Exposición "Evidencias para una nación": la veracidad de la evidencia
La muestra, que estará hasta el 1 de febrero de 2019 en la BLAA, busca contrarrestar los efectos de una realidad alterada a través del valor irrefutable del Patrimonio Nacional.
Andrés Osorio Guillott
Una de las tareas más complejas de una sociedad en transición a la paz tras varias décadas de guerra es tejer testimonios que den cuenta de la barbarie que no debe repetirse. Para cumplir esa tarea, la sociedad debe reencontrarse con los anaqueles de la historia y superar el síntoma de las memorias fragmentadas. Para ello, los discursos que pretenden reducir o tergiversar las acciones que encaminan a la recuperación de la identidad, deben ser suplidos por voces y acciones que fomenten la posibilidad de repensar la nación desde los escenarios de reconciliación y reconocimiento de nuestra historia y el compromiso que recae sobre nosotros ante los acontecimientos que marcaron la guerra.
Pero, para lograr reconocernos y reconciliarnos con nuestra historia, se necesitan rastros, o mejor, evidencias que den cuenta del paso del tiempo y las metamorfosis de nuestras costumbres. Y es ahí, en la reivindicación de nuestra idiosincrasia, donde la evidencia se hace esencia y fundamento de la reconstrucción del país.
Es entonces, desde el valor de la evidencia como testigo y como prueba irrefutable de los acontecimientos, que podemos comprender que los ciclos de la historia son producto de una serie de concatenaciones de sucesos que definen o causan augurios sobre nuevos conflictos o nuevas problemáticas sociales y políticas.
La exposición, que no está situada desde un discurso hegemónico o desde una sola perspectiva, pretende ofrecer varias miradas que simbolizan la pluralidad del territorio y la multiplicidad de hechos que han conformado lo que somos hoy en día. Su objetivo, que no es otro de construir una mirada incluyente e imparcial del devenir del tiempo en Colombia, procura suscitar una reflexión sobre los procesos de la historia que desconocemos y que son vitales en el entendimiento y comprensión de los hechos que han redefinido y determinado el sendero del país.
Nueve secciones dividen el espacio. Allí, archivos de la colonia, cartas de Simón Bolívar, de Francisco de Paula Santander, de la guerra bipartidista y hasta borradores de los primeros artículos de García Márquez abren la mirada de los espectadores y amplian el espectro de quienes llegaron a considerar que el paso del tiempo podía verse desde una sola óptica.
Evidencias para una nación nos sitúa en un panóptico donde podemos observar varias Colombias. Por medio de cartas, testamentos, caricaturas, actas y otro tipo de documentos, será posible reconocer relatos, mitos y testimonios de momentos cumbres y de espacios que con el pasar de los inviernos se fueron diluyendo en el agua y en el desinterés del Estado por promover un crecimiento integral que no desligara lo rural de lo urbano.
“Lo que hemos querido mostrar con esta celebración es mostrar una biblioteca que tiene evidencias para fortalecer la idea de una nación colombiana que está en proceso de reconstrucción, de enriquecimiento, de fortalecimiento. La importancia de la evidencia es muy relevante en estos momentos de incertidumbres globales en el que las ‘Fake news’ corren, esta exposición busca facilitar el acceso a una serie de documentos antes no mostrados, estamos mostrando las joyas que tiene la Biblioteca Luis Ángel Arango, precisamente no para buscar una narración oficial de Colombia sino para que puedan ocurrir múltiples narraciones a partir de la investigación”. Afirmó Alberto Abello, director de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
Al tener prácticamente la historia del país en sus manos, ¿qué considera usted que ha sido lo más difícil de superar?
“La guerra. El espacio entre guerras es muy poquito. Uno veía la guerra de tal año, se mataron y a los dos o tres años otra vez. Y uno busca el motivo y es el mismo. 50.000, 80.000 muertos. ¿Pero por qué matarse por eso? ¿Porque usted es liberal o conservador? Eso me da rabia. Me da rabia que cada vez es la misma guerra y no logramos salir de eso.” Afirmó el curador de la exposición, Andrés Arias.
