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                                                                                                                                Federico García Lorca en cinco poemas

                                                                                                                                Uno de los autores más destacados de España en el siglo XX falleció hoy hace 86 años, cuando fue fusilado a causa de la Guerra Civil que se estaba desatando por ese momento. Acá cinco extractos de su obra como homenaje a su legado.

                                                                                                                                "'Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos', escribía García Lorca", dice Gonçalo Tavares en la última entrada de su Diario de la peste.
                                                                                                                                Foto: Archivo Particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                (Le puede interesar: Museo de la Biblia busca adquirir el Mosaico de Megido; arqueólogos no están a favor)

                                                                                                                                Fue poeta, escritor y dramaturgo, que a la edad de 38 años fue fusilado a inicios de la Guerra Civil en España, entre el 18 y 19 de agosto de 1936. Su cuerpo no ha sido encontrado aún, y se cree que se encuentra en una fosa común cerca de su provincia en Granada.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A continuación, cinco de sus poemas en conmemoración del aniversario 87 de su muerte:

                                                                                                                                Romance de la luna, luna (Romancero Gitano)

                                                                                                                                La luna vino a la fragua

                                                                                                                                con su polisón de nardos.

                                                                                                                                El niño la mira mira.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El niño la está mirando.

                                                                                                                                En el aire conmovido

                                                                                                                                mueve la luna sus brazos

                                                                                                                                y enseña, lúbrica y pura,

                                                                                                                                sus senos de duro estaño.

                                                                                                                                Huye luna, luna, luna.

                                                                                                                                Si vinieran los gitanos,

                                                                                                                                harían con tu corazón

                                                                                                                                collares y anillos blancos.

                                                                                                                                Niño, déjame que baile.

                                                                                                                                Cuando vengan los gitanos,

                                                                                                                                te encontrarán sobre el yunque

                                                                                                                                con los ojillos cerrados.

                                                                                                                                Huye luna, luna, luna,

                                                                                                                                que ya siento sus caballos.

                                                                                                                                Niño, déjame, no pises

                                                                                                                                mi blancor almidonado.

                                                                                                                                El jinete se acercaba

                                                                                                                                tocando el tambor del llano.

                                                                                                                                Dentro de la fragua el niño,

                                                                                                                                tiene los ojos cerrados.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Por el olivar venían,

                                                                                                                                bronce y sueño, los gitanos.

                                                                                                                                Las cabezas levantadas

                                                                                                                                y los ojos entornados.

                                                                                                                                Cómo canta la zumaya,

                                                                                                                                ¡ay cómo canta en el árbol!

                                                                                                                                Por el cielo va la luna

                                                                                                                                con un niño de la mano.

                                                                                                                                Dentro de la fragua lloran,

                                                                                                                                dando gritos, los gitanos.

                                                                                                                                El aire la vela, vela.

                                                                                                                                El aire la está velando.

                                                                                                                                Malagueña (Poema de cante jondo)

                                                                                                                                La muerte

                                                                                                                                entra y sale

                                                                                                                                de la taberna.

                                                                                                                                Pasan los caballos negros

                                                                                                                                y gente siniestra

                                                                                                                                por los hondos caminos

                                                                                                                                de la guitarra.

                                                                                                                                Y hay un olor a sal

                                                                                                                                y a sangre de hembra,

                                                                                                                                en los nardos febriles

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                de la marina.

                                                                                                                                Y la muerte

                                                                                                                                entra y sale

                                                                                                                                y sale y entra

                                                                                                                                la muerte

                                                                                                                                de la taberna.

                                                                                                                                La Aurora (Poeta en Nueva York)

                                                                                                                                PUBLICIDAD

                                                                                                                                La aurora de Nueva York tiene

                                                                                                                                cuatro columnas de cieno

                                                                                                                                y un huracán de negras palomas

                                                                                                                                que chapotean las aguas podridas.

                                                                                                                                La aurora de Nueva York gime

                                                                                                                                por las inmensas escaleras

                                                                                                                                buscando entre las aristas

                                                                                                                                nardos de angustia dibujada.

                                                                                                                                La aurora llega y nadie la recibe en su boca

                                                                                                                                porque allí no hay mañana ni esperanza posible.

                                                                                                                                A veces las monedas en enjambres furiosos

                                                                                                                                taladran y devoran abandonados niños.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los primeros que salen comprenden con sus huesos

                                                                                                                                que no habrá paraíso ni amores deshojados;

                                                                                                                                saben que van al cieno de números y leyes

                                                                                                                                a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

                                                                                                                                La luz es sepultada por cadenas y ruidos

                                                                                                                                en impúdico reto de ciencias sin raíces.

                                                                                                                                Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes

                                                                                                                                como recién salidos de un naufragio de sangre.

                                                                                                                                Mariposa del aire

                                                                                                                                Mariposa del aire,

                                                                                                                                qué hermosa eres,

                                                                                                                                mariposa del aire

                                                                                                                                dorada y verde.

                                                                                                                                Luz del candil,

                                                                                                                                mariposa del aire,

                                                                                                                                ¡quédate ahí, ahí, ahí!

                                                                                                                                No te quieres parar,

                                                                                                                                pararte no quieres.

                                                                                                                                Mariposa del aire

                                                                                                                                dorada y verde.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Luz de candil,

                                                                                                                                mariposa del aire,

                                                                                                                                ¡quédate ahí, ahí, ahí!

                                                                                                                                ¡Quédate ahí!

                                                                                                                                Mariposa, ¿estás ahí?

