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¿En relación con el carácter tan maravilloso, excitante y provocadoramente ecléctico de su tarea en el arte, podría decirnos en qué momento decide que la realización de su estética tendría ese carácter y esa dimensión?
El impulso que me lleva a hacer viene del reflejo de querer entrar en dialogo con la sensación de vivir. El tiempo se percibe de una manera muy sintética, y no solamente en el sentido que la sensación de vivir sea una sinestesia. Sí, la vida se ve, se huele, se oye, se prueba, y se palpa simultáneamente. Pero además, se medita, se sueña, se ama, se planea, se teme, y se añora en paralelo. Esto no significa que pienso que sea necesario practicar varias disciplinas del arte para ir más allá de la melodía de la vida y llegar a las armonías que realmente nos representa. No, me es muy claro que la totalidad de expresión se logra es a través de una disciplina y su capacidad de insinuar la variedad de experiencia.
Si le interesa leer otro texto de Cultura, ingrese acá: Liar (En primera persona)
La razón que menciono la naturaleza sintética de la realidad es para aclarar por qué para mí, desde el comienzo, todas las disciplinas artísticas, la música, la literatura, el teatro, las artes plásticas, la danza, y el cine, todas me parecían expresiones de la misma cosa. Desde el comienzo, vi a todas las expresiones artísticas como senderos que llevaban al mismo diálogo con vivir. A los doce años, ya estaba metido en todo lo que hago hoy, al nivel de colegio obviamente, pero el interés y la práctica ya estaban. Yo lo he tenido claro desde ese tiempo. Hoy tengo cuarenta y ocho años, ya he vivido cuatro años más de lo que vivió Spinoza. La impresión de desperdicio de tiempo en mi vida me resulta inevitable.
¿Cómo realiza, como se desarrolla, como se forma en usted ese poder de ars combinandi, desde la intuición sensible, la racionalidad sensibilidad, la técnica de poseído, la inclinación indestructible por el instante o por el momento máximo del Gesto en que lo desarrolla?
Las palabras ars combinandi de tu pregunta significan simplemente “arte combinatorio”, y se pueden usar, en un sentido general, para referirse a cualquier arte que utiliza combinaciones de elementos en su método o estética. Al ver esas palabras pienso inmediatamente en el gran rigor de una obra como Cent Mille Milliards de Poèmes de Raymond Queneau. Aunque he utilizado limites de una manera formal de vez en cuando en mi obra, no se ha caracterizado por eso.
Hay otro significado más especifico de las palabras ars combinandi que se refiere a la práctica de los cabalistas de combinar letras hebreas en búsqueda de misterios y resonancias. Esta lectura de las palabras es quizás más acorde con lo que he hecho en mi trabajo, en el sentido que ahí si se siente presión sobre los elementos para que emanen cierta carga asociativa que poseen, y crean redes de conexiones de semejanza y significado cuyas bifurcaciones le dan contrapunto y ritmo a los motivos que aparecen en las obras.
Ambos sentidos mencionados de ars combinandi tienen que ver con la naturaleza de la alucinación creativa. Al habitar una obra por un tiempo considerable, el creador del trabajo siente que la locura de la misma obra, su realidad, lo empieza a contagiar. Como si fuera algo que viniera desde afuera, como una especie de país de las maravillas, mucho más seductor que otros mundos donde las resonancias de las cosas se esconden y no se dejan ver, y donde la realidad no es tan atenta a los caprichos de la voz que los percibe.
Estar, habitar, permanecer, estas palabras son el modus operandi de mis visiones.De ahí a crear una arquitectura detallada para el tejido de ese imaginar es un brinco de amor y pertenecía por lo que se extiende, lo que se estira como si fuera un pedazo de gelatina de pata entre los dedos.
¿Desde la perspectiva de esa construcción ecléctica que realizas, que interviene en usted, que usted hace intervenir; esa construcción, realización y desarrollo, consideran al espectador/público ó no y en qué forma lo hace entonces?
