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El acero y el hierro fueron los materiales predilectos de John Castles para la construcción de sus obras, que han sido expuestas en numerosas exposiciones nacionales e internacionales. Desde el Museo de Arte del Banco de la República de Colombia, hasta el Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro, el Museo de Arte Pérez y Museo de Arte de las Américas, resguardan sus piezas entre sus paredes. Eso fue lo que quedó de Castles: un legado artístico repartido alrededor del mundo.
El artista, quien falleció hoy por complicaciones de salud, era uno de los representantes del arte colombiano de la década de los setenta. Perteneció a la misma generación de escultores como Ramírez Villamizar, Feliza Burzstyn y Édgar Negret. Como ellos, también dejó sus obras plasmadas en los espacios del país. Una muestra de eso son las esculturas que reposan en el Museo de Arte del Banco de la República o el Compensar de la Avenida 68, en Bogotá.
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“Para el escultor, trabajar con acero es todo un proceso que mezcla lo industrial con lo artístico: primero se deben hacer bocetos pequeños que se doblan en calor, luego se doblan en frío las piezas definitivas con máquinas industriales, hasta que finalmente se cortan y se pulen en el taller del artista. No obstante, como si se tratase más bien de un proceso natural y orgánico en lugar de uno metódico y artificial, las esculturas de John Castles dan la impresión de haber sido dobladas por el viento, desvirtuando las propiedades típicas del acero y convirtiéndose en algo más”, escribió para este diario Dominique Lemoine Ulloa, sobre la exposición Ondulantes, que se presentó en 2008 y realizó un recorrido por sus obras.
“La arquitectura me ha permitido buscar la simplificación, el minimalismo y la depuración como elementos fundamentales de mi arte”, aseveró en aquella oportunidad John Castles, quien nació en Barranquilla, pero hizo de Bogotá su ciudad de residencia desde hace varios años. Aquellas no fueron las únicas ciudades colombianas en las que algún día se estableció.
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En Medellín emprendió un camino profesional distinto al artístico: el de la arquitectura, una carrera que nunca culminó, porque prefirió virar hacia las artes, hacia la escultura. Entonces, no pasó mucho tiempo para que llegaran los reconocimientos, como el premio que obtuvo en el XXV Salón Nacional de Artes Visuales, en 1974. Después de ahí vinieron más, al parecer el último de ellos fue en el Concurso de Escultura Alameda Sol de Oriente, que se realizó en el Centro Cultural de Cali, en 2008.
Este año, John Castles confesó para El Tiempo que su peor crisis creativa era “la de todos los días”. Dijo, además, que su obra maestra era “la que no se ha producido y está próxima a realizarse”.