Entre el mito, la moda y la realeza en “The Crown” y en el legado cultural de Diana
La última temporada de la serie de Netflix muestra los últimos años de Lady Di tras su divorcio con el entonces príncipe de Gales, hoy rey Carlos III. En este texto hacemos un recorrido por la influencia de la princesa Diana en la moda y la cultura.
Valeria Akl Gómez
Una mujer solitaria, incomprendida y profundamente afectada por la familia real y su esposo, el ahora rey Carlos III. En la serie de Netflix, “The Crown”, el personaje de Diana es retratado como una figura mítica, una especie de driada de una noche de un sueño de verano, que no solo cautiva a la audiencia, sino también al príncipe de Gales. Esta representación se refleja también en cómo la prensa la ha descrito, dejando un legado que aún perdura; ella poseía un aura sobrenatural que impactaba a todos aquellos que la conocían.
Su cualidad femenina, su belleza, su juventud, su ingenuidad y su estatus virginal, la convirtieron en una candidata idónea para la familia real y para ser la potencial madre del siguiente heredero a la corona. Diana representaba un marcado contraste con Camilla Parker-Bowles, una mujer experimentada y madre, de quien el príncipe Carlos se enamoró perdidamente. Ser víctima en el amor se convirtió en un eje central en la historia de la vida de la princesa de Gales. Como se menciona en la serie, Camilla Parker-Bowles señala que ser la protagonista de un cuento de hadas implica ser o convertirse en una víctima.
En la cuarta temporada de “The Crown”, vemos que, a pesar de cumplir con estas expectativas históricamente atribuidas a lo femenino, Diana comienza a ser vista como una molestia por la familia real, ya que mostraba una emotividad exagerada, un fuerte apego a sus hijos y una gran sensibilidad. La escena en la prueba de Balmoral relaciona a Diana con el ciervo que la familia real intentaba cazar. Al igual que este animal, Diana era una criatura de espíritu libre que la familia real intentaba cazar (casar) o controlar.
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Diana finalmente logra liberarse del ciclo de opresión de la familia real, pero esto trae un costo muy alto. En su funeral, su hermano Lord Spencer afirmó en su discurso la ironía de que alguien llamada por la diosa de la cacería hubiera encontrado su final siendo “cazada” por despiadados fotógrafos.
Además de ser reconocida por su labor filantrópica, Diana fue objeto de constante atención por sus elecciones sartoriales. En los años 80, Anna Harvey, editora de la Vogue británica en ese entonces, entabló una estrecha relación con Diana y le presentó a la diseñadora Catherine Walker, quien contribuyó significativamente a forjar su distintivo estilo. Walker a su vez le presentó a diseñadores como Gianni Versace y Bruce Oldfield, ayudándola a convertirse en un ícono perdurable de la moda.
Su divorcio en los años 90 la llevó a ser más experimental y estratégica en su vestimenta; por ejemplo, empleaba clutches para ocultar su escote de la mirada indiscreta de los fotógrafos. Se le atribuye la creación del estilo athleisure al combinar prendas deportivas con bolsas suntuosas y accesorios lujosos. Utilizaba su vestuario como una forma de comunicación, expresándose sin necesidad de palabras. Un ejemplo destacado fue en 1994, cuando Carlos III admitió en una entrevista su amorío con Camilla Parker Bowles. Esa misma tarde, Diana asistió a un evento de Vanity Fair luciendo un deslumbrante vestido negro diseñado por Christina Stambolian. Este vestido atrajo rápidamente la atención de la prensa y el público, ganándose el apodo de “vestido de la venganza”.
El legado fashionista de Diana y su memoria continúan trascendiendo las barreras del tiempo, atrayendo incluso a las generaciones más jóvenes en la actualidad. En TikTok, el fenómeno ‘Diana Core’ se ha convertido en un movimiento en el que los usuarios recrean sus looks más icónicos, proclamando a Diana como su musa de la moda. Más allá de sus conjuntos coloridos y estilismos, su mensaje central perdura: la capacidad de comunicar a través del estilo personal nunca pasa de moda.
