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Veo en la lucha ajedrecística un modelo pasmosamente exacto de la vida humana, con su trajín diario, sus crisis y sus incesantes altibajos. Gari Kaspárov
Para darle continuidad a esta columna sobre futbolistas que se dedicaron a la escritura es oportuno decir que este deporte, como si fuera la vida, está lleno de trajines, crisis y altibajos, como en el ajedrez o en el deporte que se practique por cuanto se trata de deportes que practicamos los seres humanos y porque somos seres de caídas, de bajones y crisis constantes. Pero ello se vuelve texto, catarsis, temblor, furor y alivio. Veamos, entonces, otros ejemplos de estos jugadores que decidieron ir al mundo de las letras para narrar sus aventuras. Alberto Edjogo Owono, jugador de la selección de Guinea Ecuatorial y en 2019 publicó su libro Indomable. Cuadernos del fútbol africano. Este libro fue editado por Editorial Panenka y revela la experiencia de su autor y el asombro que le produce ese espacio geográfico en el que casi todo es oscuro, gris, atroz. Pero aparece la pecosa y salva porque la pelota está en relación directa con la religión, la política, las costumbres y la comida.
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El fútbol, de nuevo, salva de la estupidez humana, de la esclavitud, de las inequidades y evita algunas formas de las diásporas obligadas en un continente de profundas desigualdades. Se trata de un recorrido histórico por un periodo poscolonial por el continente negro y el fútbol es una excusa para que los lectores reconozcan su función social y vital en sus dimensiones más humanas. Jacinto Elá Eyene, jugador de Guinea Ecuatorial en las ligas infantiles y juveniles, es el autor de dos libros referidos al fútbol. Fútbol B. Lo que me habría gustado saber cuando era futbolista y nadie me contó y Ulises, un futbolista pobre en Rumania. En el primero recuerda que fue elegido como el mejor jugador del mundo cuando tenía apenas 14 años.
Sostiene que el texto ha de servirle a quienes están interesados en llegar al profesionalismo porque su experiencia (negativa y positiva) se puede leer como una especie de provocación para no caer en los errores que se cometen en estas categorías y nadie lo advierte. Este texto es un llamado de atención para aludir a lo frágiles y quebradizos que son los jugadores de fútbol cuando no están bien fundamentados académicamente.
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En la segunda obra se refiere a un jugador que tiene la última oportunidad de jugar profesionalmente y agota hasta el último recurso para cumplir la meta, pero, como suele pasar entre seres humanos, el sueño pasa del mundo ideal al real y lo que vive es una gran pesadilla. Es un texto bien urdido que más que moralejas muestra las condiciones de vida de un sueño que no se cumple porque el fútbol no depende de un ser humano sino de otros, otras, miedos, fantasías y ficciones mediáticas.
En otra oportunidad le publicaron La cara amable del fútbol. Aquí hace una apología de lo bueno y bonito que tiene el fútbol. El autor sugiere que lo peor de publicar estas obras, es la promoción y venta de las mismas. Escribir no es un negocio boyante per se. Textos para leer en tardes de no fútbol.
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