Estados Unidos vs. Irán, cuando la historia y la política se filtran a la cancha
Uno de los partidos de hoy del Mundial de Catar 2022 guarda similitudes con aquel sucedido en Francia en 1998, cuando las dos naciones con una tensa historia de por medio se enfrentaron en el fútbol por primera vez. En esta oportunidad, como hace 24 años, las tensiones son altas y la historia política de ambos países entra a jugar un papel importante en los ánimos para este partido.
Andrea Jaramillo Caro
El partido que se disputa hoy entre Irán y Estados Unidos, por un cupo a los octavos de final en el Mundial de Catar 2022, es uno de los duelos que más allá del deporte se extiende a un capo de batalla político que ha estado activo durante décadas. Cuando se enfrentaron por primera vez en la cancha de fútbol durante el Mundial de Francia de 1998, los choques entre ambas naciones ya habían sido varios y la cancha solo proporcionó un nuevo enfrentamiento para la cual hubo amenazas y tensiones.
El componente dramático de este partido no es proporcionado exclusivamente por el contexto histórico que rodea este encuentro. Un ejemplo de esto son las recientes acciones de la Federación de Fútbol de Estados Unidos, que publicó una gráfica en el que el símbolo de la República Islámica fue removido de la bandera de Irán. Así como el gobierno iraní, que impuso sanciones sobre 52 oficiales militares estadounidenses, luego de vincularlos con el asesinato del líder Qasem Soleimani a principios de este año.
Tensiones de vieja data entre Irán y Estados Unidos
Mucho antes del primer partido que enfrentó a Estados Unidos contra Irán, las disputas entre ambos países habían aumentado. Antes de 1979, las relaciones de los iraníes y los estadounidenses habían sido cordiales, a pesar de eventos como la Segunda Guerra Mundial y la invasión que lideró el Reino Unido sobre los territorios hoy conocidos como Irán. Durante 1953, las bases de esta relación se debilitaron con el golpe de estado contra Mohammed Mossadegh, el cual fue organizado por las agencias CIA, de Estados Unidos, y el MI6, del Reino Unido.
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Aunque durante el periodo de gobierno del Shah Mohammad Reza Pahlavi, ambas naciones fueron aliadas cercanas, con la Revolución Iraní de 1979 las relaciones entre Estados Unidos e Irán finalmente alcanzaron su punto de ebullición. Cuando la dinastía Pahlavi, con la que Estados Unidos tenía una relación cordial, fue derrocada, Irán adoptó el gobierno del Ayatolá Ruhollah Khomeini. Aunque los expertos difieren en las razones que llevaron a esta caída, especulan que se debió a que el Ayatolá quiso poner a Estados Unidos como la cara de sus esfuerzos antioccidentales, mientras que los estadounidenses atribuyen el desencuentro a la crisis de rehenes que se desarrolló entre 1979 y 1981.
Durante 444 días, 52 oficiales estadounidenses en Irán permanecieron secuestrados luego de que un grupo de estudiantes militarizados se tomaron la embajada de Estados Unidos, en Teherán. Por esta razón, los norteamericanos decidieron cortar relaciones con Irán. Como consecuencia de este hecho, Irán recibió fuertes sanciones económicas que permanecen vigentes. Además, la situación se agravó cuando en 1980 el líder iraquí Sadam Hussein, que contaba con el apoyo estadounidense, invadió Irán, dando inicio a una guerra que duraría ocho años. Esto hizo que el Ayatolá Khomeini otorgara a Estados Unidos el apodo de “el gran Satanás”, haciendo que la enemistad creciera.
Un enfrentamiento sin armas: Irán vs. Estados Unidos
Cuando Irán clasificó al Mundial de Francia en 1998, los nacionales celebraron, pues sería su primera aparición en este evento en dos décadas. Sin embargo, la celebración de los iraníes se vio marcada por la rivalidad que salía de la cancha con Estados Unidos cuando Sepp Blatter, dirigente de la FIFA en ese momento, sacó primero el nombre de Irán y luego el de Estados Unidos para unirse al grupo F, en el que ya figuraban Alemania y Yugoslavia.
