Timoteo: 40 años de ternura y reflexión desde la banca de un parque
Jairo Rueda, creador de Timoteo, el recordado vagabundo que vive en un banco de parque y siempre ve la vida desde un lado positivo, habló sobre la evolución gráfica y conceptual de este personaje, su trayectoria como artista y el papel de la ternura y el optimismo en sus mensajes, al conmemorar los 40 años de su invención y su influencia en la cultura colombiana.
Diana Camila Eslava
¿Cómo está conmemorando los 40 años de Timoteo?
Para esta celebración, hicimos una muestra de dibujos de Timoteo desde 1984 hasta 2024, que estará abierta hasta el 7 de diciembre en la Galería Casa Estudio 7 para que el visitante aprecie el desarrollo gráfico del personaje, y también invitamos a 40 personas que han acompañado a Timoteo, entre artistas, ilustradores y pensadores, para dar su visión de él y presentar 40 perspectivas del personaje.
¿Quién es Timoteo?, ¿cómo lo define?
Timoteo, como concepto de historieta, es un vagabundo que vive o duerme en la banca de un parque, siempre viendo pasar la vida desde un punto de vista positivo. Ese es el concepto básico del personaje. En el fondo, todos somos vagabundos; es decir, somos migrantes. Al principio, comencé haciendo caricatura política, pero no me gustaba contradecir o hablar mal de alguien, aunque fuera para criticarlo o hacer reír al lector. Se me ocurrió, entonces, algo que se pareciera más a mi concepto de vida: buscar el lado bueno de las cosas. Entre mis bocetos de cuaderno, extraje un personaje simpático y pensé en algo distinto que reflejara mi forma de vivir, algo de lo cual se pudiera aprender para el futuro, para vivir mejor y crecer interiormente.
¿Y qué lo llevó por el camino de la ilustración?
Estudié Biología y luego Diseño Industrial. Cuando comencé a desarrollar el personaje, decidí que fuera el único humano. Como biólogo, uno observa a su alrededor. Timoteo donde vive, lo rodean personajes del parque: animales, árboles, el entorno, el hábitat. Así combinaba lo que me gustaba de la biología con el diseño gráfico. Bueno, y hay especialidades. La mía era ser vago en clase y rayar el cuaderno mientras los demás resolvían cosas importantes. En Biología, me encantaba la botánica: dibujaba hojas, cortezas, tallos... Esa fue mi primera práctica como dibujante.
Y se fue por otra rama del dibujo, unos más tiernos...
Claro, cuando te dejas llevar por lo que te rodea, como un bosque o parque, todo te parece tierno. Aunque estos seres estén preparados para sobrevivir, proyectan belleza y ternura. Una hoja, por ejemplo, es bella y tierna, sea fresca o seca. Observar a las hormigas caminar, cómo interactúan y buscan su comida, también es tierno.
¿Cómo inició el trabajo con este personaje?
Cuando empecé a completar viñetas, tomaron forma y el libreto siguió un camino. Al ver esto claro, la ilusión que tuve fue compartirlo. María Antonieta de Cano y yo coincidimos en alguna oportunidad; ella abría una sección del periódico llamada Espectadores 2000, para dar espacio a jóvenes ilustradores. Cuando conoció a Timoteo, me ofreció un espacio semanal o quincenal, y con la puerta abierta, revisé el material y noté que los textos eran tiernos, pero mi letra era dura, fue así como decidí suavizar las letras, dándoles forma. Decir “te quiero” con mi letra no era creíble, pero al ablandar las letras, al combinarlas en palabras, parecía que bailaban. Así, decir “te quiero” era más convincente y se asemejaba más a lo que Timoteo quería expresar. Con eso, la conexión con el público fue más fácil.
Llama la atención que Timoteo tiene una nariz muy grande...
Sí, una pregunta frecuente era: ¿por qué no tiene cara? Esa “cara” es la nariz. Años después, vi algo sobre Pinocho y pensé: en Italia tienen a Pinocho con una nariz larga, y en Colombia tenemos a Timoteo con una nariz redonda.
Estoy segura de que, al menos hasta mi generación, todos conocimos a Timoteo. Era una referencia para escribir y dar regalos. ¿Qué piensa de la acogida que tuvo Timoteo en el país?
