François Truffaut, una vida de rebeldía cinematográfica
El cineasta francés será homenajeado en la edición 61 del Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICCI), celebrando 90 años de su nacimiento, con la proyección de cuatro de sus largometrajes.
Andrea Jaramillo Caro
Director de cine, guionista, productor, actor y crítico de cine, François Truffaut tuvo todos estos cargos a su nombre antes de que la muerte se lo llevar a los 52 años, el 21 de octubre de 1984. Entre los tres cortometrajes y 21 largometrajes que dejó como legado, Truffaut se destacó como ícono del movimiento audiovisual que se conoce como la “nouvelle vague” en francés o la nueva ola que a finales de la década de los 50 aspiraba a la libertad de expresión y la libertad técnica en cuanto a producción.
La vida de este hombre de película no siempre fue una las luces y las cámaras. Nacido el 6 de febrero de 1932, Truffaut vivió su infancia entre niñeras y en casa de su abuela, de quien heredó el gusto por la lectura y la música. Fue el hijo de una madre soltera, Janine de Monferrand, quien volvió a casarse y de su segundo esposo el futuro director recibió su apellido, ya que su padrastro lo adoptó como hijo propio.
Le sugerimos: Rossy de Palma, una diva a su manera
El joven François no era muy cercano a sus padres y apenas comenzó a vivir con ellos a la edad de 8 años, cuando su abuela falleció. Según registros, la primera película que vio el francés y que desencadenó su amor por el cine fue “Paraíso Perdido”. Su obsesión con el séptimo arte lo llevó a tomar la decisión de ser autodidacta a los 14 años, pues fue expulsado de varios colegios por faltar constantemente a sus clases para escabullirse en salas de cine.
Un año más tarde, en 1947, creó un cine club en el Barrio Latino de París y fue durante este periodo que conoció a su mentor André Bazin. El crítico se volvió fundamental en la vida de Truffaut, fue su protegido y se convirtieron en grandes amigos. Gracias a esta relación el joven rebelde pudo salir de varias situaciones difíciles y encuentros con la ley. El episodio más reconocido implica al ejército francés, pues Truffaut se unió a la armada con 18 años, en 1950, e intentó escapar durante los próximos dos años. Su intento de deserción le dio un tiempo en prisión militar, que gracias a su amistad con Bazin se vio reducido y este le dio trabajo en su nueva revista “Cahiers du cinemá” (Cuadernos de cine).
Su trabajo dentro de la revista lo consolidó como un crítico despiadado, que luego se convertiría en editor, y esta nueva reputación le valió una invitación al Festival de Cannes de 1958. Sin embargo, fue 1954 el año en que Truffaut ganó reconocimiento nacional con un artículo titulado “Una cierta tendencia del cine francés”. Su brutal crítica fue muy controversial al denominar a varios miembros de la industria, principalmente escritores y directores, incapaces de crear personajes que se alienaran de la tendencia cinematográfica del momento y dejar su propia huela en sus películas, como si lo hacían los directores que de acuerdo con Truffaut vale la pena recordar.
Le recomendamos: Sobre “La roya”, el Ficci y los valores de la resistencia
Ese ensayo lo catapultó a una de las publicaciones más leídas en Francia, en ese momento, “Arts-Lettres-Spectacles” (Artes-Letras-Espectáculos) para la cual escribió más de 500 piezas en cuatro años. Su debut como director se dio en 1959 con “Los 400 golpes”, uno de los largometrajes que será presentado en el FICCI y que abrió la “nueva ola francesa”. El largometraje se lee casi como una autobiografía de la infancia y adolescencia de Truffaut, mientras rechaza abiertamente las estructuras tradicionales del cine. Fue gracias a esta que recibió el premio a mejor director en el festival que lo rechazó un año antes.
En adelante comenzó a hacer más y más películas que continuaban desarrollando este movimiento audiovisual y afianzando el nombre de Truffaut en la historia del cine. Desde 1957 el director contó con su propia empresa de producción: Les Films du Carosse y antes de su debut en la gran pantalla ya había ganado reconocimiento por su corto “Les Mistons”.
“Al desarrollar un estilo propio, Truffaut estuvo fuertemente influenciado por sus ídolos Jean Vigo, Jacques Tati y especialmente Renoir, a quien Truffaut admiraba por su capacidad para representar simultáneamente las realidades de la vida y “mejorarlas””, dice su biografía en Allfilm.
El francés continuó desarrollando películas hasta su muerte, adaptó la novela de ciencia ficción de Ray Bradbury “Farenheit 451″ en 1966, convirtiéndola en su primera película no francesa. Su segunda película, “Jules et Jim”, de 1962 que relata la historia de un triángulo amoroso también será presentada en la programación del FICCI. A esta la acompañan “El último metro” (1980) y “Vivement dimanche” (1983).
Podría interesarle: “Ríos somos todos y en cenizas terminamos”: Alberto Gómez
En 1973, luego de recibir un premio Óscar por su película “Día por noche”, anunció su retiro como director. Sin embargo, poco le duró esta resolución, pues apenas un año más tarde volvía a estar detrás de las cámaras e igualmente frente a ellas como actor en sus propias películas y produciendo proyectos de otros.
François Truffaut llegó a 1983 habiendo actuado para otros directores como Alfred Hitchcock, sobre el cual publicó un libro titulado “El cine según Hitchcock”. El cineasta murió el 21 de octubre de 1983 después de haber sufrido un cáncer cerebral. Truffaut quiso llegar a la meta de 30 películas antes de su muerte, la cual no pudo alcanzar, y tenía varios proyectos en desarrollo. Su legado sigue siendo celebrado y recordado en la historia del cine francés.
