Fito Páez, un fabulador rock
Personajes y relatos musicales poco conocidos del autor de “El amor después del amor”.
Nico Rojas @nicorojasrobles
“Agárrense los cinturones que hoy vamos a volar muy lejos de estos sillones”. Así saludó Fito Páez a los cerca de catorce mil fans que cumplían el pasado viernes 1 de abril, una cita inicialmente programada para el dieciséis de mayo de 2020. El Movistar Arena en Bogotá se convirtió por unas horas en una especie de templo del rock con un chamán de lujo, una feligresía añorante y una liturgia llena de momentos mágicos, gritos desaforados, maestría musical y belleza. Los dos años de espera valieron la pena.
Luego de abrir con “Giros”, canción que le diera título a su álbum de 1985, y de interpretar “La Conquista del Espacio”, lanzamiento de pandemia, Páez anunció que no solo tocaría sus canciones más conocidas: “Si solamente hiciéramos eso, nos vamos a transformar en unos espejos ridículos de nosotros mismos”, dijo, poniendo de presente su vocación de creador polifacético y arriesgado.
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Actualmente, el rosarino estrena un disco que toma distancia de la arquitectura letrística que caracteriza temas como “La Casa Desaparecida” o “Al Lado del Camino”, así como de las formas musicales de sus canciones más pop. “Futurología Arlt” es el segundo álbum de la trilogía “Los Años Salvajes”, cuya última entrega aún no ve la luz. Un disco sinfónico, casi en su totalidad instrumental, inspirado en la novela “Los Siete Locos” de Roberto Arlt; prolífico escritor porteño, conocido como uno de los pioneros del modernismo literario argentino.
Escuchar en orden las piezas de este álbum singular, interpretado por la Orquesta Sinfónica Nacional Checa, es como transitar una especie de banda sonora de las doscientas cincuenta páginas del texto de Arlt, lleno de personajes y situaciones tan improbables como fascinantes. Erdosain, un inventor sin éxito, es descubierto estafando la fábrica en que trabaja como administrativo, y en medio de la desesperación por juntar una suma imposible de dinero para evitar ser denunciado, termina embarcándose en una revolución cruel y fantástica, junto a una particular sociedad secreta. Una mirada de la argentina de la primera mitad del siglo veinte, a través de un relato sórdido y delirante.
Páez ha mencionado reconocer en Arlt a una suerte de futurólogo de la Argentina de los años que le sucedieron y el disco se presenta también como una forma de homenaje al autor, a quien ya había citado en algunas de sus canciones: “Busco mi piedra filosofal en Los Siete Locos, en el mar, en el cadáver exquisito, en no tener piedad, en la quinta esencia de la música…”.
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Y es que, si bien el repertorio de Fito Páez está lleno de hits despeinados para cantar a gritos en los conciertos o en los partidos de fútbol, sus discos también guardan curiosos tesoros narrativos; fábulas agridulces que después de escucharlas, dejan la sensación de haber terminado una novela. Aquí, algunas de ellas a manera de recomendación.
Un joven maleante al servicio de un capo bonaerense, a quien termina asesinando para quedarse con el negocio, se convierte al cabo de tres décadas en político y empresario metalúrgico del año. Juan Lewinsky, recio, inmoral y astuto, ve como su castillo de naipes se empieza a tambalear cuando se enamora de un jovencito empleado suyo. Lo que sigue, se relata en ritmo de rap, tango y salsa, a lo largo de los casi seis minutos de “Paranóica Fierita Suite”, una de las canciones más llamativas del álbum “Rey Sol” dedicado a Martín Páez, hijo del músico con la actriz Cecilia Roth.
“Las tardes del sol, las noches del agua” del disco “Circo Beat”, nos lleva a Villaguay en la provincia de Entre Ríos, donde una niña que se niega a comer y a hablar por días, experimenta convulsiones luego de las cuales empieza a cantar y hablar en inglés, idioma que no había aprendido. Esta historia real, recreada por Páez en clave de poesía, bien puede pensarse como una versión musical de “El Exorcista” de Peter Blatty, pero a la argentina.
Dos muchachitos se escapan de casa y emprenden una travesía rumbo al norte en colectivos y camiones, durmiendo en estaciones de gasolina y soñando con conocer la nave espacial, como se le conoce por sus formas al Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, diseñado por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer. “Escribamos un mensaje o llamemos a tu hermana”, pensaban, pero fue una playa en Ipanema la que hizo el llamado definitivo. “La Nave Espacial”, una road movie vestida de canción, enérgica y adolescente, cierra esta corta lista de recomendaciones, con ocasión de la visita de Fito Páez a Colombia.
Bogotá no olvidará la noche en que el argentino interpretara “Cable a tierra” junto a Carlos Vives, invitado especial; como tampoco olvidaremos la imagen maravillosa de Julieta Rada, derrochando encanto e interpretando como nadie las líneas de una de las canciones más emblemáticas del rock en español: “Nadie puede y nadie debe vivir sin amor.”
