Fragmentos de una maestra: la leyenda de Artemisia Gentileschi
La artista del Barroco despertó gran interés en tiempos modernos por su talento con el pincel y su historia en la Italia del siglo XVII. Pero más allá de las barreras sociales a las que se enfrentó, la narrativa que se creó alrededor de Artemisia Gentileschi es una que a ojos de la comunidad artística resulta reductiva.
Andrea Jaramillo Caro
Con una expresión de determinación y sin algún miedo o repulsión, Judith, la heroína bíblica, sostiene la cabeza de Holofernes con fuerza mientras que con una espada corta su cabeza. La cruda escena, en la versión de Artemisia Gentileschi, cuenta la historia de la mujer israelita enviada a seducir y asesinar al general asirio. La forma en la que la artista barroca la retrató recuerda a la obra que Caravaggio pintó aproximadamente en 1602, diez años antes de que Gentileschi creara su versión gutural que hoy descansa en el Museo Capodimonte en Nápoles. Esta obra ha sido ampliamente discutida y su interpretación sigue siendo objeto de discusión por la historia de vida de su creadora.
La razón de la disputa sobre la interpretación de Judith decapitando a Holofernes, de Gentileschi, yace en el puesto que se le ha dado a la artista en la historia reciente como “heroína barroca del #MeToo”. Múltiples interpretaciones de esta y otras obras de la pintora romana han sido relacionadas directamente con una especie de venganza catártica contra su abusador a través de su arte.
La historia de Artemisia Gentileschi, afortunadamente, está relativamente documentada en las cartas que sobrevivieron y que conocemos bien gracias a lo público que fue el juicio en el que testificó contra Agostino Tassi, colaborador de su padre, por lo que se ha considerado en tiempos modernos como una violación. Sin embargo, es necesario tomar su historia y su obra como parte de un contexto antes de declararla un ícono del feminismo.
Tanto el juicio como las obras que hasta ahora se le atribuyen, en las que representa a grandes mujeres de la historia y la mitología como Cleopatra, Danae, Santa Catalina, Judith, Betsabé, entre otras, han hecho que su nombre sea pronunciado y elevado al puesto de ícono feminista debido a que una de las tantas interpretaciones que se le han dado a su obra es que tomó venganza de Tassi a través de su arte.
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No obstante, es aquí donde yace uno de los conceptos erróneos que se tienen sobre ella. A pesar de que tanto la violación como el juicio fueron momentos que marcaron su vida y su carrera, en la posteridad el recuerdo de una artista con el talento visual y de narración como el que tuvo Artemisia Gentileschi no le hace justicia y reduce su historia a un único evento dejando de lado su personalidad y éxito como una mujer artista en el siglo XVII. Para Letizia Treves, curadora de la exhibición expuesta en la National Gallery de Londres durante 2021, “ella no hubiera querido ser recordada de esa manera. En cierto modo, le estás dando la victoria a Tassi”, dijo a The Atlantic.
Nacida en Roma el 8 de julio de 1593, Artemisia era la única hija del pintor Orazio Gentileschi. Su padre quiso que sus hijos continuaran con el legado familiar, sin embargo, la única que demostró capacidad con el pincel fue Artemisia. La joven romana creció en el estudio de su padre, viéndolo trabajar y haciendo sus primeras incursiones en el arte. A la edad de 15 años comenzó a trabajar en el estudio de su padre y dos años más tarde, en 1610, pintó una de sus obras más representativas: Susana y los viejos.
Mary Garrard, autora del libro Artemisia Gentileschi y el feminismo en la Europa moderna, le dijo a The Atlantic sobre esta pieza: “Por primera vez en la historia del arte, fue acoso sexual desde el punto de vista de una mujer. Fue trascendental en su significado”.
La representación de Gentileschi de esta historia bíblica en la que dos ancianos espían y acosan a la joven casada pidiéndole favores sexuales y a su negativa amenazándola con destruir su reputación, es una que por la expresión de disgusto, miedo y asco de Susana causó un gran impacto en la comunidad artística, al igual que la destreza demostrada por la artista para retratar un desnudo femenino.