Si uno supiera lo que va a pasar con su trabajo, no lo creería. Fue una relación de cariño: el que yo ponía y el que el lector daba. Se creó una relación de intimidad y sinceridad. Cuanta más acogida tenía, mayor compromiso sentía. Así, el cariño recíproco creció y se convirtió en complicidad.
En estos tiempos de crisis climática, guerras, y tanto dolor, su arte hace las veces de refugio...
Esto lo explicaría desde un punto de vista sencillo: si tienes hambre, buscas comer; si tienes sed, buscas beber; si vives en tragedia, necesitas un paréntesis donde puedas expresar tu interior. Cuando te levantas, esperas que el día sea bueno, que todo vaya bien, que amarás y darás lo mejor. Creo que Timoteo brinda ese paréntesis de alegría y positivismo en medio de la locura.
¿Qué piensa de la relación de la ilustración con los avances tecnológicos, un tiempo donde mucha información pasa inadvertida en las redes?
Es cierto, hay mucha información. Cuando creas contenido, debe ser claro, simple, directo y funcional. Al desarrollar el personaje, busco que funcione cada vez mejor sin perder el concepto. Es como una cuchara: puede cambiar de diseño, pero debe cumplir su función. Timoteo debe ver las cosas desde lo positivo; no importa la forma o el medio, sea en el periódico o en redes, el concepto se mantiene.
¿Qué expectativas nuevas tiene con Timoteo?
Bueno, Timoteo ya maduró; ya llegó a un punto en el que se repetiría, y uno no debe hacer eso. Entonces, hay un contenido de tantos años, y ese contenido hay que revisarlo y adaptarlo al lenguaje de comunicación actual, pero no va a cambiar su esencia. Cuando lees una versión del Quijote de hace mucho tiempo, quizá no la entiendas porque es un español que ha mutado, ha evolucionado. Lo mismo pasa con el concepto de Timoteo. Gráficamente no cambiará, pero los textos pueden adaptarse al español que hablamos hoy.
Es común, sobre todo en trabajos creativos, escuchar muchos no por el camino. ¿Cómo los enfrentó?
Ahora estoy orgulloso de todos los no que he recibido o recibo, porque yo los convierto en sí, y si no funcionan, los guardo para mí. Y cuando funcionan, bueno, está bien. De eso se trata: de no bajar la guardia, no perder la ilusión y seguir atreviéndose a desafiar lo negativo. Porque, al fin y al cabo, si uno realmente está convencido de lo que quiere, esos no son una invitación a continuar.
¿Cómo está conmemorando los 40 años de Timoteo?
Para esta celebración, hicimos una muestra de dibujos de Timoteo desde 1984 hasta 2024, que estará abierta hasta el 7 de diciembre en la Galería Casa Estudio 7 para que el visitante aprecie el desarrollo gráfico del personaje, y también invitamos a 40 personas que han acompañado a Timoteo, entre artistas, ilustradores y pensadores, para dar su visión de él y presentar 40 perspectivas del personaje.
¿Quién es Timoteo?, ¿cómo lo define?
Timoteo, como concepto de historieta, es un vagabundo que vive o duerme en la banca de un parque, siempre viendo pasar la vida desde un punto de vista positivo. Ese es el concepto básico del personaje. En el fondo, todos somos vagabundos; es decir, somos migrantes. Al principio, comencé haciendo caricatura política, pero no me gustaba contradecir o hablar mal de alguien, aunque fuera para criticarlo o hacer reír al lector. Se me ocurrió, entonces, algo que se pareciera más a mi concepto de vida: buscar el lado bueno de las cosas. Entre mis bocetos de cuaderno, extraje un personaje simpático y pensé en algo distinto que reflejara mi forma de vivir, algo de lo cual se pudiera aprender para el futuro, para vivir mejor y crecer interiormente.
¿Y qué lo llevó por el camino de la ilustración?
Estudié Biología y luego Diseño Industrial. Cuando comencé a desarrollar el personaje, decidí que fuera el único humano. Como biólogo, uno observa a su alrededor. Timoteo donde vive, lo rodean personajes del parque: animales, árboles, el entorno, el hábitat. Así combinaba lo que me gustaba de la biología con el diseño gráfico. Bueno, y hay especialidades. La mía era ser vago en clase y rayar el cuaderno mientras los demás resolvían cosas importantes. En Biología, me encantaba la botánica: dibujaba hojas, cortezas, tallos... Esa fue mi primera práctica como dibujante.
