Algunas frases de Navidad y Año Nuevo desde la literatura
Con motivo de la celebración de la Navidad y el Año Nuevo, enumeramos algunos mensajes literarios acerca de estas fechas para compartir con la familia y amigos.
Las fiestas decembrinas traen consigo la reunión de algunas familias alrededor de la mesa, el intercambio de regalos y altibajos de emociones y sentimientos como la nostalgia y la melancolía en algunas personas y hogares. Estos momentos no han quedado ignorados por las plumas de las y los escritores, quienes han escrito sobre varias formas de celebrar o pensar la Navidad y el Año Nuevo.
Se han escrito desde poemas, artículos, novelas y obras clásicas dirigidas a niños sobre estas las fiestas, como una manera de representar el cierre del año, el gozo familiar, los cuestionamientos sobre el papel del tiempo en estas celebraciones y la aparición de figuras míticas que acompañan las imágenes de la época.
A continuación, presentamos algunos fragmentos de la literatura sobre las fiestas:
“Mujercitas” (1868) Louisa May Alcott
“¡Feliz Navidad, queridas hijas! Me alegra que hayáis iniciado la lectura y confío en que seréis perseverantes. Pero antes de sentarme a la mesa os quiero contar algo. Cerca de aquí hay una pobre mujer con un recién nacido. Sus seis hijos duermen acurrucados en una cama para no morir congelados, porque no tienen leña con la que calentarse. (...) Niñas, ¿os importaría darles vuestro desayuno como regalo de Navidad?”, dicho por la señora March hacia sus hijas, Jo, Meg, Amy y Beth en la mañana de Navidad.
“Una visita de San Nicolás” (1823) Clement Clarke Moore
Era la noche antes de Navidad, nada en casa se oía,
ninguna criatura molestaba, ni siquiera un ratón.
Las medias estaban colgadas en la chimenea con mucho cuidado,
esperando a que San Nicolás pronto los visitara.
Los niños dormían ya y soñaban en sus camas,
mientras visiones de caramelos bailaban en sus cabezas,
y mamá con su pañuelo, y yo con mi mejor gorra,
preparábamos nuestras cabezas para una larga siesta invernal.
Cuando afuera en el jardín, se formó un gran alboroto,
salí de mi cama a trompicones, para ver qué ocurría,
corrí y abrí la ventana, sintiendo el frescor,
las cortinas separé, y abrí el pestillo.
(...)
A las riendas, un anciano ágil y con gran viveza.
supe en el momento que debía ser San Nicolás.
más rápido que las águilas, su camino seguía,
¡Silbando y con muchos gritos, sus nombres les repetía!
«¡Vamos, Tornado! ¡Vamos, Bailarín! ¡Vamos, Furia y Vestido!
¡En Cometa y Cupido! ¡Vamos relámpago y Trueno!
¡Directo a ese porche, hacia ese muro!
¡Vamos, vamos,! ¡Al galope!”.
“Cuento de Navidad” (1843) Charles Dickens
“—¿Qué día es hoy? —, gritó Scrooge a un chico que estaba abajo, muy endomingado y que tal vez deambulaba por allí para fisgarle.
—¿Qué? —, respondió el chico con el mayor asombro.
—¿Qué día es hoy, amiguito? —, preguntó Scrooge.
—Hoy —, respondió el muchacho, —bueno, es Navidad
—¡Es el día de Navidad! —, dijo Scrooge hablando consigo mismo—. No me lo he perdido. Los espíritus lo hicieron todo en una sola noche. Pueden hacer lo que quieran. Naturalmente. Claro que pueden.
—¡Hola, amiguito!
—Hola —, replicó el chico.
—¿Conoces la pollería que está a dos calles, en la esquina? —, inquirió Scrooge.
—Desearía haberla conocido —, replicó el chaval.
