Frank Herbert, la mente detrás de Arrakis y “Duna”
El trailer para la segunda parte de “Duna”, dirigida por Denis Villeneuve, se estrenó recientemente. Luego de que en 2021 el director llevara a nuevas audiencias a visitar el mundo desértico de Arrakis y los actores que entran a jugar en una pugna por el poder, a finales de este año regresará la historia de Paul Atreides, traducida a la pantalla desde las páginas que escribió en 1965 Frank Herbert en su libro del mismo nombre.
Andrea Jaramillo Caro
Entre el interminable paisaje de arena, el sol abrasador y el ambiente cálido se desarrolla gran parte de la historia de Duna. En medio de la atmósfera desértica de Arrakis las casas Harkonnen y Atreides se disputan por el poder del planeta que contiene el recurso más importante para este universo, la “especia”, que prolonga la vida, es esencial para los viajes interestelares y proporciona a los humanos ciertas habilidades. El mundo y sociedad futurista, situados en el año 10.191, que imaginó el escritor estadounidense Frank Herbert en 1965, a finales de este año verá su continuación en la pantalla grande, luego del estreno de la primera parte en 2021, a cargo del director Denis Villeneuve.
En un mundo futurista en el que los humanos conquistaron el espacio sin el uso de robots y computadoras luego de finalizar una larga guerra en su contra, la obra de Herbert habla de diferentes temas como política, corrupción, colonialismo, ambientalismo y religión, enmascarados en una trama llena de giros, traiciones y lecciones para el lector.
Herbert, oriundo de Tacoma, Washington, y nacido el 8 de octubre de 1920, comenzó a escribir “Duna” en 1959 y no vería la primera versión publicada, sino hasta 1965, seis años más tarde. De niño pasó mucho tiempo en las penínsulas del noroccidente de Estados Unidos antes de verse obligado a mudarse a Oregon en 1938 para vivir con sus tíos debido a la situación económica que atravesaba su familia como producto de la Gran Depresión.
Le sugerimos: Ricardo Calderón y una reflexión sobre el periodismo investigativo
Estando en Oregon, Herbert mintió sobre su edad para conseguir su primer empleo en el periódico Glendale Star. Desde los cinco años estuvo fascinado por los libros y los periódicos, según cuenta su hijo Brian Herbert en la biografía que escribió sobre su padre. Su trabajo periodístico continuó en 1940, cuando regresó a Salem, Oregon, para trabajar en el periódico Oregon Statesman. Cuando la Segunda Guerra Mundial toco las costas americanas, Herbert trabajó como fotógrafo naval durante ocho meses antes de recibir el descargo médico.
Era conocido como un espíritu libre cuya “curiosidad y espíritu independiente lo metieron en problemas más de una vez cuando era niño y también le causaron dificultades cuando era adulto. No se graduó de la universidad porque se negó a tomar los cursos requeridos para un título; sólo quería estudiar lo que le interesaba. Durante años tuvo dificultades para ganarse la vida, saltando de un trabajo a otro y de un pueblo a otro. Era tan independiente que se negaba a escribir para un mercado en particular; escribía lo que le apetecía escribir”, se lee en la biografía disponible en su página de internet.
Herbert, luego de servir en la guerra y de casarse por segunda vez, entró en 1946 a la Universidad de Washington en Seattle y, como lo dice su biografía, no consiguió su diploma y, en vez, regresó al periodismo para trabajar en diferentes medios como el Seattle Star y el Oregon Statesman, antes de convertirse en editor de la revista California Living, donde trabajó durante una década. “Su amada esposa durante 37 años, Beverly, fue el sostén de la familia la mayor parte del tiempo, como escritora publicitaria mal pagada para tiendas departamentales. Habiéndose divorciado de su primera esposa, Flora Parkinson, Frank Herbert conoció a Beverly Stuart en una clase de escritura creativa de la Universidad de Washington en 1946. En ese momento, eran los únicos estudiantes de la clase que habían vendido su trabajo para su publicación. Frank había vendido dos historias de aventuras pulp a revistas, una a Esquire y la otra a Doc Savage. Beverly había vendido una historia a la revista Modern Romance”.