Y se fue por otra rama del dibujo, unos más tiernos...
Claro, cuando te dejas llevar por lo que te rodea, como un bosque o parque, todo te parece tierno. Aunque estos seres estén preparados para sobrevivir, proyectan belleza y ternura. Una hoja, por ejemplo, es bella y tierna, sea fresca o seca. Observar a las hormigas caminar, cómo interactúan y buscan su comida, también es tierno.
¿Cómo inició el trabajo con este personaje?
Cuando empecé a completar viñetas, tomaron forma y el libreto siguió un camino. Al ver esto claro, la ilusión que tuve fue compartirlo. María Antonieta de Cano y yo coincidimos en alguna oportunidad; ella abría una sección del periódico llamada Espectadores 2000, para dar espacio a jóvenes ilustradores. Cuando conoció a Timoteo, me ofreció un espacio semanal o quincenal, y con la puerta abierta, revisé el material y noté que los textos eran tiernos, pero mi letra era dura, fue así como decidí suavizar las letras, dándoles forma. Decir “te quiero” con mi letra no era creíble, pero al ablandar las letras, al combinarlas en palabras, parecía que bailaban. Así, decir “te quiero” era más convincente y se asemejaba más a lo que Timoteo quería expresar. Con eso, la conexión con el público fue más fácil.
Llama la atención que Timoteo tiene una nariz muy grande...
Sí, una pregunta frecuente era: ¿por qué no tiene cara? Esa “cara” es la nariz. Años después, vi algo sobre Pinocho y pensé: en Italia tienen a Pinocho con una nariz larga, y en Colombia tenemos a Timoteo con una nariz redonda.
Estoy segura de que, al menos hasta mi generación, todos conocimos a Timoteo. Era una referencia para escribir y dar regalos. ¿Qué piensa de la acogida que tuvo Timoteo en el país?
Si uno supiera lo que va a pasar con su trabajo, no lo creería. Fue una relación de cariño: el que yo ponía y el que el lector daba. Se creó una relación de intimidad y sinceridad. Cuanta más acogida tenía, mayor compromiso sentía. Así, el cariño recíproco creció y se convirtió en complicidad.
En estos tiempos de crisis climática, guerras, y tanto dolor, su arte hace las veces de refugio...
Esto lo explicaría desde un punto de vista sencillo: si tienes hambre, buscas comer; si tienes sed, buscas beber; si vives en tragedia, necesitas un paréntesis donde puedas expresar tu interior. Cuando te levantas, esperas que el día sea bueno, que todo vaya bien, que amarás y darás lo mejor. Creo que Timoteo brinda ese paréntesis de alegría y positivismo en medio de la locura.
¿Qué piensa de la relación de la ilustración con los avances tecnológicos, un tiempo donde mucha información pasa inadvertida en las redes?
Es cierto, hay mucha información. Cuando creas contenido, debe ser claro, simple, directo y funcional. Al desarrollar el personaje, busco que funcione cada vez mejor sin perder el concepto. Es como una cuchara: puede cambiar de diseño, pero debe cumplir su función. Timoteo debe ver las cosas desde lo positivo; no importa la forma o el medio, sea en el periódico o en redes, el concepto se mantiene.
¿Qué expectativas nuevas tiene con Timoteo?
Bueno, Timoteo ya maduró; ya llegó a un punto en el que se repetiría, y uno no debe hacer eso. Entonces, hay un contenido de tantos años, y ese contenido hay que revisarlo y adaptarlo al lenguaje de comunicación actual, pero no va a cambiar su esencia. Cuando lees una versión del Quijote de hace mucho tiempo, quizá no la entiendas porque es un español que ha mutado, ha evolucionado. Lo mismo pasa con el concepto de Timoteo. Gráficamente no cambiará, pero los textos pueden adaptarse al español que hablamos hoy.
Es común, sobre todo en trabajos creativos, escuchar muchos no por el camino. ¿Cómo los enfrentó?
Ahora estoy orgulloso de todos los no que he recibido o recibo, porque yo los convierto en sí, y si no funcionan, los guardo para mí. Y cuando funcionan, bueno, está bien. De eso se trata: de no bajar la guardia, no perder la ilusión y seguir atreviéndose a desafiar lo negativo. Porque, al fin y al cabo, si uno realmente está convencido de lo que quiere, esos no son una invitación a continuar.