Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
“Todo tiene raíces en el pasado, en nuestras madres, en nuestros padres y en los padres de nuestros padres. No somos más que marionetas, nos mueven los hilos de los que nos precedieron, y algún día nuestros hijos tendrán que bailar como les dicten nuestros hilos”, dijo alguna vez Tyrion Lannister, personaje de “Canción de Hielo y Fuego” y “Juego de Tronos”, y tenía toda la razón. Tyrion no sería vengativo, cruel, depresivo, sensible y compasivo, todo al mismo tiempo, si no fuera rechazado. No sería rechazado si su padre, Tywin, lo hubiera reconocido como hijo, defendiéndolo así del desdén de la sociedad. Tywin lo habria reconocido como hijo si no fuera más orgulloso que un león. Tywin no hubiera sido excesivamente orgulloso si su padre no hubiera sido pusilánime, pasivo y un bueno para nada. La Casa Lannister no se hubiera mantenido como una de las Casas más fuertes y ricas de Poniente si sus miembros no hubieran mantenido su orgullo y clasismo por encima de todo lo demás y, hace 300 años, ni eso habría mantenido la Casa si no fuera por la llegada de los Targaryen.
Precisamente, “Fuego y Sangre” es el libro que, desde que se publicó el 20 de noviembre, cuenta la historia de la familia que gobernó Poniente durante tres siglos. Los Targaryen llegaron volando en dragones en un momento en que Poniente se desangraba entre guerra y guerra, y solo unas personas más tratadas como dioses que humanos, de cabello plateado y ojos violeta, podían terminar el fuego y la sangre…a sangre y fuego.
El comienzo de este libro es una idealización tras otra de los primeros tres Targaryen. Que Aegon el Conquistador era tan temerario como cauto; que Rhaenys era hermosa, incluso bajo estándares valyrios; que Visenya tenía un humor incisivo, una excelente habilidad con la espada y una tosca belleza que igualmente paralizaba. Pero pronto, el autor ficticio del libro, el archimaestre Gyldayn, empieza a resquebrajar la máscara detrás de la cual se esconden los Targaryen. “Pero esto son sólo rumores”, siempre dice antes de enfrentarse a los dioses y hablar de los muchos defectos y excesos de los que adolecieron los Targaryen. Además de gobernar, también torturaron, mataron, abusaron y fueron malos padres. No obstante, también eliminaron el derecho de pernada, construyeron carreteras, conciliaron las Casas de los Siete Reinos y destruyeron rebeliones. Pero combatieron contra ellos mismos, sus dragones se decapitaron entre sí mientras quemaban a las personas que observaban desde el suelo, y hubo ocasiones en que pareció que el mismísimo Trono de Hierro hubiera matado a unos cuantos malos reyes mediante las espadas de las que está hecho.
“Pero esto son sólo rumores”, repite el archimaestre Gyldayn cada vez que habla de conspiraciones, oscuros asesinatos y orgías. ¿Fue Aegon un liberador o un tirano? ¿Fue Visenya ambiciosa o bruja? ¿Fue Jaehaerys un buen rey pero mal padre? ¿La Danza de los Dragones fue una guerra entre Targaryens sin sentido? Toda duda que se tenga de los dioses se convierte en rumor, en aire, en bruma, y se continúa escribiendo la historia de esta gran y poderosa dinastía. Está en el lector creerle al archimaestre Gyldayn o a la gran cantidad de personajes que el autor cita cuando se trata de historias sombrías, tales como mujeres extremadamente lujuriosas y bufones más exagerados que cualquier trovador. Sin embargo, también está en el lector disfrutar de esta historia ficticia pues, al fin y al cabo, la historia no es más que una gran y colectiva invención.
“Un momento, ¿y no hay nada de Jon Nieve? ¿De Arya Stark? ¿De Daenerys Targaryen? George RR Martin también se divierte tanto como sus lectores y deja aquí y allá guiños a los personajes de “Canción de Hielo y Fuego” y “Juego de Tronos”. Ya será tarea del lector encontrar cuáles son pistas verdaderas y cuáles son falsas. Después de todo, “Fuego y Sangre” no es un libro que se haya escrito en un año, o cinco, o diez. Es un libro que se ha estado escribiendo a retazos desde 1991, cuando George Martin decidió escribir un libro llamado “Un Juego de Tronos”. La riqueza de la saga principal reside en la construcción de todo un universo con sus propias características, lógica e historia. De esta manera, los personajes de “Canción de Hielo y Fuego” se convierten en marionetas manejadas por los hilos del pasado, como bien dice Tyrion Lannister. Para entender quiénes son Jon Nieve, Ned Stark o Cersei Lannister, hay que mirar 300 años atrás, cuando un conquistador de cabello plateado aterrizó en Desembarco del Rey a lomos de un dragón. En suma, “Fuego y Sangre” es el inicio de un juego de tronos de ese ismo juego que ha cautivado a miles de lectores y televidentes.