Para mi eclecticismo y diversidad son casi sinónimos. Pienso en esta característica de mi trabajo más como un asunto de inclusión que de elitismo. La variedad de fuentes y estilos también responde a lo que ha sido mi historia cultural. Aunque esté empapado del misterio de la fascinación estética, toda instancia artística es comunicación. Hay que admitir que sí he asumido que el público derive algún placer al explorar territorios, al ser sorprendido, y al descubrir nuevas convenciones y conexiones.
También debo confesar que estos son mis placeres como integrante de un público. Siempre busco que una obra destruya mis preconcepciones y me deje con nuevas expectativas, que me enseñe a ver, a oír, a leer, a asistir, de otra manera. En este sentido, le murmullo al público atento, y me esfuerzo en que siempre haya más, otra capa, otra conexión, para encontrar.
¿No le preocupa a usted como quien construye todas estas realidades de lo estético, de los fenómenos del arte, sumirlo en cierta tendencia a lo innecesario, lo inocuo y lo sin sentido, dada la cantidad de fenómenos que busca conectar, hacer coincidir, establecer nexos entre ellos?
Lo bueno de algo hecho es que es. A diferencia de un comentario o un mensaje, algo que existe en si no depende de relevancia para ser vigente. La creación tiene una relación con el tiempo muy diferente a la que tiene el gesto con el tiempo. Hablar de un arbusto como innecesario, o inocuo, o sin sentido, es confundir un arbusto con una herramienta o un arma. Han cortado los laureles de Edouard Dujardin fue un libro necesario, pero Ulises es un libro hecho. ¿Será que una novela de Robert Pinget, un poema de Wallace Stevens, un jarrón azul, y otro árbol en un boque son innecesarios? Cada una de mis obras está concebida como una experiencia completa. Que Florencia quede relativamente cerca a Venecia no les quita ni carácter ni majestad a esas dos ciudades. Las conexiones las hace la imaginación que llega. Que he dejado rutas que conectan mis ciudades ya es otra cosa.
En ese sentido, ¿qué es y qué dimensión sensitiva tiene para usted el teatro y cuáles son los principios de su Párpado Teatro?
Para mí, lo que distingue la obra de teatro de las otras manifestaciones de arte es que, en escena, la presencia física es el verdadero contenido. Un ser de carne y hueso, ahí en tiempo real, trae en su cercanía con el público una realidad ineludible. En el mejor de los casos podríamos llamar esa realidad contacto. La presencia física del actor, de alguna manera, exige una relación entre artista y público. Con esa relación como la semilla de nuestro teatro, las inflorescencias que han abierto son íntimas. No es un arte que nos lleva más allá, sino que nos trae más acá.
La cuarta pared desaparece, y los personajes nos hablan como si hablaran con si mismos. No confiesan, simplemente reflexionan sobre su vivir diario. Este mundo mental de la sensación, el recuerdo, y la esperanza es muchas veces el contexto en el teatro que ha hecho Párpado. Algo que une el universo mental al impulso infantil de crear teatro es la magia de la imaginación. ver mis caprichos imaginarios hechos realidad escénica resalta la subjetividad al fondo de toda experiencia.
El mundo cambia de escala y los objetos cobran vida. No hay una realidad estable más allá de nuestras impresiones. Toda regla, toda ley, toda historia está en peligro. La incertidumbre del mundo percibido y contado es el tejido de nuestros días.
Por eso surge en mi dramaturgia y dirección teatral algo que podríamos llamar tiempo colombiano, dado que lo relaciono particularmente con mi experiencia de este país. En una de las primeras obras de teatro mías, Más Cara, el personaje dice, Pasan cosas, como siempre, pero insisto que no pasa ni más ni menos que en cualquier noche en cualquier parte. Así que lo que les pido a ustedes (se sonríe con algo de ternura) como buen colombiano que soy, es su compañía por este tiempo que pasaremos juntos, exactamente como si les dijera, “Acompáñame un segundo allí a la tienda.” Es este presente continuo, este ya sin pasado ni presente, que se vive acompañados por el público, que ha explorado Párpado Teatro.
¿Qué le proporciona como elemento provocador, la temperatura necesaria para hacer la música que compone y realiza, cuál es en esa dimensión su obsesión lúcida?
