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Leonardo Padura, escritor cubano y autor de El hombre que amaba a los perros, habló desde Panamá, en el festival literario “Centroamérica Cuenta”, sobre las letras y su país. El escritor aseguró que cree que Cuba vive una “distopía”, ya que le parece que es un mundo imaginario donde parece que nada cambia ni funciona, y, sin embargo, la sociedad sigue operando y experimentando “muchos cambios”, afirmó.
Asimismo, manifestó que prefiere quedarse en Cuba porque allí están sus “referentes” culturales y, que le emociona tener lectores en nación a pesar de que sus libros sean “invisibles” en los canales oficiales.
¿Está cambiando algo en Cuba?
Con Cuba pasa un problema, como el sistema sociopolítico económico es el mismo hace más de 60 años parece que no ocurre nada y en la sociedad cubana ocurren muchos cambios. Por ejemplo, ahora están estos pequeños emprendimientos privados que están aprovechando todos los espacios que la ineficiencia del Estado ha creado durante estos años.
Por otra parte, ha habido estas explosiones de inconformidad de la gente que han tenido una respuesta represiva muy dura. Y esa política de los Estados Unidos (...) piensan que con una política de enfrentamiento van a cambiar las cosas en Cuba y eso no ha fructificado y tampoco va a fructificar.
En el Macondo de Gabriel García Márquez el aire parece que no corre, mientras que en La casa de los Espíritus de Isabel Allende todo se mueve. ¿A qué se parece más Cuba?
Cuba se parece más a una historia de una distopía. Es ese lugar en el que se ha creado una estructura en la que las cosas funcionan con unos códigos muy específicos. Yo soy fumador, pero si me preguntas cuánto vale una caja de cigarrillos en Cuba no te sé decir. Y si me preguntas dónde los puedo comprar, tampoco te sé decir. El caso es que compro cigarrillos.
Todas las estructuras están alteradas y no se sabe exactamente cómo funcionan las cosas y, sin embargo, siguen funcionando.
¿Alguna vez habrá algún tipo de cambio importante en Cuba?
Espero que sí. Yo confío en la dialéctica. Pienso que sí, que puede haber. El tiempo dirá.
¿Se puede amar un lugar donde no se pueden vender los mismos libros que puede vender en otro país?
Si tú empiezas a tener una actitud de odio y de rechazo, te estás envenenando a ti mismo. El concepto de Cuba es mucho más grande que un gobierno. Mis libros se han publicado en Cuba, aunque los más recientes no han salido. La razón que me dicen es que falta papel, y realmente falta papel. Hemos publicado por vías alternativas y la gente de una forma u otra accede a mis libros. Entonces, sí soy invisible en los canales oficiales, pero de alguna forma soy visible para los lectores cubanos y eso es lo más importante.
¿Nunca ha pensado en dejar Cuba?
Lo pienso todos los días, pero también pienso que no debo hacerlo.
¿Por qué?
Porque es mi lugar; ahí está mi cultura, mi lengua, mi familia, mis referentes; ahí está mi literatura, mis personajes. Mis conflictos tienen que ver con esa realidad cubana.
¿Qué papel juegan actualmente los artistas cubanos?
Cada cual tiene que hacer su trabajo artístico y cada cual debe hacerlo desde sus condiciones, con sus perspectivas, con sus intereses. No le puedo decir a los otros cómo tienen que escribir o cómo tienen que actuar o pintar. Yo sé cómo tengo que escribir y escribo una literatura que interroga la realidad, que trata de mostrar y hacer una crónica de esa realidad.
¿Se ha reprimido muchas veces para escribir o le da igual?
No, no me da igual. Hay límites éticos que uno debe respetar.
Estamos viendo en América Latina presidentes como Javier Milei en Argentina o Nayib Bukele en El Salvador ¿Estamos condenados siempre a los extremismos?
Estamos viviendo una parodia, pero no hay mayor parodia que ver a (Donald) Trump en un juzgado en Nueva York o saber que la primera ministra de Italia (Giorgia Meloni) censura y lleva a juicio a los escritores. En Europa hay personajes como Milei y Bukele, y a veces incluso peores. No hay sociedad más perversa que la sociedad china y todo el mundo comercia con los chinos y les parece perfecto. Entonces no creo que seamos los peores del mundo ni mucho menos.