Estefanía Malic: “Hay cosas muy bellas que se descubren pintando”
Estefanía Malic, la ilustradora del libro infantil “Cuentos para niños de La Candelaria”, escritos por Elisa Mújica, habló para El Espectador sobre su relación con Colombia y el oficio de la ilustración.
Laura Camila Arévalo Domínguez
Comencemos por su origen y los cuentos del libro, que son tan colombianos. El título, por ejemplo, menciona un lugar que caracteriza a Bogotá en cualquier parte del país, pero que indica que son para niños de La Candelaria… ¿Cómo se originó su relación con este libro y cómo comenzó a trabajar?
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Comencemos por su origen y los cuentos del libro, que son tan colombianos. El título, por ejemplo, menciona un lugar que caracteriza a Bogotá en cualquier parte del país, pero que indica que son para niños de La Candelaria… ¿Cómo se originó su relación con este libro y cómo comenzó a trabajar?
Yo soy argentina y cuando recibí el proyecto que trataba de cuentos sobre un lugar llamado La Candelaria no sabía específicamente de qué se trataba, de modo que me puse a averiguar dónde era ese lugar: busqué fotos, leí y me documenté para poder inspirarme y conocer más sobre su cultura. Incluso me metí en Google-maps y recorrí las callecitas antiguas de este barrio tan pintoresco y con tanta historia para sentir que lo conocía. Quería sentir cómo se vivía en La Candelaria, cómo era el ambiente, su arquitectura, esa mezcla de colores, texturas y tradición. Me dan ganas de ir a Bogotá a recorrer las calles de La Candelaria y pintarlas en mi cuaderno de viaje.
¿Conocía a Elisa Mujica? ¿Qué sabía de ella cuando llegó a sus manos este proyecto?
Había escuchado sobre ella, pero no había leído su trabajo, fue muy interesante descubrir a todos estos personajes de la cultura colombiana a través de sus relatos. Creo que conocí otro aspecto más profundo de Colombia, su sentido de identidad que todos estos personajes ayudaron a forjar.
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Y qué sabía de los personajes de los cuentos: Bolívar, Antonio Ricaurte, La Pola, Celestino Mutis, etc.
Obviamente, conocía a Bolívar porque es parte de la historia latinoamericana, sin embargo, al resto los conocí gracias al libro, investigando y averiguando sobre ellos. Me gusta mucho ese aspecto de la ilustración: cada proyecto es diferente y te nutre de nuevos conocimientos, sensibilidades e ideas. A través de la ilustración te adentras en personajes y lugares, tratas de entenderlos, de sentirte parte de su universo. Cada libro es un descubrimiento.
Hablemos de los colores o los tonos que eligió para este libro. De los trazos que produjo para este trabajo... ¿Qué era lo que más le interesaba transmitir o coincidir con los cuentos de Mújica?
Los personajes son muy fuertes y me impactaron mucho. Cuando me pasaron el proyecto me pidieron primero que escogiera dos de los cuentos para ilustrar. Me sentí especialmente conmovida por la historia de La Pola y de Celestino Mutis, así que decidí hacer retratos que reflejaran esta aura tan especial tratando de trasmitir la fuerza, el carácter, la valentía y la brillantez que encarnaron. Estuve de viaje en Colombia hace unos años y me encantaron sus paisajes, colores, la alegría de su gente y cordialidad. Si pienso en Colombia, mis recuerdos siempre están llenos de esa intensidad de texturas y olores. Elegí una paleta contrastante y luminosa para representar ese carácter vibrante de Colombia.
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¿Cuál es su relación ahora con Colombia después de haber ilustrado a muchos de nuestros referentes, sobre todo para niños?
Ahora me siento un poco más cerca de la cultura colombiana, de lo que son sus referentes y su idiosincrasia. Es muy estimulante para los niños tener este tipo de relatos para conocer a personalidades que dejaron huella y que son parte de su identidad, reforzando valores e ideales. También siento que hay un sentir latinoamericano que compartimos, que es común, aunque seamos de distintos países.
Para hablar un poco más de usted, ¿por qué eligió la ilustración? ¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
Siempre me gustó pintar y dibujar. Primero estudié diseño de modas, pero en un momento sentí que tenía que volver a mi amor primario por el dibujo y empecé a capacitarme en ilustración. Ilustrar es mostrar una manera de ver el mundo, es tu mirada. Me gusta que cada proyecto implica una búsqueda, una investigación para ahondar y construir o transmitir una idea, un concepto, una emoción. En el jardín de infantes de mi hijo hay una frase pintada en la pared que dice: “Ser feliz en un dibujo”. Cuando la vi me sentí muy reflejada. El deseo de ilustrar es muy elemental y libre. Lo tengo dentro de mí. Me gusta especialmente la ilustración infantil porque siento que me conecta con mi niña interior y con lo simple y espontaneo de la niñez. Hay cosas muy bellas que se descubren pintando.
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