Felipe Andrés Forero: “Queremos seguir construyendo desde la empresa privada”
Una conversación con Felipe Andrés Forero, de la serie “Historias de vida”, escrita por Isabel López Giraldo. Forero fue Oficial de la Armada Nacional, en servicio activo durante veinticuatro (24) años.
Isabel López Giraldo
Soy un colombiano romántico con vocación de servicio como herencia genética. He buscado ser útil para otros. Disfruto de la buena música, de los deportes, especialmente el tenis y el automovilismo. Me encanta la aviación: construyo aeromodelos. Me considero una persona seria, introvertida, pero cordial.
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Soy un colombiano romántico con vocación de servicio como herencia genética. He buscado ser útil para otros. Disfruto de la buena música, de los deportes, especialmente el tenis y el automovilismo. Me encanta la aviación: construyo aeromodelos. Me considero una persona seria, introvertida, pero cordial.
Orígenes
Abuelos
Carlos Forero Matallana, mi abuelo paterno, fue un bogotano, empresario de la industria siderúrgica y automovilística. Se fue a vivir a Manizales donde montó un concesionario en los años cuarenta, lugar donde conoció a mi abuela. Lucía Racines Jaramillo, mi abuela, doce años menor, se dedicó a su familia y se trasladó con mi abuelo a Bogotá donde se instalaron en adelante. Una vez en la capital, mi abuelo hizo cabinas para ambulancias y para los camperos de marca Toyota, actividad que desarrolló por treinta años hasta mediados de los 80.
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Alberto Hauzeur Laverde, mi abuelo materno, gran caballero colombiano, hijo de un belga y una colombiana. Fue un ejemplo de rectitud. Un esposo como ninguno. Gran padre, líder, mi referente. Siempre quise ser como él. Fue general del Ejército Nacional y pidió su retiro en 1976, jefe de la Casa Militar del presidente Alberto Lleras. Después de su retiro trabajó en la empresa privada Textiles Lafayette.
Leonor Forero Córdoba, mi abuela, fue una mujer muy culta, elegante, con don de gentes, a quien consideré siempre mi segunda madre: cuidó de mí cuando a mis seis meses de edad mi papá enfermó gravemente y mi mamá lo acompañó por el tiempo que duró su tratamiento en los Estados Unidos. A su regreso me costó reconocer su rol, pues yo tenía como madre a mi abuelita. Falleció en 2015 y con su muerte terminó lo que mi mamá siempre consideró un noviazgo, dada nuestra conexión emocional tan estrecha, un cordón umbilical muy fuerte. Mi abuela fundó colegios que aún hoy funcionan y que son públicos, pero que en su momento eran para los hijos de los militares. Acompañaba a los enfermos del Hospital Militar, pues tuvo mucha sensibilidad social. Debido al trabajo de mi abuelo, ella abandonó su piano, pues era imposible trasladarlo a cada ciudad a la que lo asignaban, entonces no volvió a dar conciertos.
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Sus padres
Oscar Forero Racines, mi papá, manizalita nacido en el año 41, pero más bogotano que mi mamá, fue el mayor de cuatro hermanos. Una persona muy jovial, un caballero a carta cabal. Desde muy joven tuvo una relación cercana con su abuelo paterno, con quien compartió en su finca de Subachoque. Quiso ser piloto militar, pero mi abuelo le sugirió ingresar al ejército y, una vez graduado, pidió un traslado interno hacia la Fuerza Aérea donde hizo toda su carrera. Fue un apasionado por la historia de la aviación, frenó la destrucción de los archivos de las unidades donde estuvo al considerarlos documentos valiosos y, una vez se retiró, creó la Academia Colombiana de Historia Aérea, el Museo Aeroespacial Colombiano y dirigió el Museo Militar; escribió varios libros sobre este tema y sobre la historia de la aviación comercial. Desde la academia rescató a una cantidad de personajes de la aviación del siglo XX para transmitir todos sus conocimientos.
Se casó con mi mamá un 7 de junio, fecha que celebraron, mes a mes, durante todo su matrimonio; si la hubiera podido tener en una urna de cristal, protegiéndola del mundo, lo hubiera hecho, pues siempre se desvivió por ella. Alcanzaron a cumplir treinta años de matrimonio, pero falleció en el año 2000, siendo muy joven.
Jacqueline Hauzeur Forero, mi mamá, es la segunda de siete hijos, una mujer amorosa, jovial, y quien en su infancia fue tímida, por lo que se refugió en una de sus hermanas como protección. Su hermano mayor la blindaba para que no se le acercaran los pretendientes. Es socióloga de la Javeriana, alguien muy sensible a la gente, hizo voluntariado con sus amigas aportando desde la administración. Fue muy trabajadora, siempre buscando ayudarle a mi papá, pero nunca descuidó el tiempo y la atención que requerimos sus hijos. Actualmente juega tenis tres veces a la semana, motiva a sus grupos de amigas rotando los clubes. Hace pintura y pirograbado, obras que eventualmente le compran sin que las ofrezca, pues es su afición. De manera permanente está aprendiendo cosas nuevas. Es cuidadora de los suyos, lo fue de sus padres, ahora de sus hermanos y siempre de nosotros sus hijos, nueras y de sus nietos.
