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En el marco de este Paro Nacional, en diferentes ciudades del país, como Cali, Bogotá, Medellín, Manizales, Pereira, entre otras, han aparecido algunos grafitis en muros de las calles y en el piso de las mismas, con mensajes alusivos a las marchas actuales, realizados por integrantes de la comunidad grafitera.
Para Andrés Quintero, intregante del colectivo y medio especializado en grafiti Bogotart, en este Paro Nacional se están presentando cuatro formas del grafiti: “el grafiti, como lo conocemos en su esencia más pura, que puede ser un mensaje como Abajo el mal gobierno o No a la reforma, que es el grafiti que podría hacer un ciudadano que está indignado. Otro tipo de grafitis son los carteles, asociados a la práctica del cartelismo, y que son mensajes producidos tal vez en un taller, que se imprimen fácilmente, de forma muy barata y que también están llenando las calles; en lugares como el Parque de los Hippies han formado una galería urbana, y esto lo asocio a la práctica del grafiti ya que es espontáneo, lo hace un artista, un ciudadano para mandar un mensaje. Otro, es el que está asociado al arte urbano, que abiertamente está denunciando los excesos de la fuerza pública. Y el otro tipo es el que tiene que ver con las pintadas en el piso: se están haciendo unas tipográficas en todas las ciudades de Colombia, en tiempos de paro”.
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Quintero ha salido a cubrir con el equipo de Bogotart las marchas actuales. Explica que si bien las pintadas en el piso comenzaron a realizarse en las marchas de 2019, durante este paro, “en Bogotá se han hecho pintadas en el piso todos los días”.
Este tipo de grafiti “se diferencia de los muros exactamente en la forma en que puedes apreciarlo: mientras que para apreciar un muro necesitas caminar, para estas tipografías en el piso necesitas una toma áerea y visto desde el aire, es muy poderoso y simbólico”.
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Los grafitis y murales, a direferencia de otras expresiones artísticas que se dan en medio de las marchas, como la danza, la performance y el canto, permanece en el tiempo mientras no sea censurado. En medio de las marchas, los grafitis van surgiendo conforme el ritmo de las mismas. Para Quintero, el principal aporte del grafiti es el de denunciar: “El arte urbano se volcó a denunciar los excesos de la fuerza pública, los asesinatos de los líderes sociales, los desaparecidos de estos días de paro y creo que el valor agregado es que en estos momentos pocos artistas están pensando en pintar flora y fauna o rostros sonrientes, sino que la gente se ha volcado a denunciar lo que está pasando”.
En cuanto a la apropiación y resignificación del espacio público, Quintero añade que “la apropiación de estos espacios en los que se ha generado violencia, se resignificará con el tiempo. Ahora en varios lugares del país se están haciendo pintadas con el rostro del grafitero Flexer, así como de Lucas Villa, quien ya ha sido homenajeado en varios muros”. Así, la presencia del arte en las calles termina siendo una defensa de lo público, de los espacios comunes, de los escenarios que por naturaleza son democráticos, creando un testimonio de lo que ha sido la movilización en Colombia en este año, en un momento de la historia en el que las calles han sido testigo del espiral de violencia que vivimos.
Y es que, meses atrás, en entrevista para este diario acerca de cómo ha vivido el arte urbano este año de pandemia, Quintero afirmó: “Los artistas se volcaron a las calles con un trabajo más clandestino, más colaborativo, con un mensaje social mucho más fuerte. Se pintaron murales alrededor del país con el mensaje Nos están matando”.