Fusiones de sistemas análogos y digitales para preservar el álbum familiar
“Any Time soon” está cargada de imágenes domésticas que recuperan el álbum familiar y capturan los momentos más cotidianos de Martha Naranjo, autora de esta muestra. La exposición es una fusión entre la fotografía análoga y digital.
Laura Camila Arévalo Domínguez
“Any time son” es una muestra dividida en tres partes: 35 mm, Bellows y How this has to be told. Cada una de ellas expone una serie de imágenes o videos que Martha Naranjo, autora de esta exposición, trasnformó. Son fotografías de su familia o de su tiempo actual. A las imágenes familiares las configuró: les puso otras encima, las recortó, les agregó movimiento o las prestó para que desconocidos les crearan historias nuevas. A las de ahora, las que tomó por estos días, las juntó en un diario que ha estado rellenando desde que se mudó a New York. Esas están llenas de sus pliegues. Los de su cuerpo y los de su casa. Los de su esposo. Los colores y hasta los olores de su hogar, que pudiese ser el de cualquiera: las imágenes están llenas de momentos cotidianos que parecen universales. Un encendedor sobre una sábana arrugada, un rayo de sol entrando por la ventana y la desnudez sobre una cama.
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“Any time son” es una muestra dividida en tres partes: 35 mm, Bellows y How this has to be told. Cada una de ellas expone una serie de imágenes o videos que Martha Naranjo, autora de esta exposición, trasnformó. Son fotografías de su familia o de su tiempo actual. A las imágenes familiares las configuró: les puso otras encima, las recortó, les agregó movimiento o las prestó para que desconocidos les crearan historias nuevas. A las de ahora, las que tomó por estos días, las juntó en un diario que ha estado rellenando desde que se mudó a New York. Esas están llenas de sus pliegues. Los de su cuerpo y los de su casa. Los de su esposo. Los colores y hasta los olores de su hogar, que pudiese ser el de cualquiera: las imágenes están llenas de momentos cotidianos que parecen universales. Un encendedor sobre una sábana arrugada, un rayo de sol entrando por la ventana y la desnudez sobre una cama.
En palabras de su curadora, Veronica Puche: “35mm Diary es un proyecto que sigue en curso y probablemente en diez años el material se habrá multiplicado exponencialmente. Con esta serie, Martha Naranjo se pregunta, “¿Dónde terminarán las fotos de mi familia?”. Es una interrogante que vale la pena hacerse, sobre todo si cada uno de nosotros poseemos un celular lleno de GB de fotos no impresas y las imágenes son un registro tan directo de la memoria individual.
La segunda serie entra a este baile de imágenes con su propio ritmo. Se llama Bellows. Se trata de estereógrafos que contienen collages de imágenes familiares capturadas entre los años cuarenta y setenta del siglo XX. Estos pequeños visores son ventanas a un mundo imaginario que Martha Naranjo crea a partir de recuerdos de extraños. Las positivas que colecciona desde hace varios años las somete a un recorrido digital y análogo. Los contenidos se fusionan y entrelazan para crear otras narrativas a partir de nuevas composiciones. De esta manera, genera resultados que contienen varias historias en una.
La última parte que compone esta muestra es How this has to be told. En esta serie, Martha Naranjo le pide a personas que narren o inventen algo a partir de fotos de su infancia. Aquí se presenta un puñado de estas historias donde conocidos de la artista, ajenos a las imágenes y muchas veces ajenos a la cultura mexicana y latinoamericana, relatan historias a partir de ellas. Al apropiarse de una foto del álbum familiar de Martha, estos interlocutores las descontextualizan, las descomponen y terminan renovando la narrativa, la cual se libera de los significados culturales que carga
Martha Naranjo es mexicana y tiene 31 años. Dice que, en esta muestra, hay una fusión del sistema análogo y el digital porque ella, junto con su generación, nació entre estos dos mundos que, en su trabajo, no compiten. Ella y Veronica Puche, artista y curadora de esta exposición, hablaron para El Espectador sobre esta exposición que se inauguró el pasado 9 de julio, y que irá hasta el próximo 19 de septiembre.
