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“Vivo para el arte y él vive para mí”

El curador Carlos Eduardo García habló de su trayectoria en el mundo del arte y contó cómo ha integrado la Inteligencia Artificial en Flamingo road gallery.

25 de septiembre de 2024 - 12:00 p. m.
Carlos Eduardo García lleva más de 20 años dedicado al comercio del arte.
Carlos Eduardo García lleva más de 20 años dedicado al comercio del arte.
Foto: Cortesía Carlos Eduardo García

Hablemos de sus orígenes y de su primer contacto con el arte...

Estudiaba Administración de Empresas en el Externado y recibí una media beca para trabajar en el Hotel Gran Sol en la Costa Brava, España. A los 18 años aproveché esta oportunidad y viajé a Europa. Comencé a estudiar cocina y varios idiomas. Durante unas vacaciones, viajé a París con amigos de mi hermano. Al llegar, asistí a la inauguración del Centro Georges Pompidou y escuché una sinfonía que me impactó. En la sala principal sentí que mi camino era el arte. Desde pequeño había sido influenciado por mi tío, quien trabajaba en decoración y era pintor. También por mi madrina, Aseneth Velásquez Jácome, una galerista que me marcó desde el inicio. En París empecé a coleccionar arte y me convertí en marchante, que es alguien que comercializa con arte.

Ese fue su primer contacto, pero ¿cómo se comenzó a materializar su relación con las artes?

Desde el principio, busqué a Aseneth Velásquez para montar mi primera exposición, que tuvo lugar en el Palacio de San Carlos en Bogotá. Fue una experiencia importante para mí. Aunque Aseneth no estaba en la galería Garcés y Velásquez, otra artista me ayudó a finalizar mi primer catálogo. Me sentí acogido en ese ambiente. Conocí a Víctor Laignelet en París, quien era amigo de Luis Caballero, un pintor famoso colombiano. Recuerdo muchas conversaciones en su casa, rodeada de gatos, con mi amigo Mauricio Wills. La exposición en Bogotá fue bien acogida, en parte gracias a Alexander Bennett, un banquero cubano-norteamericano y pintor. Bennett me propuso colaborar y hacer de mi colección parte de su negocio en Camacho Roldán, que tenía una larga trayectoria en el arte. Compartimos muchas ideas y aprendí mucho de él. También está Schaller, una empresa cercana a Camacho Roldán, que fue importante en mi desarrollo profesional.

¿Ahí comenzó sus primeras exposiciones?

Sí, inauguramos las salas de Schaller con exposiciones mías, además de pintores colombianos y otros internacionales. Estuvimos interactuando durante aproximadamente dos años y medio. Schaller era un lugar espectacular, con importaciones italianas.

¿En qué momento decidió incursionar y abrirse a sus propios pasos con una galería?

Fundé la galería en 1987. En 1994, realicé mi primera exposición con Walter Arland en una galería en Cedritos, calle 140. Tuvo buena acogida, allí presenté a Miguel Angarita, un pintor reconocido que actualmente vive en Madrid. Me dediqué al coleccionismo. Durante la pandemia realicé un homenaje al maestro Ángel Loochkartt con la exposición “La democracia en el arte”. Desde entonces, mi colección ha crecido, especialmente con artistas europeos e italianos. Mi misión es democratizar el arte latinoamericano. Este camino ha funcionado, ya que he recibido invitaciones para exponer en Milán y en Venecia, y formo parte de un proyecto con el consultor y curador Giorgio Gregorio Grasso, quien ha estado facilitando la apertura de lazos comerciales con galerías en el norte de Italia durante más de cinco años.

¿Cuál es el distintivo de Flamingo Road Gallery?

Desde 2008, nuestra galería también funciona como casa de subastas. Llegamos a Bogotá antes de que otras casas de subastas lo hicieran, lo que fue una ventaja. En ese momento vivía entre Miami y Puerto Rico, y ya estábamos subastando en línea con un grupo de, aproximadamente, 42 artistas, tanto colombianos como extranjeros. Nuestra galería, Flamingo Road Gallery, cumple 30 años y siempre ha sido un grupo independiente. Nuestro maestro fue Ángel Loochkartt, quien falleció en 2019.

¿Qué tan difícil es sostener una galería hoy en día?

Sostener una galería es complejo y requiere un local propio. A pesar de los altos costos, hemos salido adelante, en parte gracias a nuestra casa de subastas. Actualmente, tengo una colección de aproximadamente 5.000 artistas. Después de cada muestra e inauguración, consolidamos un mes en línea para ampliar nuestra cobertura, especialmente hacia Nueva York y Miami. He trabajado ahí con la feria Art Basel, que se celebra en diciembre, y soy broker en EE. UU. desde 1999.

¿Podría decir que está en contacto constante con el mundo del comercio del arte?

Mi relación con el arte es intensa y se remonta a mis primeros encuentros con el maestro Ángel Loochkartt y otros pintores. He participado en varias ferias en Santo Domingo, República Dominicana, comenzando con la FIAR en 2009, seguida de otra en 2010 y una más en el puerto de San Susuí. Una experiencia destacada ocurrió en el montaje del Gran Museo de Bellas Artes en 2009, en el cual se invirtieron más de 30 millones de dólares.

¿Cómo percibe el panorama del arte de cara a la llegada de la Inteligencia Artificial?

Me parece una pregunta muy interesante. He estado trabajando con Inteligencia Artificial junto a Cayetano Valverde y ha funcionado bien. Los coleccionistas en Estados Unidos han mostrado interés en este mercado, y hemos realizado ventas en el último año y medio. Vivo para el arte y el arte vive para mí. Estoy siempre atento a las oportunidades que surgen.

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