Geografía de un continente poético: entrevista a Diego Santamaría
Conversamos con el coordinador editorial de Calixta sobre su trabajo en la construcción de la antología de poesía latinoamericana Una cordillera como espina dorsal, que celebra los diez años de existencia del sello con un recorrido por los versos más sobresalientes de la región.
Juan Camilo Rincón
La composición poética latinoamericana es un recorrido por el inmenso camino de los lenguajes que compartimos como región. Nuestra poesía es la herramienta estética y afectiva que da cuenta de las realidades diversas que habitamos, y por eso siempre agradecemos la aparición de aquellas antologías cuyas voces representan nuestro sentir mestizo y universal.
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La composición poética latinoamericana es un recorrido por el inmenso camino de los lenguajes que compartimos como región. Nuestra poesía es la herramienta estética y afectiva que da cuenta de las realidades diversas que habitamos, y por eso siempre agradecemos la aparición de aquellas antologías cuyas voces representan nuestro sentir mestizo y universal.
Una cordillera como espina dorsal (Calixta, 2024) recoge textos de Alfonsina Storni, César Vallejo, José Asunción Silva, sor Juana Inés de la Cruz y José Martí, entre varios, como una muestra de lo más jugoso de un género esencial para la literatura de nuestro continente, y detallada radiografía de lo que somos.
Según Diego Santamaría, este libro se trata de un trasegar por los diálogos de la poesía latinoamericana cuya identidad ha echado raíces en la fascinación por el cuerpo y la tierra que somos.
¿Cuál fue el punto de partida para la construcción de este libro?
Para conmemorar los diez años de Calixta editores y como parte de la colección de nuevos clásicos latinoamericanos Arteria Mestiza, publicamos esta antología poética que recorre nuestro continente en versos eternos, vanguardias, movimientos literarios y debates metafóricos entre la naturaleza y el cuerpo, la representación y la creación, la voz de la mujer o las raíces de nuestras poéticas. Partimos con la idea de juntar estos poemas para encontrar diálogos sobre nuestra latinoamericanidad y encontramos que hablar del paisaje ha sido también hablar del cuerpo y los efectos de nuestra tierra en él. Vemos que nuestras formas de sentir y expresar nos permiten la metáfora entre el cuerpo y el continente, entonces el vacío en medio del pecho es como un gran cañón, el río crece rebosándonos las venas y hay un fuego adentro nuestro que solo puede provenir de la chispa producida por el choque entre nuestras placas tectónicas personales. Por eso, al ir agrupando y sumando poemas el libro fue tomando su propia forma, o su propio cuerpo.
¿Cuáles fueron sus criterios para escoger los poemas que hacen parte de la antología?
Quería que los poemas hablaran de unas circunstancias de tiempo, modo y lugar para intentar rastrear características enraizadas en la latinoamericanidad de la poesía. Esta selección recoge poemas desde sor Juana hasta la primera parte del siglo XX porque en esta época el impacto de nuestras formas poéticas llegó como sangre nueva a oxigenar la lengua del mundo: desde la representación modernista que fundó Rubén Darío, hasta la vanguardia creacionista de Huidobro, y en ese camino todo el maridaje entre melancolía y lucha que compone nuestra forma de expresarnos. La idea fue desgranar los versos en torno a unos grandes nombres y sus contrastes con otros no tan conocidos, pero con potencia incalculable. Enormes poetas se encuentran en los diálogos de este libro, desde todas las latitudes: así como Rubén Darío, Vallejo, Silva, sor Juana, Alfonsina o Huidobro también encontramos la poesía de Bolivia en Adela Zamudio, Salomé Ureña de República Dominicana o Juana Borrero de Cuba. La selección permite dar buena cuenta de ese momento en que sembramos profundamente las raíces de nuestra poesía en el jardín del mundo y permite propiciar estos otros diálogos contrastados que componen nuestra identidad.
Retomando sus propias palabras, ¿cómo describiría las identidades poéticas de nuestra región?
Atahualpa Yupanqui, el enorme compositor argentino, decía sobre la canción que es el fenómeno que procede de un hombre sentado frente a un paisaje, que ahí situaba la composición, en lo que surge en esa relación contemplativa. Entonces tenemos ahí el cuerpo y la naturaleza en un puente metafórico incalculable porque es como que, más que estarse mirando, estuvieran buscándose efectos el uno en el otro. Nuestra poesía ha encontrado unos puentes semánticos entre la tierra y la profundidad de la anatomía corporal que nos permite pensar que estamos llenos de pájaros o se untan de sangre las orillas de los mares. Las condiciones de posibilidad, que hermanan a nuestros países en tantos sentidos, nos calcan o identifican en versos de un poeta de otra tierra y el mismo continente. Mientras más locales, somos más universales por esa arteria mestiza que nos recorre. También hay que hablar de un espíritu reivindicativo, una sed de revancha; siento como una motivación de contragolpe en nuestra poesía. Decía Roberto Bolaño que el sentimiento de latinoamericanidad era algo así como saber el juego absolutamente perdido y aún así salir por la hazaña.