Hay una inquietud visible por las fotografías familiares o sus momentos más cotidianos. Imágenes con las que es muy fácil identificarse porque son instantes que, sin importar el lugar, las costumbres o el momento, se perciben universales...
Martha Naranjo: Me encantan las fotografías familiares porque todos las tomamos. Las razones por las que una persona toma una fotografía son muy diferentes a las razones de un fotógrafo. Casi siempre están asociadas con el afecto o se capturan con la intención de recordar. Desde siempre he coleccionado fotografías familiares de extraños y también hice todo archivo de las imágenes de mi familia. La gente no se da cuenta de lo que tiene y tira los negativos o los dejan desgastar. Yo, por ejemplo, quiero conservar las que son de mi familia, así en esos momentos no esté yo.
Hablemos de las que son más contemporáneas y que reflejan un poco más de su intimidad...
Martha Naranjo: Comencé con el diario de 35 mm porque me acababa de mudar a New York. Venía de México y quería recordar qué se sentía llegar a una ciudad como esta, tener 25 y estar soltera. Yo he tenido muy mala suerte con los discos duros porque todos se me rompen. No le tengo fe a la tecnología para guardar las cosas, así que elegí 35 mm porque, desde que tengas las cajas en un lugar seco y fresco, estarán a salvo. Esa es la cotidianidad que ves retratada en esa parte de la muestra.
Sobre las imágenes del diario: es fácil reconocerse en esos momentos que se ven tan aleatorios, pero también tan suyos, tan íntimos, ¿cómo los eligió? ¿Cómo saber cuándo tomar la foto?
Martha Naranjo: Normalmente son momentos de luz. Cuando me digo: “Esto es una foto”, agarro la cámara y la capturo. Muchas no cobran sentido sino hasta después de mucho tiempo. A veces las revelas y no ves nada, pero después de unos meses o hasta año, encuentras algo. Además, estas fotos no las tomé con el objetivo de mostrarlas. Eran para mí.
Verónica Puche: Hay una cosa muy interesante de 35 mm y es que, como lo dijiste, identificarse en estas fotos es fácil. Todos, en este momento, tomamos fotos por todo. Lo lindo de esta parte de la muestra es que, por ejempli, yo conocí a Marta en 2014 cuando ambas estábamos estudiando en New York. Yo la veía a ella tomando fotos de la basura en las calles de New York. Esas imágenes, a pesar de ser de desechos, tenían cierta sensualidad. La luz siempre estaba presente y se creaban sombras especiales. Además, Marta también es cineasta así que tiene cierta formación sobre la forma en la que se compone una imagen. Eso me parece bellísimo porque uno de los retos más grandes que uno tiene como artista es lograr crear un lenguaje universal. En este diario te puedes reconocer.
¿Qué resultados arrojó la dinámica de mostrarle sus fotos familiares a los extraños para que se inventaran historias viéndolas? ¿Cómo fue esto?
Martha Naranjo: Lo hice de varias maneras: a algunos les dije que vieran la foto y se inventaran una historia, a otros solamente les dije que me hablaran sobre algo que les había pasado y a otro grupo de personas les pedí que se imaginaran que ellos habían sido los fotógrafos, así que me debían contar cómo había sido ese momento y qué habían tenido en cuenta para la captura. Por eso todas tienen diferentes tipos de respuestas. Hubo gente desconocida y conocida hablando sobre mis fotos familiares. Yo, por ser tan cercana a esas imágenes, podía estar ignorando cosas que ellos sí veían.
Verónica Puche: Lo que hicimos fue trasladar todo a un lenguaje binario. Todas estas obras son físicas. Lo que pasa con How this has to be told es que está hecha a partir de un carrusel que muchos alcanzamos a tener en nuestras casas cuando éramos pequeños. En el colegio nos mostraban fotos con estos carruseles. Lo que hizo Marta es esta obra fue crear una experiencia con 35 diapositivas para que el mismo número de personas contara una historia.
La mayoría de las fotografías son domésticas. Las pasadas y las más actuales ¿Esto fue calculado? ¿Quería mostrar algo que tuviera que ver con su hogar del pasado y con el actual?
