Lorenza Panero: “La verdad puede manifestarse más allá de la lógica”
Lorenza Panero, artista visual colombo-americana, habló de su más reciente exposición “Seguir de pie”, que se estrena este 1 de octubre en la Galería La Cometa. Para ella, su arte reflexiona sobre la conexión con el ciclo de la vida. También destacó la luz como inspiración para crear.
Jorge Danilo Bravo Reina
Entrar en el estudio de Lorenza Panero, ubicado sobre la carrera Séptima de Bogotá, es como sumergirse en una experiencia contemplativa. Dan la bienvenida una serie de enormes cuadros con colores, texturas, luces y figuras que están en su búsqueda de equilibrio. Y están la luz y sus juegos revoloteando por todo el espacio y metiéndose en los rincones en los que la artista tiene sus elementos necesarios para creer y crear.
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Entrar en el estudio de Lorenza Panero, ubicado sobre la carrera Séptima de Bogotá, es como sumergirse en una experiencia contemplativa. Dan la bienvenida una serie de enormes cuadros con colores, texturas, luces y figuras que están en su búsqueda de equilibrio. Y están la luz y sus juegos revoloteando por todo el espacio y metiéndose en los rincones en los que la artista tiene sus elementos necesarios para creer y crear.
“Seguir de Pie”, su más reciente exposición, se estrenó este 1 de octubre en la Galería La Cometa, ubicada en la carrera 10 #94A-25, y estará disponible hasta el día 9 del mismo mes. Este trabajo se gestó a lo largo de muchos años de trabajo, marcando un giro en las formas de expresión de Panero. La artista describió que desde el inicio de su serie “Querencia”, experimentó un florecimiento en su obra que se tradujo en una sensación de libertad y ligereza, tanto en su proceso creativo como en su vida personal.
La muestra se centró en el reconocimiento de la permanencia de la vida con sus momentos de gloria y derrota: la artista encontró la forma de levantarse y continuar frente a los momentos menos afortunados y estas experiencias fueron las que le dieron el nombre a la exposición: una invitación a continuar, a seguir de pie. La muestra incluyó óleos en gran formato de la serie “Querencia” y una obra que presentó un nuevo capítulo para la obra de Panero, “Partitura”, una instalación que indagó por la búsqueda de nuevos órdenes y posibilidades.
Esta nueva etapa se distinguió de sus obras anteriores que, aunque provenían de la misma fuente emocional y mental, apuntaban hacia un lugar más abierto y exploratorio. La apertura a nuevas posibilidades se tradujo en la creación de instalaciones que sirvieron como puntos de partida para futuras obras. “Este momento en mi trabajo se siente como una apertura que no había experimentado antes” destacó la pintora.
Panero tuvo un lazo estrecho con el arte desde su infancia, cuando comenzó a explorar museos con su madre en Estados Unidos. En esas primeras visitas, que podían durar un día entero, conoció obras que la cautivaron. Recordó una obra del vanguardista neerlandés, Piet Mondrian, cuyo trabajo la hizo tomar la decisión de consagrarse al mundo del arte. “Me cautivó de una manera inexplicable y me hizo sentir que quería dedicarme al arte”.
La primera vez que expuso, participó en un concurso en un barrio de Nueva York, específicamente en Washington Heights. Fue seleccionada para mostrar sus dibujos y su trabajo recibió una mención en el periódico local. Este reconocimiento la motivó a seguir adelante en su carrera artística. Contó con el apoyo de varias personas, especialmente profesoras, quienes jugaron un papel fundamental al despejarle la mente y orientarla en su camino creativo. Decidió estudiar en el Rhode Island School of Design, donde desarrolló sus habilidades en un entorno “muy riguroso”.
Las búsquedas en su obra se entrelazaron con un profundo deseo de explorar lo que existía más allá. Cuando se le presentaron las “reglas de juego”, su reacción fue buscar un significado más profundo y un espacio creativo que trascendiera esas normas. Este impulso la llevó a desarrollar técnicas innovadoras, como las luminografías, donde utilizó materiales y métodos poco convencionales, para realizar una propuesta que expresó lo abstracto y lo natural mediado por el elemento más simple: la luz.
La artista también reflexionó sobre el ciclo vital en su trabajo. “Al observar un bosque, por ejemplo, es posible ver lo que ha sido, lo que es y lo que está por venir”. Esta visión holística de la naturaleza resonó con su interés en el medio ambiente, un tema que siempre ha estado presente en su vida y en su arte. Para Panero, el bosque simbolizó la vulnerabilidad, un concepto que consideró fundamental en la experiencia humana.
“Me parece que si uno logra permitir la existencia de la vulnerabilidad en la vida, puede expresar algo más cercano a la verdad y yo creo que eso es lo que hace el arte, tratar de mostrar verdades y enseñarlas de alguna forma en que todos puedan verlo”.
En la actualidad, se habla del medio ambiente con mayor frecuencia que en el pasado, aunque siempre ha sido una preocupación para la artista. Panero considera que este tema es una forma de abordar la vulnerabilidad, un concepto que desafía las enseñanzas comunes de la vida. Para ella, la esencia de la verdad radica precisamente en permitir que esa vulnerabilidad se manifieste.
Las emociones, como el amor y el desamor, son parte de esta experiencia. Panero señaló que, a menudo, las personas construyen defensas para protegerse, cerrando puertas a lo que no quieren permitir en su vida. Sin embargo, sostuvo que aceptar la vulnerabilidad puede acercarnos a una verdad más profunda. Para ella, el arte busca mostrar verdades. “Cuando una persona se enfrenta a una obra y experimenta una conexión intensa, es porque la obra ha tocado algo interno. Este tipo de conexión no se da a nivel racional; se encuentra en un lugar más visceral y emocional”.
La fascinación de Panero por la luz fue multidimensional “en un aspecto físico y psicológico”. Esta, en su esencia, contenía todos los colores del espectro que comenzaron a influir en la técnica artística, además de transformar la forma en que se percibían obras como las luminografías e instalaciones que parecían emitir su propia luz.
Para la artista, esta relación con la luz es fundamental, pues es un reflejo del potencial humano. Se menciona a menudo que solo utilizamos un pequeño porcentaje de nuestra capacidad cerebral, lo que implica que hay mucho más por descubrir y desarrollar. Panero sostiene que la luz y el espacio que genera, representan todo lo que podemos ser y aspirar a ser, y esto propone que nuestra existencia va más allá de una cifra.
Esta emanación de luz fue trascendente en su trabajo porque simbolizó el potencial humano. El espacio luminoso reflejó lo que como seres humanos podíamos llegar a ser, alentando la aspiración hacia una existencia más completa y conectada. Al crear espacios artísticos luminosos, proporcionó experiencias transparentes y profundas, capaces de conectar emocionalmente con el espectador.
En el contexto actual, la humanidad enfrenta una fragmentación de capacidades y experiencias, a pesar de que todo está interconectado. “Nos encontramos en un momento trascendente en la evolución del planeta y la forma en que serán los seres humanos en un siglo es incierta”, sentenció. Finalmente, reconoció la importancia del elemento sorpresa en el arte. Al regresar a una obra, identificó algo nuevo que no había notado antes, lo que convirtió a la pieza en un ente vivo que evolucionó con el tiempo.