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“Un pueblo sin lectores está sin reflexión, sin criterio; por eso hay que humanizar la lectura, sobre todo en estos tiempos de tecnología, de velocidad e internet”, asegura Rosero este domingo en entrevista, a propósito de su nueva novela “Casa de Furia”, desde Ciudad de México.
Con el pretexto de una fiesta en la casa de la familia de un magistrado de la Corte, la obra, publicada por el sello Alfaguara, retrata la realidad colombiana a partir de los detalles; con unos 70 personajes refleja los diferentes estratos de la sociedad y el lector tiene margen para reflexionar sobre muchos temas.
“Esta novela, como la literatura en general, refleja la condición humana, en este caso es una realidad directa de mi país reflejada en los asuntos de una familia, en los invitados de esa fiesta a la que se llega. Todo eso tiene que mostrar el país, la realidad”, opina.
El libro es el tercero de una serie iniciada en el 2003 con “En el lejero”, seguida por “Los Ejércitos”, obras en las que el tema del secuestro y la violencia son principales. Rosero asume “Casa de Furia” como la culminación de la trilogía.
Civilización de egoístas
Con casi 64 años vividos y centenares de libros leídos, Rosero tiene las herramientas para reflexionar acerca del mundo de hoy. Si le preguntan sobre las causas de violencia y divisiones, cree que el egoísmo es una importante.
“Una de los problemas principales es pensar en sí mismo, en el grupo político, en la familia o en la pandilla y no en los otros. Ahí viene la intolerancia y todo lo demás, por añadidura”, reflexiona.
La trama de “Casa de furia” tiene puntos de contacto con actitudes ególatras. Desde Jesús, un ser de alma minúscula, hasta un cura actúan con la prioridad en ellos.
El magistrado Caicedo, patriarca de la casa de la fiesta, es un poderoso que maneja bien los hilos del poder, al que muchos le deben favores; mientras que el Comandante Nimio Cadena representa la intolerancia, la tendencia a matar antes de dialogar.
Rosero cree que de personajes como esos está llena la historia de su país en los últimos 200 años.
“No ha habido diálogo, inteligencia, se llega a lo visceral. En esta novela lo visceral está representado por Cadena, por sus secuaces, que son los últimos invitados que llegan a esta casa y perpetran una masacre. Ese es el país”, indica.
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El novelista aplaude que los escritores colombianos traten el tema de la violencia y celebra que lo hagan desde aristas distintas.
“El tema es el mismo, la violencia, pero los puntos de vista son diferentes. Algunos lo hacen en un medio urbano, otros en un medio rural, diferentes maneras de asumir el asunto enriquecen la mirada literaria del país”.
Rosero, quien ganó el premio británico Independent Foreign Fiction Prize en 2009 y el Premio Tusquets de Novela en 2006, considera que si una novela está bien hecha, modifica al lector, lo pone a cuestionarse; por eso la literatura cambia formas.
Un soplo de belleza
En el carrusel de personajes de la novela, uno de los más entrañables es Uriela Caicedo, hija del abogado, honesta, lectora y con debilidad por la belleza.
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“Uriela es la esperanza, es el espíritu en contra de la barbarie, la reflexión, la meditación. Es un personaje que al final de la novela genera la incertidumbre, acerca de si va a volverse loca de esa barbarie o si va a continuar adelante”, explica.
El autor colombiano evita ser pesimista. Reconoce que a veces la realidad lo supera, sin embargo, inspirado en personajes como la hija del magistrado, sigue creyendo en la esperanza.
“Hay momentos en la vida en que uno comparte ese sentir (de que todo está perdido), pero hay otros, la mayoría en mi caso, en que tengo confianza en la condición humana; prevalece más la belleza, el amor, ante la guerra y la masacre”, asegura.