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“El régimen iraní odiaba a Estados Unidos. Es por eso que ese juego fue tan importante en el escenario mundial. La pieza del fútbol y la pieza política fueron fundamentales”, dijo Steve Sampson, quien era el entrenador de la selección nacional de EE. UU. en ese momento.
Aunque las dos naciones no estaban en una guerra declarada, la cancha se convirtió en la manifestación física de la explosión de tensiones que venían cociéndose desde el final de los años 70. “Había dudas entre la policía por la amenaza de que hasta 7.000 simpatizantes de un grupo terrorista entrarían al estadio: temían que hubiera una invasión de campo y que hubiese pancartas en favor del terrorismo”, reportó EFE.
Pero más allá de lo político, el gobierno iraní insistió en cambiar el protocolo adoptado por la FIFA, pues al oficiar como locales, debían entrar después del equipo estadounidense. Sin embargo, los jugadores llegaron a un acuerdo, entrarían al mismo tiempo. En una muestra mayor de compañerismo, los equipos se negaron a tener fotos individuales y, en cambio, se tomaron una foto juntos, desafiando al régimen iraní que le había prohibido a sus jugadores estrechar la mano de sus contrincantes.
A pesar de la victoria iraní, las tensiones continuaron muy presentes entre ambos países. Incluso frente a una de las tragedias más grandes para Estados Unidos: el 11 de septiembre y la destrucción de las Torres Gemelas.
Una alianza temporal frente a una tragedia e historia reciente
Cuando Al-Qaeda atacó las Torres Gemelas en Nueva York, el mundo se volcó a apoyar a Estados Unidos. Incluso Irán, un rival con el que había encuentros amargos. En vista del ataque y el duelo de los estadounidenses frente a las vidas perdidas, ciudadanos iraníes demostraron su apoyo con vigilias iluminadas por velas frente a la embajada suiza, que actúa como la sección de intereses del país occidental, e incluso Irán apoyó la “Guerra contra el terrorismo” que declaró George Bush en su momento.
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A pesar de que la guerra de Bush no resultó como lo había planeado, remendó, temporalmente, parte de la relación con Irán. Pero esto no blindó a ninguna de las partes para que volviera a destruirse lo poco que se había construido. La simpatía iraní duró poco, pues apenas cuatro meses después de los ataques, en enero de 2002, Bush describió a Irán como un “eje del mal”, junto a Irak y Corea del Norte.
La constante vigilancia estadounidense del territorio iraní para adquirir información sobre su programa nuclear ha causado más problemas al ser considerada como ‘ilegal’ por el país islámico. El programa nuclear y el enriquecimiento de Irán con ciertos elementos como uranio, sumado a las acusaciones de violación de derechos humanos, continuaron causando distancia entre ambos países. Diversas acciones de parte y parte como redadas, disputas navales y el apoyo de Irán a la insurgencia iraquí elevaron la tensión.
Con la llegada de Barack Obama a la presidencia en Estados Unidos, las cosas parecieron dar un leve giro, pues diplomáticos y prisioneros políticos fueron liberados, pero al mismo tiempo incrementaron los incidentes con drones y las acusaciones de secuestro de diferentes personalidades.
El pequeño avance que se logró en los años de la presidencia de Obama en cuanto a la relación con Irán, se encontró con un obstáculo cuando Donald Trump lo reemplazó. Una de sus primeras acciones como presidente fue negar, temporalmente, el acceso de ciudadanos iraníes a suelo estadounidense. En 2018 decidió retirar a su país del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), o Acuerdo de Irán, en el que se había alcanzado un consenso sobre el programa nuclear del país asiático y decidió reinstaurar sanciones sobre Irán. Durante estos años, el Ayatolá Ali Khamenei prohibió las negociaciones con Estados Unidos y dijo que: “No habrá guerra, ni negociaremos con los EE. UU.” e “incluso si alguna vez, por imposible que sea, negociamos con los EE. UU., nunca lo sería con la actual administración de los EE. UU.”.