“Artemesia realmente tiene la habilidad de leer narraciones muy bien. Cuando piensas en Susana, es una obra extraordinaria hecha a una edad tan relativamente joven. En el siglo XVII, probablemente haya estado trabajando en el estudio de su padre activamente. Mi teoría es que Orazio había invertido mucho en que ella se convirtiera en una buena artista porque quería expandir el taller y creo que la ayudó en la pintura de Susana arreglando pequeñas cosas, pero el concepto era todo de ella y es la descripción más perspicaz de esa historia, y creo que cuando Artemesia está en su mejor momento, llega a ese tipo de núcleo de la historia y la profundidad de ella”, afirmó Judith Mann, curadora del Museo de Arte de Saint Louis.
Esta es la obra más temprana que se conoce de la artista romana. Pero el evento que marcó su vida y narrativa para los años por venir sucedió en 1611, cuando Artemisia Gentileschi tenía 18 años. Su padre le había pedido a uno de sus colaboradores y amigos, Agostino Tassi, enseñarle a su hija sobre perspectiva. Sin embargo, Tassi hizo más que eso.
El 6 de mayo de 1611 fue el día que marcó la vida y narrativa de la artista. Ese día, “tras varios acercamientos sexuales que Artemisia siempre rechazó, aprovechando la ausencia de Orazio, Tassi violó a Artemisia”, escribió la historiadora de arte y periodista Alessandra Masu, directora de la Asociación Cultural Artemisia Gentileschi. Un año después, luego de que Tassi incumpliera su promesa de casarse con Artemisia, Orazio Gentileschi lo denunció el 2 de marzo de 1612, y así comenzó el juicio público que le dio un giro radical a la vida de Artemisia, que se extendió hasta el 29 de octubre de ese mismo año.
Durante todo el proceso fue sometida a diferentes exámenes y métodos para asegurar la veracidad de sus palabras. Incluso, puso en juego su herramienta de trabajo, sus manos, para defender su versión al acceder a una forma común de tortura bajo la cual pronunció las famosas palabras “e vero, e vero, e vero” (“Es verdad, es verdad, es verdad”). El juicio le dio notoriedad y la sacó del anonimato y de lo que pudo haber sido para ella una vida matrimonial en silencio. Y a pesar de que Tassi fue declarado culpable el 27 de noviembre de ese mismo año, y condenado al exilio, esta fue otra promesa que no cumplió, pues sus amistades poderosas en Roma evitaron que esto se llevara a cabo.
“En el siglo XVII es tan diferente a la forma en que la gente piensa ahora y es muy difícil de comprender, pero ella podría haber visto este acto más en términos de honor de su familia que en términos de violación de su propia persona física. Creo que esa es la lectura correcta, ya que es difícil de aceptar para nosotros. Y cuando comprendes que ella es una persona que resistió muchas de las limitaciones que se le impusieron, hace que sea más difícil verla como una feminista en la forma en que pensamos sobre el feminismo en el siglo XXI”, dijo la curadora que participó en una exhibición sobre Artemisia y su padre en 2001 que se llevó a cabo en el Museo Metropolitano de Arte.
Pero el daño para Artemisia ya estaba hecho y su nombre manchado, por lo que se vio obligada a contraer matrimonio a los 19 años con un farmacéutico florentino que “terminó trabajando como su agente”, según Masu. Gentileschi luego se mudó a Florencia y desde entonces comenzó a ganar fama y reconocimiento, que le dieron comisiones por parte de personajes como los Medici. Pasó ocho años en esta ciudad, y en ella tuvo a sus hijos, pero más allá de esto fue en Florencia que hizo historia como la primera mujer en ser aceptada en la Academia del Arte y del Diseño, el 19 de julio de 1616.
Fueron estos sucesos los que marcaron la forma en la que se cuenta su historia. De diferentes partes del mundo han salido artículos que cuentan la vida de Artemisia Gentileschi, haciendo especial énfasis en el episodio de su violación, a lo que Mary Garrard dijo a The Atlantic: “Desde mi punto de vista, y el punto de vista de la mayoría de las personas que están escribiendo sobre Artemisia hoy, queremos levantar nuestras manos y decir: ya basta del juicio por violación; hablemos de ella como artista”.