—¡Qué chico más inteligente! —, dijo Scrooge—, ¡Un muchacho notable! ¿Sabes si han vendido el pavo caro que tenían allí colgado? No digo el barato, sino el pavo grande.
—¿Cuál?, ¿uno que es tan grande como yo? —, dijo el muchacho.
—¡Qué encanto de chico! —, dijo Scrooge—, Da gusto hablar con él. ¡Sí, caballerete!
—Allí está colgado ahora —, respondió el chico.
—¿De veras? —, dijo Scrooge—, Vete a comprarlo.
—¡Vamos, anda! —, exclamó el muchacho.
—No, no —, dijo Scrooge—, hablo en serio. Vete y cómpralo y diles que lo traigan aquí, que yo les daré la dirección a la que deben llevarlo. Vuelve con el mozo y te daré un chelín. ¡Si vuelves con él en menos de cinco minutos te daré media corona!”
“El 1 de enero” (1904) G. K. Chesterton
“El año nuevo, al igual que otras cosas por el estilo, posee una extraordinaria importancia. Se trata de una arbitraria división del tiempo, de cortes repentinos e incesantes del tiempo por la mitad. Si tuviéramos delante una serpiente infinita, ¿qué podríamos hacer, sino cortarla en dos? El tiempo es en apariencia infinito y, sin ninguna duda, también una serpiente. La verdadera razón del nacimiento de las épocas y estaciones, de las efemérides y aniversarios es que, de no existir, la serpiente del tiempo arrastraría su parsimonioso y enorme cuerpo por encima de todas nuestras impresiones sin dejarnos oportunidad de comprender con claridad el paso de una impresión a otra”.
“Little Gidding” (1942) T. S. Eliot
“Porque las palabras del año pasado pertenecen al lenguaje del año pasado
y las palabras del año próximo esperan otra voz.
Pero, como el paso ya no presenta ningún obstáculo
para el espíritu insatisfecho y peregrino.
Entre dos mundos que se vuelven muy parecidos entre sí,
así encuentro palabras que nunca pensé pronunciar
en calles que nunca pensé que volvería
cuando dejé mi cuerpo en una orilla distante”.
Las fiestas decembrinas traen consigo la reunión de algunas familias alrededor de la mesa, el intercambio de regalos y altibajos de emociones y sentimientos como la nostalgia y la melancolía en algunas personas y hogares. Estos momentos no han quedado ignorados por las plumas de las y los escritores, quienes han escrito sobre varias formas de celebrar o pensar la Navidad y el Año Nuevo.
Se han escrito desde poemas, artículos, novelas y obras clásicas dirigidas a niños sobre estas las fiestas, como una manera de representar el cierre del año, el gozo familiar, los cuestionamientos sobre el papel del tiempo en estas celebraciones y la aparición de figuras míticas que acompañan las imágenes de la época.
A continuación, presentamos algunos fragmentos de la literatura sobre las fiestas:
“Mujercitas” (1868) Louisa May Alcott
“¡Feliz Navidad, queridas hijas! Me alegra que hayáis iniciado la lectura y confío en que seréis perseverantes. Pero antes de sentarme a la mesa os quiero contar algo. Cerca de aquí hay una pobre mujer con un recién nacido. Sus seis hijos duermen acurrucados en una cama para no morir congelados, porque no tienen leña con la que calentarse. (...) Niñas, ¿os importaría darles vuestro desayuno como regalo de Navidad?”, dicho por la señora March hacia sus hijas, Jo, Meg, Amy y Beth en la mañana de Navidad.
“Una visita de San Nicolás” (1823) Clement Clarke Moore
Era la noche antes de Navidad, nada en casa se oía,
ninguna criatura molestaba, ni siquiera un ratón.
Las medias estaban colgadas en la chimenea con mucho cuidado,
esperando a que San Nicolás pronto los visitara.
Los niños dormían ya y soñaban en sus camas,
mientras visiones de caramelos bailaban en sus cabezas,
y mamá con su pañuelo, y yo con mi mejor gorra,
preparábamos nuestras cabezas para una larga siesta invernal.
