“Forever Pure”, la cara más racista y violenta del fútbol en Israel
El documental, que está disponible en Netflix, es dirigido por Maya Zinshtein. Un ejemplo de cómo el fútbol puede ser utilizado como plataforma política y herramienta de discriminación racial.
Joseph Casañas - @joseph_casanas
El día que se jugó el partido de fútbol para despedirlo, Diego Armando Maradona botó una frase para la inmortalidad. Otra más. “La pelota no se mancha”, dijo el 10 de noviembre de 2001.
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El día que se jugó el partido de fútbol para despedirlo, Diego Armando Maradona botó una frase para la inmortalidad. Otra más. “La pelota no se mancha”, dijo el 10 de noviembre de 2001.
Ojalá esa máxima fuera cierta. Ojalá ese perfume bohemio y versero que adorna al fútbol lograra que esa pasión que lo convierte en el deporte más hermoso del mundo no cruzara los límites de la estupidez. Quizá eso no pase nunca.
Ya perdimos la cuenta del número de veces que la pelota fue manchada. Mucho se ha hablado de los dineros que los narcos invirtieron en el fútbol para ocultar sus muertos. Ya no nos acordamos cuántas veces los políticos utilizaron los colores de un equipo para ganar su campaña, para tapar su ineptitud y para desviar la atención. Quien sabe cuántos goles gritamos con el alma mientras ellos se robaron la plata de la educación y la salud.
Llegó la noche. Otra más. Una oportunidad para, al menos por unas horas, hacerles muecas a las noticias del coronavirus y ponernos una cita con alguna película que nos anestesie mientras llega Morfeo. Netflix es el aliado.
Quiero ver una película de fútbol. Una que ojalá nos muestre que en realidad la pelota no se mancha. Un título llama mi atención: “Forever Pure” (Pureza eterna). Al fondo se ven las manos extendidas de unos hinchas vestidos de amarillo. Esa es perfecta, pienso. Y mientras oprimo el botón que está en todo el centro del control, se me ocurre que el documental, como su nombre lo indica, me hablará de la pureza y los valores innegociables del deporte capaz de convertir mortales en dioses de barro. Qué equivocado estaba.
Ni pureza. Ni valores. Ni pelotas sin manchar. “Forever Pure” se suma a la lista de esos maravillosos documentales que presentan la cara más oscura del fútbol. Esa que siempre, o casi siempre, preferimos no ver con tal de gritar un gol mientras abrazamos a un desconocido. Claro, cuando eso de los abrazos estaba permitido.
“La locura que se desató por el fichaje de dos jugadores musulmanes en el Beitar de Jerusalén. El documental revela la profunda veta de racismo institucionalizado en Israel”, dice la corta descripción. Dos jugadores: Dzhabrail Kadiyev (19 años) y Zaur Sadayev (23 años), están en el medio del cuento que no es tan cuento. Es la realidad pura y dura.
Beitar Jerusalem F.C., fundado en 1936 es, junto al Maccabi Tel Aviv y Hapoel Tel Aviv, el equipo más popular de Israel. Sin embargo, el Beitar es más controversial, por decirlo menos.
Canta La Familia, la barra más radical del Beitar.
“Te amo, lo juro / Pienso en ti siempre y para siempre / Cada minuto y en todos lados / La policía no me va a parar / Mi corazón siempre va a ser amarillo y negro / Odio a Hapoel y Maccabi”.
En la primera escena del documental se ve como, durante un entretenimiento, más de dos mil hinchas ovacionan a Ariel Harush, el capitán y arquero del equipo. “Espero que podamos justificar su amor”, dice el futbolista.
Media hora después de iniciado el documental, La Familia grita mientras canta:
“Aquí estamos el equipo más racista del país / Nuestro capitán es un hijo de puta / Qué gran hijo de puta / Capitán bastardo”.
¿Qué pasó? Bueno, el fútbol, es bien sabido, es un coctel explosivo de amores y odios. Sin embargo, el pecado de Harush no tuvo nada que ver con la pelota. Los hinchas no lo están odiando porque un error suyo generó una derrota, tampoco porque haya firmado contrato con el equipo rival. La Familia lo detesta (y lo amenazan de muerte) porque, como capitán, les dio la bienvenida a Dzhabrail Kadiyev y Zaur Sadayev, los primeros jugadores musulmanes en vestir la camiseta del Bietar.
“Durante décadas este equipo representó a los judíos mizrajíes (comunidades judías del Medio Oriente y norte de África) y a la derecha. Con el pasar de los años se volvió una encarnación política del ‘otro Israel’ y de repente se volvió un imperio”, explica en el documental Erel Segal, publicista e hincha del Bietar.
En plata blanca, para los miembros de La Familia, que jugadores musulmanes vistan la camiseta de un equipo judío, resulta una ofensa de marca mayor.
“Forever Pure” presenta el testimonio de Arcadi Gaydamak, un multimillonario ruso que en 2006 compró el equipo en cien millones de dólares.
“El fútbol no es un deporte muy fascinante, por lo menos no para mí. Pero atrae muchos fanáticos. Bietar tiene más seguidores que todos los otros clubes de Israel juntos y, por eso, es una herramienta de propaganda muy interesante. Tiene una gran influencia en la sociedad israelí”, dice Gaydamak.
Canta otra vez La Familia
“Arcadi eres un hijo de puta / Eres un traidor. Un criminal de guerra / Todos saben que eres corrupto e irás a la cárcel en Francia / Te perseguiremos día y noche. Mi sueño es verte caer”.
El ruso tiene una orden de detención en Francia por tráfico de armas y es uno de los implicados en un caso conocido como “Angolagate”.
En 2007, un año después de haber comprado el equipo, Beitar sale campeón. La celebración sirvió para lanzar su candidatura a la alcaldía de Israél, sin embargo, el multimillonario ruso perdió las elecciones. Pese a una campaña ostentosa, solo obtuvo el 3.6% de los votos.
Haber perdido las elecciones hizo que Arcadi Gaydamak perdiera el interés por el equipo. La contratación de los jugadores chechenos fue una simple estrategia de mercadero para tender puentes comerciales con el Gobierno de ese país.
La Familia, como era de esperarse, enfiló baterías contra los jugadores, el capitán del equipo y el presidente. Dejaron de ir al estadio y amenazaron de muerte a las directivas.
Maya Zinshtein, directora del documental, le pregunta a Gaydamak:
¿Se imaginó que la reacción hacia los jugadores sería tan tempestuosa?
“Era obvio. Ese era el propósito. No sé si la reacción fue tempestuosa, pero la transferencia se realizó por ese motivo, por supuesto. No es porque sean buenos jugadores. No tengo ni idea si son buenos, pero asumí que tendrían una gran reacción”.
¿Cuál reacción?, lo cuestiona Zinshtein
“Mostrar la sociedad como realmente es. Exponer su verdadera cara”.