“Expedición Tribugá”, una muestra del balance natural y cultural que existe en el Chocó
El equilibrio que tiene el Golfo de Tribugá se debe a la cosmovisión de los pueblos que lo habitan, así como a la lucha que los mismos habitantes emprenden en defensa de su territorio. El documental Expedición Tribugá deja un mensaje claro: si se interviene el lugar con megaproyectos, no solo se pondría en riesgo el ecosistema, que actualmente es de los pocos en el mundo que se conserva en buen estado, sino que también se atentaría contra las creencias y formas de vida de los pueblos afro y Embera.
María José Noriega Ramírez
El Golfo de Tribugá, ubicado en el Chocó, es de los pocos ecosistemas en el mundo que está en equilibrio. La conexión que hay entre los ríos, los manglares, el océano y la costa, también se da entre el ambiente natural y las comunidades locales que habitan la zona. Los afrodescendientes y los indígenas Embera han desarrollado un modo de vida sostenible, que a partir de la pesca artesanal y del ecoturismo, ha permitido la conservación del entorno. El equilibrio del Golfo de Tribugá se debe a la cosmovisión de los pueblos que lo habitan, así como a la lucha que los mismos habitantes emprenden en defensa de su territorio, en defensa de la tierra que les heredaron sus antepasados. Así, el documental Expedición Tribugá muestra la riqueza cultural y natural que existe en esta zona del Chocó, con la intención de dejar un mensaje claro: no se debe intervenir el Golfo de Tribugá con megaproyectos, como el puerto que tienen pensado construir, pues eso sería, por un lado, atentar contra uno de los pocos ecosistemas en equilibrio que quedan en el mundo, y, por el otro, atentar contra las creencias y formas de vida de los pueblos afro y Embera.
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El Golfo de Tribugá, ubicado en el Chocó, es de los pocos ecosistemas en el mundo que está en equilibrio. La conexión que hay entre los ríos, los manglares, el océano y la costa, también se da entre el ambiente natural y las comunidades locales que habitan la zona. Los afrodescendientes y los indígenas Embera han desarrollado un modo de vida sostenible, que a partir de la pesca artesanal y del ecoturismo, ha permitido la conservación del entorno. El equilibrio del Golfo de Tribugá se debe a la cosmovisión de los pueblos que lo habitan, así como a la lucha que los mismos habitantes emprenden en defensa de su territorio, en defensa de la tierra que les heredaron sus antepasados. Así, el documental Expedición Tribugá muestra la riqueza cultural y natural que existe en esta zona del Chocó, con la intención de dejar un mensaje claro: no se debe intervenir el Golfo de Tribugá con megaproyectos, como el puerto que tienen pensado construir, pues eso sería, por un lado, atentar contra uno de los pocos ecosistemas en equilibrio que quedan en el mundo, y, por el otro, atentar contra las creencias y formas de vida de los pueblos afro y Embera.
“Entendimos que tenemos un territorio y que lo debemos defender”, afirma Fausto Moreno, habitante de Coquí (Chocó). Y es que del ambiente natural se desprenden las dinámicas socioeconómicas que, además de sostenibles, son prácticas autónomas de las comunidades. Esto es el ciclo de la vida: la naturaleza provee alimentos, medicinas, madera, entre otros elementos, y las comunidades devuelven lo recibido con estrategias para la protección del ambiente. Así, en la medida en la que los manglares alimentan al océano y a la población, la comunidad trabaja por su conservación. Ecoguías de Coquí y el Club de surf Arusí son algunas de las iniciativas comunitarias encaminadas a dicho fin. Ya sea ofreciendo tours por los siete tipos de manglares, de los doce que existen en el mundo, u ofreciendo clases de surf y llevando en práctica jornadas de limpieza en las playas, las comunidades están organizadas en torno a un fin común: proteger la tierra que sus padres y abuelos les heredaron, pues, como afirma Alfredo Rivera, fundador del grupo de surf, detrás de estas estrategias hay una intención de apropiación del territorio por parte de los pobladores.
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A esta visión del entorno se suma lo que Helamar Quiro, dinamizador pedagógico de la comunidad indígena Embera, dice en el documental: “Este territorio es la casa. Es el lugar donde nosotros podemos cazar, podemos pescar y podemos hacer nuestras actividades diarias para el sustento de nuestras familias. Nosotros queremos ser una comunidad tranquila y esperamos que ninguna persona venga a interrumpir nuestras labores. Aquí tenemos todo”.
Expedición Tribugá muestra las diferentes formas en las que se habita el territorio. Desde la antropología, Wade Davis afirma que “cada cultura tiene algo que decir y cada una merece ser escuchada. Cada cultura es una respuesta única a una pregunta fundamental: ¿Qué significa ser humano y estar vivo? Por eso, cada una tiene algo que aportar. Como ejemplo de ello están los indígenas Embera, quienes han vivido en los bosques del Chocó a lo largo de su historia, y quienes, además, los entienden, pues ellos tienen un valor importante. Su punto de vista representa un recurso intelectual invaluable. La comunidad nos recuerda que nuestra visión no es la única que existe y que su perspectiva de vida es igual de legítima a la nuestra”.
El documental cuenta con investigadores de diferentes áreas: antropología, geología, biología, entre otras, además de tener las voces de las comunidades. Así, el relato alrededor del Golfo de Tribugá, a través del documental, se construye desde diferentes perspectivas, saberes y lenguajes. “Nosotros no vinimos aquí como académicos a contar algo que podemos decir desde la ciencia, vinimos a coaprender con las comunidades un conocimiento ancestral que hay”, afirma Andrés Osorio, profesor de la Universidad Nacional. El fin último es el empoderamiento de la comunidad, pues ellos ya saben que ese es su territorio y que ese ecosistema les permite hablar de pesca, turismo, economía, salud, medicina y diversión, entre otras cosas más. La clave está en saber los servicios que el territorio, en este estado de conservación, brinda, para así poder evaluar cuál sería el costo de no protegerlo o destruirlo. “La reflexión de fondo es: ¿Es posible, o es viable, desarrollar una infraestructura grande en un territorio prístino, donde se ha dado un modelo de desarrollo de conservación y de cuidado? La respuesta, como ingeniero portuario costero, es sí es posible, pero la pregunta es: ¿a qué costo?”, agrega Osorio.