¿Se apoyó o se inspiró en otras antologías para construir su propia versión?
Las antologías tienen ese carácter recopilador, ese efecto como enciclopédico, que las hace ser libros de consulta y comprensión constante del mundo. Para armar esta antología estuve consultando las formas en que se hicieron las de la obra completa de Nicanor Parra, Jeta de santo, que es la antología de Mario Santiago Papasquiaro, y por tener esta reunión de varios autores y varios países, estuve consultando una de Federico Díaz-Granados de poesía contemporánea entre México y Colombia. El punto de vista u orientación de la lectura que han dado estos antologistas me permitió encontrar estructura entre los temas, contrastes y formas de estas distintas corrientes poéticas que hacen parte de Una cordillera como espina dorsal.
¿Dónde nació la idea del radar emotivo y su relación con el cuerpo para ubicar, clasificar y organizar los poemas?
A la hora de clasificar estos poemas diversos en temática, forma y origen, fui registrando en mi lectura los lugares del cuerpo donde sentía o suponía que los versos resonaban o hacían pirotecnia por acción o anhelo. Entonces los iba marcando con colores, representando esas zonas del cuerpo. Teniendo ese rastreo trabajamos con el director creativo de Calixta y logramos estos iconos que se encienden a borde de página, sugiriendo que el poema arde en el cerebro, si se trata del entendimiento y sugiere detalles de nuestro pensamiento; en el corazón si se trata de nuestra entrega al amor y el romance, cardiocentrismo arriba; en la piel como el camino que cambia con la caricia o su anhelo; las extremidades que son como nuestras ramas creciendo y arañando la ilusión, o el entorno que es la circunstancia o la condición del momento en que se escribe. La idea es proponer al lector una resonancia para sugerir una encarnación del poema, o generar un detonante creativo para quien resuene o quien sienta algo diferente. También me parece un mecanismo interesante para proponer elementos pedagógicos en el análisis poético.
Es muy interesante la presencia de la música en el libro, desde el epígrafe con Spinetta hasta el bolero Raro de luna (compuesto especialmente para esta antología). ¿Qué lugar tiene para usted la música en su relación con la poesía?
En la adolescencia, que es el momento en que nuestra sensibilidad se abre y absorbe los hechos estéticos que la determinan, yo me fui acercando a la poesía por la canción, por Charly, Spinetta, Fito. Impulsado por esa ilusión inicié una carrera en la música, soy bajista y compositor. Por eso me era vital iniciar este libro con un epígrafe de un himno de Spinetta como Barro tal vez, con esos versos tan conectados con los diálogos que tiene esta antología. Y para comprobar la capacidad del libro como detonante creativo invité a mi hermano Alejandro Santamaría, un gran compositor y referente de la poesía en mi vida, a componer una canción inspirado en el concepto de esta antología y nos compuso Raro de luna. Es un hermoso y latinoamericanísimo suspiro en bolero, en esos tiempos en que se incendiaron los cerros y estaba en llamas nuestra espina dorsal, que creo que condensa muy bien la esencia de los espíritus que se juntan en este libro.
¿Qué ofrece la poesía como género literario que enriquece las conversaciones sobre las realidades de América Latina?
Yo creo que la poesía ofrece precisión. La inmensidad del lenguaje como hecho comunicativo y expresivo encuentra un fenómeno renovador en cada encuentro con la poesía. Cada concepto tiene un universo de palabras que pertenecen a su comprensión y la poesía lo que hace es rozar esos universos, mezclarlos y hacer con esa materia un nuevo lugar en el pensamiento humano, uno que es justo para esa nueva sensación o situación de la vida. Le atribuimos ser el camino para poder determinar lo innombrable. La poesía latinoamericana aloja en detalle y con precisión los reflejos de las épocas, las revoluciones de las ideas, las capacidades de vidente del poeta, las condiciones sociales que nos han determinado y hasta las huellas de nuestras violencias.
¿Cómo podemos leer a la luz de hoy la poesía latinoamericana que nos antecede?, ¿qué nos dice sobre lo que hemos sido y lo que somos?