Masu afirma que “es innegable que pintó una conspicua serie de cuadros donde la mujer es protagonista y es fuerte y está retratada en acción. Hay varios personajes femeninos en las pinturas de Artemisia que no están matando a nadie. No se están vengando de nadie necesariamente. El problema es que ella no era una proto feminista”. Y el problema de verla como tal va mucho más allá de solo sus pinturas, pues se han hecho suposiciones sobre su vida sin tener en cuenta la documentación que existe sobre ella, las cartas que se han ido descubriendo poco a poco y que continúan nutriendo su historia.
“La publicación reciente de cartas que ha comenzado a llenar un poco las lagunas que hay sobre su vida, ya teníamos cartas cuando Mary (Garrard) publicó su libro en 1989, pero Francesco Salinas ha desenterrado otras cartas y nos muestra lo complicado que es crear un sentido de ella, porque cada una de estas proviene de un momento diferente en su carrera. Hay diferentes temas en cada una de las cartas dependiendo de a quién corresponda. No puedes mirarlas y tomarlas como una presentación clara de su personalidad o de cómo era ella”, dijo Mann.
Por su parte, Masu cuenta que sus cartas nos dan destellos de la manera en la que manejaba económicamente su hogar, cómo se relacionaba con sus clientes y el rol que jugaba en sus relaciones sentimentales. “Definitivamente es una mujer fuerte en la relación. Ella muestra que no es una víctima, no es pasiva, no es una figura angelical, pero es una especie de presencia carnal en esta relación”, afirmó Masu. La historiadora de arte sostiene que en una de sus cartas a uno de sus mecenas se negó a entregarle dibujos preliminares por temor a que su obra pudiera ser robada. “A esto no se le puede llamar feminismo, porque el feminismo no existía, pero sí se puede hablar de valores y la conciencia de su valor, y que luchó para ser respetada y reconocida y debidamente compensada, porque eso es parte del problema”.
Dentro de los documentos que se tienen de su vida hay algunos que sugieren que ella estableció su propio taller en Florencia y que algunas pinturas pudieron haber tenido la participación de sus asistentes, como la tuvo Leonardo da Vinci. “No sé si describiríamos esto como feminista, pero creo que ella se estableció en un mundo en el que es muy difícil para las mujeres establecerse”, contó Mann. La artista romana recibió prestigiosas comisiones en iglesias, cortes de diferentes lugares e incluso pintó para los Medici.
Tanto para Mann como para Masu las interpretaciones que se les puede dar a las obras de Gentileschi son muchas y reducir su obra a las mujeres que representó en sus pinturas es una forma de olvidar sus demás logros. Artemisia Gentileschi se destacó por contar historias de forma visual, con expresiones faciales que impactan su audiencia, y eso se refleja en el legado de pinturas que dejó y la destreza con la que retrató cuerpos femeninos bajo la mirada femenina.
La forma en la que Artemisia Gentileschi usa la luz, la sombra y las expresiones faciales para contar las historias que relata en sus pinturas la consagraron en la historia como una maestra de la narración. “Creo que es una artista narrativa realmente brillante y, a veces, se parece mucho a Rembrandt. Él realmente es la comparación apropiada para ella, la forma en que ella piensa, llega al núcleo de este tipo de cuestiones muy centrales”, dijo Mann.
Sin embargo, otro de los temas que afectaron negativamente a Artemisia fue el hecho de que su nombre, como el de muchos otros artistas barrocos, fue olvidado con el paso de los años. Pero, de acuerdo con la curadora “lo que salvó a Artemisia fue Roberto Longhi, quien hizo este interesante e importante artículo sobre ella y su padre. Pero realmente, creo que fue su historia la que la resucitó. Fue parte de un tipo de apreciación más grande, una apreciación creciente por el arte de este período, y luego fue su historia”.
Para Mann aún queda mucho por descubrir para realmente construir una imagen robusta que responda a la pregunta: ¿quién fue Artemisia Gentileschi? “Quién sabe qué tipo de documentos encontraremos. Los hay, pero llevará mucho tiempo, pero ahora que podemos digitalizar cosas, esto permite a los académicos trabajar muy rápidamente. Así que creo que en algún momento comenzaremos a tener una buena comprensión de cómo navegó por este terreno difícil”.
