Foto: Fernando Botero
Sobre la tela, el óleo dibuja a un señor con barba, casi desnudo, que tiene los ojos vendados y una bota presionando su espalda. Está en una celda. Su pie derecho está rojo y tiene marcas sobre el cuerpo. Se asemeja a otro hombre que parece gritar. Este está acostado y tiene un perro de gran tamaño sobre su dorso. Sus manos están amarradas y su camiseta blanca está empapada de su propia sangre.
“Cuando miro los cuadros de Fernando Botero, me doy cuenta de que aquí hay un aspecto en el que el arte ofrece la posibilidad de servir a una necesidad...
Por Daniela Cristancho
Periodista y politóloga de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en resolución de conflictos e investigación para la paz.@danielacsidcristancho@elespectador.com
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