Observar para catalizar ideas creativas
Juan Carlos Ortiz habló sobre la esencia de la creatividad y detalló cómo su experiencia personal y profesional lo llevó a escribir “Cortos”, un libro que fusiona historias y emociones en un viaje que surge de la observación de la vida cotidiana.
Jorge Danilo Bravo Reina
¿Cómo fue ese primer encuentro con el mundo de la publicidad que lo enamoró?
Desde pequeño, me fascinó la historia y la creación de relatos. Mis padres y mi abuela me regalaron soldaditos de plomo, y empecé a coleccionarlos. Con esos soldaditos, creaba historias y armaba batallas, cambiando los finales a mi antojo. Esto me ayudó a entender la narrativa y la ficción. Además, siempre fui un gran fanático del cine. Estudié dirección de cine en la Escuela Internacional de San Antonio de los Baños, en Cuba. Un comercial que me marcó mucho fue el lanzamiento de Macintosh en 1984, dirigido por Ridley Scott. Se emitió solo una vez durante el Super Bowl y es uno de los comerciales más recordados. Me di cuenta del poder de contar historias cuando se realiza de manera concisa y efectiva. A partir de ahí, decidí que quería ser creativo y contar historias para marcas.
Hablando de su relación profesional con la publicidad, ¿cómo ha sido su trayectoria?
Mi primer gran reto fue ser aceptado en una agencia de publicidad. Quería ser creativo publicitario y logré ingresar como practicante a Leo Burnett en Colombia. Comencé a trabajar en 1990. A los seis meses, me contrataron. Trabajé en marcas como Procter & Gamble y Davivienda, con la que sigo colaborando. Empecé como practicante y, en 1999, fui elegido presidente de la misma compañía. En el año 2000, creé una campaña contra el consumo de cocaína que ganó el primer oro en el Festival de Cannes para Colombia. Después de eso, fui nombrado presidente de Leo Burnett Latinoamérica, luego asumí la presidencia de la agencia en Estados Unidos, siendo el primer latinoamericano en ocupar ese cargo. Posteriormente, me uní a DDB en Nueva York. Este recorrido ha sido emocionante y un ciclo de constantes desafíos. A lo largo del tiempo, he buscado abrir puertas y superar obstáculos.
¿Usted cómo conceptualiza la creatividad?
Para mí, la creatividad es tomar elementos ya existentes y relacionarlos de una manera nueva. La creatividad pura no existe; no se trata de recibir una inspiración divina. Es más bien una observación de la vida, nutrida por el arte, la música, la literatura, el cine y el comportamiento humano. La clave está en observar y relacionar esos elementos de manera diferente. Ahí es donde reside la novedad y el éxito de la creatividad.
¿Y en ese sentido, usted tiene su propio proceso creativo?
Sí, tengo varias técnicas. Considero que la creatividad es como un músculo que se entrena. Así como en el tenis se fortalecen los músculos a través del ejercicio, la creatividad también se practica y se desarrolla. Soy un observador muy curioso. Siempre anoto comportamientos y situaciones que observo en la vida cotidiana. No soy un publicista de escritorio; salgo, miro y escribo sobre lo que veo. Después, hago ejercicios en los que cambio el orden de esos elementos para generar ideas nuevas. La creatividad a menudo surge de relaciones que no son evidentes. En lugar de seguir un camino lógico, busco conexiones inesperadas.
¿Se puede hablar de ética dentro de la publicidad?
Hoy en día, las redes sociales y la inteligencia artificial son parte de nuestra cotidianidad y deben reflejar cómo la gente realmente vive. Lo que nunca ha cambiado son las emociones; son el factor que impulsa cualquier tipo de comunicación. Si no hay emociones, no hay conexión. A lo largo del tiempo, se ha demostrado que las personas comparten emociones más que razones. Cuando alguien se encuentra con algo sorprendente, primero siente emoción, luego lo comparte, y al final evalúa si está bien o mal. La razón es la última prioridad en esta ecuación. La tecnología ha permitido que las emociones se expandan más rápidamente que nunca. Sin un factor emocional, la comunicación no logra resonar. Las grandes campañas hoy se centran en la emoción para que la tecnología pueda amplificar su mensaje. Esto es lo que convierte la comunicación en un espejo de la vida.
¿El tema de las emociones tuvo algo que ver cuando escribió su libro “Cortos”?
Muchísimo. “Cortos” nace de mi experiencia como colombiano que viaja por el mundo, recolectando historias sobre cultura. Al viajar, empecé a notar muchas historias fascinantes y comencé a anotarlas. Un día pensé: si me sucediera algo en un avión, todas esas historias desaparecerían, ya que solo existían en mi cabeza. Eso fue el detonador para decidirme a escribir. No buscaba crear un best seller, sino dejar un documento personal sobre creatividad, innovación y marketing para mi esposa e hijos. El proceso se volvió increíble. Así, pasé cuatro años escribiendo desde 30,000 pies de altura, todo en mi teléfono. Luego de eso, lo que era un documento para mi familia se transformó en un éxito. La primera edición se agotó, así que saqué una segunda, “Cortos y Medios”, y luego una tercera, “Cortos por 2″. Cada edición incluyó nuevas historias.
Hablando sobre el premio Leyenda Dorado. ¿Cómo llegó usted a recibirlo?
Este premio se otorga en la industria como un reconocimiento a lo que se considera una leyenda. La palabra “leyenda” implica una gran responsabilidad, ya que representa un proceso histórico que no se logra de la noche a la mañana. Es el resultado de tiempo, persistencia, inspiración e influencia. Me siento muy feliz y honrado de que mi carrera, que abarca 35 años en la industria, sea reconocida de esta manera. Además, todavía me siento joven. Espero que el término “leyenda” no se asocie solo con personas que ya no están, sino que se refiera a una leyenda viva, ya que continúo activo en mi trabajo.