Con una expresión de determinación y sin algún miedo o repulsión, Judith, la heroína bíblica, sostiene la cabeza de Holofernes con fuerza mientras que con una espada corta su cabeza. La cruda escena, en la versión de Artemisia Gentileschi, cuenta la historia de la mujer israelita enviada a seducir y asesinar al general asirio. La forma en la que la artista barroca la retrató recuerda a la obra que Caravaggio pintó aproximadamente en 1602, diez años antes de que Gentileschi creara su versión gutural que hoy descansa en el Museo Capodimonte en Nápoles. Esta obra ha sido ampliamente discutida y su interpretación sigue siendo objeto de discusión por la historia de vida de su creadora.
La razón de la disputa sobre la interpretación de Judith decapitando a Holofernes, de Gentileschi, yace en el puesto que se le ha dado a la artista en la historia reciente como “heroína barroca del #MeToo”. Múltiples interpretaciones de esta y otras obras de la pintora romana han sido relacionadas directamente con una especie de venganza catártica contra su abusador a través de su arte.
La historia de Artemisia Gentileschi, afortunadamente, está relativamente documentada en las cartas que sobrevivieron y que conocemos bien gracias a lo público que fue el juicio en el que testificó contra Agostino Tassi, colaborador de su padre, por lo que se ha considerado en tiempos modernos como una violación. Sin embargo, es necesario tomar su historia y su obra como parte de un contexto antes de declararla un ícono del feminismo.
Tanto el juicio como las obras que hasta ahora se le atribuyen, en las que representa a grandes mujeres de la historia y la mitología como Cleopatra, Danae, Santa Catalina, Judith, Betsabé, entre otras, han hecho que su nombre sea pronunciado y elevado al puesto de ícono feminista debido a que una de las tantas interpretaciones que se le han dado a su obra es que tomó venganza de Tassi a través de su arte.
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No obstante, es aquí donde yace uno de los conceptos erróneos que se tienen sobre ella. A pesar de que tanto la violación como el juicio fueron momentos que marcaron su vida y su carrera, en la posteridad el recuerdo de una artista con el talento visual y de narración como el que tuvo Artemisia Gentileschi no le hace justicia y reduce su historia a un único evento dejando de lado su personalidad y éxito como una mujer artista en el siglo XVII. Para Letizia Treves, curadora de la exhibición expuesta en la National Gallery de Londres durante 2021, “ella no hubiera querido ser recordada de esa manera. En cierto modo, le estás dando la victoria a Tassi”, dijo a The Atlantic.
Nacida en Roma el 8 de julio de 1593, Artemisia era la única hija del pintor Orazio Gentileschi. Su padre quiso que sus hijos continuaran con el legado familiar, sin embargo, la única que demostró capacidad con el pincel fue Artemisia. La joven romana creció en el estudio de su padre, viéndolo trabajar y haciendo sus primeras incursiones en el arte. A la edad de 15 años comenzó a trabajar en el estudio de su padre y dos años más tarde, en 1610, pintó una de sus obras más representativas: Susana y los viejos.
Mary Garrard, autora del libro Artemisia Gentileschi y el feminismo en la Europa moderna, le dijo a The Atlantic sobre esta pieza: “Por primera vez en la historia del arte, fue acoso sexual desde el punto de vista de una mujer. Fue trascendental en su significado”.
La representación de Gentileschi de esta historia bíblica en la que dos ancianos espían y acosan a la joven casada pidiéndole favores sexuales y a su negativa amenazándola con destruir su reputación, es una que por la expresión de disgusto, miedo y asco de Susana causó un gran impacto en la comunidad artística, al igual que la destreza demostrada por la artista para retratar un desnudo femenino.
