Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Cómo se inició en este oficio?
No era un camino con el que hubiera soñado. No es muy usual que alguien diga que quiere ser tatuador. Tenía otros sueños, pero llegó la pandemia y, en medio del encierro y la cuarentena, decidí que tenía que hacer algo para entretenerme e invertir mi tiempo. Sufro de ansiedad y depresión, por lo que buscaba mil maneras de hacer algo. Llegué a este mundo porque mi hermano ya estaba en él. A mí me habían gustado los tatuajes desde los 15 años, cuando me hice el primero, pero nunca lo consideré como una carrera. Soñaba con estudiar psicología, pero mi hermano en la pandemia me sugirió comenzar a tatuar, sobre todo porque desde el colegio me gustó dibujar y era buena en eso, aunque crecí en un entorno en el que no nos impulsaban mucho hacia el arte. Me puse a buscar y aprendí mucho a través de cursos e información que encontraba en internet, me senté varias horas al día a estudiar y mi hermano me acompañó mucho durante ese período, y en el momento en el que empecé a practicar. Estuve haciendo esto durante unos tres meses antes de empezar a tatuar.
¿Cómo fue practicar en un momento en el que no se podía ver a otras personas?
Soy muy miedosa, me da mucho aventarme a algo, sabiendo que esto es tan trascendental para las personas. Para ese momento tenía la opción de la piel sintética, que era muy similar en textura y profundidad, y para ensayar técnica era muy buena, pero no la pude conseguir por la pandemia. Por eso tuve que practicar en foaming y de ahí pasé a hacer mi primer tatuaje en piel. Me daba mucho miedo pensar en que podía dañarle la piel a alguien, así que la primera vez que hice un tatuaje, me lo hice a mí misma.
¿Los tatuajes la han ayudado a afrontar la depresión y la ansiedad?
Sí, definitivamente. Siento que el tatuaje en muchos puntos de mi vida me ha salvado o ha sido la parte que realmente me mantiene a flote cuando internamente me estoy hundiendo. Hay momentos en los que me cuesta mucho poder continuar en mi vida con aspectos laborales y personales, pero gracias a los tatuajes he reaccionado y retomado. Esto es lo único que me mantiene alineada. Es lo mejor que me ha pasado a nivel profesional, personal y mental.
¿Cómo relaciona su interés por la psicología con la labor que ejerce?
Es una puerta increíble. No me siento tan alejada de la psicología, porque el tatuaje es algo que me hace conectar muchísimo con las personas. He conocido muchas historias y las personas pueden abrirse a mí y yo a ellas, es impresionante. En mi carrera me gustaría mantener mi esencia y seguir conectando de manera real con las personas. A veces, en un tatuaje que me toma 30 minutos, duro cera de una hora hablando con el cliente para conocerlo mejor. Siento que en el momento que tatúo nos estamos transmitiendo energías. Esto es muy importante, porque esto es algo trascendental que estará en la piel de alguien durante mucho tiempo. Entre tantas personas, ese cliente me eligió a mí y confío en que esa elección va ligada a que ellos me dejan a mí algo y se llevan una parte de mí también. El tatuaje es una forma de conectarse con el otro.
¿Qué siente al momento de empezar a tatuar a una persona?
Siento mucha gratitud: alguien me está permitiendo tocar su cuerpo de esta manera. Sé que es realmente importante, ya que toman esta decisión pensando en llevar la tinta potencialmente toda su vida. A veces los tatuajes tienen significados que me hacen llorar y, aunque parezca algo minúsculo, intento darle el valor que merece.
¿Cuál ha sido el tatuaje más difícil que ha hecho?
Fue uno para una clienta muy especial para mí. Estaba ligado a la pérdida de su hijo. Cuando recuerdo esa historia me dan ganas de llorar.
Más allá de la conexión con el otro, ¿para usted qué representa el acto de tatuar a alguien?
Me parece increíble que me elijan a mí entre tantas personas, que lo hagan por mi arte, porque les gusta mi trabajo y la forma en la que puedo plasmar sus ideas. Valoro mucho el hecho de que las personas lleven mi arte en sus pieles.
¿Cómo cree que ha cambiado la aproximación de las nuevas generaciones frente a los tatuajes?
Ha cambiado muchísimo. En un momento fue algo muy fuerte y se consideraba un tabú, hoy sigue siendo así en algunos casos. Creo que la percepción de un tatuaje depende mucho del área del cuerpo en la que se haga y del país en donde uno esté. Es muy gratificante pensar que en el futuro las próximas generaciones no experimentarán este tabú. Todavía veo a personas que, por el trabajo u otras circunstancias, se deciden por lugares escondidos, pero me alegra saber que el miedo al juicio ajeno se ha ido perdiendo.
¿Cuáles cree que son las cualidades más importantes que debe tener un tatuador?
Debe tener talento artístico y eso va muy ligado a la disciplina. Eso es realmente lo que a uno lo marca y define hasta donde uno puede llegar. Uno puede ser muy talentoso, pero sin constancia y ganas no se logra nada. He visto personas que tienen esa destreza, pero no tienen la disciplina que se requiere y ahí se quedan, pero sé de otras que no tienen el talento innato, pero su dedicación hace que triunfen y lo desarrollen en el proceso.