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La palabra
Llegó como si el idioma la estuviera esperando: Liternatura. Define con toda precisión la simbiosis entre ciertos escritores y su ámbito. Por ejemplo: José Eustasio Rivera y la selva (“¡Oh SELVA, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina!”), o Tomás González (“Primero estaba el mar”), o Sara Jaramillo Klinkert (“Escrito en la piel del jaguar”), o María Ospina Pizano (“Sólo un poco aquí”, novela narrada por pájaros y puercoespines, ganadora del premio Sor Juana Inés de la Cruz, en México). Se trata de aquella literatura en la cual la naturaleza (animal, vegetal, mineral), desempeña un papel protagónico.
El autor
La apariencia de Gabi Martínez contradice su condición de audaz explorador, de aventurero del mundo y de la literatura. Alto y flaco, su piel no parece quemada por el sol de África, de Australia, de China, del planeta. Su literatura no sólo penetra en los paisajes y en sus habitantes (seres humanos, animales, mitos, leyendas), sino también en las costumbres y tradiciones del lenguaje, desafiando, innovando. Buscando una palabra que permitiera escapar del inevitable nature writing cuando fuera necesario aludir a una literatura de la naturaleza, una palabra aglutinadora, capaz de articular el relato, gráfica, fácil, la encontró en 2018: liternatura. Era también una palabra apta para servir de trinchera en la lucha esencial de nuestro tiempo: la defensa del medio ambiente.
Gabi Martínez nació en Barcelona en 1971. Hijo de un pintor de paredes (pero que también escribía teatro para las escuelas, callado y modesto dramaturgo), las pintó también hasta la adolescencia, pero entonces descubrió su afición por los libros y, también, por el periodismo. A sus 19 años, un servicio militar en principio detestable se convirtió en un servicio civil a la cultura. Designado a cierta Unidad de Montaña, prestaba guardia en las noches, dejando libres los días para devorar (y digerir) la biblioteca. Siguieron tres años de periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona, los primeros desafíos periodísticos, casi de entre casa, pero enriquecedores y con claros visajes de contracultura, y, por fin, el primer viaje y el primer libro: a Marruecos y Sólo marroquí.
Lo que sigue no cabe en el espacio de una modesta crónica: 20 libros mal contados entre viajes (que a lo alto, a lo ancho y a lo profundo son más que simples libros de viajes), novelas, libros de no ficción… Gracias a su literatura sabemos, entre otras muchas cosas, que seguir las huellas fantasmales del Yeti en el Hindu Kush de Paquistán puede conducir a los talibanes y a la muerte; o que la Gran Barrera de Coral australiana, con sus 350.000 kilómetros cuadrados, es el animal más grande del mundo: el único animal visible desde el espacio. Cinco de sus libros fueron considerados entre los mejores publicados en lengua castellana en el año de su aparición. En el 2005 fue seleccionado como uno de los cinco autores más representativos de la nueva narrativa española. En el 2012 recibió el premio Continuará de la televisión catalana por su trayectoria literaria. Una obra traducida a diez idiomas cuya culminación -hasta ahora-, es Delta.
Delta
Para escribir Delta, Gabi vivió durante un año en la última casa que bordea el mar en la Isla de Buda, en el delta del Ebro. La primera casa que el mar engullirá en su avance inexorable propiciado por el cambio climático en un lugar paradisíaco de España. Sus relaciones con la naturaleza espléndida pero también amenazante y con los seres humanos de la vecindad, dieron forma a un libro experimental, al que concurren todas las voces en una polifonía biodiversa, desconocida y renovadora: su propia voz en primera y en tercera persona, las voces de los vecinos y las de otros escritores y las de los animales y las de los vegetales y las de los minerales…
Los Festivales
Fue nacer la palabra liternatura y comenzar a ejercer su imán aglutinante. Primero la adoptaron los clubes de lectura, las librerías, la Red de Centros de Información y Documentación Ambiental del Estado Español (RECIDA), y después los medios habituales, los diarios, la televisión, las redes… En octubre de 2018 se realizó en Barcelona el festival “Movistar Liternatura”. Tras un vacío postpandémico regresó desde el 2022. En 2023 llegó a Córdoba. También ese año se asomó a Los Ángeles. A partir del 2020 se lleva a cabo el Festival de Liternatura en Tamurejo, en la Siberia Extremeña, lejos del mundanal ruido y en medio de una naturaleza formidable, desde la cual es posible librar la lucha (intelectual), contra la catástrofe climática (no el cambio). Adicionalmente, aún recién nacida, la palabra comenzó a caminar sola: numerosas actividades en el ámbito del idioma español la incluyen sin mencionar paternidades.