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Hermanos
Soy el segundo de tres hermanos. De pequeño fui algo desjuiciado y de fuerte carácter, quizás para hacerme notar, pero mi mamá me frenaba con la mirada. Juan Camilo, dos años mayor, es mi gran amigo y con quien comparto la vocación de servicio; es oceanógrafo y sigue en servicio activo en la Armada, de la que me retiré hace algunos años. Está casado con Julie Bracht y es padre de dos hijos, Emilia y Jerónimo. Catalina, un año menor que yo, fue la consentida con quien compartí los juegos, ella aportaba las barbies y yo los carros en los cuales subirlas, pero también jugó carritos y fútbol con nosotros; realmente la sobreprotegí tanto que ella fue a otro colegio para evitar que yo la asfixiara. Más grandes salíamos a bailar, íbamos al autódromo, compartimos mucho. Es administradora hotelera, actualmente vive en los Estados Unidos y es mamá de Juan Pablo y Samuel.
Desde siempre mis papás nos inculcaron que lo único con que realmente contábamos era con nuestros hermanos: lo que entraba a la casa, desde una colombina, era para los tres. Crecimos compartiendo con los hijos de las amigas de mi mamá. En algún momento vivimos en los Estados Unidos por unos cursos que tomó mi papá, pero regresamos y nos reencontramos con los nuestros.
Academia
En quinto grado pasé del Saint George, de calendario B, al Emilio Valenzuela, de calendario A, cambio que marcó mi vida positivamente, a pesar de haber dejado algunos de mis buenos amigos, encontrando un ambiente que se ajustaba más a mis necesidades y desarrollo personal, bajo el liderazgo del Padre Julio Sánchez. También tuve la oportunidad de ayudar y acompañar a varios de mis compañeros, quienes se vieron en serios problemas: eran los años ochenta, donde había pandillas y una serie de riesgos que los estaban atrayendo debido a distintas circunstancias familiares, dejándolos como ruedas sueltas.
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Trayectoria profesional
Me gustaba la arquitectura, el dibujo técnico, la ingeniería y consideré ser sacerdote. Ingresé a la Armada Nacional, donde podía estudiar ingeniería electrónica, que me encantaba desde niño cuando jugaba armando pequeños circuitos, robots, alarmas, también por mi gusto por el mar y porque podría llegar a ser piloto, lo que nunca se dio. Allí trabajé y puse en práctica mi vocación de servicio durante veinticuatro años.
Hice una carrera que me brindó muchas satisfacciones, me especialicé en el área de superficie, así me desempeñé en estaciones de guardacostas, en fragatas y buques logísticos. Pasé por Cartagena, Barranquilla, San Andrés. También fui profesor militar, algo que me ha gustado enormemente.
Durante diez años trabajé con tres gobiernos distintos en la Casa Militar. Allí mismo mi abuelo había sido jefe en los sesenta y yo en el dos mil desde la oficina de logística y protocolo de la primera dama. Tuve el honor de ser edecán de tres primeras damas. Mi primera experiencia fue durante la reconstrucción del Eje Cafetero luego del terremoto del 99. Recorrí las regiones, conocí muchas situaciones de la gente, héroes y heroínas ocultos, quienes serían los protagonistas de un eventual libro en el que consignaré todas estas experiencias.
Amando tanto mi carrera militar, decidí otro camino: se me abrió un panorama mucho más grande. Si bien soñaba ser comandante de la Armada, comencé a ver la vida de otra forma, quise salir de la organización piramidal e impactar en otros entornos.
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Rosario B. Casas
Una de las mayores fortunas de trabajar aquí es el haber conocido a Rosario, mi esposa, en el gobierno de Uribe. Me quedaban seis meses antes de regresar para cumplir con mis requisitos de grado en la Armada, cuando llegó Rosario a integrar el equipo de doña Lina Moreno como secretaria privada. Éramos cuatro personas, incluidos su jefe de seguridad y la consejera de programas especiales.
Tuvimos la oportunidad de conocernos desde lo profesional, tomando decisiones en momentos difíciles, de mucha tensión. Construimos una maravillosa amistad. Cuando me retiré la invité a salir. Ahora contamos dos años de noviazgo y cerca de diecisiete de matrimonio. Actualmente trabajamos juntos, hemos construido empresa y creado equipo ayudando a la gente.
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Consul
Fui cónsul en Nueva York por más de cuatro años. Mientras me desempeñaba en este cargo, trabajando por el medio millón de colombianos de la zona, Rosario creó XR Americas, una empresa de tecnología en realidades inmersivas, el famoso Metaverso. El final de mi servicio en la Cancillería coincidió con el comienzo del Covid. En ese momento decidimos transformar la empresa de consultoría que Rosario había creado hacía varios años en Colombia, y que estaba paralizada pues no era momento para atraer inversionistas al país, y reestructurarla con foco en consultoría de transformación digital e implementaciones de tecnología desde BCPartners Tech.
Sumando lo que sabíamos decidimos apoyar a otros con conocimiento a través de la Incubadora de Transformación Digital Brooklyn2Bogota. Es un puente que une a las tres américas, las culturas y talentos hispanos. Contamos ya con cinco cohortes graduadas, hemos apoyado a los dueños de pequeños negocios hispanos para cambiar su mentalidad sobre temas digitales y cerrar las posibles brechas con un programa de diez semanas de trabajo sobre su negocio. Lo hacemos de forma gratuita. Contamos con más de cien mentores en dieciséis países que aportan su tiempo y su experiencia para ayudar a otros a crecer.
Proyección
Queremos seguir construyendo sociedad desde la empresa privada, brindando calidad en el servicio de manera ética, con valores.
Epitafio
Fue un caballero de principios, quien amó a su esposa, a su familia. Amigo de sus amigos. Alguien quien ayudó a los demás y brindó amor.