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Si no ha leído la primera parte de la entrevista a Florence Thomas, lo invitamos a hacerlo en este enlace.
Preguntas cortas para mirar por debajo de la piel
¿Una canción?
Ne me quitte pas de Jacques Brel.
¿Una película?
Un hombre y una mujer, de Lelouch.
¿Un actor y una actriz?
Tal vez Jean-Paul Belmondo y Catherine Deneuve, dos grandes. Excúsenme porque son franceses, pero son del gran momento del cine francés.
¿Un miedo?
Tengo un pavor de los temblores.
¿Una amiga?
Una no, muchas, demasiadas amigas.
¿Una muerte que la haya marcado?
La de mis padres, porque no pude asistir a sus entierros.
¿Un hombre?
Un hombre no.
¿Un error?
Aquí en Colombia compré un apartamento embargado, fue terrible.
¿Un paisaje?
Mi Normandía natal.
¿Una comida?
Un buen ajiaco bogotano con amigos un domingo.
¿Una palabra?
La más bella palabra española: quizás. Quizás sí, quizás no.
¿Una época del mundo en la que le habría gustado vivir?
Hoy, esta época porque es un momento en que realmente hemos logrado grandes cambios para las mujeres.
¿Un objeto?
Un lápiz para escribir.
¿Un escritor o escritora?
Annie Ernaux, la premio Nobel de hace tres años.
¿Un personaje con el que le habría interesado dialogar?
La paisa Débora Arango.
¿Qué pregunta le haría?
¿Cómo hiciste Débora para poder luchar tanto contra los patriarcas que no entendían tu pintura y sin embargo seguiste adelante hasta el final?
¿Un colombiano y una colombiana que admire?
Esmeralda Arboleda, la que luchó veinte años para que las mujeres pudieran votar y un gran escritor García Márquez, nuestro Nobel.
¿Un jamás?
Jamás votaré por la derecha.
¿Una frase que resuma lo que piense de Colombia?
Un país maravilloso, unos insólitos trópicos y un país difícil pero que enamora de todas maneras. Me enamoré de Colombia a pesar de todo. Yo soy una gran enamorada de este país, sigo siempre diciendo: a pesar de todo.
La escritora
En la versión número 36 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que se realiza del 17 de abril al 02 de mayo y tiene como país invitado a Brasil, usted es protagonista con una novedad editorial, Fragmentos de vida. Ochenta años tejiendo recuerdos. Se trata de sus memorias que publica con Penguin Random House. ¿Podría contarnos sobre la decisión de hacer escritura del yo y qué tan dolorosa o gratificante resultó la experiencia de “parir” este nuevo libro?
Este libro me salvó un poco durante la pandemia. Lo inicié en la época de la pandemia que por supuesto nos hizo reflexionar mucho a todos y a todas sobre la vulnerabilidad de lo humano y me pareció que era un buen momento para hacer un poquito de síntesis de lo que viví durante estos ochenta años.
No quería hacer en ese momento otro libro, tengo diez libros publicados que son más académicos, que escribí unos durante la Universidad Nacional, pero siempre con un fin que era contagiar a las mujeres de los derechos y todo eso, de lo que podían construir ellas en relación a sus vidas. Entonces esta vez yo quería solamente pensar un poco en lo mío, en lo que había hecho, en lo que Colombia me cambió, quería que sea algo más personal sabiendo que son fragmentos de vida. Es exactamente eso, es tejer recuerdos y me pareció muy rica escoger la palabra del tejido, las mujeres somos especialistas en tejer también emociones, en tejer pedazos de vida y es eso lo que traté de hacer.
Es un libro que se inicia en 1943 cuando nazco justamente en un país en guerra, con los bombardeos, mi madre no tiene casi tiempo de llegar a una clínica para que yo pueda nacer, mis hermanos estaban en el sótano durante todos los bombardeos, y va hasta 2023, digamos que casi 2024. Se lanza este libro en la feria el 27 de abril a las 2:30 de la tarde.
