Escribir y pintar: libros ilustrados
El próximo 18 de abril se inaugura la Feria del libro de Bogotá 2023. A propósito de este evento, hablamos sobre la relación entre la escritura y la ilustración: la oferta de estas obras crece y sus temáticas o enfoques van más allá del universo infantil.
Sandra Ladrón de Guevara Güete
Escribir y pintar, ejercicios de lo gráfico y de la lectura, han tenido esa relación de hermanos entre la confluencia, la soledad y el diálogo. Desde las iluminaciones en los libros medievales, pasando por Paul Gustave Doré, quien se podría decir que fue un precursor en la ilustración de libros, las imágenes han acompañado a la escritura desde hace mucho tiempo. En los libros ilustrados producidos en las propuestas editoriales contemporáneas se encuentran escritura e ilustración para contar historias de las más diversas naturalezas.
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Escribir y pintar, ejercicios de lo gráfico y de la lectura, han tenido esa relación de hermanos entre la confluencia, la soledad y el diálogo. Desde las iluminaciones en los libros medievales, pasando por Paul Gustave Doré, quien se podría decir que fue un precursor en la ilustración de libros, las imágenes han acompañado a la escritura desde hace mucho tiempo. En los libros ilustrados producidos en las propuestas editoriales contemporáneas se encuentran escritura e ilustración para contar historias de las más diversas naturalezas.
Son ampliamente conocidos los libros de cuentos infantiles ilustrados donde se siguen las escenas pintadas, las nubes de diálogos, los elementos en pop-up; también estamos familiarizados con las historietas, los comics, el manga, los cuales convocan a muchos interesados en encuentros especializados por todo el mundo, como el SOFA de Bogotá o la Comic Con Medellín. De la misma forma podemos encontrar obras de literatura clásicas ilustradas como los cuentos de Edgar Alan Poe o las novelas de Gabriel García Márquez, con un ejercicio de ilustración que deja de ser tímido y al margen, y ahora pasa a ser sustancia de la lectura. Por la misma línea y con mayor compromiso de la imagen, la novela gráfica instala el relato en la ilustración y desarrolla toda su expresividad a través de ella.
Literatura infantil y juvenil
Lo anterior nos hace recordar que los libros ilustrados nunca han sido solo para niñas y niños. A cualquier edad seguimos leyendo imágenes como seguimos contando historias, por eso mismo las ilustraciones siguen siendo tan efectivas para contar los relatos concebidos para la niñez y la juventud, en el sentido de motivar el aprendizaje y el ejercicio de la lectura de textos escritos cada vez más largos y complejos. De esas experiencias que muchos tuvieron en la niñez con los libros como juguetes, con los dibujos y las historias, quedan memorables momentos para apreciar e insistir en adquirir libros que ilustran relatos para adultos.
Nos cuenta Andrés Arenas, librero de una de las tiendas del Fondo de Cultura Económica, que familias y docentes recurren a la literatura infantil y juvenil como un apoyo para hablar con niñas, niños y adolescentes de temas como la sexualidad, las emociones, la muerte, la inclusión, entre muchos otros asuntos, puesto que encuentran opciones diversas y gráficas para encarar conversaciones ineludibles.
Encuentro de lenguajes y creación
Las obras literarias y las historias en general, siempre han motivado la creación visual, pictórica y gráfica, o por lo menos la recreación imaginaria de historias, personajes y paisajes en la fantasía de quien las lee. Por eso, en ocasiones encontramos publicaciones compuestas solo con ilustraciones, sin palabras escritas, pero la mayoría de las veces leemos aquella simbiosis entre escritura e ilustración.
Los libros ilustrados son un encuentro entre dos procesos creativos que requieren esfuerzo, investigación, inspiración, técnica, talento, entre otra infinidad de elementos que hacen cada historia y cada trazo diferente y único. Este encuentro en un relato con imágenes, tiene el objetivo de agregar valor a la lectura puesto que la ilustración es evocadora de emociones, ideas, recuerdos, que posteriormente son mediados por las palabras (o no), al tiempo que la narración escrita evoca a través de las palabras. Por este esfuerzo de unir dos lenguajes artísticos, Wilson Mendoza, librero y fundador de Grámmata Librería, considera que “Pagarle a un ilustrador para que haga una ilustración específica de un libro, con una temática, con una línea definida, hace el libro más caro, pero le da una riqueza a nivel de contenido.”
Escribir y reescribir, bocetar, probar materiales, releer, corregir en voz alta y con otro pincel, jugar con los tiempos del relato, decidir el trazo, elegir la voz en tercera o en primera persona, componer escenas, generar la paleta de colores, ser coherente con el tono de la narración, mostrar las historias paralelas evitando robarle foco a la trama principal, son algunas decisiones que deben tomarse para la creación de un libro ilustrado. Después de lograr un relato con sentido, viene la edición.
Manuela Correa, ilustradora de Tragaluz Editores, opina: “Este (quien ilustra) no debería sentirse supeditado al texto, sino encontrar formas de aportarle a la narración con sus ideas gráficas: Al final, de eso es lo que se trata un libro álbum: un texto y unas imágenes que se complementan”.
https://www.tragaluzeditores.com/como-ilustrar-un-libro-en-cinco-pasos/
Al leer
Hasta aquí enfocamos la literatura narrativa y la creación literaria en general que se acompaña con ilustraciones, pero no desconocemos otro renglón, no menos importante y algunas veces dependiente del material gráfico y la ilustración, como el que se compone de libros especializados en pintura, arquitectura, geografía, moda y una infinidad de disciplinas cuyo contenido no se comprende si no se ve de lo que se habla.
Desde el punto de vista de quien lee libros ilustrados, la diversidad de estos permite apreciar comparativamente los estilos de ilustración, tomarla como un objeto estético en sí misma, independiente de la historia escrita y también en relación con ella, ejercitar el gusto de lo visual al punto de elegir ilustradores preferidos, por los cuales se adquiere un libro con la misma ilusión de quien sigue una novelista o un poeta. Es así como ya se encuentra las obras que muestran, recuperan y publican el proceso de ilustración de artistas de la imagen, como el caso de Benjamin Lacombe.
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