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Entre políticas culturales y el FIAV, una invitación permanente (Opinión)

Un texto de la actual directora del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella, sobre el nuevo Festival Internacional de las Artes Vivas, que se conluye hoy, 14 de octubre, en Bogotá.

Xiomara Suescún Garay
14 de octubre de 2024 - 08:00 p. m.
Un integrante de la Compañía irlandesa Rogu, se presenta durante la obra "Firestorm", el pasado miércoles en el Parque de la Independencia, en Bogotá, como parte de la programación del Festival Internacional de Artes Vivas.
Un integrante de la Compañía irlandesa Rogu, se presenta durante la obra "Firestorm", el pasado miércoles en el Parque de la Independencia, en Bogotá, como parte de la programación del Festival Internacional de Artes Vivas.
Foto: EFE - Carlos Ortega

Concluye la primera edición del nuevo Festival Internacional de las Artes Vivas, FIAV, en Bogotá, gracias a la alianza tripartita entre las instituciones públicas dedicadas a la cultura de nivel nacional y distrital y el sector privado, que asumen la responsabilidad compartida de mantener y proyectar el espacio de encuentro y festividad cultural con que han sido reconocidas internacionalmente Colombia y su capital. Así, Bogotá se renueva como escenario mundial en el continente con más de 400 artistas en escena de 28 compañías internacionales, 43 de Bogotá, 18 agrupaciones del Pacífico colombiano y 7 de Río de Janeiro, invitados especiales de esta edición. El mensaje, como lo expresa el Ministro de las Culturas, Juan David Correa, es el de restaurar ese espacio internacional de cruce entre artes y territorios, de expresiones del cuerpo que son también territorios de resistencia y esperanza para avanzar en fortalecer la dimensión cultural de la paz, la diversidad biocultural, los espacios para la vida y el diálogo intercultural.

Para quienes trabajamos diariamente en la gestión de los escenarios culturales, el Festival es un catalizador de los objetivos concertados ampliamente para el reconocimiento, la dignidad y la participación de la dimensión sensible de todos los colombianos en las maneras de gobernar y de pensarse el futuro. Justamente la semana pasada asistí en representación del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes de Colombia al 4to Encuentro de Políticas y Economía de la Cultura, una iniciativa del Observatorio de la Universidad de las Artes de Ecuador y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Responsables de políticas, investigadores y gestores de Colombia, Perú, Argentina, Chile, Uruguay, México, Brasil y Portugal se dieron cita para celebrar diálogos sobre “Políticas culturales en territorios, acción desde gobiernos locales”, “Derechos y consumos culturales en América Latina, situación y perspectivas”, “Modelos de gestión para centros culturales” y “Observatorios Culturales en América Latina, trabajo en red y agendas convergentes”. Desde estas temáticas aparecen los desafíos para el sector cultural en América Latina. No dejaba de relacionar la reflexión en que estábamos inmersos con el seguimiento diario del FIAV.

La dimensión de participación e inclusión ocupó un lugar relevante en las reflexiones del Encuentro, se reiteró que no se trata únicamente en difundir y abrir el acceso, sino de generar programación para sentirse parte, que sorprenda y al tiempo permita incidir y participar de forma activa en la creación de esos espacios que se habitan porque son públicos, porque son bienes comunes, porque son de todos y de todas. Pero a pesar de contar con una arquitectura institucional para el sector cultural en los países de la región, vemos aún asimetrías para el fortalecimiento de los subsectores que conforman el ecosistema artístico y cultural y brechas para el acceso y la participación de la sociedad en el ejercicio colectivo de la democracia desde su relación con las artes y las culturas. La fragilidad institucional es un reto que se mantiene, tal vez producto de las importantes tensiones que se dan en el ejercicio público de la política cultural.

Trabajamos en la realidad de los tiempos administrativos mientras damos forma a un modelo utópico que nos invita a caminar hacia otra manera de hacer gestión cultural, que se inspire en las fuerzas y resistencias del sector independiente, y que desde lo público, asuma su responsabilidad de facilitar, propiciar, acompañar, respaldar, abrir, equilibrar. Soñamos con una institucionalidad cultural fuerte en el presente y en el futuro, casa de todos y de todas. Por supuesto, la participación de la que hablamos pasa por la interpelación al Estado y la relevancia de ir madurando una conversación entre las partes que, en medio de disputas y tensiones propias de la democracia, pueda seguir construyendo y fortaleciendo tanto festivales como centros culturales que cumplen un doble rol: fortalecer el ecosistema cultural y artístico y ser un espacio vital para la memoria colectiva, para una sociedad más justa e inclusiva.

A menos de dos años de abrir las puertas del nuevo complejo cultural, el Centro Nacional de las Artes de Colombia, estamos trabajando en consolidar una institucionalidad y un modelo de gestión cultural que afiance su pertinencia en el ecosistema cultural local, nacional y global, y le permita trascender del escenario de circulación de espectáculos y entretenimiento, para ser un centro de pensamiento y acción, para la construcción y el ejercicio colectivo de la democracia. Espacio de mediación, encuentro de territorios culturales creativos, nacional por descentralizado, y parte de una gran red de escenarios/puentes, para la memoria y renovación de la diversidad de la vida en nuestro país y en nuestro continente.

Les invito a asistir a las salas y a tomarnos las calles para seguir apoyando las funciones que en futuro se programen del FIAV. Asistamos a los eventos de reflexión comunitarios y académicos, a las obras de nuestros artistas y de los invitados, es un acto de reconocimiento, en él nos leemos, nos vemos, nos escuchamos como país desde las infinitas posibilidades que se dibujan gracias a la imaginación común que surge entre artistas y públicos, una comunidad que nos es más cercana, donde nos podremos encontrar.

Por Xiomara Suescún Garay

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