Molo Cebrián y el cuerpo como termómetro emocional
El español Molo Cebrián habla sobre “Entiende tu mente”, el pódcast de psicología que realizó con Luis Muiño y Mónica González, y lo que ha aprendido en el camino.
El pódcast “Entiende tu mente” ya lleva casi cinco años. ¿En este tiempo ha sentido que realmente se ha desmitificado hablar de temas de salud mental?
Desde luego que ha habido una apertura increíble. Cuando nosotros empezamos, vimos que la escucha se incrementaba de forma exponencial, pero lo que nos llegaba de retroalimentación es que era un método muy íntimo. Es decir, la gente lo oía sin decírselo a nadie, porque se siente hasta incómodo tener ciertos sentimientos. Piensas que eres la única persona que los tiene. Diría que en los últimos dos años hemos visto cómo crece también la escucha de puertas para afuera. La gente comparte abiertamente que está oyendo este pódcast, que le ha caído muy bien y que ha descubierto cosas sobre sí misma. Ahora no nos da tanto apuro compartir contenidos sobre temas de salud mental.
Quizás el formato del pódcast contribuye a esa sensación de intimidad para hablar de estos temas…
Es parte de la maravilla del pódcast: la comunicación es siempre de tú a tú, es individual, generalmente con audífonos. En España, generalmente los comunicadores más antiguos de la radio hablan mucho en plural. En el pódcast lo ideal es hablarle directamente a cada individuo, como si estuviéramos a su lado. Intentamos ser lo más naturales posible y eso hace que el oyente nos considere amigos.
¿Hay temas que siguen siendo difíciles de abordar?
Hablamos de muchos temas que, aunque hasta hace poco estaban muy escondidos, son más comunes. Es decir, trastornos vinculados con la ansiedad o la depresión. Esos temas son muy frecuentes, que si no los hemos vivido en primera persona, los hemos vivido por una persona cercana. Cerca del 30 % de quienes a lo largo de su vida van a pasar por un momento de ansiedad grave. Pero hay otros asuntos más complejos donde todavía nos cuesta mucho meternos, por ejemplo, trastornos graves de la mente, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Todavía hay mucho tabú, desconocimiento, miedo y los que los sufren representan un 2-3 % de la población. Es mucha gente y quedan muchos temas por abrir, hemos hecho un gran salto, pero hay que seguir trabajando.
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Usted es también comunicador de formación y trabajó mucho tiempo en emisoras de radio. Hablemos de la responsabilidad que tienen los medios de comunicación para tratar temas delicados, como el suicidio.
Pienso que todos los comunicadores sociales deberíamos formarnos en cómo comunicar los temas de salud mental, porque tenemos mucha responsabilidad en ello. En el caso particular del suicidio, se habla de que sí existe un efecto contagio. De hecho, hay datos de cómo se han podido replicar formas de fallecer por suicidio, porque se ha dado a conocer que las utilizó una persona famosa. Tradicionalmente, solo se ha puesto el foco en ese efecto contagio, pero hay otro efecto que llamamos papageno, que es justo el de contar las noticias de una forma adecuada y que produce lo contrario: que la persona que tiene ideación suicida vea una luz en ese túnel en el que está. Deberíamos formarnos para eso, para que la persona que lee una información sobre el tema encuentre vías de ayuda. Los efectos contagio y papageno están demostrados, pero deberíamos aprovechar esa responsabilidad que tenemos los de los medios no para conseguir clics, sino para dar una esperanza a quienes están en el túnel.
¿Qué ha aprendido de esta relación entre el cuerpo y la mente?
El cuerpo muchas veces es un semáforo, cuando no duermes bien es que algo que no quieres mirar está pasando. A nadie le gusta mirar lo que duele, pero cuando lo postergas el cuerpo te avisa de una u otra forma, porque las emociones tienen una parte fisiológica. Por ejemplo, cuando tienes miedo o ansiedad, el cuerpo puede elevar la tensión arterial o el nivel de cortisol. No vamos por un buen camino si no tenemos algo de tiempo para observar estas cosas. Es fácil decirlo, y animo a las personas a que miren su termómetro emocional, pero solo hay un pequeño porcentaje en el que podemos incidir para estar mejor. No podemos tampoco lastimarnos por aquello que no está en nuestras cartas.