Justamente esta antología nos propone un buen punto de partida para la comprensión de la poesía latinoamericana, porque contiene una época en la que se gestan movimientos poéticos que cambian la historia de la poesía radicalmente, como la discusión entre si la poesía debe representar o buscar la belleza que vemos en el modernismo de Rubén Darío, contrastada con la idea creacionista de Huidobro en la que la poesía es para crear un lugar nuevo del lenguaje, acercando conceptos alejados. En esta poesía se han fundado los conflictos humanos que al latinoamericano le acechan y por ellos estos poemas son las profundas raíces del enorme árbol de nuestra poesía. Las generaciones posteriores han seguido en constante diálogo con estos referentes, con la intención de alimentarse de sus vertientes o en contraposición a ellas.
¿Ha observado cambios significativos en las escrituras de hace treinta o cincuenta años respecto a las de hoy?, ¿cuáles son?
Se han transformado en paralelo a los cambios en las concepciones del pensamiento humano, que ha tenido especialmente en los últimos cincuenta años una revolución en manos de la tecnología y su acceso a ella. Hay cambios de fondo en las temáticas y los lugares de enunciación desde los cuales surgen los poemas. Además de cambios de forma, como el paso de la rima al verso libre, brindándole a cada poema un ritmo particular. Mantenemos unas formas de expresión y exposición de la visceralidad, con nuevos discursos y expansiones del lenguaje, con nuevos caminos comunicativos. Lo impactante es ver cómo aquellos poemas escritos hace tantos años por estos enormes poetas tienen una vigencia inagotable en nuestros tiempos y a veces suenan como la palabra del vidente y nos revelan la lógica del futuro.
¿Qué sello o marca tiene esta antología en particular respecto a otras que se hayan hecho en la región?
Esta antología brinda muchos elementos particulares para abordar la poesía que nos constituye. Desde la propuesta del radar emotivo y la posibilidad de la resonancia corporal del verso, la impecable ilustración de imágenes poéticas que logró el diseñador Martin López que lo nutre de representación onírica, el encuentro de importantes diálogos poéticos entre los movimientos, las formas, las nacionalidades, es una juntanza amplia que da distintas lecturas. Los elementos que se suman lo hacen un poderoso objeto para acercarnos a la poesía latinoamericana, su análisis y su potencialidad como detonante creativo.
¿Cuál es el valor de esta antología poética para la literatura latinoamericana?, ¿dialoga con otras antologías?
Creo que es valioso por tantas conversaciones que plantea entre las voces y las formas de nuestro lenguaje. Hay poemas enormes que son como himnos sin música de nuestras tierras y por tanto de nuestras entrañas que están acompañados por otras obras que no estaban tan a la luz pero la contenían entre sus líneas. Desde la genialidad de sor Juana, a la intimidad sentimental de Delmira Agustini, la voz inconforme de Adela Zamudio, el poema en que Alfonsina habló de cómo se iría adentrando al mar, la orfandad del mundo en la exactitud de Vallejo, o el poema que dictó antes de morir a sus dieciocho años la cubana Juana Borrero. Estoy seguro de que extiende puentes de diálogo con muchas otras antologías que pueden encontrar en esta una buena manera de analizarla frente a otros fenómenos poéticos de la región.
Agradecemos la fuerte presencia de mujeres poetas en esta antología. ¿Cree que hay una marca de escritura particular en ellas?
Buscamos tener un equilibrio entre las voces de hombres y mujeres, y aunque en las realidades de la época sabemos que su publicación fue desproporcionada, pudimos encontrar increíbles poemas, con mucha agudeza en unas ideas vanguardistas de lo social y lo íntimo. Hay poemas fundamentales de nuestra tradición que lo son precisamente por contener la idea de la mujer a contragolpe de las épocas y en función de la reivindicación. Las poetas que se encuentran en esta antología trataron en distintas formas los temas determinantes de la condición humana dejando en estas obras enormes instrucciones de nuestras propias geografías internas.
También es muy llamativa la propuesta e invitación a “nuevas conversaciones y lecturas posibles”. ¿Qué le han dicho los lectores sobre lo que han encontrado en el libro?
Hemos recibido muy buenos comentarios por esta edición para conmemorar el suceso de los diez años de Calixta. Creemos que la propuesta de diseño y reflexión poética puede aportar al acercamiento de muchas personas a este género, y también puede ser un objeto valioso para quien ya está sumergido en las profundidades de la poesía. Queremos que los lectores encuentren las resonancias de estos versos en sus adentros y detonen sensibilidades y creatividades poéticas a la luz del legado que nos dejaron esos enormes poetas; que el radar de las emociones aporte al análisis poético y esta selección permita dar buena cuenta de la poesía de nuestro continente. Ante todo, nos alegra que los lectores encuentran las raíces de su cordillera en el propio relieve de su espina dorsal.