Cuando afuera en el jardín, se formó un gran alboroto,
salí de mi cama a trompicones, para ver qué ocurría,
corrí y abrí la ventana, sintiendo el frescor,
las cortinas separé, y abrí el pestillo.
(...)
A las riendas, un anciano ágil y con gran viveza.
supe en el momento que debía ser San Nicolás.
más rápido que las águilas, su camino seguía,
¡Silbando y con muchos gritos, sus nombres les repetía!
«¡Vamos, Tornado! ¡Vamos, Bailarín! ¡Vamos, Furia y Vestido!
¡En Cometa y Cupido! ¡Vamos relámpago y Trueno!
¡Directo a ese porche, hacia ese muro!
¡Vamos, vamos,! ¡Al galope!”.
“Cuento de Navidad” (1843) Charles Dickens
“—¿Qué día es hoy? —, gritó Scrooge a un chico que estaba abajo, muy endomingado y que tal vez deambulaba por allí para fisgarle.
—¿Qué? —, respondió el chico con el mayor asombro.
—¿Qué día es hoy, amiguito? —, preguntó Scrooge.
—Hoy —, respondió el muchacho, —bueno, es Navidad
—¡Es el día de Navidad! —, dijo Scrooge hablando consigo mismo—. No me lo he perdido. Los espíritus lo hicieron todo en una sola noche. Pueden hacer lo que quieran. Naturalmente. Claro que pueden.
—¡Hola, amiguito!
—Hola —, replicó el chico.
—¿Conoces la pollería que está a dos calles, en la esquina? —, inquirió Scrooge.
—Desearía haberla conocido —, replicó el chaval.
—¡Qué chico más inteligente! —, dijo Scrooge—, ¡Un muchacho notable! ¿Sabes si han vendido el pavo caro que tenían allí colgado? No digo el barato, sino el pavo grande.
—¿Cuál?, ¿uno que es tan grande como yo? —, dijo el muchacho.
—¡Qué encanto de chico! —, dijo Scrooge—, Da gusto hablar con él. ¡Sí, caballerete!
—Allí está colgado ahora —, respondió el chico.
—¿De veras? —, dijo Scrooge—, Vete a comprarlo.
—¡Vamos, anda! —, exclamó el muchacho.
—No, no —, dijo Scrooge—, hablo en serio. Vete y cómpralo y diles que lo traigan aquí, que yo les daré la dirección a la que deben llevarlo. Vuelve con el mozo y te daré un chelín. ¡Si vuelves con él en menos de cinco minutos te daré media corona!”
“El 1 de enero” (1904) G. K. Chesterton
“El año nuevo, al igual que otras cosas por el estilo, posee una extraordinaria importancia. Se trata de una arbitraria división del tiempo, de cortes repentinos e incesantes del tiempo por la mitad. Si tuviéramos delante una serpiente infinita, ¿qué podríamos hacer, sino cortarla en dos? El tiempo es en apariencia infinito y, sin ninguna duda, también una serpiente. La verdadera razón del nacimiento de las épocas y estaciones, de las efemérides y aniversarios es que, de no existir, la serpiente del tiempo arrastraría su parsimonioso y enorme cuerpo por encima de todas nuestras impresiones sin dejarnos oportunidad de comprender con claridad el paso de una impresión a otra”.
“Little Gidding” (1942) T. S. Eliot
“Porque las palabras del año pasado pertenecen al lenguaje del año pasado
y las palabras del año próximo esperan otra voz.
Pero, como el paso ya no presenta ningún obstáculo
para el espíritu insatisfecho y peregrino.
Entre dos mundos que se vuelven muy parecidos entre sí,
así encuentro palabras que nunca pensé pronunciar
en calles que nunca pensé que volvería
cuando dejé mi cuerpo en una orilla distante”.