Martha Naranjo: Cuando nos preguntamos cómo hilar estos tres proyectos, fue bastante evidente que la razón por la que ahora tomo estas fotos es la misma que tenía mi padre cuando yo estaba pequeña y me tomaba fotografías. Me pregunté cómo me veía él cuando yo era niña y cómo me veo yo ahora que soy adulta. Mi papá compró una cámara cuando yo nací. Cuando ves el álbum, notas que al principio las fotos son muy borrosas, pero después las imágenes comienzan a verse muy bien. Él compró un libro que aún está en mi casa para lograr esas fotos: “El 1, 2, 3 para hacer buenas fotos”. Él es muy metódico y fue obvio que se esforzó por tomarle fotos a su hija recién nacida. Yo paso mucho tiempo viendo estas imágenes y son muy importantes en mi formación.
En los collages hay imágenes sobre puestas. Parecen capas que revelaran algo de la fotografía que fue modificada, ya sea la que está adelante o detrás. Pareciera que, con la combinación de imágenes y el movimiento, revelaran algo que estaba oculto.
Martha Naranjo: Se hicieron a partir de estereógrafos. Cuando pones los ojos en uno de estos ves las imágenes en tercera dimensión. Por eso los collages tienen movimiento, porque queríamos emular eso. Lo que dices es lo que quería lograr: descubrir cosas entre la yuxtaposición de las imágenes. Ver qué otros espacios podían aparecer una vez se modificaran.
Verónica Puche: Estos collages parten de esas diapositivas que también son 35 mm. Lo interesante es que Martha fusiona el sistema análogo y digital. No los pone a competir. Los dos sistemas conversan y crean juntos.
¿Por qué le interesan tanto los espacios comunales que se hacen alrededor de las fotografías? ¿Que resultó de la exploración de esos momentos?
Marta: Cuando vivía en México había eventos alrededor de la fotografía. Si alguien se iba de viaje, volvía con sus fotografías e incluía en la experiencia al resto de personas, así que me gusta la idea de recuperar esos momentos, que no se han perdido del todo, pero ya no son tan comunes. También era muy importante meter a más personas alrededor de este proyecto.
Verónica Puche: En How this has to be told hay unos vídeos en los que aparece la fotografía y una voz que va contando una historia sobre eso que estás viendo. Esto te obliga a ver la foto por más de seis segundos. Uno, que está acostumbrado a pasar foto, tras foto, tras foto, aquí debe concentrarse dos minutos. Esto es interesante porque haces un recorrido pausado y consciente de la foto. Pasan cosas como estas: la foto es de Marta, una mujer latinoamericana, y si tú también lo eres, reconoces que la foto es en Latinoamérica, pero en el video comienzas a escuchar a una mujer hablando en inglés y, además, comienza a contarte sobre el pelo morado de una abuela, que no es nada común en esta parte del mundo. Eso te desubica y te obliga a estar presente o un poco más atento. Es una descontextualización valiosa para detenerse y despertar varios sentidos.
¿Qué es lo que más valoran de esta obra? Hablemos sobre expone una obra tan física en un formato digital...
Martha Naranjo: En mi trabajo es muy importante que haya cosas físicas. “Any time soon” es una exposición digital, pero tiene varios componentes físicos, así que fue una negociación entre estas dos circunstancias. La obra también tiene variables: no es lo mismo ver el GIF que ver una foto estática. Lo digital y lo análogo están presentes y se complementan. Esto es importante porque mi generación está en el medio de lo análogo y lo digital, así que me gusta pensar en que no tomo partido, sino que puedo vivir en el medio.
Veronica Puche: Nosotras queríamos crear preguntas sobre qué significa preservar. Cuestionarnos cuál es el valor de la foto familiar y cuál es el de las digitales. Cuántas sobreviven y cuántas se imprimen. Creo que la narrativa funcionó. Esta muestra es muy personal y muy oportuna para este momento. Este proyecto es también un testimonio de que a pesar de las circunstancias, se pueden hacer cosas.