¿En qué consiste el concepto del termómetro emocional?
Es un concepto que le he robado a Luis Muiño. Se basa en entender que cada persona es diferente y cuando hacemos un trabajo de autoconocimiento podemos saber cómo nos comportamos cuando no estamos bien emocionalmente. A lo mejor es algo tan sencillo como, en mi caso, no escucho música o me cuesta mantener la atención leyendo. Y a la vez te das cuenta de qué haces cuando estás bien y usas eso como una forma de intentar volver ahí.
¿Cómo fue su tránsito de la música y los medios al pódcast y la psicología?
Fue un tránsito que no fue automático, hubo una pausa de más de un año entre trabajar en radio a dar el salto a los pódcast. Yo que soy un apasionado de los medios de comunicación, y de la radio en particular, hubo un momento en el que sentí ese “burn out”. Luego confluyeron varias circunstancias: una, que empecé a estudiar la carrera de psicología; dos, estaba coqueteando con el pódcast como una vía de hacer lo que me apasiona, que es la comunicación, pero con esa libertad que echaba en falta en las radios en las que trabajé. Ahí fue el comienzo de todo con un pódcast de música alternativa que fue un poco previo a “Entiende tu mente”, que se llamaba “La hora alt”.
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¿En qué consistía esa libertad que anhelaba y que no le daban los medios tradicionales?
A libertad creativa. Cuando hacía radio musical tenía un modelo de contenido de programa que tenía que pasar por la validación de un director de antena y tenía que ajustarme a esas directrices. Lo que yo he hecho de forma independiente nunca hubiera sonado en las radios donde trabajé. Me refiero a la libertad de levantarte un día y decir “me apetece hacer esto” y hacerlo.
¿Qué movió la decisión de finalmente estudiar la carrera de psicología?
Habría dos posibles respuestas. La más romántica es que efectivamente a mí siempre me ha apasionado, he sido un devorador de contenido sobre ello. Antes de dejar los grandes medios convencionales para mí fue muy difícil tomar esa decisión, con todo lo que me había costado llegar allí. Y pasé por terapia y me funcionó muy bien y ese fue uno de los grandes desencadenantes de que luego me pusiera a estudiar psicología. El otro fue que cuando terminé de estudiar comunicación audiovisual quería seguir estudiando y tenía dos opciones: la que tomaron muchos de mis amigos, que era ir hacia el doctorado, o ir a por esos estudios que siempre me habían apasionado, pero que nunca me había atrevido a hacer.
¿Qué ha cambiado en el pódcast durante este tiempo?
“Entiende tu mente” se ha convertido en un conjunto de varios contenidos de psicología. Desde el verano pasado estamos incluyendo secciones nuevas, yendo al terreno más narrativo. Una de ellas se llama “Así somos”, que es hablar de psicología social a través de historias. Por ejemplo, en el último capítulo nos mandó un audio un oyente de Argentina que nos preguntó por una app que te permite preguntar de forma anónima. A raíz de eso, Luis contó la historia de un libro del siglo pasado en Francia, que fue una suerte del Cincuenta sombras de Grey de la época, y la persona que lo escribió estuvo en el anonimato. De ahí se saca el aprendizaje de qué puntos positivos y negativos tiene este anonimato. Y hemos tomado los “Apuntes de psicología”, que es tratar los temas más a profundidad.
¿Qué enseñanzas le ha dejado este camino?
Primero, saber que el porcentaje que puedes incidir en tu vida es un porcentaje pequeño. Es decir, tienes unas cartas de inicio y un margen de maniobra que no es del 100%, entonces quítate la responsabilidad de tener el control absoluto sobre tu vida porque no es posible. Segundo, animo a leer mucho sobre derechos asertivos. La asertividad la podemos entender, cuando hablamos de comunicación, como una forma de interactuar con los demás en la que tú tienes el mismo respeto hacia los demás que tienes hacia ti mismo. Eso me cuesta a mí mucho, yo prefería perder para que el otro ganara. Es decir, respetaba más al otro que a mí. Tercero, aceptar que somos personas imperfectas, validando todas nuestras emociones. En el último capítulo del libro hablamos sobre esto, compartimos varios estudios y la conclusión es que en cuanto más te conozcas en tus puntos flojos y fuertes, generalmente más puntúas en autoestima.
