“Furiosa: A Mad Max Saga” o cómo una decepción deja el alma tranquila (Opinión)
Opinión sobre “Furiosa: A Mad Max Saga”, la película del director George Miller, que se presentó en Cannes y fue ovacionada por más de cinco minutos tras su proyección.
Hace casi una década, Mad Max: Fury Road se estrenaba en la edición 68 del Festival de Cannes. Después de los primeros minutos del metraje, cuando por fin hubo pausa en esa película, el Gran Teatro Lumiere estalló en vítores y aplausos. George Miller repitió el escenario para lanzar Furiosa: A Mad Max Saga. No hubo aplausos en el medio de la proyección, sin embargo, la ovación final duró seis minutos.
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Hace casi una década, Mad Max: Fury Road se estrenaba en la edición 68 del Festival de Cannes. Después de los primeros minutos del metraje, cuando por fin hubo pausa en esa película, el Gran Teatro Lumiere estalló en vítores y aplausos. George Miller repitió el escenario para lanzar Furiosa: A Mad Max Saga. No hubo aplausos en el medio de la proyección, sin embargo, la ovación final duró seis minutos.
Esta fue el regreso a toda la estética que arrancó en Fury Road: los carros, las motos, las acrobáticas formas de atacarse desde cualquier vehículo a motor en recorridos por dunas sin fin, las tormentas de arena, las persecuciones, los protagonistas de barroquismo grotesco... Al director australiano se le ha desencadenado ese universo postapocalíptico con el que arrancó la saga en 1981 y que encuentro como un delirio fascinante. En este filme faltó un elemento importante de la receta inicial: Max Rocktansky, el antihéroe al volante de las emociones de muchos. Para ser honesto, no sé si se le extrañé. Lo que sí eché de menos fue el sentimiento de estar viendo una obra maestra, título que quizá solo se lo llevó Fury Road.
Al no ser bombástica, esta película nos permitió conocer a Furiosa, que apenas llegó a la saga hace nueve años. Ahora sabemos de su niñez, donde vivía, quién era su madre, cómo fue crecer para ella y quién fue su mentor: Praetonian Jack (Tom Burke, quien interpretó el papel muy al estilo de Mel Gibson en las primeras entregas). La vida no fue amable con la pequeña Furiosa (Alyla Browne). Del Edén donde vivía fue secuestrada por unos seguidores de Dr. Dementus, interpretado por Chris Hemsworth, quien hizo que el humor estilo Thor calzara bien. Fue objeto de intercambio, al pasar de Dr. Dementus a Imortan Joe (Lachy Hulme), escapó de una violación para luego tener que vivir como niño mudo. Eso sí, siempre con la idea de venganza contra Dr. Dementus y con el deseo vital de volver a casa.
Las transiciones en la película y sus respiros fueron momentos de crecimiento de la protagonista. Hasta que se hizo mujer joven pasa una hora de metraje y esta Furiosa fue encarnada por Anya Taylor-Joy, cuyos ojos transmitieron la furia y dolor de esa infausta niñez. Ella fue ya Praetonian Furiosa, ayudante principal del equipo de transporte de Praetonian Jack, quien transportó comida y gasolina entre las tres principales ciudades del Wasteland: La Citadel, Gas Town and The Bullet Farm. También conocemos las ambiciones, los deseos, los juegos de poder, las traiciones y las guerras que se dan entre los reyezuelos que dirigen estas ciudades. Con esta entrega George Miller nos dio coordenadas para seguirlo en ese universo “madmaxiano”.
Sin embargo, las películas anteriores de Mad Max no daban respiro y alguna idea llegaba después de la emoción. Ahora estos cuestionamientos llegan tardíos. El tempo de esta entrega no la deja pasar de soslayo como en casos pasados, donde la dirigencia vive enloquecida de abundancia, mientras que el pueblo es abusado, la religión es usada como tecnología de control y fábrica de mártires. No sé si las injusticias políticas y sociales y los excesos de los dirigentes sean ideas del director. Lo que sí queda claro es que habrá Mad Max para rato y a nosotros los fans nos toca esperar que no se desgaste hasta el cansancio como ha sucedido con otros universos cinematográficos.