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La expectación y la inquietud entre los seguidores de la realeza ante la sexta temporada de “The Crown” fueron notables, pues los acontecimientos finales y la muerte de Diana fueron los que más dañaron la reputación de la familia real. Esta nueva temporada parece buscar una reconciliación con los episodios anteriores que reabrieron viejas heridas, como la infidelidad de Carlos, así como el romance entre el príncipe de Edimburgo y Penny Knatchbull, una mujer 30 años menor que él.
En esta entrega, se presenta a Carlos como aquel que persuadió a la reina para que mostrara abiertamente su dolor tras la trágica muerte de la princesa, alertándola sobre los riesgos reputacionales que esto podría acarrear si no lo hacía. Por primera vez en la serie, se muestra a Carlos como alguien capaz de sentir compasión por Diana, reconociendo su influencia y popularidad, algo que en previas temporadas no estuvo dispuesto a aceptar. Esto sugiere que la serie busca presentar al recién coronado rey de una manera más favorable así como el desarrollo de su personaje. En la actualidad, Carlos III ha sido objeto de una gran cantidad de críticas por parecer distante y por sus gastos exorbitantes en medio de una crisis económica y de costo de vida que atraviesa al Reino Unido.
La primera parte de la sexta temporada nos sumerge en un mundo marcado por el recuerdo de Diana sobre la familia real. Presenciamos cómo su ausencia influye en el crecimiento de sus hijos y en la gradual aceptación de Camilla por parte de la realeza. Además, se nos ofrece una visión ficcionalizada de los momentos finales de la vida de Diana, explorando la posible propuesta de matrimonio por parte de Dodi Al-Fayed, resaltando su conexión humana y empática.
La vida de Diana, desde su trabajo filantrópico hasta su influencia en la moda, sigue manteniendo su relevancia en la cultura contemporánea. Desafía el transcurso del tiempo con su impacto eterno, manteniendo una presencia vívida en nuestro imaginario colectivo.
Una mujer solitaria, incomprendida y profundamente afectada por la familia real y su esposo, el ahora rey Carlos III. En la serie de Netflix, “The Crown”, el personaje de Diana es retratado como una figura mítica, una especie de driada de una noche de un sueño de verano, que no solo cautiva a la audiencia, sino también al príncipe de Gales. Esta representación se refleja también en cómo la prensa la ha descrito, dejando un legado que aún perdura; ella poseía un aura sobrenatural que impactaba a todos aquellos que la conocían.
Su cualidad femenina, su belleza, su juventud, su ingenuidad y su estatus virginal, la convirtieron en una candidata idónea para la familia real y para ser la potencial madre del siguiente heredero a la corona. Diana representaba un marcado contraste con Camilla Parker-Bowles, una mujer experimentada y madre, de quien el príncipe Carlos se enamoró perdidamente. Ser víctima en el amor se convirtió en un eje central en la historia de la vida de la princesa de Gales. Como se menciona en la serie, Camilla Parker-Bowles señala que ser la protagonista de un cuento de hadas implica ser o convertirse en una víctima.
En la cuarta temporada de “The Crown”, vemos que, a pesar de cumplir con estas expectativas históricamente atribuidas a lo femenino, Diana comienza a ser vista como una molestia por la familia real, ya que mostraba una emotividad exagerada, un fuerte apego a sus hijos y una gran sensibilidad. La escena en la prueba de Balmoral relaciona a Diana con el ciervo que la familia real intentaba cazar. Al igual que este animal, Diana era una criatura de espíritu libre que la familia real intentaba cazar (casar) o controlar.
