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Fidel Cano Gutiérrez, El Espectador más original

Celebramos 137 años de creación de este diario y los 170 años del natalicio del periodista y literato que lo fundó.

Nelson Fredy  Padilla
21 de febrero de 2024 - 02:00 a. m.
Fidel Cano Gutiérrez con Victor Hugo a la espalda. Cano nació en San Pedro de los Milagros, Antioquia, el 17 de abril de 1854 y murió el 15 de enero de 1919, en Medellín.
Fidel Cano Gutiérrez con Victor Hugo a la espalda. Cano nació en San Pedro de los Milagros, Antioquia, el 17 de abril de 1854 y murió el 15 de enero de 1919, en Medellín.
Foto: Archivo
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Cuando el escritor francés Víctor Hugo murió (1802-1885), el escritor antioqueño Fidel Cano Gutiérrez ya tenía claro que Colombia debía convertirse en un país donde la libertad de pensamiento y de prensa se promoviera en serio y se respetara.

Cano era, ante todo, un campesino venido del municipio de San Pedro de los Milagros, un profesor formado en la Universidad de Antioquia, de la que fue rector, un lector empedernido, un traductor, un poeta, un crítico de la realidad. Aunque también fue inspector de policía, fiscal y hasta un exitoso político regional que llegó al Congreso y fue candidato presidencial por el Partido Liberal, esto en un país que a finales del siglo XIX era casi absolutamente conservador, sometido a “la regeneración” liderada por el presidente Rafael Núñez con una Constitución que reprimía las libertades ciudadanas y con una violencia política que era caldo de cultivo de guerras que aún sufrimos.

Reviso archivos de El Espectador y de la Biblioteca Nacional y me queda claro que a Cano lo movían los ideales que tradujo y aprendió de los poemas y novelas de Víctor Hugo. Como en Los miserables, “se había deslumbrado con la idea de la libertad”. Y para proclamarla y defenderla el mejor recurso era crear un periódico. Oigo en los archivos sonoros de la emisora HJCK la voz del escritor y periodista Eduardo Zalamea Borda (1907-1963) diciendo: “Lo que tal vez subyugaba más a Fidel Cano de la personalidad de Hugo era su fervor de combatiente de la libertad”. No por casualidad el óleo que tenemos en la redacción de El Espectador es del Cano más original en su oficina de director con un cuadro de Víctor Hugo a la espalda.

Defender los derechos humanos desde el periodismo fue su causa, probando primero su visión de país y su capacidad narrativa en periódicos como La Revista Industrial, La Palestra y El Ideal, hasta que el 22 de marzo de 1887 publicó el primer número de El Espectador, “periódico político, literario, noticioso e industrial”, en cuyo cabezote también se lee en mayúsculas: “DIRECTOR RESPONSABLE, FIDEL CANO”.

Apenas cuatro páginas que marcaron el rumbo del diario más antiguo de Colombia y uno de los más importantes del mundo por sus batallas en defensa de la libertad de prensa, según lo exaltó el diario francés Le Monde en los años 90, al incluirlo entre los diez más influyentes junto a gigantes como el New York Times.

La idea a la que le había dado tantas vueltas se materializó, como si quisiera torcerle el cuello a la historia con una revolución, desde la calle de El Codo, centro de la ciudad de Medellín y, como la aventura ocurría en un país centralista, trasteó su imprenta a Bogotá, la capital, para lograr un eco nacional para celebrar hoy 137 años de creación. Que un diario impreso nacido en el siglo XIX supere las 40.000 ediciones en el siglo XXI no solo es un récord, sino una prueba de la vigencia del pensamiento de quien lo fundó.

Pero para constituir este legado, Fidel Cano Gutiérrez debió enfrentarse a la persecución de la Regeneración y de la Iglesia católica, que prohibían (bajo amenaza de excomunión) comprar o leer El Espectador, “un periódico subversivo”. Fue enviado a la cárcel varias veces, tanto por el gobierno de Rafael Núñez como el de Carlos Holguín, empezando en 1893 por haber publicado un discurso opositor de Juan de Dios el Indio Uribe.

