo las alturas, la muerte o la velocidad, y ese es un mito enorme. Por otro lado, creo que también está el estatus de un piloto en la sociedad, en un momento dado se le veía como una persona a admirar por su valentía de enfrentarse a lo desconocido. Hoy en día, realmente, no es un medio desconocido, es algo muy estudiado. Ya tenemos más de 100 años de aviación, el cielo ya no es algo extraño.
¿Hacia dónde cree que va esta profesión?
Pienso que cada vez va a estar más enfocada a que el piloto sea un administrador, a verificar que las áreas y que la capacidad del avión se hagan correctamente. Creo que cada vez el piloto va a controlar menos el avión a nivel físico y se va a ir hacia la administración de los recursos y la revisión de que la automatización, el robot que programan para esto, haga lo que debe hacer. Creo que los pilotos cada vez van a tener menos tiempo en los controles del avión.
¿Por qué eligió la aviación como carrera?
La aviación para mí vino desde que era niño, desde la primera vez que monté en avión. Lo que en un momento fue un sueño, con los años se convirtió en una elección. No contemplaba otras profesiones. Mientras pasaban los años me acercaba a finalizar el bachillerato y me preguntaba: “¿Qué voy a hacer si no soy piloto?”. No es que no pudiera hacer otra cosa, sino que la aviación era lo que realmente quería, porque no disfrutaría otra carrera de la misma forma.
¿Cómo fue su primera vez viajando en avión?
Recuerdo que tenía cinco años. Fuimos al aeropuerto porque mi mamá viajaba con mi tía y una prima, porque mi hermana y mi primo competían en Cali en natación. Nosotros íbamos a apoyarlos y mi prima estaba nerviosa en el avión, pero yo estaba feliz. Cuando ese avión comenzó a despegar y ganar velocidad y energía, recuerdo que iba pegado a la ventana y me impresionaba la rapidez y que no podía enfocar nada. Ahí fue cuando me enamoró la cosa. Porque era la adrenalina, el sonido fuerte del avión en tierra y la velocidad las que me encantaron. Cuando uno ya está arriba se siente una calma y desde el aire uno puede ver un panorama más amplio. Después de ese primer despegue decidí que quería ser piloto y que esa calma en el aire era lo que más disfrutaba. De ahí en adelante, en cada paseo, me emocionaba más montar en avión que el mismo viaje.
Contó que en el pasado le emocionaba más montar en avión, y ahora que trabaja en esto, ¿qué es lo que más lo emociona?
Lo que más me gusta en este momento es tener el control de algo para lo que el ser humano no fue diseñado. Para el hombre volar siempre fue un sueño, porque es algo que no está en nuestra naturaleza, y saber que hay una máquina que me permite hacer eso y poder decir que sé llevarla de un punto a otro y dominarla me llena de emoción. Tanto, que ya llevo en esto 35 años.
¿Cómo ha cambiado la profesión en el tiempo que la ha ejercido?
Ha cambiado profundamente. Sin embargo, la esencia se mantiene. Cuando empecé, y más atrás, se hablaba del buen piloto con base en las habilidades técnicas. Hoy en día sigue siendo algo importante, pero lo relevante son otras cosas. Con la automatización, muchas cosas que antes hacía el piloto hoy la máquina las hace mejor, por lo que este tiene que seguir supervisando. Claro, hay cosas que la máquina o la automatización no toma decisiones y no tiene conciencia, pero tampoco evita un accidente. La automatización está más dada a bajarte cargas de trabajo y permitir que el cerebro se pueda diversificar, tener un panorama más amplio y observar más cosas, porque cuando tú estás enfocado en una tarea como controlar el avión en todos sus ejes, al cerebro le queda más complejo pensar en otras cosas. Hoy en día con la automatización que tienes para la navegación, para el control del avión, el piloto le encarga eso a la máquina y es más un administrador.
¿Cuál es su momento favorito en un vuelo y el que menos le gusta?
Lo que más disfruto es el despegue y el aterrizaje. El primero porque en ese momento uno realmente está transformando energía del combustible para ganar velocidad, como lo que hace un piloto de Fórmula 1. Se sienten mucho la adrenalina y el cortisol. Y el aterrizaje me gusta porque es como poner en una balanza varias cosas. Hay que lograr controlar una velocidad, un régimen de descenso e ir en una suerte de equilibrio, no perfecto, porque finalmente uno está a toda hora, pero sí tratar de no salirse de un rango. Es como si estuviéramos jugando con una bolita para que no se salga de un carril. La parte que menos me gusta es el crucero. Aunque en esa etapa es cuando más bajan las cargas de trabajo y uno está más relajado, se vuelve algo monótona especialmente en vuelos largos, porque en vuelos cortos utilizamos ese tiempo para preparar el aterrizaje y crear planes alternos en caso de una eventualidad.
¿Hay mitos sobre la aviación y ser piloto?
Hay varios. El primero es que para ser piloto se debe tener mucha habilidad matemática o para la física. Otro es que piensan que el piloto debe tener un espíritu temerario, que no le tiene miedo a nada. Claro, uno sí debe tener un poco de arrojo, pero se cree que no nos deben dar miedo las alturas, la muerte o la velocidad, y ese es un mito enorme. Por otro lado, creo que también está el estatus de un piloto en la sociedad, en un momento dado se le veía como una persona a admirar por su valentía de enfrentarse a lo desconocido. Hoy en día, realmente, no es un medio desconocido, es algo muy estudiado. Ya tenemos más de 100 años de aviación, el cielo ya no es algo extraño.
¿Hacia dónde cree que va esta profesión?
Pienso que cada vez va a estar más enfocada a que el piloto sea un administrador, a verificar que las áreas y que la capacidad del avión se hagan correctamente. Creo que cada vez el piloto va a controlar menos el avión a nivel físico y se va a ir hacia la administración de los recursos y la revisión de que la automatización, el robot que programan para esto, haga lo que debe hacer. Creo que los pilotos cada vez van a tener menos tiempo en los controles del avión.