Fue un libro difícil porque uno no se puede, como lo digo al principio en la introducción, uno nunca se puede conocer de verdad, uno no se puede sino contar. Es lo que uno cuenta, lo que uno se acuerda, que son fragmentos de memorias. Es decir, que significa realmente que es eso la vida que uno tiene, es la vida que uno se cuenta y la que uno recuerda y no es la verdadera vida finalmente; se llama Fragmentos de vida, se lanzó en la Filbo en diálogo con las escritoras Marta Orrantia y Gloria Susana Esquivel; pero quizá se pueda hacer un lanzamiento allá también en Pereira.
¡Claro! Que la inviten a la “Feria Paisaje, café y libro” en octubre.
Es un libro de un tono muy distinto de todos mis otros libros que eran más académicos. A veces yo escribía dos páginas y las borraba enseguida porque decía: “No Florence, tú otra vez estás tratando de convencer del feminismo, de que los hombres son patriarcas y todo eso ¡No!”. Es un libro mucho más cerca a la vida, más cerca de la piel, más cerca de las emociones, más cerca de los amores y de los desamores, más cerca de mis hijos también.
Tuve dos hijos varones y estuve muy feliz de tener varones y no hijas porque cuando llegué a Colombia yo sabía que era demasiado difícil la vida de una mujer, sobre todo en la época en la que les estoy contando en los años setenta, ochenta, noventa, entonces yo realmente quería tener solamente varones, los tengo que son “pequeños patriarcas” probablemente pero son siempre muy bellos y son súper solidarios con su madre, cada vez que hacía gritos en la Plaza de Bolívar con otras mujeres ellos estaban muy cerca y me acompañaron muchas veces en las marchas, son hijos muy bellos en ese sentido.
Ahora hagamos un salto hacia atrás. Ya dije en la introducción que se están cumpliendo treinta años de la primera edición del libro “Los estragos del amor” (Universidad Nacional, 1994), resultado de una investigación que podríamos llamar de base, porque hasta aquel momento la academia en Colombia no se fijaba en tal temática.
Usted utiliza el método de la semiótica cultural y el análisis de contenido temático, nos propone una mirada crítica de los discursos amorosos en la canción, en el consultorio sentimental radial, en revistas femeninas, en la fotonovela, en la telenovela y en el dramatizado unitario. Antes de llegar a esta altura del libro, la autora delimita el concepto, luego hace un recorrido histórico con gran capacidad de síntesis sobre el amor y sus huellas en la historia, comparte una reflexión sobre el amor como fenómeno constitutivo de la subjetividad partiendo del estudio de algunos mitos y describe las categorías que aplica en la investigación.
Cabe resaltar el placer estético que se puede experimentar desde la cubierta y las imágenes interiores de la obra artística de María de la Paz Jaramillo a manera de separadores pegados manualmente. Maestra Florence, tres décadas después de la publicación, ¿tuvo usted retroalimentación de los hombres y las mujeres que leyeron el texto?
Pues no tanto hombres, porque en ese momento todavía estaba en un ambiente muy académico, es un libro académico de todas maneras con una metodología como tú lo contaste muy bien, basada sobre la semiología, los análisis del discurso, análisis de las imágenes y todo eso en relación con fotonovelas, telenovelas, los consultorios sentimentales, cosas que inclusive ya no existen actualmente. Ha cambiado tanto el mundo con las redes sociales, con lo digital y todo esto.
Yo no sabía que este libro está cumpliendo treinta años, que bueno que tú me lo recuerdes, lo saqué de la biblioteca, lo estoy mirando y es verdad que fue ilustrado por María de la Paz con unas imágenes muy bellas. Es una edición muy linda. Y lo que pienso mirándolo ahora, es que las cosas han cambiado tanto tanto que es rico que se haya hecho eso, pero este salto ahora con el 2024 y lo que los jóvenes escuchan o viven en relación a los medios es tan distinto que no sé. Yo lo miro ahora con nostalgia un poco, pero tal vez no todo ha cambiado, tal vez en relación a las conclusiones sobre el amor yo creo que todo no ha cambiado.
En ese sentido creo que el amor no cambió demasiado, sino que hay otras maneras y otros canales para expresarlo, otras maneras de hablar del amor, hay otros vocabularios ahora y hay otras complicaciones. Estamos en un momento en que hablamos de diversidades en cuanto a género, diversidades identitarias, entonces ahora se complicó con los amores lésbicos, con los amores homosexuales, con los amores transgénero, es decir, es impresionante lo que ha cambiado en relación a cuando llegué a Colombia, por supuesto. Eso complejiza enormemente, pero yo creo que en el fondo el amor sigue produciendo las mismas felicidades y los mismos estragos.
