Gisela Heffes: “la memoria permite reapropiarse del presente”
En entrevista para El Espectador, la autora argentina habló de su más reciente libro, “Cocodrilos en la noche” (“Tusquets”), el cual narra la historia de un padre que está en cuidados paliativos por un cáncer.
El personaje principal de Cocodrilos en la noche se llama Vera Guerenstein, quien también es la narradora en la más reciente novela de Gisela Heffes. Guerenstein tiene que realizar un viaje que la lleva al pasado de una Buenos Aires odiada y amada a partes iguales que abandonó hace muchos años. Al igual que su hermano, los dos deben regresar para pasar los últimos días con su padre, que parece moribundo, pero que por gracia de su presencia revive una última vez antes de partir para siempre. Cocodrilos en la noche habla sobre los vínculos filiales, el cuidado, la vejez y el exilio. Además de esto, la novela, que se basa en un momento de la vida de la autora, está atravesada por el concepto de memoria y una crítica constante al trato que ejerce el personal médico tanto con el enfermo como con sus familiares y acompañantes.
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El personaje principal de Cocodrilos en la noche se llama Vera Guerenstein, quien también es la narradora en la más reciente novela de Gisela Heffes. Guerenstein tiene que realizar un viaje que la lleva al pasado de una Buenos Aires odiada y amada a partes iguales que abandonó hace muchos años. Al igual que su hermano, los dos deben regresar para pasar los últimos días con su padre, que parece moribundo, pero que por gracia de su presencia revive una última vez antes de partir para siempre. Cocodrilos en la noche habla sobre los vínculos filiales, el cuidado, la vejez y el exilio. Además de esto, la novela, que se basa en un momento de la vida de la autora, está atravesada por el concepto de memoria y una crítica constante al trato que ejerce el personal médico tanto con el enfermo como con sus familiares y acompañantes.
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En Cocodrilos en la noche está presente constantemente la muerte. En sus palabras, ¿podría decirme cómo entiende este concepto?, y, ¿cuál ha sido su relación con la muerte?
Para mí la muerte es la puerta para experimentar el duelo. Con Cocodrilos en la noche es la primera vez que la muerte aparece y se plantea en el proceso, en la práctica y en la planificación de una manera más consciente. En otros libros hablo de ella, como acto natural en la vida de cada ser humano, pero de una manera más lúdica. Acá escribí sobre la muerte de una manera deliberada, donde fue un disparador para poder hablar del proceso que experimentan las personas enfermas que están cerca de fallecer. Menciono la muerte desde la primera página, no es un secreto para el lector.
Casi toda la novela se sitúa en el hospital que está el padre de Vera. ¿Cuáles fueron esas herramientas que permitieron plasmar los espacios sobrios y neutros de una clínica?
Hubo distintos registros. Uno de esos es el cuaderno de notas que aparece en el libro, eso es real. Durante la estadía de mi padre en la clínica iba escribiendo en una libreta casi a diario lo que iba pasando, iba incorporando algunos términos médicos y los procedimientos a los que él se sometía. Es un cuaderno que describe de una manera muy pegada al instante lo que le está pasando a la protagonista, quien mientras va contando su experiencia también va reflexionando. Otras de las herramientas que fui utilizando fueron estas referencias de todas las personalidades e identidades de la narradora que tienen que ver un poco con el exilio, con las dudas que le aparecen de quién es ella, a dónde pertenece, pues tiene que regresar a una ciudad que ya no es la misma que le genera una mirada ajena.
Teniendo en cuenta lo anterior, ¿cómo opera la memoria?
La memoria cumple un rol muy importante en muchos niveles. Primero, en un nivel de apropiación de la ciudad, en cuanto que la protagonista llega allí y se siente extranjera en su propia patria, y, al mismo tiempo, está la patria del padre. Ahí hay una correlación entre esas dos patrias que se han deteriorado. En esta correlación aparece la memoria como una ayuda que le permite apropiarse del presente. Por ejemplo, cuando el padre sale de la operación, ella no lo reconoce porque está inflamado, es otro, entonces tiene que apelar a una fotografía, porque la memoria en sí no es suficiente para borrar esa imagen que ella tiene para que le permita recuperar y reconectar con el padre de algún modo.
Hablemos sobre cómo el cuerpo va registrando la enfermedad y el duelo…
Para mí estos dos factores aparecen en el cuerpo antes de que uno los note. En la novela hay dos imágenes donde ella empieza a ver esto, pues evidencia que su pelo se emblanquece, porque la muerte tiene un efecto ramificado que empieza mucho antes de que llegue. Cuando te anuncian que ese ser querido tiene una enfermedad terminal, inmediatamente aparece el duelo, y esto lo registra el cuerpo en instancias donde el padre todavía está vivo, pero ella empieza a notar ciertos efectos, como tener que pensar si ponerse o no una “máscara” para que las demás personas no conozcan su preocupación y dolor.
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Tanto Vera como su hermano dejan su cotidianidad para ir a cuidar a su padre, ahondemos un poco en esto…
La enfermedad les permitió tener un espacio de innovación y otro para tomar nuevas decisiones, las cuales normalmente uno nunca sabe cómo hacer, porque nunca un ser humano está preparado para la muerte de un padre. Estas son instancias que interrumpen la vida de una persona y que también desestabilizan cierta normalidad porque tiene que hacerse cargo del enfermo.
¿Por qué considera que se tiene esa idea de que los padres no son vulnerables?
Creo que esto está bien. Estamos criados y formateados para pensar que nuestros padres son eternos porque ellos representan un techo, son una figura de protección, también nos nutren de muchas maneras. Ellos son nuestros referentes que van a estar aun cuando ya no estén. Nunca pensamos que puede haber una interrupción donde se desdibuja la eternidad de nuestros papás.