Carolina Vivas: ‘El teatro debe ser capaz de dar cuenta de su tiempo’
Dentro de las obras invitadas al Festival Internacional de Artes Vivas de Bogotá se encuentra “¡Ay Carmela!”, dirigida por Carolina Vivas, con su grupo Umbral Teatro, y cuya dramaturgia fue concebida por el maestro del teatro español José Sanchís Sinisterra.
Juan Pablo Murillo
Del 4 al 14 de octubre el Festival Internacional de Artes Vivas de Bogotá, FIAV Bogotá, ofrecerá a los espectadores una muestra artística y cultural que reúne 100 obras de 14 países. Durante estos once días se abrirán espacios para que las reflexiones sobre la memoria y los homenajes a grandes maestros y maestras del teatro emerjan.
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Del 4 al 14 de octubre el Festival Internacional de Artes Vivas de Bogotá, FIAV Bogotá, ofrecerá a los espectadores una muestra artística y cultural que reúne 100 obras de 14 países. Durante estos once días se abrirán espacios para que las reflexiones sobre la memoria y los homenajes a grandes maestros y maestras del teatro emerjan.
Dentro de las obras invitadas al FIAV Bogotá destaca ¡Ay Carmela!, dirigida por Carolina Vivas, con su grupo Umbral Teatro, y cuya dramaturgia fue concebida por el maestro del teatro español José Sanchís Sinisterra. La pieza constituye en sí misma un homenaje al ibérico, a uno de los directores más destacados dentro del teatro iberoamericano contemporáneo y mundial.
Sanchís ha realizado una reivindicación de la doble naturaleza literaria y escénica, y del texto dramático, así como una valiosa labor docente. Sin mencionar las más de cuarenta obras teatrales que ha escrito, entre adaptaciones y textos originales. Incluso, durante esta primera edición del FIAV Bogotá se le rendirá homenaje, veremos dos obras que trae con Instante Teatro: Vitalicios y El cerco de Leningrado. La pieza que mostrará Umbral Teatro es uno de sus clásicos, que fue llevado al cine en 1990 por Carlos Saura y contó con la actuación de Carmen Maura.
Carolina Vivas es dramaturga, directora y actriz. Egresada de la Escuela Nacional de Arte Dramático y Maestra en Teatro de la Universidad de Antioquia. Fue docente por diez años de la Academia Superior de Artes de Bogotá (ASAB), y durante la década del 80 hizo parte del Teatro La Candelaria.
En 1991 fundó Umbral Teatro junto con Ignacio Rodríguez, y ha escrito y dirigido numerosas obras, entre las que destacan Segundos (1993), Filialidades (1996), Gallina y el otro (2000), Cuando el zapatero remendón remienda sus zapatos (2003), Antes (2009), Donde se descomponen las colas de los burros (2008), De peinetas que hablan y otras rarezas (2011) y La que no fue (2012).
¿Por qué escoger la obra ‘¡Ay Carmela!’ para hacerle un homenaje al maestro José Sanchís Sinisterra en el FIAV Bogotá?
Es una de las piezas más importantes del teatro contemporáneo español, que fue escrita a propósito del ejercicio de memoria que la sociedad española necesitaba hacer; uno de perdón y olvido. Al escribir esta obra, el maestro Sanchís respondió a una necesidad profunda de hacer un ejercicio de memoria sobre lo sucedido con el franquismo en España. ¿Qué tiene que ver eso con nosotros? Pues que esa guerra sobre la que versa la obra -que es la Civil Española-, es una guerra interna, como también lo es la nuestra, la que vivimos en Colombia. La guerra, el dolor, el irrespeto a la vida y a la dignidad humana son lo mismo en cualquier tiempo y lugar. Pero la particularidad es que este es un conflicto donde el enfrentamiento es entre hermanos, donde se inventa un enemigo interno. Así fue como sucedió en la España de Franco y es como, tristemente, pasa y sigue pasando en nuestro país. Es una obra que nos interpela, no solo desde la necesidad de la memoria, sino también desde el infortunio de la guerra y, en el caso nuestro, de una guerra sobre la que no podemos hacer memoria, porque la memoria la hacen a diario los verdugos que la mantienen.
Escoger ¡Ay Carmela! tiene que ver con las altas calidades de la obra: es la más emblemática del maestro José Sanchís. Además, a mi manera de ver, nos interpela de manera muy directa. Ahora, siento que hacerle un homenaje al maestro no pasa exactamente por montar su pieza, porque él es un autor connotadísimo, un autor que es montado en muchas partes del mundo. En realidad, es un privilegio que nos haya dado los derechos.
Para mí es un honor poder llevar a escena una obra de quien ha sido no solo mi maestro de dramaturgia, sino el gran maestro de la dramaturgia española y catalana, pero también sudamericana y centroamericana. Lo que nosotros le debemos al maestro José Sanchís como autor es muchísimo.
¿Cómo fue el proceso de montaje?
¡Ay Carmela! es un gran texto; capaz de hablarles a personas de otras latitudes, de otra sociedad y de otro tiempo. No tuve ninguna necesidad de intervenirlo, ni de adaptarlo a nuestras circunstancias. Lo que sí hice, pero con la anuencia del maestro, fue construir una pieza con una duración más corta. Cuando se escribió la obra original, el sistema representacional, el teatro, funcionaba de otra manera. Hoy en día -digamos que con las lógicas del tiempo que nos impone la virtualidad, con la rapidez de los tiempos en la publicidad y demás-, el público ya no soporta tan fácilmente, como en otra época, obras de tres horas, ni de dos.