Liternatura hondana
Asegurada la permanencia de los festivales en España, Gabi Martínez pensó en Hispanoamérica. Seix Barral, del Grupo Planeta, había editado sus últimas obras en Colombia. De modo que Gabi se comunicó con el editor literario del Grupo, Juan David Correa. Correa, quien ignoraba entonces que algunos meses más tarde sería nombrado ministro de Cultura, le recomendó una pequeña ciudad rica en historia y en cultura, situada en el centro del país y a orillas del Magdalena: Honda. Gabi entró entonces en contacto con quienes serían sus cómplices perfectos: Fernando Vicario, su compatriota, gestor cultural de sólida experiencia, que puso a su disposición su Fundación “Conexión 521”; y, a través suyo, Ángel Moreno, gerente del Centro Cultural del Banco de la República, y Jorge Rodríguez, director de la Casa Museo Alfonso López Pumarejo: un equipo de especialistas en eventos culturales.
Nació así el Primer Festival de Liternatura en Honda, en Colombia, en Hispanoamérica. Se llevó a cabo entre el 10 y el 12 de noviembre de 2023. El Espectador estuvo presente en el acontecimiento, a través de su joven redactora Laura Camila Arévalo (volvería para la segunda edición). Acudieron figuras relevantes de la literatura colombiana, como Sara Jaramillo Klinkert (“Escrito en la piel del jaguar”, “Donde cantan las ballenas”), o Ignacio Piedrahíta (“Grávido río”, “El velo que cubre la piedra”), o Velia Vidal (“Aguas de estuario”), y latinoamericana, como el novelista brasileño Joca Reines Terron (“Curva de rio sujo”, “La muerte y el meteoro”), además del propio Gabi Martínez y diversos protagonistas de la cultura local.
Liternatura 2024
La honda huella que en Honda dejó el primer festival abrió el camino para el segundo. Un acontecimiento literario propició uno de sus temas centrales: los 100 años de “La Vorágine”. La sala de exposiciones del Centro Cultural fue la sede de una exploración antológica del contenido y el significado de la novela, símbolo de nuestra literatura, entre Erna Von Der Valde (licenciada, magíster, doctora en Colombia, en Estados Unidos, en Inglaterra), y Germán Rey (prestigioso escritor, periodista, profesor universitario, exdirector del Centro Ático de la U. Javeriana).
Es probable que nunca antes hubiera “desembarcado” en el viejo puerto un conjunto de escritores, críticos, cronistas, especialistas en literatura de tan alto nivel como el que se hizo presente entre el 8 y el 10 de noviembre. Lo encabezó Tomás González. Situado en la cumbre de la literatura y, antes del nacimiento de la palabra, de la liternatura nacionales, reacio a presentarse en festivales y ceremonias, el escritor antioqueño acudió excepcionalmente. Discreto, como suele ocurrir con los seres humanos más valiosos, dio una lección de modestia, sentido del humor y profundidad de conceptos en su conversación con Gabi y con Juan David Correa (el Mincultura hizo en Honda una liternapausa en sus actividades de conmemoración de los 39 años de la tragedia de Armero, en la que murieron sus abuelos).
Se hicieron presentes también Vanessa Londoño, Santiago Wills, Diana Obando, Alfonso Buitrago, María del Rosario Aguilar, Federico Ríos, cuya suma de títulos universitarios, galardones, reconocimientos, publicaciones, no cabría en estas páginas, pero que permitieron diálogos y exposiciones fuera de lo común en materias como Naturaleza y conflicto, La narrativa de la naturaleza (“De jaguares e hipopótamos”, “Cuando habla el animal”, “El agua y la selva”, “Las plantas y más allá”), El periodismo y la naturaleza, El arte y la naturaleza, etc. Llegó, pero sólo a través del video, la escritora brasileña Morgana Kretzmann (“Agua Turva”), a quien la burocracia aeroportuaria le impidió viajar personalmente.
Y, subrayando cada actividad, la defensa del medio ambiente, la lucha contra el cambio climático. Brillo intelectual en escenarios particulares y propicios: la antigua estación del tren, hoy restaurada, el viejo Teatro Unión, que renace de entre sus ruinas, la Trilladora Gualí, recuperada lo justo para recibir grupos sin peligro de derrumbe, en la que parece palpitar el recuerdo de la época gloriosa en que todo el café de exportación se trillaba en Honda -además de la Casa Museo Alfonso López Pumarejo, donde nació quien para muchos ha sido el más grande presidente de este país, y las salas oficiales con aire condicionado y comodidades contemporáneas. Tres días para guardar en nuestra memoria cultural.
Hasta el 2025
Terminado el festival, Gabi Martínez partió hacia Tenerife. Allí lo esperaba “Letras Verdes”, otra manera de aludir a la liternatura. Viajero incesante, continuó hacia Guadalajara, y seguirá su ruta rumbo a liternatura 2025. Lo esperan nuevas ediciones de los festivales españoles, pero además se estrenarán otros: Shanghai, Seúl, Tokio, Sao Paulo, Santo Domingo, y volverán Los Ángeles y, naturalmente, Honda.
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