La conferenciante
A propósito, en una de sus conferencias la escuché afirmar una suerte de aforismo mordaz, aunque habrá quien lo llame un cuestionamiento al modo masculino de actuar en tres tipos de relación. Usted dijo: “Los colombianos son excelentes amigos, regulares amantes y pésimos maridos”. Cabe preguntarle entonces si ¿la evidencia empírica de aquel tiempo permanece igual para ratificarse hoy o si hay un cambio positivo en las nuevas masculinidades que están emergiendo?
Bueno, “pésimos maridos”, finalmente sí hay que tomar eso con seriedad un poco. Yo me referiría entonces a los feminicidios, prácticamente un feminicidio diario en Colombia. Es decir, todavía está muy anclado en el patriarcado el “Si tú no eres mía, tú no serás de nadie y prefiero matarte”; feminicidio es un inmenso capítulo del feminismo actualmente, de las políticas públicas por supuesto. Es algo atroz, abominable, que no sabemos cómo acabar con eso, es decir, el feminicidio es algo monumental y yo creo que los patriarcas, los hombres todavía educados en este ambiente machista y todo esto no soportan la autonomía hoy de las mujeres, no han soportado la revolución de las mujeres. Hay muchos casos en los que podríamos resumir eso y no soportan una mujer que les dice: “Yo me voy, yo ya no te amo, yo me llevo los hijos y yo puedo sin ti, tranquilo”. Eso sería pésimos maridos.
Lo de “regulares amantes” es una manera de decir, era como chistoso. Yo creo que los hombres han aprendido mucho también a partir de todo el trabajo de las feministas sobre el deseo de las mujeres, sobre la palabra de las mujeres en el amor, sobre el hecho de que nosotras también deseamos, también tenemos un cuerpo muy distinto del cuerpo masculino y toca que los hombres aprendan a conocerlo. Han aprendido seguramente, yo hablo de mi época, por supuesto.
Usted es una mujer irreverente, muy honesta, muy liberal en su pensamiento, en una columna –yo la he seguido muchos años– dijo que le gustaría pasar una noche con Miguel Bosé, ¿Alguna vez tuvo respuesta?
Ya no, ya no porque Miguel Bosé cambió mucho. Ya me retracto.
La invito a elaborar una suerte de Top 3, digamos así, de tres mujeres en la literatura de Colombia, sus favoritas claro; otro Top 3 de mujeres en la política del Siglo XX o del Siglo XXI y, por último, tres pensadoras feministas imprescindibles para las jóvenes que se están formando en este campo.
En la literatura yo diría que Marvel Moreno, En diciembre llegaban las brisas; Piedad Bonnett y Laura Restrepo
En política es difícil, yo diría que una mujer que fue ministra de Agricultura muy poco tiempo con Petro, Cecilia López. Me gustó esta la economista que además fue la primera en hablar de la economía del cuidado, que es capítulo inmenso actualmente en el feminismo y apasionante todo lo que significa la economía del cuidado. Esmeralda Arboleda en los viejos tiempos, fue primera congresista, primera ministra y la lucha de ella es una cosa que a mí siempre me ha gustado mucho hablar, porque imagínense que logró que las mujeres pudieran votar, es decir, el voto se instaura en Colombia durante una dictadura militar. Es el único país del mundo que ha logrado el voto durante una dictadura militar.
Y voy a decir que me gustó mucho, pero eso sí todo el mundo no está de acuerdo y me pueden criticar en eso y no importa, voy a decir Claudia López. Me gusta la manera en que ella manejó la pandemia, la manejó muy bien. Claudia López era la primera alcaldesa mujer en Bogotá y lesbiana, ahí con una esposa y eso me parece un gran avance para Colombia. Claudia es una mujer a la cual le cabía Bogotá en la cabeza. Una mujer que tenía a veces mal carácter. Sí, a veces tenía que levantar la voz porque si no le caminaban encima, por supuesto, a veces eso lo tienen que entender los hombres.