Aunque ya tenía años escribiendo en el campo del periodismo, no fue sino hasta 1952 que Herbert publicó su primera historia de ciencia ficción, titulada “Looking for something?” en Startling Stories. Fue en este momento cuando se convirtió en escritor de tiempo completo. Publicó otras cuatro historias en la revista Astounding en 1954 y su carrera como novelista despegó en 1955 con la publicación periódica de “Under Pressure” en la misma revista, esta historia luego se convirtió en su primera novela publicada, titulada “The dragon in the sea”.
Le recomendamos: Capítulo de “Era como mi sombra”, el más reciente libro de Pilar Lozano
Con la llegada del año 1959, Herbert decidió dedicarse de tiempo completo a desarrollar una idea que había germinado en 1953 y que sería la base para “Duna”. “La idea vino de un artículo (iba a hacer un artículo, que nunca hice) sobre el control de las dunas de arena. Lo que mucha gente no se da cuenta es que Estados Unidos ha sido pionero en esto, cómo controlar el flujo de las dunas de arena, y comenzó aquí en Florence, Oregón. Hay un proyecto piloto allá arriba del Servicio Forestal de los Estados Unidos que ha tenido tanto éxito que ha sido visitado y copiado por expertos, departamentos relacionados de Chile, Israel, India, Pakistán, Gran Bretaña y varios otros países. Y me fascinaron las dunas de arena”, dijo en una entrevista en 1969.
Herbert estaba fascinado por las dunas de arenas y “la idea de algo que se ve en miniatura y se puede expandir al macrocosmos o que, si no fuera por la diferencia en el tiempo, en la tasa de flujo y la tasa de entropía, es similar a otras características que no pensaríamos que fueran similar. Como un río…”. Comenzó a estudiar estos cuerpos de arena y entornos desérticos hasta que en su mente saltó la pregunta: ¿y si hubiera un planeta que fuera solo un desierto? Esa pregunta abrió una puerta a miles de posibilidades y una de ellas tenía que ver con la religión, pues “durante mis estudios sobre los desiertos, por supuesto, y estudios previos sobre religiones, todos sabemos que muchas religiones comenzaron en una atmósfera desértica, así que decidí juntar las dos porque no creo que ninguna historia deba tener un solo hilo. Me baso en una técnica de capas y, por supuesto, al incluir religión e ideas religiosas, puede jugar una contra la otra”.
A pesar de que han pasado más de 50 años desde que Herbert publicó la primera parte de su saga de “Duna”, los temas que trata la novela continúan vigentes en el siglo XXI. Como escribió Hari Kunzru para The Guardian: “Dune es la fantasía paradigmática de la Era de Acuario. Sus preocupaciones (estrés ambiental, potencial humano, estados alterados de conciencia y la revolución de los países en desarrollo contra el imperialismo) se combinan en una visión de transformación personal y cósmica que define una era. Los libros se leen de manera diferente a medida que el mundo se reforma a sí mismo a su alrededor, y la duna de 2015 tiene ecos geopolíticos que no tenía en 1965, antes de la crisis del petróleo y el 11 de septiembre”.
Podría interesarle: “Quimera”, fragmentos de un fanzine
Más allá de la relevancia que cobró este libro desde que se anunció la película de Villeneuve, la cual no es la primera adaptación que se hace de estos libros, ya que, en 1984, David Lynch estrenó su propia versión, luego de que la idea de Alejandro Jodorowsky quedara archivada, y en los 2000 hubo diferentes series de televisión, la fama de esta novela no llegó de manera inmediata. Se desarrolló paulatinamente entre la década de los 60 y los 70. A ese primer acercamiento al mundo de Arrakis lo sucedieron otros cinco libros que Herbert escribió mientras trabajaba en otros proyectos como “Land to the Tiller” en Vietnam en 1972, como profesor en la Universidad de Seattle y como periodista para el Seattle Post-Intelligencer.