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El pódcast “Entiende tu mente” ya lleva casi cinco años. ¿En este tiempo ha sentido que realmente se ha desmitificado hablar de temas de salud mental?
Desde luego que ha habido una apertura increíble. Cuando nosotros empezamos, vimos que la escucha se incrementaba de forma exponencial, pero lo que nos llegaba de retroalimentación es que era un método muy íntimo. Es decir, la gente lo oía sin decírselo a nadie, porque se siente hasta incómodo tener ciertos sentimientos. Piensas que eres la única persona que los tiene. Diría que en los últimos dos años hemos visto cómo crece también la escucha de puertas para afuera. La gente comparte abiertamente que está oyendo este pódcast, que le ha caído muy bien y que ha descubierto cosas sobre sí misma. Ahora no nos da tanto apuro compartir contenidos sobre temas de salud mental.
Quizás el formato del pódcast contribuye a esa sensación de intimidad para hablar de estos temas…
Es parte de la maravilla del pódcast: la comunicación es siempre de tú a tú, es individual, generalmente con audífonos. En España, generalmente los comunicadores más antiguos de la radio hablan mucho en plural. En el pódcast lo ideal es hablarle directamente a cada individuo, como si estuviéramos a su lado. Intentamos ser lo más naturales posible y eso hace que el oyente nos considere amigos.
¿Hay temas que siguen siendo difíciles de abordar?
Hablamos de muchos temas que, aunque hasta hace poco estaban muy escondidos, son más comunes. Es decir, trastornos vinculados con la ansiedad o la depresión. Esos temas son muy frecuentes, que si no los hemos vivido en primera persona, los hemos vivido por una persona cercana. Cerca del 30 % de quienes a lo largo de su vida van a pasar por un momento de ansiedad grave. Pero hay otros asuntos más complejos donde todavía nos cuesta mucho meternos, por ejemplo, trastornos graves de la mente, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Todavía hay mucho tabú, desconocimiento, miedo y los que los sufren representan un 2-3 % de la población. Es mucha gente y quedan muchos temas por abrir, hemos hecho un gran salto, pero hay que seguir trabajando.
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Usted es también comunicador de formación y trabajó mucho tiempo en emisoras de radio. Hablemos de la responsabilidad que tienen los medios de comunicación para tratar temas delicados, como el suicidio.
Pienso que todos los comunicadores sociales deberíamos formarnos en cómo comunicar los temas de salud mental, porque tenemos mucha responsabilidad en ello. En el caso particular del suicidio, se habla de que sí existe un efecto contagio. De hecho, hay datos de cómo se han podido replicar formas de fallecer por suicidio, porque se ha dado a conocer que las utilizó una persona famosa. Tradicionalmente, solo se ha puesto el foco en ese efecto contagio, pero hay otro efecto que llamamos papageno, que es justo el de contar las noticias de una forma adecuada y que produce lo contrario: que la persona que tiene ideación suicida vea una luz en ese túnel en el que está. Deberíamos formarnos para eso, para que la persona que lee una información sobre el tema encuentre vías de ayuda. Los efectos contagio y papageno están demostrados, pero deberíamos aprovechar esa responsabilidad que tenemos los de los medios no para conseguir clics, sino para dar una esperanza a quienes están en el túnel.
¿Qué ha aprendido de esta relación entre el cuerpo y la mente?
El cuerpo muchas veces es un semáforo, cuando no duermes bien es que algo que no quieres mirar está pasando. A nadie le gusta mirar lo que duele, pero cuando lo postergas el cuerpo te avisa de una u otra forma, porque las emociones tienen una parte fisiológica. Por ejemplo, cuando tienes miedo o ansiedad, el cuerpo puede elevar la tensión arterial o el nivel de cortisol. No vamos por un buen camino si no tenemos algo de tiempo para observar estas cosas. Es fácil decirlo, y animo a las personas a que miren su termómetro emocional, pero solo hay un pequeño porcentaje en el que podemos incidir para estar mejor. No podemos tampoco lastimarnos por aquello que no está en nuestras cartas.
¿En qué consiste el concepto del termómetro emocional?