¿Cómo fue ese primer encuentro con el mundo de la publicidad que lo enamoró?
Desde pequeño, me fascinó la historia y la creación de relatos. Mis padres y mi abuela me regalaron soldaditos de plomo, y empecé a coleccionarlos. Con esos soldaditos, creaba historias y armaba batallas, cambiando los finales a mi antojo. Esto me ayudó a entender la narrativa y la ficción. Además, siempre fui un gran fanático del cine. Estudié dirección de cine en la Escuela Internacional de San Antonio de los Baños, en Cuba. Un comercial que me marcó mucho fue el lanzamiento de Macintosh en 1984, dirigido por Ridley Scott. Se emitió solo una vez durante el Super Bowl y es uno de los comerciales más recordados. Me di cuenta del poder de contar historias cuando se realiza de manera concisa y efectiva. A partir de ahí, decidí que quería ser creativo y contar historias para marcas.
Hablando de su relación profesional con la publicidad, ¿cómo ha sido su trayectoria?
Mi primer gran reto fue ser aceptado en una agencia de publicidad. Quería ser creativo publicitario y logré ingresar como practicante a Leo Burnett en Colombia. Comencé a trabajar en 1990. A los seis meses, me contrataron. Trabajé en marcas como Procter & Gamble y Davivienda, con la que sigo colaborando. Empecé como practicante y, en 1999, fui elegido presidente de la misma compañía. En el año 2000, creé una campaña contra el consumo de cocaína que ganó el primer oro en el Festival de Cannes para Colombia. Después de eso, fui nombrado presidente de Leo Burnett Latinoamérica, luego asumí la presidencia de la agencia en Estados Unidos, siendo el primer latinoamericano en ocupar ese cargo. Posteriormente, me uní a DDB en Nueva York. Este recorrido ha sido emocionante y un ciclo de constantes desafíos. A lo largo del tiempo, he buscado abrir puertas y superar obstáculos.
¿Usted cómo conceptualiza la creatividad?
Para mí, la creatividad es tomar elementos ya existentes y relacionarlos de una manera nueva. La creatividad pura no existe; no se trata de recibir una inspiración divina. Es más bien una observación de la vida, nutrida por el arte, la música, la literatura, el cine y el comportamiento humano. La clave está en observar y relacionar esos elementos de manera diferente. Ahí es donde reside la novedad y el éxito de la creatividad.
¿Y en ese sentido, usted tiene su propio proceso creativo?
Sí, tengo varias técnicas. Considero que la creatividad es como un músculo que se entrena. Así como en el tenis se fortalecen los músculos a través del ejercicio, la creatividad también se practica y se desarrolla. Soy un observador muy curioso. Siempre anoto comportamientos y situaciones que observo en la vida cotidiana. No soy un publicista de escritorio; salgo, miro y escribo sobre lo que veo. Después, hago ejercicios en los que cambio el orden de esos elementos para generar ideas nuevas. La creatividad a menudo surge de relaciones que no son evidentes. En lugar de seguir un camino lógico, busco conexiones inesperadas.
¿Se puede hablar de ética dentro de la publicidad?
Hoy en día, las redes sociales y la inteligencia artificial son parte de nuestra cotidianidad y deben reflejar cómo la gente realmente vive. Lo que nunca ha cambiado son las emociones; son el factor que impulsa cualquier tipo de comunicación. Si no hay emociones, no hay conexión. A lo largo del tiempo, se ha demostrado que las personas comparten emociones más que razones. Cuando alguien se encuentra con algo sorprendente, primero siente emoción, luego lo comparte, y al final evalúa si está bien o mal. La razón es la última prioridad en esta ecuación. La tecnología ha permitido que las emociones se expandan más rápidamente que nunca. Sin un factor emocional, la comunicación no logra resonar. Las grandes campañas hoy se centran en la emoción para que la tecnología pueda amplificar su mensaje. Esto es lo que convierte la comunicación en un espejo de la vida.
¿El tema de las emociones tuvo algo que ver cuando escribió su libro “Cortos”?
Muchísimo. “Cortos” nace de mi experiencia como colombiano que viaja por el mundo, recolectando historias sobre cultura. Al viajar, empecé a notar muchas historias fascinantes y comencé a anotarlas. Un día pensé: si me sucediera algo en un avión, todas esas historias desaparecerían, ya que solo existían en mi cabeza. Eso fue el detonador para decidirme a escribir. No buscaba crear un best seller, sino dejar un documento personal sobre creatividad, innovación y marketing para mi esposa e hijos. El proceso se volvió increíble. Así, pasé cuatro años escribiendo desde 30,000 pies de altura, todo en mi teléfono. Luego de eso, lo que era un documento para mi familia se transformó en un éxito. La primera edición se agotó, así que saqué una segunda, “Cortos y Medios”, y luego una tercera, “Cortos por 2″. Cada edición incluyó nuevas historias.
Hablando sobre el premio Leyenda Dorado. ¿Cómo llegó usted a recibirlo?
Este premio se otorga en la industria como un reconocimiento a lo que se considera una leyenda. La palabra “leyenda” implica una gran responsabilidad, ya que representa un proceso histórico que no se logra de la noche a la mañana. Es el resultado de tiempo, persistencia, inspiración e influencia. Me siento muy feliz y honrado de que mi carrera, que abarca 35 años en la industria, sea reconocida de esta manera. Además, todavía me siento joven. Espero que el término “leyenda” no se asocie solo con personas que ya no están, sino que se refiera a una leyenda viva, ya que continúo activo en mi trabajo.