“Artemesia realmente tiene la habilidad de leer narraciones muy bien. Cuando piensas en Susana, es una obra extraordinaria hecha a una edad tan relativamente joven. En el siglo XVII, probablemente haya estado trabajando en el estudio de su padre activamente. Mi teoría es que Orazio había invertido mucho en que ella se convirtiera en una buena artista porque quería expandir el taller y creo que la ayudó en la pintura de Susana arreglando pequeñas cosas, pero el concepto era todo de ella y es la descripción más perspicaz de esa historia, y creo que cuando Artemesia está en su mejor momento, llega a ese tipo de núcleo de la historia y la profundidad de ella”, afirmó Judith Mann, curadora del Museo de Arte de Saint Louis.
Esta es la obra más temprana que se conoce de la artista romana. Pero el evento que marcó su vida y narrativa para los años por venir sucedió en 1611, cuando Artemisia Gentileschi tenía 18 años. Su padre le había pedido a uno de sus colaboradores y amigos, Agostino Tassi, enseñarle a su hija sobre perspectiva. Sin embargo, Tassi hizo más que eso.
El 6 de mayo de 1611 fue el día que marcó la vida y narrativa de la artista. Ese día, “tras varios acercamientos sexuales que Artemisia siempre rechazó, aprovechando la ausencia de Orazio, Tassi violó a Artemisia”, escribió la historiadora de arte y periodista Alessandra Masu, directora de la Asociación Cultural Artemisia Gentileschi. Un año después, luego de que Tassi incumpliera su promesa de casarse con Artemisia, Orazio Gentileschi lo denunció el 2 de marzo de 1612, y así comenzó el juicio público que le dio un giro radical a la vida de Artemisia, que se extendió hasta el 29 de octubre de ese mismo año.
Durante todo el proceso fue sometida a diferentes exámenes y métodos para asegurar la veracidad de sus palabras. Incluso, puso en juego su herramienta de trabajo, sus manos, para defender su versión al acceder a una forma común de tortura bajo la cual pronunció las famosas palabras “e vero, e vero, e vero” (“Es verdad, es verdad, es verdad”). El juicio le dio notoriedad y la sacó del anonimato y de lo que pudo haber sido para ella una vida matrimonial en silencio. Y a pesar de que Tassi fue declarado culpable el 27 de noviembre de ese mismo año, y condenado al exilio, esta fue otra promesa que no cumplió, pues sus amistades poderosas en Roma evitaron que esto se llevara a cabo.
“En el siglo XVII es tan diferente a la forma en que la gente piensa ahora y es muy difícil de comprender, pero ella podría haber visto este acto más en términos de honor de su familia que en términos de violación de su propia persona física. Creo que esa es la lectura correcta, ya que es difícil de aceptar para nosotros. Y cuando comprendes que ella es una persona que resistió muchas de las limitaciones que se le impusieron, hace que sea más difícil verla como una feminista en la forma en que pensamos sobre el feminismo en el siglo XXI”, dijo la curadora que participó en una exhibición sobre Artemisia y su padre en 2001 que se llevó a cabo en el Museo Metropolitano de Arte.
Pero el daño para Artemisia ya estaba hecho y su nombre manchado, por lo que se vio obligada a contraer matrimonio a los 19 años con un farmacéutico florentino que “terminó trabajando como su agente”, según Masu. Gentileschi luego se mudó a Florencia y desde entonces comenzó a ganar fama y reconocimiento, que le dieron comisiones por parte de personajes como los Medici. Pasó ocho años en esta ciudad, y en ella tuvo a sus hijos, pero más allá de esto fue en Florencia que hizo historia como la primera mujer en ser aceptada en la Academia del Arte y del Diseño, el 19 de julio de 1616.
Fueron estos sucesos los que marcaron la forma en la que se cuenta su historia. De diferentes partes del mundo han salido artículos que cuentan la vida de Artemisia Gentileschi, haciendo especial énfasis en el episodio de su violación, a lo que Mary Garrard dijo a The Atlantic: “Desde mi punto de vista, y el punto de vista de la mayoría de las personas que están escribiendo sobre Artemisia hoy, queremos levantar nuestras manos y decir: ya basta del juicio por violación; hablemos de ella como artista”.
