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Una curadora del Museo de Arte Antiguo y Nuevo de Tasmania (MONA) admitió haber creado y exhibido pinturas falsas de Picasso. La revelación se produjo luego de que la Administración Picasso, que gestiona el patrimonio del artista español, se pusiera en contacto con el centro cultural para verificar la autenticidad de las obras expuestas.
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La mujer, identificada como Kirsha Kaechele, recurrió a las redes sociales para explicar sus acciones y fue donde reveló que ella misma pintó las falsificaciones y las colgó en el MONA durante más de tres años. Añadió que las falsificaciones formaban parte de un proyecto más amplio para el Salón de Damas del MONA, un espacio diseñado para que las mujeres disfruten del arte “lejos de la abrumadora dominación de los hombres”. Su objetivo era crear una atmósfera opulenta, incluyendo objetos supuestamente invaluables, entre los que se encontraban los falsos Picassos.
Curiosamente, el Salón de Damas fue objeto de un reciente caso de presunta discriminación, después de que el Tribunal Civil y Administrativo de Tasmania dictaminara que su instalación no podía ser exclusivo para mujeres, puesto que se le había negado el ingreso a un hombre. Tras el fallo en contra del museo, Kaechele había trasladado los falsos Picassos a un cubículo de un baño femenino.
Kaechele aseguró que sabía que “tenían que ser Picassos” y se puso a pintar las imitaciones ella misma. Tres años después, nadie había descubierto su plan, hasta que un periodista del medio The Guardian y la Administración Picasso cuestionaron la autenticidad de las obras.
Aunque la Administración Picasso expresó su pesar por el incidente, no emprenderá acciones legales. Reconocieron la rápida respuesta del museo al retirar las pinturas y creen que el asunto está cerrado. Enfatizaron la importancia de respetar los derechos de autor y creen que esto será una experiencia de aprendizaje para el MONA.
Kaechele se disculpó por las molestias causadas y expresó su admiración por el artista español. Sin embargo, también pareció disfrutar de la atención internacional que despertaron las falsificaciones. Admitió haber creado una historia de fondo ficticia sobre la relación de su bisabuela con Picasso, encontrando divertido que la gente la creyera.
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