Es un concepto que le he robado a Luis Muiño. Se basa en entender que cada persona es diferente y cuando hacemos un trabajo de autoconocimiento podemos saber cómo nos comportamos cuando no estamos bien emocionalmente. A lo mejor es algo tan sencillo como, en mi caso, no escucho música o me cuesta mantener la atención leyendo. Y a la vez te das cuenta de qué haces cuando estás bien y usas eso como una forma de intentar volver ahí.
¿Cómo fue su tránsito de la música y los medios al pódcast y la psicología?
Fue un tránsito que no fue automático, hubo una pausa de más de un año entre trabajar en radio a dar el salto a los pódcast. Yo que soy un apasionado de los medios de comunicación, y de la radio en particular, hubo un momento en el que sentí ese “burn out”. Luego confluyeron varias circunstancias: una, que empecé a estudiar la carrera de psicología; dos, estaba coqueteando con el pódcast como una vía de hacer lo que me apasiona, que es la comunicación, pero con esa libertad que echaba en falta en las radios en las que trabajé. Ahí fue el comienzo de todo con un pódcast de música alternativa que fue un poco previo a “Entiende tu mente”, que se llamaba “La hora alt”.
Le sugerimos: “A mí me mueve lo que siento”: Nanpa
¿En qué consistía esa libertad que anhelaba y que no le daban los medios tradicionales?
A libertad creativa. Cuando hacía radio musical tenía un modelo de contenido de programa que tenía que pasar por la validación de un director de antena y tenía que ajustarme a esas directrices. Lo que yo he hecho de forma independiente nunca hubiera sonado en las radios donde trabajé. Me refiero a la libertad de levantarte un día y decir “me apetece hacer esto” y hacerlo.
¿Qué movió la decisión de finalmente estudiar la carrera de psicología?
Habría dos posibles respuestas. La más romántica es que efectivamente a mí siempre me ha apasionado, he sido un devorador de contenido sobre ello. Antes de dejar los grandes medios convencionales para mí fue muy difícil tomar esa decisión, con todo lo que me había costado llegar allí. Y pasé por terapia y me funcionó muy bien y ese fue uno de los grandes desencadenantes de que luego me pusiera a estudiar psicología. El otro fue que cuando terminé de estudiar comunicación audiovisual quería seguir estudiando y tenía dos opciones: la que tomaron muchos de mis amigos, que era ir hacia el doctorado, o ir a por esos estudios que siempre me habían apasionado, pero que nunca me había atrevido a hacer.
¿Qué ha cambiado en el pódcast durante este tiempo?
“Entiende tu mente” se ha convertido en un conjunto de varios contenidos de psicología. Desde el verano pasado estamos incluyendo secciones nuevas, yendo al terreno más narrativo. Una de ellas se llama “Así somos”, que es hablar de psicología social a través de historias. Por ejemplo, en el último capítulo nos mandó un audio un oyente de Argentina que nos preguntó por una app que te permite preguntar de forma anónima. A raíz de eso, Luis contó la historia de un libro del siglo pasado en Francia, que fue una suerte del Cincuenta sombras de Grey de la época, y la persona que lo escribió estuvo en el anonimato. De ahí se saca el aprendizaje de qué puntos positivos y negativos tiene este anonimato. Y hemos tomado los “Apuntes de psicología”, que es tratar los temas más a profundidad.
¿Qué enseñanzas le ha dejado este camino?
Primero, saber que el porcentaje que puedes incidir en tu vida es un porcentaje pequeño. Es decir, tienes unas cartas de inicio y un margen de maniobra que no es del 100%, entonces quítate la responsabilidad de tener el control absoluto sobre tu vida porque no es posible. Segundo, animo a leer mucho sobre derechos asertivos. La asertividad la podemos entender, cuando hablamos de comunicación, como una forma de interactuar con los demás en la que tú tienes el mismo respeto hacia los demás que tienes hacia ti mismo. Eso me cuesta a mí mucho, yo prefería perder para que el otro ganara. Es decir, respetaba más al otro que a mí. Tercero, aceptar que somos personas imperfectas, validando todas nuestras emociones. En el último capítulo del libro hablamos sobre esto, compartimos varios estudios y la conclusión es que en cuanto más te conozcas en tus puntos flojos y fuertes, generalmente más puntúas en autoestima.
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