Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En la Perla del Pacífico, como llaman a Tumaco, se espera que el sonido del bombo fusionado con el de la tambora y los cánticos afinados, marquen el inicio de lo que será el último destino de la gira del Festival de Música Sacra, un evento que pretende hilar el tejido de una conversación sobre los sonidos folclóricos y tradicionales de Colombia. Aquellos que le cantan al espíritu, a la fe y a la paz.
Le sugerimos leer: Phil Manzanera y Kevin Johansen exaltan sus raíces latinas en el Hay Festival de Cartagena.
Desde el 2 de diciembre del año pasado, la Corporación Cultural InterColombia emprendió un viaje por siete territorios del país, que se han convertido en el escenario para conciertos de agrupaciones de estas ciudades y municipios, que anteriormente habían sido golpeados por el Conflicto Armado, y hoy hacen de la música su aliada para seguir labrando su camino; ese mismo que los ha llevado a ser “territorios de paz”.
Santa Marta, Valledupar, San José del Guaviare, San Jacinto- Montes de María, Florencia y Cali (Barrio Siloé) ya han hecho parte de esto que Marianna Piotrowska, directora del festival y de InterColombia, ha llamado una “conversación multireligiosa”, que se extendió hasta el mar Pacífico, en donde se ubica San Andrés de Tumaco, la última parada de esta travesía titulada: “Colombia es Música Sacra”.
“Estos son lugares emergentes, municipios con programas de desarrollo, con enfoque territorial, y, sobre todo, zonas que han sido muy afectadas por la guerra, pero que hoy son territorios de paz, con una gran tradición e inmenso patrimonio cultural, que guarda una historia detrás”, dice Piotroswka, quien asegura que la música ha sido la mejor excusa para movilizar personas, de aquí o de afuera, y generar conciencia sobre esta construcción de la paz. Del compromiso y la responsabilidad que merece y necesita de cada habitante o visitante, pues tiene la convicción de que son los sonidos, los ritmos y el folclor, los que propiciarán “espacios de diálogo, de unión y, sobre todo, de la potencialización de la dimensión espiritual de las personas en un mundo cada día más materialista y consumista”, asegura.
También puede leer: Capítulo de la novela “Las estrellas son negras”, de Arnoldo Palacios.
Por eso, cuenta ella que fue la música sacra la escogida para este festival, que inició a hacerse únicamente en Bogotá, pero que con el deseo descentralizar su desarrollo, cumple dos ediciones fuera de la Sabana y adentro de la periferia.
“Hace 13 años, cuando fundé el festival, no existía en Bogotá, un espacio que estuviera dedicado al encuentro entre las culturas y entre las religiones a través de las músicas sagradas. Era un espacio que hacía falta en Bogotá y poco a poco, con el apoyo de todos los aliados, del público y de los artistas, se ha ido consolidando como un evento que hace parte de la agenda cultural del país”.
Como parte de esa agenda, este 27 de enero se presentará la agrupación Cueros y Chonta, oriunda de este departamento del Pacífico surcolombiano. Doce músicos, entre cantaoras e instrumentistas, que con marimbas, bombos y cununos, serán los encargados de clausurar la segunda edición de la gira nacional. Los cantos religiosos desentrañan el sincretismo espiritual arraigado en las tradiciones de estas poblaciones.
“El repertorio lo hemos seleccionado a partir de los cantos cotidianos, de los eventos sociales de la comunidad, así como del fervor hacia los santos, donde se conjuga un sincretismo espiritual, como el que se evoca en la liturgia de las misas cantadas, en las actividades fúnebres, de consagración, en las fiestas patronales, en las festividades de Navidad y Año Nuevo, y en todas las influencias recibidas de las tradiciones religiosas transmitidas de generación en generación”, expresó la agrupación en una entrevista concedida por Festival.
A las 7:30 p. m en la Catedral de San Andrés de Tumaco, será el concierto de Cuero y Chontas, se espera que llegue toda la ciudadanía. Que sea un espacio de encuentro y exaltación de esas raíces que los anclan a la vida y a la devoción. El espectáculo no tiene ninguno costo; es abierto a todo el público.
“Son las músicas sagradas con las que nosotros nos conectamos con la divinidad, con nuestro Dios, con el Dios, que para las diferentes culturas puede ser distinto o puede ser el mismo. Pero que es lo más sagrado e íntimo. Así que la música sacra nos está conectando directamente con lo trascendente”, señala Piotrowska.
Le recomendamos: El documental “Igualada” muestra el “cambio histórico” que originó Francia Márquez.
