Natalia Maya: el trabajo de la memoria y la autoficción
La autora reflexionó sobre las diferencias entre la escritura de sus dos libros, la influencia de la pandemia en su obra y sobre cómo la memoria personal y la autoficción cumplen un papel en sus relatos. Además, habló del panorama de la literatura en Medellín.
Diana Camila Eslava
Los otros tienen la razón, de 2019, y Humanista, de 2023, son sus últimos libros de cuentos: retratos de experiencias vividas en Antioquia...
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Los otros tienen la razón, de 2019, y Humanista, de 2023, son sus últimos libros de cuentos: retratos de experiencias vividas en Antioquia...
Sí, quienes han leído los relatos dicen que tienen que ver mucho con la época de los 80 en Medellín, pero también con la cotidianidad. Y sí, se centran en la época del narcotráfico que vivimos, del sicariato que enfrentamos desde el colegio y otros casos, pero también hablan de la familia, las relaciones, los trabajos...
¿Qué diferencias experimentó en la escritura de estos dos libros?
El primero fue escrito en 2018, después de publicar un relato llamado Puñalada trapera. Y el segundo fue escrito en pandemia, tiempo en el que hubo otra quietud y otra manera de relacionarse con los textos, incluso en Humanista, que es el segundo libro y narra la historia de una mujer que sale después de la pandemia desesperada porque quiere ver la luz, ver a la gente, saludar y recorrer la ciudad. En ese recorrido por la ciudad ella va contando cuáles fueron los puntos violentos por donde le tocó pasar para terminar en la casa de su infancia. Cuenta lo que ve ahí cuando llega por fin a su casa, como si fuera una vuelta, como un viaje de Ulises retornando a su hogar primigenio.
En estas historias cotidianas, ¿qué tanto hay de memoria personal?
En una conferencia reciente discutimos sobre la diferencia entre autoficción y autobiografía. En la autobiografía definitivamente tú te pones como personaje y narras historias que pueden parecerse a tu “querido diario” o recordar lugares donde has estado. La autoficción puede utilizar fenómenos que hayan ocurrido en la realidad, incluso personajes de la realidad, pero también fábula e inventa. Entonces, pienso que mis relatos son de autoficción. Muchas veces los personajes no existen, pero la historia sí sucedió. O al contrario, la historia no sucedió, pero los personajes eran tan fuertes que permitían elaborar la historia. Así es como se involucra uno en ese proceso de creación.
¿Y cómo es ese proceso creativo? ¿Tiene hábitos específicos o alguna estructura?
Bueno, trabajo en la mañana, hago corrección de estilo de textos, y las tardes las dedico a la lectura y la escritura. El editor Camilo Jiménez, de Planeta, alguien a quien admiro y respeto mucho, alguna vez me dijo que cuando uno lee, también está escribiendo. Si estoy escribiendo cuentos, solo leo cuentistas, y si quiero escribir una novela, voy a leer novelas. Entonces, hay tardes en las que puede que no te hayas puesto a garabatear en la hoja, pero estás leyendo para esa escritura y anotando en la libreta del teléfono, que siempre la mantengo cargada con las frases que más me han gustado y que sé que se van a transfigurar en algo que va a la creación.
Para algunos escritores es difícil hacer públicas sus historias cuando hacen referencias a contextos de su vida real. ¿Qué piensa de esa idea?
Es muy gracioso, porque tengo amigos del colegio, por ejemplo, que me dicen: “¿Cuándo me vas a sacar en un cuento tuyo? ¡Sácame, yo quiero aparecer en un cuento tuyo!” Y hay otras amigas que me dicen: “¡Cuidado con contar esto!”. Pienso que uno se nutre de la experiencia de la vida y también de lo que ha leído. Fundamentalmente, lo que uno ha leído se tiene que transfigurar en lo que uno escribe, tiene que respirarse en las líneas de los textos.
Hablemos de su trayectoria. Comenzó como editora, recibiendo textos de otras personas...
Hace muchos años escribí unos relatos en El Malpensante. Después la vida me fue llevando por diferentes oficios y trabajos. Y el trabajo más cercano a la escritura era la edición. Entré a trabajar en ese enfoque, pero no era la maravilla que esperaba, porque no era edición literaria. Era una editorial universitaria con edición académica, y eso es otro nivel y otro tipo de historia. Pienso que muchas personas terminaron dedicándose al oficio de la edición porque tuvieron el sueño de escribir. Finalmente las cosas se fueron dando de tal manera que realmente pude instalarme en este trabajo, que era el que deseaba en realidad, aunque no sabía cómo ni cuándo lo iba a lograr.
¿Qué reflexiones tiene acerca de la escritura después de ver sus dos libros publicados?
Lo importante es entender que no solo se tiene la voz propia en el tono de lo que escribes, sino en lo que quieres decir en ese momento. El tono siempre cambia y tus intereses también, lo importante es tener claro qué quieres decir cuando escribes. Uno ya sabe que esa es la senda por la que tiene que ir, es decir, ahí no hay otra, y uno tiene que ser muy claro con lo que quiere contar y las razones que hay detrás de ese deseo. A mí me gusta mucho un título de Carolina Sanín, que es Pasar fijándose, y me parece que eso es lo que uno hace en esta vida. No puedo escribir otras cosas, sino las que me tocaron a mí en esta humanidad, en esta porción de tiempo, siendo quien soy. Quisiera, como Albert Camus o como Murakami, tener otro tipo de estructura, pero es que no soy Murakami, no crecí en esos países. Esta soy yo con mi realidad y de esto escribo. Ahora, no le vas a gustar a todo el mundo, es absolutamente normal, pero este es mi testimonio de mi paso por esta tierra.
¿La escritura es una suerte de testigo?
Es la conversación de esta persona que pasó en este momento de vida por aquí y lo que vio alrededor de autores que conoció o que la antecedieron. Es el momento de vida de la escritora que está aquí. La conjunción de todo: los autores que ha leído, los que lee, las personas con las que le toca vivir, el momento que le tocó en este universo. No sé cuánto va a durar, pero lo que llevo de mi paso acá es de lo que puedo escribir.
Cada día hay más editoriales en Medellín. ¿Qué ve en el panorama? ¿Hacia dónde podemos dirigir la mirada?
Lo que veo en el panorama es que hay muchas editoriales independientes proliferando. Ahora en Medellín hay muchas ferias, pero también hay mucha gente escribiendo y hay muchas maestrías en escrituras creativas, talleres de escritura. De estas nuevas generaciones, recomiendo leerlos a todos. Conozco a Josefina Aguilar y recomiendo su novela Solferino. A Juan Guillermo Romero, que también tiene un libro que se llama Vidas de feria. Carlos Agudelo, Luis Miguel Rivas, que tiene una larga trayectoria. Esos son los que se me vienen a la mente ahora.