Director de cine, guionista, productor, actor y crítico de cine, François Truffaut tuvo todos estos cargos a su nombre antes de que la muerte se lo llevar a los 52 años, el 21 de octubre de 1984. Entre los tres cortometrajes y 21 largometrajes que dejó como legado, Truffaut se destacó como ícono del movimiento audiovisual que se conoce como la “nouvelle vague” en francés o la nueva ola que a finales de la década de los 50 aspiraba a la libertad de expresión y la libertad técnica en cuanto a producción.
La vida de este hombre de película no siempre fue una las luces y las cámaras. Nacido el 6 de febrero de 1932, Truffaut vivió su infancia entre niñeras y en casa de su abuela, de quien heredó el gusto por la lectura y la música. Fue el hijo de una madre soltera, Janine de Monferrand, quien volvió a casarse y de su segundo esposo el futuro director recibió su apellido, ya que su padrastro lo adoptó como hijo propio.
Le sugerimos: Rossy de Palma, una diva a su manera
El joven François no era muy cercano a sus padres y apenas comenzó a vivir con ellos a la edad de 8 años, cuando su abuela falleció. Según registros, la primera película que vio el francés y que desencadenó su amor por el cine fue “Paraíso Perdido”. Su obsesión con el séptimo arte lo llevó a tomar la decisión de ser autodidacta a los 14 años, pues fue expulsado de varios colegios por faltar constantemente a sus clases para escabullirse en salas de cine.
Un año más tarde, en 1947, creó un cine club en el Barrio Latino de París y fue durante este periodo que conoció a su mentor André Bazin. El crítico se volvió fundamental en la vida de Truffaut, fue su protegido y se convirtieron en grandes amigos. Gracias a esta relación el joven rebelde pudo salir de varias situaciones difíciles y encuentros con la ley. El episodio más reconocido implica al ejército francés, pues Truffaut se unió a la armada con 18 años, en 1950, e intentó escapar durante los próximos dos años. Su intento de deserción le dio un tiempo en prisión militar, que gracias a su amistad con Bazin se vio reducido y este le dio trabajo en su nueva revista “Cahiers du cinemá” (Cuadernos de cine).
Su trabajo dentro de la revista lo consolidó como un crítico despiadado, que luego se convertiría en editor, y esta nueva reputación le valió una invitación al Festival de Cannes de 1958. Sin embargo, fue 1954 el año en que Truffaut ganó reconocimiento nacional con un artículo titulado “Una cierta tendencia del cine francés”. Su brutal crítica fue muy controversial al denominar a varios miembros de la industria, principalmente escritores y directores, incapaces de crear personajes que se alienaran de la tendencia cinematográfica del momento y dejar su propia huela en sus películas, como si lo hacían los directores que de acuerdo con Truffaut vale la pena recordar.
Le recomendamos: Sobre “La roya”, el Ficci y los valores de la resistencia
Ese ensayo lo catapultó a una de las publicaciones más leídas en Francia, en ese momento, “Arts-Lettres-Spectacles” (Artes-Letras-Espectáculos) para la cual escribió más de 500 piezas en cuatro años. Su debut como director se dio en 1959 con “Los 400 golpes”, uno de los largometrajes que será presentado en el FICCI y que abrió la “nueva ola francesa”. El largometraje se lee casi como una autobiografía de la infancia y adolescencia de Truffaut, mientras rechaza abiertamente las estructuras tradicionales del cine. Fue gracias a esta que recibió el premio a mejor director en el festival que lo rechazó un año antes.
En adelante comenzó a hacer más y más películas que continuaban desarrollando este movimiento audiovisual y afianzando el nombre de Truffaut en la historia del cine. Desde 1957 el director contó con su propia empresa de producción: Les Films du Carosse y antes de su debut en la gran pantalla ya había ganado reconocimiento por su corto “Les Mistons”.
“Al desarrollar un estilo propio, Truffaut estuvo fuertemente influenciado por sus ídolos Jean Vigo, Jacques Tati y especialmente Renoir, a quien Truffaut admiraba por su capacidad para representar simultáneamente las realidades de la vida y “mejorarlas””, dice su biografía en Allfilm.
El francés continuó desarrollando películas hasta su muerte, adaptó la novela de ciencia ficción de Ray Bradbury “Farenheit 451″ en 1966, convirtiéndola en su primera película no francesa. Su segunda película, “Jules et Jim”, de 1962 que relata la historia de un triángulo amoroso también será presentada en la programación del FICCI. A esta la acompañan “El último metro” (1980) y “Vivement dimanche” (1983).
Podría interesarle: “Ríos somos todos y en cenizas terminamos”: Alberto Gómez
En 1973, luego de recibir un premio Óscar por su película “Día por noche”, anunció su retiro como director. Sin embargo, poco le duró esta resolución, pues apenas un año más tarde volvía a estar detrás de las cámaras e igualmente frente a ellas como actor en sus propias películas y produciendo proyectos de otros.
François Truffaut llegó a 1983 habiendo actuado para otros directores como Alfred Hitchcock, sobre el cual publicó un libro titulado “El cine según Hitchcock”. El cineasta murió el 21 de octubre de 1983 después de haber sufrido un cáncer cerebral. Truffaut quiso llegar a la meta de 30 películas antes de su muerte, la cual no pudo alcanzar, y tenía varios proyectos en desarrollo. Su legado sigue siendo celebrado y recordado en la historia del cine francés.