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Diana finalmente logra liberarse del ciclo de opresión de la familia real, pero esto trae un costo muy alto. En su funeral, su hermano Lord Spencer afirmó en su discurso la ironía de que alguien llamada por la diosa de la cacería hubiera encontrado su final siendo “cazada” por despiadados fotógrafos.
Además de ser reconocida por su labor filantrópica, Diana fue objeto de constante atención por sus elecciones sartoriales. En los años 80, Anna Harvey, editora de la Vogue británica en ese entonces, entabló una estrecha relación con Diana y le presentó a la diseñadora Catherine Walker, quien contribuyó significativamente a forjar su distintivo estilo. Walker a su vez le presentó a diseñadores como Gianni Versace y Bruce Oldfield, ayudándola a convertirse en un ícono perdurable de la moda.
Su divorcio en los años 90 la llevó a ser más experimental y estratégica en su vestimenta; por ejemplo, empleaba clutches para ocultar su escote de la mirada indiscreta de los fotógrafos. Se le atribuye la creación del estilo athleisure al combinar prendas deportivas con bolsas suntuosas y accesorios lujosos. Utilizaba su vestuario como una forma de comunicación, expresándose sin necesidad de palabras. Un ejemplo destacado fue en 1994, cuando Carlos III admitió en una entrevista su amorío con Camilla Parker Bowles. Esa misma tarde, Diana asistió a un evento de Vanity Fair luciendo un deslumbrante vestido negro diseñado por Christina Stambolian. Este vestido atrajo rápidamente la atención de la prensa y el público, ganándose el apodo de “vestido de la venganza”.
El legado fashionista de Diana y su memoria continúan trascendiendo las barreras del tiempo, atrayendo incluso a las generaciones más jóvenes en la actualidad. En TikTok, el fenómeno ‘Diana Core’ se ha convertido en un movimiento en el que los usuarios recrean sus looks más icónicos, proclamando a Diana como su musa de la moda. Más allá de sus conjuntos coloridos y estilismos, su mensaje central perdura: la capacidad de comunicar a través del estilo personal nunca pasa de moda.
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La expectación y la inquietud entre los seguidores de la realeza ante la sexta temporada de “The Crown” fueron notables, pues los acontecimientos finales y la muerte de Diana fueron los que más dañaron la reputación de la familia real. Esta nueva temporada parece buscar una reconciliación con los episodios anteriores que reabrieron viejas heridas, como la infidelidad de Carlos, así como el romance entre el príncipe de Edimburgo y Penny Knatchbull, una mujer 30 años menor que él.
En esta entrega, se presenta a Carlos como aquel que persuadió a la reina para que mostrara abiertamente su dolor tras la trágica muerte de la princesa, alertándola sobre los riesgos reputacionales que esto podría acarrear si no lo hacía. Por primera vez en la serie, se muestra a Carlos como alguien capaz de sentir compasión por Diana, reconociendo su influencia y popularidad, algo que en previas temporadas no estuvo dispuesto a aceptar. Esto sugiere que la serie busca presentar al recién coronado rey de una manera más favorable así como el desarrollo de su personaje. En la actualidad, Carlos III ha sido objeto de una gran cantidad de críticas por parecer distante y por sus gastos exorbitantes en medio de una crisis económica y de costo de vida que atraviesa al Reino Unido.
La primera parte de la sexta temporada nos sumerge en un mundo marcado por el recuerdo de Diana sobre la familia real. Presenciamos cómo su ausencia influye en el crecimiento de sus hijos y en la gradual aceptación de Camilla por parte de la realeza. Además, se nos ofrece una visión ficcionalizada de los momentos finales de la vida de Diana, explorando la posible propuesta de matrimonio por parte de Dodi Al-Fayed, resaltando su conexión humana y empática.
La vida de Diana, desde su trabajo filantrópico hasta su influencia en la moda, sigue manteniendo su relevancia en la cultura contemporánea. Desafía el transcurso del tiempo con su impacto eterno, manteniendo una presencia vívida en nuestro imaginario colectivo.