“Agárrense los cinturones que hoy vamos a volar muy lejos de estos sillones”. Así saludó Fito Páez a los cerca de catorce mil fans que cumplían el pasado viernes 1 de abril, una cita inicialmente programada para el dieciséis de mayo de 2020. El Movistar Arena en Bogotá se convirtió por unas horas en una especie de templo del rock con un chamán de lujo, una feligresía añorante y una liturgia llena de momentos mágicos, gritos desaforados, maestría musical y belleza. Los dos años de espera valieron la pena.
Luego de abrir con “Giros”, canción que le diera título a su álbum de 1985, y de interpretar “La Conquista del Espacio”, lanzamiento de pandemia, Páez anunció que no solo tocaría sus canciones más conocidas: “Si solamente hiciéramos eso, nos vamos a transformar en unos espejos ridículos de nosotros mismos”, dijo, poniendo de presente su vocación de creador polifacético y arriesgado.
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Actualmente, el rosarino estrena un disco que toma distancia de la arquitectura letrística que caracteriza temas como “La Casa Desaparecida” o “Al Lado del Camino”, así como de las formas musicales de sus canciones más pop. “Futurología Arlt” es el segundo álbum de la trilogía “Los Años Salvajes”, cuya última entrega aún no ve la luz. Un disco sinfónico, casi en su totalidad instrumental, inspirado en la novela “Los Siete Locos” de Roberto Arlt; prolífico escritor porteño, conocido como uno de los pioneros del modernismo literario argentino.
Escuchar en orden las piezas de este álbum singular, interpretado por la Orquesta Sinfónica Nacional Checa, es como transitar una especie de banda sonora de las doscientas cincuenta páginas del texto de Arlt, lleno de personajes y situaciones tan improbables como fascinantes. Erdosain, un inventor sin éxito, es descubierto estafando la fábrica en que trabaja como administrativo, y en medio de la desesperación por juntar una suma imposible de dinero para evitar ser denunciado, termina embarcándose en una revolución cruel y fantástica, junto a una particular sociedad secreta. Una mirada de la argentina de la primera mitad del siglo veinte, a través de un relato sórdido y delirante.
Páez ha mencionado reconocer en Arlt a una suerte de futurólogo de la Argentina de los años que le sucedieron y el disco se presenta también como una forma de homenaje al autor, a quien ya había citado en algunas de sus canciones: “Busco mi piedra filosofal en Los Siete Locos, en el mar, en el cadáver exquisito, en no tener piedad, en la quinta esencia de la música…”.
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Y es que, si bien el repertorio de Fito Páez está lleno de hits despeinados para cantar a gritos en los conciertos o en los partidos de fútbol, sus discos también guardan curiosos tesoros narrativos; fábulas agridulces que después de escucharlas, dejan la sensación de haber terminado una novela. Aquí, algunas de ellas a manera de recomendación.
Un joven maleante al servicio de un capo bonaerense, a quien termina asesinando para quedarse con el negocio, se convierte al cabo de tres décadas en político y empresario metalúrgico del año. Juan Lewinsky, recio, inmoral y astuto, ve como su castillo de naipes se empieza a tambalear cuando se enamora de un jovencito empleado suyo. Lo que sigue, se relata en ritmo de rap, tango y salsa, a lo largo de los casi seis minutos de “Paranóica Fierita Suite”, una de las canciones más llamativas del álbum “Rey Sol” dedicado a Martín Páez, hijo del músico con la actriz Cecilia Roth.
“Las tardes del sol, las noches del agua” del disco “Circo Beat”, nos lleva a Villaguay en la provincia de Entre Ríos, donde una niña que se niega a comer y a hablar por días, experimenta convulsiones luego de las cuales empieza a cantar y hablar en inglés, idioma que no había aprendido. Esta historia real, recreada por Páez en clave de poesía, bien puede pensarse como una versión musical de “El Exorcista” de Peter Blatty, pero a la argentina.
Dos muchachitos se escapan de casa y emprenden una travesía rumbo al norte en colectivos y camiones, durmiendo en estaciones de gasolina y soñando con conocer la nave espacial, como se le conoce por sus formas al Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, diseñado por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer. “Escribamos un mensaje o llamemos a tu hermana”, pensaban, pero fue una playa en Ipanema la que hizo el llamado definitivo. “La Nave Espacial”, una road movie vestida de canción, enérgica y adolescente, cierra esta corta lista de recomendaciones, con ocasión de la visita de Fito Páez a Colombia.
Bogotá no olvidará la noche en que el argentino interpretara “Cable a tierra” junto a Carlos Vives, invitado especial; como tampoco olvidaremos la imagen maravillosa de Julieta Rada, derrochando encanto e interpretando como nadie las líneas de una de las canciones más emblemáticas del rock en español: “Nadie puede y nadie debe vivir sin amor.”