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Desde entonces, los ataques de Estados Unidos sobre Irán aumentaron y en 2020 alcanzaron un punto máximo con la muerte de Qasem Soleimani, un líder iraní, en medio de un ataque orquestado por Estados Unidos. La retaliación iraní incluyó un ataque a una base de operaciones en Irak, en el que murieron dos soldados estadounidenses y un soldado británico. El apoyo iraní a Venezuela también causó tensiones debido a las sanciones económicas que Estados Unidos había impuesto sobre el país liderado por Nicolás Maduro.
En este año, con la sanción de los 52 oficiales estadounidenses en relación con el asesinato de Soleimani, al que Irán se refiere como “acto terrorista”, y las protestas alrededor del mundo que ha generado la muerte de la joven de 22 años, Mahsa Amini, las apuestas son altas y este nuevo encuentro futbolístico entre los rivales que llevan décadas enfrentados añade una nueva página a la historia de una relación en cenizas.
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El partido que se disputa hoy entre Irán y Estados Unidos, por un cupo a los octavos de final en el Mundial de Catar 2022, es uno de los duelos que más allá del deporte se extiende a un capo de batalla político que ha estado activo durante décadas. Cuando se enfrentaron por primera vez en la cancha de fútbol durante el Mundial de Francia de 1998, los choques entre ambas naciones ya habían sido varios y la cancha solo proporcionó un nuevo enfrentamiento para la cual hubo amenazas y tensiones.
El componente dramático de este partido no es proporcionado exclusivamente por el contexto histórico que rodea este encuentro. Un ejemplo de esto son las recientes acciones de la Federación de Fútbol de Estados Unidos, que publicó una gráfica en el que el símbolo de la República Islámica fue removido de la bandera de Irán. Así como el gobierno iraní, que impuso sanciones sobre 52 oficiales militares estadounidenses, luego de vincularlos con el asesinato del líder Qasem Soleimani a principios de este año.
Tensiones de vieja data entre Irán y Estados Unidos
Mucho antes del primer partido que enfrentó a Estados Unidos contra Irán, las disputas entre ambos países habían aumentado. Antes de 1979, las relaciones de los iraníes y los estadounidenses habían sido cordiales, a pesar de eventos como la Segunda Guerra Mundial y la invasión que lideró el Reino Unido sobre los territorios hoy conocidos como Irán. Durante 1953, las bases de esta relación se debilitaron con el golpe de estado contra Mohammed Mossadegh, el cual fue organizado por las agencias CIA, de Estados Unidos, y el MI6, del Reino Unido.
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Durante 444 días, 52 oficiales estadounidenses en Irán permanecieron secuestrados luego de que un grupo de estudiantes militarizados se tomaron la embajada de Estados Unidos, en Teherán. Por esta razón, los norteamericanos decidieron cortar relaciones con Irán. Como consecuencia de este hecho, Irán recibió fuertes sanciones económicas que permanecen vigentes. Además, la situación se agravó cuando en 1980 el líder iraquí Sadam Hussein, que contaba con el apoyo estadounidense, invadió Irán, dando inicio a una guerra que duraría ocho años. Esto hizo que el Ayatolá Khomeini otorgara a Estados Unidos el apodo de “el gran Satanás”, haciendo que la enemistad creciera.
Un enfrentamiento sin armas: Irán vs. Estados Unidos
Cuando Irán clasificó al Mundial de Francia en 1998, los nacionales celebraron, pues sería su primera aparición en este evento en dos décadas. Sin embargo, la celebración de los iraníes se vio marcada por la rivalidad que salía de la cancha con Estados Unidos cuando Sepp Blatter, dirigente de la FIFA en ese momento, sacó primero el nombre de Irán y luego el de Estados Unidos para unirse al grupo F, en el que ya figuraban Alemania y Yugoslavia.
