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El profesor de biología Abdenego Danner vivía en una casa de Colorado a inicios del siglo XX. Se había obsesionado con encontrar la manera de potenciar el cuerpo humano. Luego de una discusión con un colega, encontró la posibilidad de dotar a renacuajos con un suero de radicales alcalinos, que los hicieron más fuertes y veloces. Naturalmente —al ser un científico humillado por sus pares— decidió que el siguiente paso era las pruebas en humanos, y quién mejor para esto que su esposa, que le anunció su embarazo.
El científico le hacía beber el suero, oculto en un cóctel, hasta el nacimiento del pequeño Hugo Danner. Era más grande que los demás bebés, con una mirada grisácea y activa. Mientras crecía, iba descubriendo sus habilidades superhumanas y encontrando los retos para ser incluido en la sociedad estadounidense luego de la Primera Guerra Mundial.
En su juventud, Hugo Danner se destacó en el fútbol americano de su escuela, pero al graduarse, debió recurrir a un acto en la feria, donde lo llamaron “Gladiator”, por su gran fuerza. Con el paso de los años, Danner se enfrentó a las rupturas amorosas, a vivir en un mundo al que nunca pudo acoplarse del todo: fue un héroe de guerra, un trabajador en una fábrica de acero, un cajero de banco y, finalmente, un asistente de un equipo de arqueología en una expedición a Yucatán.
“Gladiator: el superhombre” es la primera novela enteramente de ciencia ficción de Phillip Wylie, un escritor norteamericano que a sus 27 años presentó esta obra a través del Book League Monthly, acompañado de una introducción en la que indicó que creó a Hugo Danner gracias a la frustración con su propia fuerza, y que, al especular sobre el futuro de su superhombre “estaría predestinado a una fama vulgar o a una vida de destrucción sin sentido (..) compartiría el retraimiento de los genios y aprendería la inflexibilidad de la lenta evolución del hombre”. Wylie afirmó, también, que esta obra fue una sátira y su protagonista fue un elemento simbólico.
Inspiración para los superhéroes
“Gladiator: el superhombre” comparte varias similitudes con la historia del kryptoniano que arribó a una granja de Kansas y se convertiría en Superman, aunque sus creadores —Jerry Siegel y Joe Shuster— no hubiesen admitido públicamente que la obra de Wylie fuera una de sus influencias para el cómic que los hizo saltar a la fama.
Roy Thomas, guionista y editor de cómics, mencionó para el Saturday Evening Post que “creía que Siegel no admitía la influencia de ‘Gladiator’ por motivos legales”, pero que le parecía una coincidencia difícil de creer la similitud de varios pasajes del libro con el cómic.
La novela de Wylie —que pronto cumplirá su centenario de publicación— no ha sido la única que ha influenciado la manera en la que se abordan las historias de superhéroes. “El caballero salvaje” (1932) inspiró pasajes del cómic “Doc Savage ‘El hombre de bronce’”; y su épica espacial, “Cuando los mundos chocan” (1933) sirvió como fuente para la creación de la serie de historietas —que luego sería adaptada al cine— “Flash Gordon”, sin la cual no existirían obras del género del space opera como “Star Wars”.
Philip Wylie era hijo de un pastor presbiteriano y una escritora. Se desempeñó como marino, explorador en el norte de Canadá, fue brevemente publicista, periodista para el New Yorker, guionista y autor de varios libros de ciencia ficción, realismo y crítica social.
“Mi vida y yo mismo debemos de resultar de escaso interés para cualquiera, salvo para mí”, decía Wylie en el prólogo de “Gladiator: el superhombre”. No obstante, sus obras lo catapultaron al reconocimiento en las esferas de la ciencia ficción. Su trabajo sentó algunas bases de las historias de superhéroes y permitió que clásicos del género vieran la luz.