La música es un reino absoluto. Que uno sea admitido a ese reino, aunque sea sólo por unos segundos, es un privilegio transformador. Embriaga el acceso directo a lo lírico y la forma nítida. Dado el papel que ha jugado en mi vida anímica, sería natural para mí decir que lo único esencial es la música. Ahí encuentro de nuevo el presente continuo de vivir. La música proporciona el respiro y la vibración. La música es atención. En alguna parte, Paul Celan escribe que la atención es el rezo natural del alma. La música es quizás lo más cercano que yo he llegado. Sólo que, como hay tantos contextos diferentes en que buscar ese espíritu grande de todas las cosas, el rezo ha articulado su forma según la instancia.
¿Qué intencionalidad (Crítica intencional) tienen y busca causar usted con sus realizaciones en el orden sensible sus Performances, para qué las hace?
El Performance es una actividad artística con tantos objetivos simultáneos que resulta ser más una forma de vivir que una técnica hacia una obra específica. Performance como actitud de vida sobrevive sus instancias. He utilizado performance para explorar la posibilidad de crear comunidad dentro de un grupo, sea de actores o de público. También ha servido para dialogar con la ciudad bajo sus términos y condiciones. El performance para mí ha sido un laboratorio de intimidad. El performance sale a la calle para infectarse, para unir lo público y lo expuesto con lo intimo y lo intencionalizado. Otro objetivo del performance es traer a la imagen expresionista a nuestros sitios públicos para enfocar la vida interna y aislada del individuo en masa en puntos líricos de escape. Desde la perspectiva del hacedor de performance, existe el reto maravilloso de como esculpir en el tiempo (para prestar el término de Tarkovsky) cuando uno sabe que algo va pasar pero no sabe como va pasar.
¿Desde su inicial formación e interés por la llamada Poesía Vocal, en este momento que puede decirnos de ello y de la necesidad o no DE esta forma de la poesía hoy?
Mi formación en la poesía, si tal existe, fue en la tradición occidental del verso. Aprendí las reglas de la prosodia, y era capaz, en un tiempo, de imitar las estructuras de las varias convenciones. En lo que se refiere a la poesía vocal, me parece importante resaltar que la aberración que ha aparecido en nuestros tiempos en términos de la poesía ha sido precisamente la poesía no-vocal. La poesía nace como un fenómeno rítmico, dicho o cantado, pero no necesariamente escrito. Ahora, que la vocalización de la poesía haya apuntado a objetivos diferentes a través del tiempo dado el contexto, me parece natural. Si, por poesía vocal, se refiere a una poesía sonora que vemos florecer en el dadaísmo con Hausmann, Tzara, Ball, Schwitters y Arp, que empieza como una confrontación social, se despliega a exploraciones casi místicas en Kandinsky y viscerales en Artaud, para aparecer después en Fluxus, Jandl, la Poesía Concreta de Brasil, los Cuatro Jinetes de Canadá, Laurie Anderson, y amigos como Jaap Blonk en el presente, estamos hablando más de contextualizaciones que de vocalizaciones. No tengo dudas acerca del valor de lo lúdico, lo asemántico, y lo musical en la poesía. A veces, frente a un público especialmente, el corto circuito necesario, inmediato, y profundo, se logra a través de estas modalidades. Curiosamente, tienen la gran virtud de crear comunidad con el público, y de hacernos concientes que somos un nosotros.
¿En el momento de su decisión irreductible y radical por la pintura y el dibujo, qué le movió los hilos eléctricos de su sensibilidad, de su deseo y por qué hace pintura y dibujo, qué le proyecta y quiere proyectar desde allí?
La marca es el compromiso absoluto con el mundo concreto. Hacer una marca problematíza el intento de contribuir con el gesto artístico. Es casi imposible escaparse uno de la impresión que el universo hubiera sido mucho más exacto, elegante, majestuoso, y nítido sin la contribución abrupta de uno. Quebrar esta parálisis es muy difícil y se logra en espasmos de intuición absoluta. Estos espasmos son épicos, por lo menos vistos desde adentro. La pintura, el dibujo y el assemblage nunca ha sido para mí hacer una imagen o reflexión del mundo. Al contrario, la sensación siempre ha sido más bien la de participar directamente en la realidad.