Una de las tareas más complejas de una sociedad en transición a la paz tras varias décadas de guerra es tejer testimonios que den cuenta de la barbarie que no debe repetirse. Para cumplir esa tarea, la sociedad debe reencontrarse con los anaqueles de la historia y superar el síntoma de las memorias fragmentadas. Para ello, los discursos que pretenden reducir o tergiversar las acciones que encaminan a la recuperación de la identidad, deben ser suplidos por voces y acciones que fomenten la posibilidad de repensar la nación desde los escenarios de reconciliación y reconocimiento de nuestra historia y el compromiso que recae sobre nosotros ante los acontecimientos que marcaron la guerra.
Pero, para lograr reconocernos y reconciliarnos con nuestra historia, se necesitan rastros, o mejor, evidencias que den cuenta del paso del tiempo y las metamorfosis de nuestras costumbres. Y es ahí, en la reivindicación de nuestra idiosincrasia, donde la evidencia se hace esencia y fundamento de la reconstrucción del país.
Es entonces, desde el valor de la evidencia como testigo y como prueba irrefutable de los acontecimientos, que podemos comprender que los ciclos de la historia son producto de una serie de concatenaciones de sucesos que definen o causan augurios sobre nuevos conflictos o nuevas problemáticas sociales y políticas.
La exposición, que no está situada desde un discurso hegemónico o desde una sola perspectiva, pretende ofrecer varias miradas que simbolizan la pluralidad del territorio y la multiplicidad de hechos que han conformado lo que somos hoy en día. Su objetivo, que no es otro de construir una mirada incluyente e imparcial del devenir del tiempo en Colombia, procura suscitar una reflexión sobre los procesos de la historia que desconocemos y que son vitales en el entendimiento y comprensión de los hechos que han redefinido y determinado el sendero del país.
Nueve secciones dividen el espacio. Allí, archivos de la colonia, cartas de Simón Bolívar, de Francisco de Paula Santander, de la guerra bipartidista y hasta borradores de los primeros artículos de García Márquez abren la mirada de los espectadores y amplian el espectro de quienes llegaron a considerar que el paso del tiempo podía verse desde una sola óptica.
Evidencias para una nación nos sitúa en un panóptico donde podemos observar varias Colombias. Por medio de cartas, testamentos, caricaturas, actas y otro tipo de documentos, será posible reconocer relatos, mitos y testimonios de momentos cumbres y de espacios que con el pasar de los inviernos se fueron diluyendo en el agua y en el desinterés del Estado por promover un crecimiento integral que no desligara lo rural de lo urbano.
“Lo que hemos querido mostrar con esta celebración es mostrar una biblioteca que tiene evidencias para fortalecer la idea de una nación colombiana que está en proceso de reconstrucción, de enriquecimiento, de fortalecimiento. La importancia de la evidencia es muy relevante en estos momentos de incertidumbres globales en el que las ‘Fake news’ corren, esta exposición busca facilitar el acceso a una serie de documentos antes no mostrados, estamos mostrando las joyas que tiene la Biblioteca Luis Ángel Arango, precisamente no para buscar una narración oficial de Colombia sino para que puedan ocurrir múltiples narraciones a partir de la investigación”. Afirmó Alberto Abello, director de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
Al tener prácticamente la historia del país en sus manos, ¿qué considera usted que ha sido lo más difícil de superar?
“La guerra. El espacio entre guerras es muy poquito. Uno veía la guerra de tal año, se mataron y a los dos o tres años otra vez. Y uno busca el motivo y es el mismo. 50.000, 80.000 muertos. ¿Pero por qué matarse por eso? ¿Porque usted es liberal o conservador? Eso me da rabia. Me da rabia que cada vez es la misma guerra y no logramos salir de eso.” Afirmó el curador de la exposición, Andrés Arias.