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“El régimen iraní odiaba a Estados Unidos. Es por eso que ese juego fue tan importante en el escenario mundial. La pieza del fútbol y la pieza política fueron fundamentales”, dijo Steve Sampson, quien era el entrenador de la selección nacional de EE. UU. en ese momento.
Aunque las dos naciones no estaban en una guerra declarada, la cancha se convirtió en la manifestación física de la explosión de tensiones que venían cociéndose desde el final de los años 70. “Había dudas entre la policía por la amenaza de que hasta 7.000 simpatizantes de un grupo terrorista entrarían al estadio: temían que hubiera una invasión de campo y que hubiese pancartas en favor del terrorismo”, reportó EFE.
Pero más allá de lo político, el gobierno iraní insistió en cambiar el protocolo adoptado por la FIFA, pues al oficiar como locales, debían entrar después del equipo estadounidense. Sin embargo, los jugadores llegaron a un acuerdo, entrarían al mismo tiempo. En una muestra mayor de compañerismo, los equipos se negaron a tener fotos individuales y, en cambio, se tomaron una foto juntos, desafiando al régimen iraní que le había prohibido a sus jugadores estrechar la mano de sus contrincantes.
A pesar de la victoria iraní, las tensiones continuaron muy presentes entre ambos países. Incluso frente a una de las tragedias más grandes para Estados Unidos: el 11 de septiembre y la destrucción de las Torres Gemelas.
Una alianza temporal frente a una tragedia e historia reciente
Cuando Al-Qaeda atacó las Torres Gemelas en Nueva York, el mundo se volcó a apoyar a Estados Unidos. Incluso Irán, un rival con el que había encuentros amargos. En vista del ataque y el duelo de los estadounidenses frente a las vidas perdidas, ciudadanos iraníes demostraron su apoyo con vigilias iluminadas por velas frente a la embajada suiza, que actúa como la sección de intereses del país occidental, e incluso Irán apoyó la “Guerra contra el terrorismo” que declaró George Bush en su momento.
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La constante vigilancia estadounidense del territorio iraní para adquirir información sobre su programa nuclear ha causado más problemas al ser considerada como ‘ilegal’ por el país islámico. El programa nuclear y el enriquecimiento de Irán con ciertos elementos como uranio, sumado a las acusaciones de violación de derechos humanos, continuaron causando distancia entre ambos países. Diversas acciones de parte y parte como redadas, disputas navales y el apoyo de Irán a la insurgencia iraquí elevaron la tensión.
Con la llegada de Barack Obama a la presidencia en Estados Unidos, las cosas parecieron dar un leve giro, pues diplomáticos y prisioneros políticos fueron liberados, pero al mismo tiempo incrementaron los incidentes con drones y las acusaciones de secuestro de diferentes personalidades.
El pequeño avance que se logró en los años de la presidencia de Obama en cuanto a la relación con Irán, se encontró con un obstáculo cuando Donald Trump lo reemplazó. Una de sus primeras acciones como presidente fue negar, temporalmente, el acceso de ciudadanos iraníes a suelo estadounidense. En 2018 decidió retirar a su país del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), o Acuerdo de Irán, en el que se había alcanzado un consenso sobre el programa nuclear del país asiático y decidió reinstaurar sanciones sobre Irán. Durante estos años, el Ayatolá Ali Khamenei prohibió las negociaciones con Estados Unidos y dijo que: “No habrá guerra, ni negociaremos con los EE. UU.” e “incluso si alguna vez, por imposible que sea, negociamos con los EE. UU., nunca lo sería con la actual administración de los EE. UU.”.
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En este año, con la sanción de los 52 oficiales estadounidenses en relación con el asesinato de Soleimani, al que Irán se refiere como “acto terrorista”, y las protestas alrededor del mundo que ha generado la muerte de la joven de 22 años, Mahsa Amini, las apuestas son altas y este nuevo encuentro futbolístico entre los rivales que llevan décadas enfrentados añade una nueva página a la historia de una relación en cenizas.
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