Es emocionante ver la recreación de la oficina y los principios de Fidel Cano Gutiérrez que hizo el programa Tiempo de vuelta del canal Teleantioquia. Otra forma de acercarse al espíritu del fundador de este diario es el perfil que escribió en estas páginas otro insigne director de El Espectador, Guillermo Cano Isaza, contando cómo desde niño decidió que iba a ser periodista como su abuelo, a pesar de que no entendía por qué lo metían a la cárcel por trabajar contra la “imperdonable injusticia”, como había aprendido de Víctor Hugo.

El texto se titula “El abuelo que no conocí” y lo retrata desde que el nieto oyó de él por primera vez: “Alrededor de un viejo árbol florecido en una Nochebuena escuché leer a una de mis tías unos versos. Eran unos versos que hablaban del pan de cada día, de la pobreza de unos niños y del amor de un hombre por sus semejantes”. Su poemario Navidades y sus ensayos, por ejemplo sobre las leyendas populares de su pueblo, pueden ser consultados en la Biblioteca Virtual Cervantes.

Después, Guillermo Cano vivió y entendió en carne propia los sacrificios de su abuelo enfrentando la persecución de la dictadura de Rojas Pinilla, la censura y la corrupción a todos los niveles, en especial de la mafia del narcotráfico, que terminó asesinándolo en 1986. “La prisión de mi abuelo, de la que supe a los 10 años, fue para mí, antes que un motivo de vergüenza, un título de honor. Más tarde pude comprender mejor —en la crisis de la patria— que cuando se defiende honradamente un principio de justicia no importan el fuego ni el terror de la cárcel. Y así conocí otra faceta de mi abuelo. La del gran perseguido que puso por encima de la tranquilidad material sus ideas y su espíritu”. Había aprendido lo que él llamó “la mayor lección de nobleza, honradez y valor”.

Reviso las cartas de respuesta de Fidel Cano Gutiérrez a sus lectores, insistía en nunca sacrificar “principios, ni verdad y justicia”, defender la rectitud y la ética, e invitaba a hacer política desde una “oposición digna y sincera”.

El actual director de El Espectador, Fidel Cano Correa, recordó al fundador en 2022, al recibir el Premio Simón Bolívar a la Vida y Obra de un Periodista: “Bajo un régimen retardatario, confesional y persecutor de las ideas liberales como el que gobernaba a Colombia en 1887, decidió salir a defenderlas desde un periódico. En él escribió, en su primer editorial, que El Espectador no iría en pos de los hombres que por ministerio del éxito estén en boga, que no daría a las buenas y a las malas acciones unos mismos nombres, que no hablaría a los dueños del poder el lenguaje de la lisonja, ni tributaría aplausos a los hombres ni a sus actos sino cuando la conciencia se lo mandare. De ideas como esa viene todo lo demás”.

En el libro Tinta indeleble (sello Aguilar, 2012), sobre la vida y obra de Guillermo Cano, también se rindió homenaje a Fidel Cano Gutiérrez: “La historia de sus editoriales censurados, los cierres por decreto, su paso por la cárcel y la prohibición religiosa a su publicación so pena de pecado son el recuento de su lucha. Cuando murió en Medellín, en 1919, su invento de El Espectador ya era un legado de Colombia”.

Hoy, 137 años después, del fundador de este diario pervive algo más trascendente que el busto que lo recuerda en el Parque Bolívar de Medellín.

Nelson Fredy  Padilla

Por Nelson Fredy Padilla

Periodista desde 1989, magíster en escrituras creativas, autor de cinco libros, catedrático de periodismo y literatura desde 1995, y profesor de la maestría de escrituras creativas de la Universidad Nacional, del Instituto de Prensa de la SIP y de la Escuela Global de Dejusticia.@NelsonFredyPadinpadilla@elespectador.com

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MARTHA(y07c1)21 de febrero de 2024 - 11:43 a. m.
De Fidel Cano Gutierrez ,cómo registra el columnista,gran periodista ,pasando por Don Fidel Cano asesinado por la mafia dos periodistas que marcaron una senda a la opinión pública a Fidel Cano de hoy hay mucha distancia,en el actual periódico a excepción de algunos columnistas esta lleno de estudiantes y aprendices que hacen el Espectador desinformado y un periodismo banal y sin generar opinión pública
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