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Andrés es un periodista atormentado que cree en su oficio, pero está en proceso de desencanto. Decide publicar una investigación sobre el conflicto armado que implica a su mejor amigo del colegio, lo que le trae problemas y abre una caja de pandora llena de secretos, envidias y asuntos del pasado. Recuerdos de mejores tiempos, cuando era más feliz, por ser un adolescente, por ser ignorante respecto al conflicto armado en Colombia. El protagonista de “Gente como nosotros” escudriña en la guerra para descubrir su propia guerra, sus anhelos, sus líos sentimentales, sus abismos y deseos en general.
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Martín Franco Vélez ha escrito una novela ágil que atrapa al lector, en la que no sobra nada. Su aparente lenguaje sencillo, que remite al periodismo, nos envuelve y uno se ve inmerso en la mente del personaje principal; quiere saber qué busca y qué encuentra, cómo supera los obstáculos. Hay una historia de violencia y temas judiciales de fondo, pero la novela transcurre en la psique del protagonista. La capa inicial del relato son sus pensamientos y disquisiciones, complejas y lúcidas, lo que hace que no soltemos el libro. Los conflictos del hombre reflejan el conflicto de un país y problemas humanos de todos los tiempos.
Andrés cree que su profesión puede contribuir al cambio social, pero como un personaje kafkiano -o stendhaliano- se encuentra con muros infranqueables, o laberintos de los que no puede salir. Hay poderes que son muy difíciles de remover y oscuridades que parecen cimentadas: “Era extraño, no podía explicarlo, pero tampoco terminaba de sentirme a gusto después de publicar aquella investigación. Sabía que revelaba cosas importantes, que este país todavía necesitaba desentrañar una verdad que tantos se empeñaban en seguir ocultando, pero a pesar de todo veía que no servía de mucho, que los intereses y el poder detrás de todas esas intenciones eran tan fuertes como un muro de concreto”.
Hay un juego de espejos en la novela, se muestra el conflicto armado desde distintas caras; nos damos cuenta del sufrimiento de todos -unos más que otros, que viven en peores condiciones-, de que somos víctimas en gran parte, y como dice en el libro, por eso unos pasan a ser victimarios. Esto, sin dejar de complejizar el tema, hay muchas responsabilidades en la guerra, ambiciones malignas que deben ser juzgadas con severidad. Victimarios padecen y se justifican: “Padre e hijo tenían grabada en la cabeza esa historia y se veían a sí mismos como víctimas de un país frenético que no les había dejado más opción. En ningún momento aceptaban que habían traspasado una línea, aunque lo supieran. Por el contrario, sentían que ese había sido el único camino posible”.
En el libro se cuentan las historias de varios, de manera breve, en tercera persona, lo que nos involucra con sus padecimientos, con su humanidad, pero también nos remiten al relato periodístico, a la crónica. Solo hay una voz de víctima en primera persona, una mujer de bajos recursos, carne de cañón desde muchos flancos, su voz es bastante lograda. Sentimos empatía, incluso por personajes chocantes, que nos recuerdan a algunos compatriotas, entendemos sus razones, las motivaciones de sus infamias. Si bien la política divide y es inevitable, el libro nos invita a mirar al oponente, a hablar con él; si se puede a reconciliarnos, aunque esto parece una utopía. Al menos a convivir en paz. Es fundamental que no sigamos matándonos en plan patria boba, que podamos resolver conflictos y diferencias de manera civilizada, o al menos no tan sangrienta.
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“Gente como nosotros” está bien armada, es la primera novela de Martín Franco, pero engancha como una novela de escritor curtido. El también periodista escribió hace pocos años “La sombra de mi padre”, un libro autobiográfico que tuvo buena acogida entre comentaristas y lectores, y ahora promete como novelista. Como periodista freelance me identifico con el personaje principal, y con Franco Vélez, que también escribe reseñas literarias y le sigue apostando el periodismo cultural. “Durante aquellos días me había sostenido haciendo trabajos freelance, escribiendo en las revistas que aún sobrevivían con esfuerzo, y me permitían hacer unos pesos, pero no demasiados”, dice Andrés. La historia se enmarca en la aguda crisis del periodismo de hace unos años, durante los despidos masivos, crisis que sigue ahí, pero los periodistas hemos encontrado caminos, seguimos remando con marea en contra y en medio del conflicto colombiano.