La fama de Herbert despegó al mismo tiempo que la película de Lynch, la cual fue estrenada apenas dos años antes de su muerte por una embolia pulmonar que resultó después de una cirugía de cáncer pancreático. El legado de Herbert nunca murió, pues en las manos de su hijo en autor Brian Herbert y un colaborador, el mundo de Arrakis se ha mantenido vivo en 13 libros más que han sido publicados. Hoy, con dos películas y planes para una tercera, una nueva generación está expuesta al universo al que Frank Herbert dedicó su vida y cuyo mensaje suena igual de fuerte que hace 50 años.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖
Entre el interminable paisaje de arena, el sol abrasador y el ambiente cálido se desarrolla gran parte de la historia de Duna. En medio de la atmósfera desértica de Arrakis las casas Harkonnen y Atreides se disputan por el poder del planeta que contiene el recurso más importante para este universo, la “especia”, que prolonga la vida, es esencial para los viajes interestelares y proporciona a los humanos ciertas habilidades. El mundo y sociedad futurista, situados en el año 10.191, que imaginó el escritor estadounidense Frank Herbert en 1965, a finales de este año verá su continuación en la pantalla grande, luego del estreno de la primera parte en 2021, a cargo del director Denis Villeneuve.
En un mundo futurista en el que los humanos conquistaron el espacio sin el uso de robots y computadoras luego de finalizar una larga guerra en su contra, la obra de Herbert habla de diferentes temas como política, corrupción, colonialismo, ambientalismo y religión, enmascarados en una trama llena de giros, traiciones y lecciones para el lector.
Herbert, oriundo de Tacoma, Washington, y nacido el 8 de octubre de 1920, comenzó a escribir “Duna” en 1959 y no vería la primera versión publicada, sino hasta 1965, seis años más tarde. De niño pasó mucho tiempo en las penínsulas del noroccidente de Estados Unidos antes de verse obligado a mudarse a Oregon en 1938 para vivir con sus tíos debido a la situación económica que atravesaba su familia como producto de la Gran Depresión.
Le sugerimos: Ricardo Calderón y una reflexión sobre el periodismo investigativo
Estando en Oregon, Herbert mintió sobre su edad para conseguir su primer empleo en el periódico Glendale Star. Desde los cinco años estuvo fascinado por los libros y los periódicos, según cuenta su hijo Brian Herbert en la biografía que escribió sobre su padre. Su trabajo periodístico continuó en 1940, cuando regresó a Salem, Oregon, para trabajar en el periódico Oregon Statesman. Cuando la Segunda Guerra Mundial toco las costas americanas, Herbert trabajó como fotógrafo naval durante ocho meses antes de recibir el descargo médico.
Era conocido como un espíritu libre cuya “curiosidad y espíritu independiente lo metieron en problemas más de una vez cuando era niño y también le causaron dificultades cuando era adulto. No se graduó de la universidad porque se negó a tomar los cursos requeridos para un título; sólo quería estudiar lo que le interesaba. Durante años tuvo dificultades para ganarse la vida, saltando de un trabajo a otro y de un pueblo a otro. Era tan independiente que se negaba a escribir para un mercado en particular; escribía lo que le apetecía escribir”, se lee en la biografía disponible en su página de internet.
Herbert, luego de servir en la guerra y de casarse por segunda vez, entró en 1946 a la Universidad de Washington en Seattle y, como lo dice su biografía, no consiguió su diploma y, en vez, regresó al periodismo para trabajar en diferentes medios como el Seattle Star y el Oregon Statesman, antes de convertirse en editor de la revista California Living, donde trabajó durante una década. “Su amada esposa durante 37 años, Beverly, fue el sostén de la familia la mayor parte del tiempo, como escritora publicitaria mal pagada para tiendas departamentales. Habiéndose divorciado de su primera esposa, Flora Parkinson, Frank Herbert conoció a Beverly Stuart en una clase de escritura creativa de la Universidad de Washington en 1946. En ese momento, eran los únicos estudiantes de la clase que habían vendido su trabajo para su publicación. Frank había vendido dos historias de aventuras pulp a revistas, una a Esquire y la otra a Doc Savage. Beverly había vendido una historia a la revista Modern Romance”.
Aunque ya tenía años escribiendo en el campo del periodismo, no fue sino hasta 1952 que Herbert publicó su primera historia de ciencia ficción, titulada “Looking for something?” en Startling Stories. Fue en este momento cuando se convirtió en escritor de tiempo completo. Publicó otras cuatro historias en la revista Astounding en 1954 y su carrera como novelista despegó en 1955 con la publicación periódica de “Under Pressure” en la misma revista, esta historia luego se convirtió en su primera novela publicada, titulada “The dragon in the sea”.