Te voy a decir tres pensadoras feministas. Yo creo que las jóvenes de hoy deberían también leer de Simone de Beauvoir El segundo sexo. Yo no sé si todavía lo leen. Toda mi generación de feministas leímos, devoramos, nos gustó, nos puso a debatir, fue extraordinario. Para que las jóvenes hoy se den cuenta de lo que significa un poco tratar de cambiar el mundo de las mujeres deberían leer Historia de las mujeres, que con Michell Perrot que es una mujer historiadora, que son diez tomos que yo tengo en mi casa por supuesto, pero que se consigue en bibliotecas, que es apasionante porque es una historia que se mete también en la vida privada de las mujeres, que nos muestra cómo vivían las mujeres desde la antigüedad pasando después en la colonia y en todo eso, es apasionante y creo que nos permite realmente enfrentar un poco la cultura patriarcal y darnos cuenta en lo largo de los siglos lo que ha hecho con las mujeres. Eso es muy interesante y creo que eso es lo que deberían hacer las jóvenes, meterse en la historia.
Hay un capítulo del feminismo que me apasiona que se llama “El feminismo antes del feminismo”. Es decir, descubrir todas estas mujeres que se la jugaron. No sé si has oído y las mujeres que leen, hablar de una mujer llamada Betsabé Espinal, 1920 en Bello, Antioquia. Una obrera textilera que organiza una huelga que dura más de un mes. O sea, en ese tiempo 1920, porque estaban súper maltratadas porque había acoso sexual por los capataces, ellas no podían hablar, no tenían derecho de ir al baño, trabajaban casi doce horas al día. Es bellísima esta historia. Hay que conocer estas historias. Hay que evidentemente conocer lo que todas estas mujeres que se la jugaron para abrir camino, que ni siquiera era camino, eran trochas para que podamos empezar a caminar nosotras.
La columnista
Por último, ¿cómo llegó a publicar la columna en El Tiempo, la casa de “los Santos”, ud. que no tiene nada de santa, y desde hace cuánto?
Lo cuento en mi nuevo libro, es una historia un poco extraña. Hace veinticinco años que estoy con El Tiempo, más o menos. Fue a propósito del reinado nacional de la belleza, realmente estaba exasperada por lo que decían los medios de comunicación, los periodistas en relación a las mujeres que se presentaban en este reinado. Y un día me puse a escribir un pequeño artículo sobre esto, comparando este reinado de belleza con una feria de ganado. Que efectivamente yo asistí una vez en mis viajes para hacer conferencias, me invitaron a una feria de ganado –sí, es así como es la vida–. Y cuando vi las vacas desfilar, y que medían sus ubres y todo esto, me dije es lo mismo que un reinado de belleza.
Ese artículo corto lo mandé a Enrique Santos, que era codirector del periódico, sin saber si iba a publicarlo o no. Y tuvo bastante resonancia este artículo. Después de esto Enrique Santos me llamó y me ofreció una columna quincenal. Es así como fue mi llegada a El Tiempo.
Es un aprendizaje efectivamente, no es fácil porque son solo tres mil caracteres en los que tienes que resumir un asunto, y para mi era evidentemente relacionado con los derechos de las mujeres, con un poco mi papel en ese momento en mi feminismo que quería propagar y quería contagiar a las mujeres. Digo que es un aprendizaje porque al principio me costaba mucho trabajo hacer una columna de tres mil caracteres solamente, cuando había escrito investigaciones en libros y es otra cosa completamente distinta. Y ahora me cuesta menos.
Yo hablé hace poco con el nuevo director, Andrés Monpotes, y le dije: Andrés, ya no quiero más, pude llevar esa tarea lo mejor posible y quiero descansar. El me respondió: no, no, no te voy a dejar descansar. Tu vas a seguir siquiera una vez al mes. Entonces mi columna aparece en El Tiempo cada primer miércoles de mes.
Madame Florence, me encanta escucharla con esa pasión y también con su buen sentido del humor. Me siento feliz y agradecido con la vida porque pudimos conversar.. Así que mil gracias por aceptar esta “cita”.
Te agradezco mucho porque pocas veces, te lo voy a decir, he tenido entrevistas con alguien que había leído, que conocía el tema, estuve muy feliz y hubiera podido hablar dos días más.