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Ernesto Sastre y la coincidencia que se convirtió en una conquista olímpica

La esgrima se cruzó en la vida de Ernesto Sastre a sus treinta y dos años, y desde entonces se convirtió en un capítulo fundamental de su existencia. Las competencias nacionales e internacionales y el esfuerzo diario que hizo con la idea de participar en ellas lo llevaron a alcanzar el máximo escenario deportivo: los Juegos Olímpicos de Tokio 1964.

María José Noriega Ramírez
16 de agosto de 2021 - 02:00 a. m.
El florete y la espada fueron la especialidad de Ernesto Sastre. Sus entrenadores, entre los cuales figuraron maestros de Colombia, Hungría, Francia e Italia, se lo hicieron saber.
El florete y la espada fueron la especialidad de Ernesto Sastre. Sus entrenadores, entre los cuales figuraron maestros de Colombia, Hungría, Francia e Italia, se lo hicieron saber.
Foto: El Espectador

Crecer y tener como referentes a los tres mosqueteros y al Zorro, mientras surgía dentro de sí un gusto por las posiciones y la acción de combate. Imitar algunos de los movimientos de la esgrima, sin pensar que llegaría el día en el que ese deporte se convertiría en su vida, y mucho menos que lo llevaría a competir en escenarios nacionales e internacionales, hasta alcanzar los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964. Reconocer que la esgrima se le presentó casi de forma accidental y admitir que ahora, con más de nueve décadas de vida, no se puede...

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