                                                                                                                                "'Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos', escribía García Lorca", dice Gonçalo Tavares en la última entrada de su Diario de la peste.
                                                                                                                                Foto: Archivo Particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                (Le puede interesar: Museo de la Biblia busca adquirir el Mosaico de Megido; arqueólogos no están a favor)

                                                                                                                                Fue poeta, escritor y dramaturgo, que a la edad de 38 años fue fusilado a inicios de la Guerra Civil en España, entre el 18 y 19 de agosto de 1936. Su cuerpo no ha sido encontrado aún, y se cree que se encuentra en una fosa común cerca de su provincia en Granada.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                La obra de Federico García Lorca ha sido catalogada como una de las más influyentes de España y de la literatura universal del siglo XX, abarcaba temáticas como el amor, la esterilidad, la muerte, la infancia y la denuncia social. En una de sus últimas entrevistas en La Gaceta Literaria de Madrid en 1931, se refirió a este último punto: “ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío... del morisco que todos llevamos dentro.”

                                                                                                                                A continuación, cinco de sus poemas en conmemoración del aniversario 87 de su muerte:

                                                                                                                                Romance de la luna, luna (Romancero Gitano)

                                                                                                                                La luna vino a la fragua

                                                                                                                                con su polisón de nardos.

                                                                                                                                El niño la mira mira.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El niño la está mirando.

                                                                                                                                En el aire conmovido

                                                                                                                                mueve la luna sus brazos

                                                                                                                                y enseña, lúbrica y pura,

                                                                                                                                sus senos de duro estaño.

                                                                                                                                Huye luna, luna, luna.

                                                                                                                                Si vinieran los gitanos,

                                                                                                                                harían con tu corazón

                                                                                                                                collares y anillos blancos.

                                                                                                                                Niño, déjame que baile.

                                                                                                                                Cuando vengan los gitanos,

                                                                                                                                te encontrarán sobre el yunque

                                                                                                                                con los ojillos cerrados.

                                                                                                                                Huye luna, luna, luna,

                                                                                                                                que ya siento sus caballos.

                                                                                                                                Niño, déjame, no pises

                                                                                                                                mi blancor almidonado.

                                                                                                                                El jinete se acercaba

                                                                                                                                tocando el tambor del llano.

                                                                                                                                Dentro de la fragua el niño,

                                                                                                                                tiene los ojos cerrados.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Por el olivar venían,

                                                                                                                                bronce y sueño, los gitanos.

                                                                                                                                Las cabezas levantadas

                                                                                                                                y los ojos entornados.

                                                                                                                                Cómo canta la zumaya,

                                                                                                                                ¡ay cómo canta en el árbol!

                                                                                                                                Por el cielo va la luna

                                                                                                                                con un niño de la mano.

                                                                                                                                Dentro de la fragua lloran,

                                                                                                                                dando gritos, los gitanos.

                                                                                                                                El aire la vela, vela.

                                                                                                                                El aire la está velando.

                                                                                                                                Malagueña (Poema de cante jondo)

                                                                                                                                La muerte

                                                                                                                                entra y sale

                                                                                                                                de la taberna.

                                                                                                                                Pasan los caballos negros

                                                                                                                                y gente siniestra

                                                                                                                                por los hondos caminos

                                                                                                                                de la guitarra.

                                                                                                                                Y hay un olor a sal

                                                                                                                                y a sangre de hembra,

                                                                                                                                en los nardos febriles

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                de la marina.

                                                                                                                                Y la muerte

                                                                                                                                entra y sale

                                                                                                                                y sale y entra

                                                                                                                                la muerte

                                                                                                                                de la taberna.

                                                                                                                                La Aurora (Poeta en Nueva York)

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                cuatro columnas de cieno

                                                                                                                                y un huracán de negras palomas

                                                                                                                                que chapotean las aguas podridas.

                                                                                                                                La aurora de Nueva York gime

                                                                                                                                por las inmensas escaleras

                                                                                                                                buscando entre las aristas

                                                                                                                                nardos de angustia dibujada.

                                                                                                                                La aurora llega y nadie la recibe en su boca

                                                                                                                                porque allí no hay mañana ni esperanza posible.

                                                                                                                                A veces las monedas en enjambres furiosos

                                                                                                                                taladran y devoran abandonados niños.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los primeros que salen comprenden con sus huesos

                                                                                                                                que no habrá paraíso ni amores deshojados;

                                                                                                                                saben que van al cieno de números y leyes

                                                                                                                                a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

                                                                                                                                La luz es sepultada por cadenas y ruidos

                                                                                                                                en impúdico reto de ciencias sin raíces.

                                                                                                                                Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes

                                                                                                                                como recién salidos de un naufragio de sangre.

                                                                                                                                Mariposa del aire

                                                                                                                                Mariposa del aire,

                                                                                                                                qué hermosa eres,

                                                                                                                                mariposa del aire

                                                                                                                                dorada y verde.

                                                                                                                                Luz del candil,

                                                                                                                                mariposa del aire,

                                                                                                                                ¡quédate ahí, ahí, ahí!

                                                                                                                                No te quieres parar,

                                                                                                                                pararte no quieres.

                                                                                                                                Mariposa del aire

                                                                                                                                dorada y verde.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Luz de candil,

                                                                                                                                mariposa del aire,

                                                                                                                                ¡quédate ahí, ahí, ahí!

                                                                                                                                ¡Quédate ahí!

                                                                                                                                Mariposa, ¿estás ahí?

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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