Masu afirma que “es innegable que pintó una conspicua serie de cuadros donde la mujer es protagonista y es fuerte y está retratada en acción. Hay varios personajes femeninos en las pinturas de Artemisia que no están matando a nadie. No se están vengando de nadie necesariamente. El problema es que ella no era una proto feminista”. Y el problema de verla como tal va mucho más allá de solo sus pinturas, pues se han hecho suposiciones sobre su vida sin tener en cuenta la documentación que existe sobre ella, las cartas que se han ido descubriendo poco a poco y que continúan nutriendo su historia.
“La publicación reciente de cartas que ha comenzado a llenar un poco las lagunas que hay sobre su vida, ya teníamos cartas cuando Mary (Garrard) publicó su libro en 1989, pero Francesco Salinas ha desenterrado otras cartas y nos muestra lo complicado que es crear un sentido de ella, porque cada una de estas proviene de un momento diferente en su carrera. Hay diferentes temas en cada una de las cartas dependiendo de a quién corresponda. No puedes mirarlas y tomarlas como una presentación clara de su personalidad o de cómo era ella”, dijo Mann.
Por su parte, Masu cuenta que sus cartas nos dan destellos de la manera en la que manejaba económicamente su hogar, cómo se relacionaba con sus clientes y el rol que jugaba en sus relaciones sentimentales. “Definitivamente es una mujer fuerte en la relación. Ella muestra que no es una víctima, no es pasiva, no es una figura angelical, pero es una especie de presencia carnal en esta relación”, afirmó Masu. La historiadora de arte sostiene que en una de sus cartas a uno de sus mecenas se negó a entregarle dibujos preliminares por temor a que su obra pudiera ser robada. “A esto no se le puede llamar feminismo, porque el feminismo no existía, pero sí se puede hablar de valores y la conciencia de su valor, y que luchó para ser respetada y reconocida y debidamente compensada, porque eso es parte del problema”.
Dentro de los documentos que se tienen de su vida hay algunos que sugieren que ella estableció su propio taller en Florencia y que algunas pinturas pudieron haber tenido la participación de sus asistentes, como la tuvo Leonardo da Vinci. “No sé si describiríamos esto como feminista, pero creo que ella se estableció en un mundo en el que es muy difícil para las mujeres establecerse”, contó Mann. La artista romana recibió prestigiosas comisiones en iglesias, cortes de diferentes lugares e incluso pintó para los Medici.
Tanto para Mann como para Masu las interpretaciones que se les puede dar a las obras de Gentileschi son muchas y reducir su obra a las mujeres que representó en sus pinturas es una forma de olvidar sus demás logros. Artemisia Gentileschi se destacó por contar historias de forma visual, con expresiones faciales que impactan su audiencia, y eso se refleja en el legado de pinturas que dejó y la destreza con la que retrató cuerpos femeninos bajo la mirada femenina.
La forma en la que Artemisia Gentileschi usa la luz, la sombra y las expresiones faciales para contar las historias que relata en sus pinturas la consagraron en la historia como una maestra de la narración. “Creo que es una artista narrativa realmente brillante y, a veces, se parece mucho a Rembrandt. Él realmente es la comparación apropiada para ella, la forma en que ella piensa, llega al núcleo de este tipo de cuestiones muy centrales”, dijo Mann.
Sin embargo, otro de los temas que afectaron negativamente a Artemisia fue el hecho de que su nombre, como el de muchos otros artistas barrocos, fue olvidado con el paso de los años. Pero, de acuerdo con la curadora “lo que salvó a Artemisia fue Roberto Longhi, quien hizo este interesante e importante artículo sobre ella y su padre. Pero realmente, creo que fue su historia la que la resucitó. Fue parte de un tipo de apreciación más grande, una apreciación creciente por el arte de este período, y luego fue su historia”.
Para Mann aún queda mucho por descubrir para realmente construir una imagen robusta que responda a la pregunta: ¿quién fue Artemisia Gentileschi? “Quién sabe qué tipo de documentos encontraremos. Los hay, pero llevará mucho tiempo, pero ahora que podemos digitalizar cosas, esto permite a los académicos trabajar muy rápidamente. Así que creo que en algún momento comenzaremos a tener una buena comprensión de cómo navegó por este terreno difícil”.