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Gloria Zea: La mujer que hacía los sueños realidad

La gestora cultural con más reconocimiento en Colombia falleció el pasado lunes 11 de marzo. Será recordada por, entre otras cosas, su labor en el Mambo, Colcultura y el Teatro Colón, así como por su inevitable cercanía con el poder.

Joseph Casañas - Twitter: @joseph_casanas
17 de marzo de 2019 - 02:00 a. m.
 Desde que el féretro llegó  al  Colón estuvo cubierto con la bandera de Colombia y custodiado por miembros de la Guardia Presidencial. / EFE
Desde que el féretro llegó al Colón estuvo cubierto con la bandera de Colombia y custodiado por miembros de la Guardia Presidencial. / EFE

Autor: Joseph Casañas 

A Fernando Botero Zea le avisaron que Gloria, su mamá, tenía serios problemas de salud y que estaba internada en la Fundación Cardioinfantil de Bogotá. Tan pronto como pudo, el hijo mayor del pintor Fernando Botero armó viaje de regreso. El camino fue largo: Barcelona-Madrid, Madrid-México, México-Bogotá. Se imaginó lo peor, pero lo que vio cuando abrió la puerta de la habitación estaba lejos de parecerse a la situación de una persona que estaba a punto de morir. Gloria Zea no paraba de hacer y de recibir llamadas. Estaba trabajando.

“Gloria, por favor, te estás muriendo, concentrémonos en la recuperación”, le dijo Fernando entre consternado y molesto. “No puedo parar. El próximo miércoles tengo estreno (la ópera de Madama Butterfly en el Julio Mario Santo Domingo) y todo tiene que salir impecable”, le respondió. Unas horas más tarde la gestora cultural, que nació en Medellín en 1935, falleció. Tenía 83 años.

“Vivió con pasión por lo que hacía y hasta el último segundo hizo todo para potencializar la cultura y resaltar lo que no hemos visto y lo que normalmente descuidamos”, le dijo a El Espectador Fernando Botero Zea.

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“La muerte le llegó a mi mamá en el momento menos esperado”, dice Lina, hermana de Fernando, mientras se seca unas lágrimas que se le escapan. “Había estado con ella en el hospital hasta el jueves 7 de marzo y el doctor nos había dicho que el lunes ya la podía llevar a casa, entonces me fui un poco más tranquila a promocionar el documental de mi papá (Botero, una mirada íntima a la vida y obra del maestro, dirigido por Don Millar) a Cartagena y Medellín”. Las cosas no mejoraron. “Mi mamá, que nunca se quejaba por nada, me decía que se sentía muy mal”.

Para que Gloria Zea reconociera que se sentía mal, era porque la cosa estaba realmente grave. Hace rato que sus hijos perdieron la cuenta de las veces que a su madre le cerraron las puertas cuando pedía plata para sacar adelante un proyecto cultural. Tampoco tienen claro cuántas veces se las abrieron. Y eso era lo que importaba. Según Lina, su madre era una “mendiga profesional”.

“Me decía que asumía ese título con honra y orgullo, porque todos esos proyectos titánicos que emprendió requerían fondos para sacarlos adelante. Le tocaba poner la cara y pedir plata a la empresa privada y a las entidades del Estado”.

Cercanía con el poder

Como cualquier personaje público, Gloria Zea recibió aplausos y críticas. El cuestionamiento más recurrente que se le hizo hacía referencia a su extrema cercanía con el poder. ¿Promovió una cultura burguesa y elitista?

“La crítica del elitismo nunca la compartí. Ese cuestionamiento surgió por promover la ópera. En el resto del mundo la ópera es un entretenimiento popular, no es elitista, es público. Por eso ese cuestionamiento nunca lo comprendí”, señaló Juan Carlos Botero Zea, su hijo menor, en diálogo con El Espectador.

Para Juan Carlos, Gloria Zea logró aprovechar su cercanía con el poder y la política, justamente para lograr los recursos necesarios “para el desarrollo de la cultura, un campo para el que nunca hay recursos (…) y tenía una forma muy acertada de lograr las cosas, y era que pedía plata y lloraba, entonces todo el mundo terminaba dándole lo que pedía. Era una persona, como mi abuelo (Germán Zea Hernández), de lágrima fácil. Se emocionaba mucho cuando hablaba de lo que soñaba. El alcalde Peñalosa nos contó que hace poco se sentó con él, le pidió unos recursos y lo conmovió con las lágrimas (…). Esa relación con el poder la manejó con mucha diplomacia, con astucia, y gracias a eso, en un campo para el que no hay recursos, logró lo que logró”.

La lista de esos logros es extensa. La refundación del Mambo (Museo de Arte Moderno de Bogotá) es quizás el más importante. Cuando en 1969 asumió su dirección, el espacio contaba con 80 obras. En 2016, cuando renunció a la dirección de este, tenía más de 3.500. Además, gestionó la construcción del edificio donde hoy está el museo, diseñado por Rogelio Salmona.

Desde el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), Zea lideró varias restauraciones al Teatro Colón hasta convertirlo en un escenario de primer nivel. Fue justamente allí, en el templo de la cultura colombiana y en el que pasó decenas de días con sus noches, que familiares, políticos, empresarios, artistas, entre otros, se despidieron de ella. El féretro de Gloria Zea permaneció en cámara ardiente durante dos días, mientras la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Alejandro Roca, y el coro de la Ópera de Colombia, bajo la conducción de Luis Díaz Herodier, interpretaba un repertorio que incluyó piezas de Mozart, Verdi, Fauré, Albinoni, Mascagni y Puccini.

El poder y la política la acompañaron hasta el final. La lista de personalidades que llegaron al Colón para despedir a Zea es larga. Entre otros, desfilaron por allí el presidente Iván Duque, el senador Antanas Mockus, el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, el exdirector de la Policía, general (r) Rosso José Serrano, el coronel (r) Luis Alfonso Plazas Vega, el periodista Alberto Casas Santamaría y monseñor Juan Miguel Huertas.

Lo cierto es que doña Gloria se fue, y para Fernando Botero, su hijo mayor, el epitafio debería decir: “Aquí yace el cuerpo de una persona que hacía los sueños realidad”.

El último adiós a Gloria Zea

Durante el velorio de la gestora cultural hubo espacio para recordar uno de los momentos más difíciles para la familia Botero Zea.

Fernando Botero, quien fue el ministro de Defensa del expresidente Ernesto Samper durante el escándalo del proceso 8.000, señaló que su madre tuvo “muy buena relación con casi todos los gobiernos.”, excepto con el de Samper, “con el que no tuvo tanta cercanía, por obvias razones y por culpa mía”.

Al respecto, Juan Carlos, hijo menor de Gloria  Zea, explicó que “fue un momento muy duro para toda la familia. A mi mamá le dio muy duro, pero su tenacidad y la forma de afrontar la vida sirvieron mucho para salir adelante. Otro momento complejo fue cuando me diagnosticaron cáncer, afortunadamente ella siempre estuvo allí para ayudarnos a afrontar esos momentos tan complejos (...) si le tuviera que poner título al libro de su vida, este sería Fuerza en la naturaleza, porque fue una mujer con un carácter inquebrantable”.

Por Joseph Casañas - Twitter: @joseph_casanas

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