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Perplejos y llenos de curiosidad, aunque estén apurados por llegar a la oficina o volver a casa, quienes pasan por el Teatro Solís se detienen sin dudarlo a observar y fotografiar el conjunto de plantas que cubre la fachada que encabeza en letras blancas un “Macondo”.
Tocar el hielo
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Así comienza la novela que da pie a una obra donde antes de ir a la sala se puede desde tocar el hielo hasta conocer a los gitanos macondianos y que se autodefine como “una aventura del sí”.
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Así al menos lo asegura la dramaturga Marianella Morena, quien junto a Paula Villalba dirige el espectáculo de la Comedia Nacional -elenco estable de la capital- estrenado el pasado domingo y destaca cómo hacer esta obra fue evitar decir “no” y animarse a hacer algo innovador.
“Es un canto literalmente a la libertad, a una forma de pensar, crear y producir desde lo polifónico, donde hay un colectivo enorme de artistas que trabajamos para proyectar, pensar y relacionarnos con un material previo”, dice, y la compara, por “completamente experimental”, con un laboratorio armado “en tiempo récord”.
Sobre cómo dio con la idea germinal del proyecto, que trasciende lo teatral al rodearse de charlas, conciertos, talleres y otras actividades, el director de la Comedia Nacional, Gabriel Calderón, explica que fue en la planeación de una temporada dedicada a los “nuevos clásicos”, cuando se mencionó a “100 años de soledad”.
“Tuve hace años un proyecto con el Teatro Nacional de Croacia, que me había invitado junto a un director argentino amigo, Luciano Delprato, a hacer ‘100 años de soledad’ y en ese momento no lo llegamos a hacer, pero habíamos planteado hacer 100 monólogos en el teatro. Con esto empezó la idea”, cuenta.
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Después, añade, pasó “lo que pasa cuando invitas a artistas”, aportaron muchas nuevas ideas y se solidificó la de que, como la novela leída en voz alta “lleva 14 horas” y era “imposible” escenificarla, unos 40 autores latinoamericanos aportaran textos para montar una versión propia.
“Transportar 100 años de soledad literariamente a la obra de teatro era algo que no queríamos hacer, nos decíamos ‘quien quiera ver Cien años de soledad, que se compre el libro y la lea, que está ahí, es perfecta, nosotros tenemos que hacer otra cosa’”, remarca Calderón.
Rosie la remachadora o Úrsula Iguarán
Bajo la araña de cristal del Teatro Solís, que quedó dentro de una tienda hecha de coloridas telas, una gitana invita a conocer el futuro. Junto a ella unas hojas cuentan historias: la cubana Elaine Vilar, el colombiano Fabio Rubiano o la uruguaya Fernanda Trias juegan con los personajes de la insigne novela garciamarquiana.
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“Esa posibilidad de pensar también un espectáculo que se va escribiendo y se va creando sobre la marcha habilita poder introducir estas otras miradas, ‘yo lo miro desde acá’, ‘yo ingreso esta otra posibilidad’”, acota Morena, quien señala que toda revisión emergen “contextos de escritura” con los que había que dialogar.
Así, sobre el carácter feminista que acompaña una puesta musicalizada a la vez por la Banda Sinfónica y la Orquesta Filarmónica y donde hay desde canto hasta intervención audiovisual, dice que no fue “una decisión” sino que se dio por la cantidad de personajes femeninos, Úrsula Iguarán, Rebeca, Amaranta, Remedios, Pilar Ternera, entre otras.
“Ese fue el germen o el generador de que aparecieran tres Úsurlas, que aparecieran tres Rebecas o que aparecieran textos que tienen un perfil muy feminista”, expresa quien dice haber imaginado que habría “una manifestación feminista en la puerta” contra algunos de los textos basados en la novela de 1967.
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A lo que el embajador de Colombia en Uruguay, Juan José Quintana, recuerda que García Márquez es “el colombiano más importante de la historia”, pues “escribía tocado por la gloria”, revela que le sorprendió “mucho” el multifacético abordaje de “Macondo”.
“No tengo duda que va a generar reacciones críticas, porque contiene mensajes políticos, de género, de sátira (...); seguramente habrá gente que no comparta todos, pero, pues es arte, representación cultural y claramente el cielo es el límite”, redondea.
En esto coincide con Moreno, quien preguntada sobre la posibilidad de llevar la obra fuera de Uruguay, dice que por ahora no existe y reivindica lo significativo de que, en su lugar, se viaje para verla.
“(En Uruguay) estamos muy acostumbrados a generar turismo, vamos a ver espectáculos, y está bueno también que se empiece a concebir que Montevideo puede ser un foco de atracción turística a nivel de espectáculos, como lo es Buenos Aires, entonces que vengan a vernos”, invita.