Le recomendamos: Capítulo de “Era como mi sombra”, el más reciente libro de Pilar Lozano
Con la llegada del año 1959, Herbert decidió dedicarse de tiempo completo a desarrollar una idea que había germinado en 1953 y que sería la base para “Duna”. “La idea vino de un artículo (iba a hacer un artículo, que nunca hice) sobre el control de las dunas de arena. Lo que mucha gente no se da cuenta es que Estados Unidos ha sido pionero en esto, cómo controlar el flujo de las dunas de arena, y comenzó aquí en Florence, Oregón. Hay un proyecto piloto allá arriba del Servicio Forestal de los Estados Unidos que ha tenido tanto éxito que ha sido visitado y copiado por expertos, departamentos relacionados de Chile, Israel, India, Pakistán, Gran Bretaña y varios otros países. Y me fascinaron las dunas de arena”, dijo en una entrevista en 1969.
Herbert estaba fascinado por las dunas de arenas y “la idea de algo que se ve en miniatura y se puede expandir al macrocosmos o que, si no fuera por la diferencia en el tiempo, en la tasa de flujo y la tasa de entropía, es similar a otras características que no pensaríamos que fueran similar. Como un río…”. Comenzó a estudiar estos cuerpos de arena y entornos desérticos hasta que en su mente saltó la pregunta: ¿y si hubiera un planeta que fuera solo un desierto? Esa pregunta abrió una puerta a miles de posibilidades y una de ellas tenía que ver con la religión, pues “durante mis estudios sobre los desiertos, por supuesto, y estudios previos sobre religiones, todos sabemos que muchas religiones comenzaron en una atmósfera desértica, así que decidí juntar las dos porque no creo que ninguna historia deba tener un solo hilo. Me baso en una técnica de capas y, por supuesto, al incluir religión e ideas religiosas, puede jugar una contra la otra”.
A pesar de que han pasado más de 50 años desde que Herbert publicó la primera parte de su saga de “Duna”, los temas que trata la novela continúan vigentes en el siglo XXI. Como escribió Hari Kunzru para The Guardian: “Dune es la fantasía paradigmática de la Era de Acuario. Sus preocupaciones (estrés ambiental, potencial humano, estados alterados de conciencia y la revolución de los países en desarrollo contra el imperialismo) se combinan en una visión de transformación personal y cósmica que define una era. Los libros se leen de manera diferente a medida que el mundo se reforma a sí mismo a su alrededor, y la duna de 2015 tiene ecos geopolíticos que no tenía en 1965, antes de la crisis del petróleo y el 11 de septiembre”.
Podría interesarle: “Quimera”, fragmentos de un fanzine
Más allá de la relevancia que cobró este libro desde que se anunció la película de Villeneuve, la cual no es la primera adaptación que se hace de estos libros, ya que, en 1984, David Lynch estrenó su propia versión, luego de que la idea de Alejandro Jodorowsky quedara archivada, y en los 2000 hubo diferentes series de televisión, la fama de esta novela no llegó de manera inmediata. Se desarrolló paulatinamente entre la década de los 60 y los 70. A ese primer acercamiento al mundo de Arrakis lo sucedieron otros cinco libros que Herbert escribió mientras trabajaba en otros proyectos como “Land to the Tiller” en Vietnam en 1972, como profesor en la Universidad de Seattle y como periodista para el Seattle Post-Intelligencer.
La fama de Herbert despegó al mismo tiempo que la película de Lynch, la cual fue estrenada apenas dos años antes de su muerte por una embolia pulmonar que resultó después de una cirugía de cáncer pancreático. El legado de Herbert nunca murió, pues en las manos de su hijo en autor Brian Herbert y un colaborador, el mundo de Arrakis se ha mantenido vivo en 13 libros más que han sido publicados. Hoy, con dos películas y planes para una tercera, una nueva generación está expuesta al universo al que Frank Herbert dedicó su vida y cuyo mensaje suena igual de fuerte que hace 50 años.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