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Cine para compartir y no competir

Viviana Castro, productora ejecutiva de la Feria Internacional de Cine de Manizales (Ficma), habló sobre el evento, que comenzó este 25 de septiembre y tendrá programación hasta el próximo 30. Su lema de este año es “Pedagogías de la libertad”.

Laura Camila Arévalo Domínguez
26 de septiembre de 2023 - 01:58 p. m.
Viviana Castro es profesional en ingeniería industrial y filosofía y letras.
Viviana Castro es profesional en ingeniería industrial y filosofía y letras.
Foto: Archivo Particular
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Hablemos de la temática de este año: “El cine como pedagogía de libertad”...

La vida en sí misma es una pedagogía. Aprendes en el día a día. El objetivo principal de vivir es aprender de todas las formas en la medida de las posibilidades, siempre respetando el límite del otro.

Hay poesía y un gran interés en la educación a la hora de describir la esencia y el objetivo de la feria: hablan de la historia de las hojas que cayeron al patio de casas que alguna vez conocimos, o de calles y paraísos perdidos...

Federico Zapata, director de la feria, y yo pensamos la educación como un cambio radical y permanente. Los lugares en los que se generan procesos de información han ido cambiando con el tiempo: pasamos de estructuras rígidas para los procesos educativos a pensarnos otras alternativas necesarias. Como lo dices, la feria está muy enmarcada en la poesía, que para todos los seres humanos siempre ha estado presente, así aun no lo sepan: todos hemos tenido un proceso pedagógico en un aula, con una persona o con la vida.

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Hablemos de la historia de la feria: edición actual, quiénes la dirigen, quiénes la financian…

Esta es la edición número 14. No somos festival porque nacimos con el objetivo de compartir, no de competir. No tenemos dentro de la programación ni una muestra competitiva ni una convocatoria abierta. Lo que hacemos es elegir una temática alrededor del tema y, a partir de allí, hacemos la curaduría de los contenidos. El equipo que está al frente del evento se compone de cuatro personas y, en términos económicos, se cuenta con el apoyo del Instituto de Cultura y Turismo de Manizales, de la Secretaría de Cultura del departamento y de Proimágenes Colombia. Estos apoyos institucionales los recibimos de forma directa o a través de convocatorias. También contamos con el apoyo de algunas entidades privadas de la ciudad, que se vinculan desde distintos frentes.

Mencionó la curaduría, ¿cuál es el criterio para diseñar la programación de la feria?

Este año el tema es “Pedagogías de la libertad”. Se busca una relación entre el cine y la educación. Hace ya un tiempo se viene estableciendo la programación por universos, que son distintos marcos conceptuales de la feria y tienen relación directa con la temática. Este año tenemos el universo de las escuelas sin muros o pedagogías de la alteridad, de la migración y pedagogías alternativas. Está el ciclo de pensamiento crítico, el ciclo de pedagogías ecológicas. Asimismo, la retrospectiva. No solamente elegimos películas de estreno, sino que habrá algunas que se hayan presentado al público hace un tiempo, pero se relacionan con el ciclo. Igual se mantiene la franja de estrenos nacionales e internacionales.

Sí, hay películas que se estrenaron hace unos años, y percibo que, por ejemplo, las colombianas tienen una carga social y crítica importante, como “Los días de la ballena”, “Alis” o “Señorita María”, pero también otras que se enfocan en asuntos muy distintos, como “Her” o “Mi vecino Totoro”...

Claro, es que esa franja de cine colombiano, que es una alianza con la distribuidora DOC:CO, marca para nosotros una parte importante de la programación. Es un espacio que hemos pensado para estudiantes de colegios. Esas películas colombianas que, normalmente, no suelen estar en las salas de cine comercial de Manizales, para nosotros son fundamentales a la hora de acercar a los estudiantes de la ciudad. En el caso, por ejemplo, de Mi vecino Totoro , haremos un homenaje absolutamente divino a Studios Ghibli, a Miyazaki. Y es un ciclo bien especial: nosotros solemos defender que las películas estén en idioma original, subtituladas en español, pero este año se hará con el Centro Colombo-Americano: las películas estarán en inglés con subtítulos en este idioma. No solamente será un proceso de pedagogía con respecto a la película, sino también a un nuevo idioma. En el caso de Her hay algo importante: este filme es parte del ciclo de Big Data, que diseñamos incluso antes de que la inteligencia artificial generativa estuviera tan presente en el debate actual. Aquí queremos pensar en cómo las nuevas tecnologías influyen directamente en nuestros procesos de aprendizaje.

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Ahora que menciona que a través de las películas uno pueda acercarse a un nuevo idioma, quiero preguntarle por la franja académica: de qué se compone y cuáles son los temas en los que se enfocará...

También es muy diversa. Tenemos, por un lado, a Germán Doin, que es el director de La educación prohibida, alguien que conoce de primera mano los procesos de pedagogías alternativas en América Latina y que hablará acerca de cómo podemos formarnos quitando los paradigmas y temores de la educación tradicional. Estaremos con Yamit Galindo, de un enfoque más universitario, que hablará del cine, pero desde la academia: cómo la teoría también es importante antes de agarrar una cámara y lanzarte a hacer una película. Tendremos a Óscar Castillo, que es parte de un colectivo que se llama Free Convict: han tenido una experiencia increíble con jóvenes privados de la libertad a través de trabajos de fotografía. En general, serán enfoques diversos.

Ha mencionado muchas veces la intención de acercar, pero ¿cómo lograr que los festivales de cine se dejen de percibir como eventos exclusivos para gente de la industria?

Claro, ese es un reto. Nosotros lo hemos percibido y vivido. En el caso de un evento como el nuestro, que también tiene un marco conceptual importante en cuanto a la descripción de los universos, te topas con eso. Manizales es una ciudad universitaria y uno creería que esos paradigmas podrían romperse, pero no, hay personas que aún dejan de ver una película por el miedo a no entenderla y evitarse la caída en un eslabón perdido. El ejercicio que precisamente hemos intentado hacer es acercarnos de una manera distinta a las poblaciones: formar un público y quitar un poco esa mentalidad del prejuicio frente a este tipo de películas. No es fácil, pero nos ha permitido entrar a los barrios, hacer perifoneos, llevar volantes, ir a las universidades, invitar a la gente, etc.

¿Ha funcionado? ¿Qué tal le va a la feria en términos de convocatorias y nuevos públicos?

Nuestro caso es más complejo: nosotros no tenemos un recurso económico que nos permita tener un gran alcance a nivel nacional para que sea posible que el evento se llene. El Festival Internacional de Cine de Cartagena, por ejemplo, se moviliza con personas que están alrededor del país. Muchos viajan para asistir. A nosotros nos toca trabajar mucho, no para seducir o convencer, pero sí para invitar a la gente, para visibilizarnos.

Laura Camila Arévalo Domínguez

Por Laura Camila Arévalo Domínguez

Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com

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