¿Cómo conoció la obra?
Yo dirigí el Encuentro Iberoamericano de Dramaturgia, cuya tercera versión fue en 2022. Ese año invité al maestro, quien dictó un taller. Durante el encuentro se hicieron lecturas dramáticas de los autores, y Umbral Teatro realizó una de ¡Ay Carmela!, que tuvo una duración de dos horas. ¡Imagínese montado! Hubiera durado por lo menos dos horas y media. Cuando el maestro la vio me dijo: “Oye, ¿pero por qué no la has cortado?”. Y yo le respondí: “Maestro, cómo lo voy a cortar a usted en un encuentro de dramaturgia. La idea es ver la obra como es”. Al hacerme esa observación, acordamos que se haría una reducción de la pieza sin tocar su estructura. La obra cuenta la historia de unos artistas populares que son detenidos y deben realizar una serie de números para complacer a los fascistas, pues por error se metieron a la zona falangista. Como eran muchos los números, cortamos algunos, pero en esencia la obra es la misma.
¿Cuál es la importancia del teatro para reflexionar sobre la memoria?
Hoy tenemos unos soportes que pueden conservar la memoria y que son muy diferentes a los que había antes. Pero sabemos que es a través del arte -no solo del teatro, sino también la pintura, la literatura, etc.-, que hemos podido saber de nuestros antepasados. La dramaturgia y el arte son en sí mismos un ejercicio de memoria, un ejercicio de reflexión sobre el tiempo, el espacio y la cultura.
Lo que pasa es que los dramas humanos, más allá de la cultura y del tiempo en el cual se ven, en realidad siguen siendo los mismos; de hecho, desde el punto de vista temático, Borges plantea que son cinco o seis temas. Entonces digamos que los temas sobre la guerra, el amor y la muerte atraviesan la historia de la literatura y el ejercicio de reflexión y de memoria que sobre ellos se hace. Un teatro que no es capaz de dar cuenta de su tiempo, o un arte que no da cuenta de su tiempo, seguramente es un arte que no es trascendente.
¿En qué momento se cruza su trayectoria de vida con la del maestro José Sanchís Sinisterra?
En el 91. Durante muchos años, tuve la fortuna de ser actriz del Teatro La Candelaria. Mi rol era ser actriz, pero el Teatro La Candelaria trabaja la creación colectiva y eso termina siendo una escuela estupenda de actuación, dirección y dramaturgia, porque le permite al actor trascender su territorio dramatúrgico y proponer, en asuntos de puesta en escena, algo que le puede competer tradicionalmente al director.
Incluso, el actor o la actriz pueden influir con sus propuestas en el texto. Entonces yo digo que, desde luego, mi escuela fue la Escuela Nacional de Arte Dramático donde estudié, la Universidad de Antioquia de donde me gradué, pero mi verdadera y gran escuela fue el Teatro La Candelaria, el taller permanente de investigación teatral del maestro Santiago García.
Tras salir del Teatro La Candelaria y formar mi propio grupo, alguien tenía que dirigir y escribir. Yo traía las herramientas que había adquirido en La Candelaria y con la creación colectiva, pero era clarísimo que necesitaba cualificarme en el ejercicio de la escritura textual, específicamente en el del teatro como literatura.
En esa época no había maestrías, no se estudiaba eso en ninguna parte, así que, para bien, el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura) trajo a varios maestros. Entre ellos a Marco Antonio de la Parra y Arístides Vargas; por supuesto en ese momento estaban vivos los maestros colombianos Enrique Buenaventura y Santiago García. Ahí un combo de 20 o 22 dramaturgos nos formamos de manera muy intensa: en una finca, nos concentramos 10 o 12 días a trabajar 11 horas diarias en dramaturgia, de la mano de estos grandes maestros. Tuve el privilegio de conocer a Sanchís como maestro y desde allí hemos conservado una relación profesional y personal.
Luego pensé que si yo como dramaturga joven recibí las herramientas técnicas y los procedimientos adecuados para saber que esto no es magia y poderle dar forma a lo que me inquieta, seguro a los autores y autoras jóvenes les iba a servir como me sirvió a mí. Fue cuando decidí, hace 15 años, fundar Punto Cadeneta Punto (taller metropolitano de dramaturgia). Por eso me quiebro el lomo haciendo este proyecto en el cual la gente asiste de manera gratuita a formarse en dramaturgia, de la mano de grandes maestros. Siempre invito al maestro Sanchís y, mientras me dé la piola, lo voy a seguir invitando a él y a otros y otras.
¿Cuáles son las expectativas que tienen con la obra?
Como en Bogotá no la he presentado, y no lo he querido hacer antes del FIAV Bogotá, porque me gustaría que su presentación formal sea en el marco de este evento tan importante, pues mi expectativa es llenar la sala.
Hablemos sobre las artes vivas. ¿Cómo las definiría?
Son todas aquellas artes que no son un objeto artístico. Es decir, la pintura no es un arte viva, es un objeto artístico tangible; en el sentido de que el cuadro que pintes, alguien lo podría comprar. Las artes vivas son fundamentalmente un suceso, un acontecimiento.